Carlos Bonfil
Una
subversión de géneros. De nueva cuenta el realizador galo François Ozon
se aplica a la maliciosa tarea de mezclar y confundir los géneros,
tanto los cinematográficos como los relacionados con el comportamiento
sexual. A lo largo de su trayectoria fílmica el director ha transitado
del registro dramático intenso (Bajo la arena, 2000; Tiempo de vivir, 2005) o sensualista (Gotas de agua sobre piedras ardientes, 2000) a un tono de comedia iconoclasta (Sitcom, comedia de familia, 1998), o abiertamente paródico (Ocho mujeres, 2002; Potiche, mujeres al poder, 2010), manifestando de paso un gusto particular por el relato de suspenso (Swimming pool, 2003).
Cada nueva cinta suya es una sorpresa y una empresa arriesgada. Una
constante ha sido, sin embargo, cuestionar en muchos de sus trabajos
las certidumbres en torno de la moral sexual tradicional.
Una nueva amiga (Une nouvelle amie, 2014) es un
relato sobre una crisis de identidad de género, manejado con elementos
hitchcockianos de suspenso y algunas dosis de humorismo transgresor.
Una combinación atractiva y novedosa, también particularmente oportuna
en el contexto social que ha supuesto recientemente en Francia el
ríspido debate en torno del matrimonio gay y el derecho a la adopción
por parte de parejas del mismo sexo. Con miles de manifestantes
conservadores pugnando en las calles parisinas por la hegemonía
imperturbable del modelo de familia nuclear, Ozon propone aquí una
divertida variante de arreglo doméstico susceptible de horrorizar a
toda sociedad bien pensante.
Cuando Laura (Isild le Besco), la mejor amiga de Claire (Anaïs
Demoustier), muere después de dar a luz a una niña, su compañera de
juegos y primeros entusiasmos eróticos, decide volverse el principal
sostén afectivo del bebé y de David (Romain Duris), el viudo
inconsolable. La promesa hecha a la amiga de infancia fue contundente:
juntas en la vida y en la muerte. Con estupefacción descubre, sin
embargo, que el papá ha optado por cumplir también el rol de la mujer
desaparecida del modo más radical posible, suavizando el rigor del
duelo con el doble goce del travestismo y de una maternidad responsable.
La
doble faena que a diario se vive en el seno de miles de familias
monoparentales, reviste aquí una originalidad sorprendente. David
prolonga, en las primeras vivencias de la niña huérfana, la presencia
materna asumiendo en lo posible su aspecto físico y la delicadeza de
sus cuidados, sin renunciar al papel paterno ni tampoco a su propia
orientación, en todo momento, heterosexual.
François Ozon regresa de nuevo a un territorio doméstico que parece fascinarle, desde 5 x 2 (2004) hasta Ricky o Soló los niños van al cielo (2009),
pero jamás había abordado el tema de la maternidad con un empeño lúdico
tan ingenioso para difuminar las pistas narrativas e intercambiar los
roles de género, en vista de un claro alegato en favor de la
tolerancia. Romain Duris, un actor polifacético, favorito de cineastas
como Jacques Audiard, Michel Gondry, Cédric Klapisch o Christophe
Honoré, asume su delicado papel doble de David y Virginia con una
gracia y soltura insospechadas, y jamás el contraste de sus facciones
ásperas y su femineidad primeriza resulta grotesco o inconvincente.
Entre las posibilidades de un melodrama social, fustigador de estigmas
morales, y una comedia de trazos gruesos, atenta la explotación de lo
grotesco. Una nueva amiga elige lo más acorde con la sensibilidad artística del director de Ángel (2007) o de Tiempo de vivir (2005), una exploración humorística y fina de los territorios de la diversidad de género.
Se exhibe en el 19 Tour de Cine Francés que incluye, como
complementos oportunos, los estupendos cortometrajes de diversidad
sexual, Trémulo, de Roberto Fiesco, y Muchacho en la barra se masturba con rabia y osadía, de Julián Hernández, recientemente premiados en el festival Short Shorts.
Horarios y sedes: www.tourdecinefrances.com.
Twitter: @CarlosBonfil1
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