Faltan políticas eficaces de salud mental para atenderlas
Aunque
un número importante de mexicanas intenta suicidarse cada año, no
existen políticas públicas para atenderlas y prevenir que vuelvan a
atentar contra su vida.
En México el suicidio es un problema de salud pública, cuya incidencia
va en aumento: del año 2000 a 2013 la tasa se elevó de 3.5 a 4.9 casos
por cada 100 mil habitantes. El incremento es más marcado en personas
jóvenes de 15 a 29 años.
Especialistas en salud mental advierten que no existen políticas
públicas para prevenir el suicidio y atender los problemas sanitarios
asociados a él, y señalan que la problemática tiene diferencias de
género.
Explican que aunque las cifras indiquen que hay una mayor prevalencia
de hombres que cometen suicidio, no se debe ignorar que las mujeres
presentan mayores intentos suicidas, tras los cuales son
estigmatizadas, cuestionadas o incluso discriminadas ante la carencia
de políticas públicas de atención.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en 2013
se registraron 5 mil 909 suicidios, lo que representa la decimocuarta
causa de muerte a nivel nacional.
En el conteo hay diferencias de género visibles, ya que la tasa de
mortalidad por esta causa fue de 8.1 por cada 100 mil hombres, y de 1.7
suicidios por cada 100 mil mujeres, es decir, 81.7 por ciento de los
suicidios fueron consumados por hombres, y 18.2 por ciento por mujeres.
Lo que significa que ocurren más de cuatro suicidios de varones por
cada hecho en el que una mujer se quita la vida. La sobremortalidad
masculina prevalece en cada uno de los grupos de edad, sin embargo
entre las jóvenes la proporción de quienes se suicidan es mayor a
diferencia de las mujeres de mayor edad.
Así, las tasas de suicidio entre jóvenes de 15 a 29 años de edad son de
12 por cada 100 mil hombres, y 3.2 por cada 100 mil mujeres en este
rango.
NULA ATENCIÓN
En entrevista, Alejandra Buggs Lomelí, directora del Centro de Salud
Mental y Género, explica que se debe considerar la variable de género
en este problema de salud pública, ya que las condiciones de
desigualdad que enfrentan las mexicanas como pobreza, violencia,
idealización del “amor romántico”, y el cuidado de menores de edad o
personas enfermas, pueden representar un factor de riesgo para el
suicidio.
De acuerdo con la especialista, si bien muchos de los factores de
riesgo para cometer suicidio son compartidos por ambos sexos (como el
consumo de alcohol o drogas, o padecimientos mentales como
esquizofrenia, entre otros), muchas de las causas pueden variar.
A decir de Buggs Lomelí, debido a la “carga de género” que se impone a
los hombres sobre su papel de proveedores económicos, es más frecuente
que ellos decidan quitarse la vida por situaciones de desesperanza
derivadas de la falta de empleo o la incapacidad de generar recursos,
mientras que las mujeres pueden tomar la determinación ante pérdidas
emocionales importantes, o enfrentar condiciones de violencia
intrafamiliar, de pareja o violencia sexual.
“Muchos de los factores de riesgo se relacionan con la forma en que
están construidos culturalmente mujeres y hombres, y dependen en gran
medida de sus estructuras de personalidad, pues no necesariamente una
mujer que ha sufrido pérdidas importantes va a tener pensamientos
suicidas o va a intentar quitarse la vida”, aclara.
La psicóloga clínica abunda que este problema va desde pensamientos
suicidas, intentos de suicidio y hasta finalmente el acto deliberado de
quitarse la vida, y que si bien es cierto que los hombres son los que
más se suicidan, es necesario tomar en cuenta que ellas son las que más
lo intentan.
La doctora Diana Guizar Sánchez, psiquiatra del departamento de
Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM,
señala que cuando se habla de intentos de suicidio las cifras “se
voltean”, pues la relación –según estudios de la UNAM– es de cuatro
mujeres que lo intentan por un hombre que se quita la vida.
Lo anterior podría estar relacionado con el tipo de métodos que
utilizan, toda vez que los varones recurren a métodos más letales para
suicidarse.
De acuerdo con el Inegi, ambos sexos utilizan el ahorcamiento o
sofocación como forma para acabar con su vida: los hombres en 78.9 por
ciento de los casos y las mujeres en 70 por ciento. El segundo método
más utilizado por los varones es el uso de arma de fuego (10.9 por
ciento de los casos), mientras que ellas recurren al envenenamiento en
21.8 por ciento.
Guizar Sánchez apunta que hay mujeres que registran hasta seis intentos
de suicidio –de acuerdo con los registros del departamento de
Psiquiatría de la Facultad de Medicina–, lo que se debe en gran medida
a que no hay políticas de atención para quienes intentan quitarse la
vida, pues cuando algo así sucede, las mexicanas son atendidas sólo en
el aspecto físico.
“Además de las medidas de cuidado hospitalario para restaurar la
integridad a nivel físico de la persona, en ese mismo instante habría
que canalizarlas a un servicio de psiquiatría de urgencia. Normalmente
se le suturan las heridas o se le hace el lavado de estómago, y se le
da cita en consulta externa de psiquiatría dentro de uno o dos meses
después”, observa la doctora al señalar que la falta de atención a la
salud mental representa un factor de riesgo para un nuevo intento.
Esto se agrava ante los estigmas que aún existen en torno al suicidio,
pues la familia –lejos de sensibilizarse– se enoja con las personas.
“Lejos de haber un apoyo, hay más recriminación, más culpa y más
agresión en su contra, y eso puede generar que lo vuelva a intentar en
un tiempo no muy lejano”, advierte.
La especialista indica que muchos de los casos de suicidio en mujeres
están asociados a la depresión, padecimiento que sigue sin ser atendido
debidamente, toda vez que hay una tendencia persistente a pensar que la
persona que se deprime “es débil, que no sabe enfrentar la vida, o que
inventa para llamar la atención, y que sólo es cuestión de echarle
ganas y pensar positivo”, por lo que no se apoya su tratamiento.
La doctora Luz de Lourdes Eguiluz, profesora investigadora de la
Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM, enfatiza que
además de los estigmas, aún no hay políticas de prevención del
suicidio, “lo que es alarmante”.
Recalca que se deben emprender acciones para prevenir este flagelo, y
atender los problemas de salud mental especialmente en jóvenes de 15 a
29 años, por ser la etapa en la que las personas toman decisiones
cruciales para el resto de sus vidas.
El pasado 10 de septiembre, Día Mundial de Prevención del Suicidio, la
Organización Mundial de la Salud llamó a los países miembros de la ONU
a considerar la prevención del suicidio como uno de los temas
prioritarios en la agenda de salud pública.
CIMACFoto: César Martínez López
Por: Anaiz Zamora Márquez
Cimacnoticias | México, DF.-
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