5/04/2017

Un lastre llamado Calderón



Octavio Rodríguez Araujo
Gracias a su marido y a ella misma, Margarita Zavala, si ésta se alza como candidata panista para 2018, llegará muy debilitada, con poquísimas probabilidades de triunfo.
Si Calderón influyó para que Josefina Vázquez Mota fracasara como candidata del Partido Acción Nacional (PAN) en 2012, ahora la que pagaría el pato sería su esposa. Nadie quiere a Felipe Calderón Hinojosa (FCH), uno de los peores presidentes que ha tenido México en su historia reciente. Si Fecal, como ingeniosamente le dijeron durante su gobierno, se sale del PAN, como ha amenazado hacer, no sólo le restará apoyos a su cónyuge sino que le dejará el camino libre al joven Anaya, su enemigo interno y dirigente del partido.
Será por amor o porque cree que la gobierna, el hecho es que su señora esposa, inconexa en sus discursos y escritos, limitada como profesional del Derecho y como política, es más que todo un invento de su marido, tal vez porque cree que con ella en Los Pinos él seguiría gobernando. Pero la fuerza que tuvo FCH en su partido para lograr ser candidato presidencial en 2006 se ha convertido, gracias a sus desatinos y crímenes, en un montón de puntos en su contra y para sus seguidores, que aunque parezca mentira todavía los tiene (quizá por los premios que repartió siendo gobernante y porque Ricardo Anaya no ha logrado una buena y sustanciosa mayoría en el PAN pese a su activismo).
Si Calderón piensa que podrá repetir su maniobra de 2012, de tratar de imponer como candidato a Ernesto Cordero y, al no salirse con la suya, sabotear desde la Presidencia la campaña de Josefina Vázquez Mota, se equivoca de palmo a palmo, por una sencilla razón: no cuenta con el aparato gubernamental y es casi seguro que Peña Nieto los vea, a él y a Margarita, con justificado recelo pese a que el michoacano lo trató de favorecer en la elección de 2012. Debe recordarse que todavía no se definen las candidaturas para la elección del año entrante y que, por ahora, lo único que revelan las encuestas se refiere a posibles aspirantes presidenciales que de alguna manera, salvo los potenciales del Partido Revolucionario Institucional (PRI) –muy discretos todavía–, han expresado deseos de competir por la grande. El trabajo que están haciendo las casas encuestadoras de opinión pública es, en buena medida, especulativo; entre otras razones porque esas empresas están escogiendo como posibles candidatos a quienes aún no lo son por más que sean mencionados en diversos ámbitos. Muchas cosas pueden cambiar para finales de este año, sobre todo una vez que el PRI ponga sus cartas sobre la mesa o su caballo en las puertas de salida de la carrera.
La antigua regla de oro de los ex presidentes calladitos y discretos la rompió Salinas de Gortari y ahora quiere hacer lo mismo Calderón sin los atributos del primero. En este país no son bien vistos los ex presidentes metiches y maniobreros, y menos cuando ambos llevaron al país a la ruina, aunque no fueran los únicos. Ya ni siquiera es aceptado que los presidentes salientes sean los grandes electores de sus sucesores. Ciertamente en cada gobierno el señor Presidente, por su enorme poder, forma grupos e incondicionales repartiendo privilegios y neutralizando a opositores, pero esta práctica es cada vez más endeble como se ha demostrado desde el final del gobierno de Zedillo y sobre todo con Fox (recuérdese que Calderón no era el favorito de Fox aunque éste terminara apoyándolo sobre todo para impedir que López Obrador ganara).
Todos sabemos que así como el descrédito de Peña Nieto ha perjudicado al PRI, el de Calderón le restó votos al PAN. Este partido, a pesar de los apoyos que le ha dado el PRD en elecciones locales, es una organización en declive. No será FCH el que le suba simpatías, por lo que su esposa tampoco las tendrá pese al lugar que le han otorgado ciertas encuestas. La amenaza del ex presidente panista de dejar su partido cayó en saco roto y a nadie con peso en el PAN le ha quitado el sueño. Y menos a Ricardo Anaya, aunque bien sabe que una fractura en su partido no le conviene del todo. Es muy probable que lo expresado por Calderón sea tomado sólo como una amenaza que no cumplirá, entre otras razones porque si la lleva a cabo la peor perjudicada será Margarita Zavala. ¿Candidata independiente, como han sugerido algunos que creen que los independientes pueden llegar a la Presidencia? Sería un chiste, más malo que el de quienes promueven a Álvarez Icaza para el cargo. La paradoja es que si FCH no cumple su amenaza ante el Consejo Nacional de su partido, el único que saldrá ganando será Ricardo Anaya.
Vuelvo a decirlo: Felipe Calderón no significa nada y si somos objetivos nunca debió ser presidente de México. Es más bien un lastre.

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