Por Belén Spinetta
COMUNICAR IGUALDAD- La visión que proponen las
mujeres originarias que habitan dentro del Estado argentino ya fue
incorporada a las constituciones de Ecuador (Buen vivir) y Bolivia
(Vivir bien). Se trata de dos países de América Latina con población
mayoritariamente indígena.
El Estado ecuatoriano reformó su constitución en el año 2008 incorporando los principios del “buen vivir”. Así en su preámbulo afirma la decisión de construir “una
nueva forma de convivencia ciudadana, en diversidad y armonía con la
naturaleza, para alcanzar el buen vivir, el sumak kawsay (…) Una sociedad que respeta, en todas sus dimensiones, la dignidad de las personas y las colectividades”. En kichwa, el sumak kawsay es la cosmovisión ancestral que plantea la armonía con la naturaleza, considerando a las personas como parte de la Pachamama (madre tierra). Bajo esta premisa, la constitución ecuatoriana establece al agua y la alimentación como derechos fundamentales del buen vivir comprometiéndose a “promover la soberanía alimentaria”.
Los otros derechos contemplados como “derechos del buen vivir” son: a
un ambiente sano, comunicación e información, cultura y ciencia,
educación, hábitat y vivienda, salud, trabajo y seguridad social.
Asimismo, en su apartado VII refiere al “régimen del buen vivir”, señalando en su artículo 341 que:
“El Estado generará las condiciones para la protección integral de sus
habitantes a lo largo de sus vidas, que aseguren los derechos y
principios reconocidos en la Constitución, en particular la igualdad en
la diversidad y la no discriminación, y priorizará su acción hacia
aquellos grupos que requieran consideración especial por la
persistencia de desigualdades, exclusión, discriminación o violencia, o
en virtud de su condición etaria, de salud o de discapacidad”.
En tanto, en el año 2009 se dictó la “Constitución Política del
Estado Plurinacional de Bolivia”, reconociendo la marginación histórica
de los pueblos originarios remarcando, en palabras de Evo Morales, “que
en el nuevo modelo de país los pueblos indígenas tendrán una profunda
participación civil, política y económica”. La constitución boliviana
señala que “el Estado asume y promueve como principios
ético-morales de la sociedad plural: ama qhilla, ama llulla, ama suwa
(no seas flojo, no seas mentiroso ni seas ladrón), suma qamaña (vivir
bien), ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida buena), ivi maraei
(tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida noble)”. En su Preámbulo establece que el Estado estará basado en el “respeto
e igualdad entre todos, con principios de soberanía, dignidad,
complementariedad, solidaridad, armonía y equidad en la distribución y
redistribución del producto social, donde predomine la búsqueda del
vivir bien; con respeto a la pluralidad económica, social, jurídica,
política y cultural de los habitantes de esta tierra; en convivencia
colectiva con acceso al agua, trabajo, educación, salud y vivienda para
todos”.
Consejo de Mujeres Originarias por el Buen Vivir
Consejo de Mujeres Originarias por el Buen Vivir, presentado en abril en el Congreso de la Nación, recoge los
postulados del Buen Vivir sumándole la dimensión de género. “Como
resultado de la colonización, hay machismo también dentro de nuestras
comunidades y a veces nuestros propios compañeros nos violentan e
impiden el acceso a los anticonceptivos” se analiza en el texto, y
luego: “Nosotras identificamos y denunciamos la violencia racista y
sexista del patriarcado que estratifica la valorización de la mujer a
partir de un patrón de belleza Colonizador-Europeo”.
Por Belén Spinetta
COMUNICAR IGUALDAD- Al concluir la marcha del 21 de abril, se presentó oficialmente en el Congreso de la Nación el proyecto de ley para la constitución de un Consejo de Mujeres Originarias por el Buen Vivir. Aquí un extracto de sus fundamentos. El proyecto completo puede consultarse aquí.
El territorio como casa: “Cuando pensamos en nuestra casa, la queremos en armonía, limpia y ordenada (…) en cada casa, en todas las casas, se fijan prioridades porque nuestra casa tiene que identificarnos y tener lo que necesitamos para vivir en armonía (…) Tenemos que garantizar agua para todos y pensar sistemas de almacenamiento (…) Hay que buscar energías alternativas que no contaminen, que sean accesibles para todas y exigir que se cumplan los acuerdos de las cumbres climáticas. Nuestro territorio nos asegura nuestro alimento y sin territorio no hay soberanía alimentaria ni posibilidad de tener una dieta variada. En el campo y en la ciudad tenemos que tener espacio para tener casas dignas, para criar nuestros animales, para cultivar lo que comemos. Los transgénicos nos enferman. Hay que hacer bancos de semillas orgánicas (…).”
El territorio como cuerpo: “(..) Como resultado de la colonización, hay machismo también dentro de nuestras comunidades y a veces nuestros propios compañeros nos violentan e impiden el acceso a los anticonceptivos.(…) Nosotras identificamos y denunciamos la violencia racista y sexista del patriarcado que estratifica la valorización de la mujer a partir de un patrón de belleza Colonizador-Europeo. No somos reconocidas para esta sociedad ni siquiera en la categoría de mujeres. Por eso el buen vivir para el cuerpo pasa por recuperar y valorar el conocimiento ancestral y la medicina tradicional; ejercer el derecho sobre nuestros cuerpos según nuestras prácticas espirituales y culturales, aunque no haya una división entre lo espiritual y lo cultural.”
El territorio viaja con cada persona: “El territorio es más que lugar físico y viaja con nosotras. Por eso nos sentimos parte y no dueñas de la tierra en los distintos lugares en los que estamos, y necesitamos comunicarnos espiritualmente con ella (…) pedimos que se respeten nuestros espacios ceremoniales, que nos reconozcan espacios de expresión de nuestra espiritualidad aunque estemos lejos del lugar donde nacimos. Por eso no renunciamos a nuestra identidad en los espacios urbanos. Tampoco en las cárceles.”
Por la libre determinación de los pueblos: “(…) el Buen Vivir requiere pensar en cómo cohabitamos nuestras comunidades como pueblos originarios, pero también cómo cohabitamos con los diferentes integrantes de la sociedad no indígena, y cómo hablamos con el estado y las empresas que sólo buscan ganar más, sin que les importe nada cómo dañan la naturaleza y la vida de las personas. Ellos quieren vivir con ciertas cosas y las sacan así nomás, pero nosotros también necesitamos y queremos ciertas cosas. Si nadie de afuera puede mandar en nuestras casas, entre todas tenemos que ver cómo compartimos el patio, lo cohabitamos y cuidamos, y qué hacemos con los que lo ensucian y lo rompen (…) Necesitamos volver a ponernos de acuerdo sobre cómo queremos vivir juntas respetando el buen vivir de todas.”
Foto: Belén Spinetta
El proyecto de ley para la creación de un Por Belén Spinetta
COMUNICAR IGUALDAD- Al concluir la marcha del 21 de abril, se presentó oficialmente en el Congreso de la Nación el proyecto de ley para la constitución de un Consejo de Mujeres Originarias por el Buen Vivir. Aquí un extracto de sus fundamentos. El proyecto completo puede consultarse aquí.
El territorio como casa: “Cuando pensamos en nuestra casa, la queremos en armonía, limpia y ordenada (…) en cada casa, en todas las casas, se fijan prioridades porque nuestra casa tiene que identificarnos y tener lo que necesitamos para vivir en armonía (…) Tenemos que garantizar agua para todos y pensar sistemas de almacenamiento (…) Hay que buscar energías alternativas que no contaminen, que sean accesibles para todas y exigir que se cumplan los acuerdos de las cumbres climáticas. Nuestro territorio nos asegura nuestro alimento y sin territorio no hay soberanía alimentaria ni posibilidad de tener una dieta variada. En el campo y en la ciudad tenemos que tener espacio para tener casas dignas, para criar nuestros animales, para cultivar lo que comemos. Los transgénicos nos enferman. Hay que hacer bancos de semillas orgánicas (…).”
El territorio como cuerpo: “(..) Como resultado de la colonización, hay machismo también dentro de nuestras comunidades y a veces nuestros propios compañeros nos violentan e impiden el acceso a los anticonceptivos.(…) Nosotras identificamos y denunciamos la violencia racista y sexista del patriarcado que estratifica la valorización de la mujer a partir de un patrón de belleza Colonizador-Europeo. No somos reconocidas para esta sociedad ni siquiera en la categoría de mujeres. Por eso el buen vivir para el cuerpo pasa por recuperar y valorar el conocimiento ancestral y la medicina tradicional; ejercer el derecho sobre nuestros cuerpos según nuestras prácticas espirituales y culturales, aunque no haya una división entre lo espiritual y lo cultural.”
El territorio viaja con cada persona: “El territorio es más que lugar físico y viaja con nosotras. Por eso nos sentimos parte y no dueñas de la tierra en los distintos lugares en los que estamos, y necesitamos comunicarnos espiritualmente con ella (…) pedimos que se respeten nuestros espacios ceremoniales, que nos reconozcan espacios de expresión de nuestra espiritualidad aunque estemos lejos del lugar donde nacimos. Por eso no renunciamos a nuestra identidad en los espacios urbanos. Tampoco en las cárceles.”
Por la libre determinación de los pueblos: “(…) el Buen Vivir requiere pensar en cómo cohabitamos nuestras comunidades como pueblos originarios, pero también cómo cohabitamos con los diferentes integrantes de la sociedad no indígena, y cómo hablamos con el estado y las empresas que sólo buscan ganar más, sin que les importe nada cómo dañan la naturaleza y la vida de las personas. Ellos quieren vivir con ciertas cosas y las sacan así nomás, pero nosotros también necesitamos y queremos ciertas cosas. Si nadie de afuera puede mandar en nuestras casas, entre todas tenemos que ver cómo compartimos el patio, lo cohabitamos y cuidamos, y qué hacemos con los que lo ensucian y lo rompen (…) Necesitamos volver a ponernos de acuerdo sobre cómo queremos vivir juntas respetando el buen vivir de todas.”
Foto: Belén Spinetta
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