Soma
El Jefe de Gobierno sustituto de la CDMX, José Ramón Amieva, vino a mover las cosas. Entre todos los movimientos hay uno en particular que me resulta digno para explorar en esta columna dedicada al cuerpo viviente de la mujer.
Amieva promete a las y los capitalinos que ya no se utilizarán servicios de mujeres promotoras (también conocidas como edecanes) en los eventos protocolarios.
Es común que en muchos lugares del mundo el cuerpo de la mujer se usa para lograr metas políticas. En México, en particular, las edecanes se emplean durante las campañas electorales con la finalidad de llamar la atención de los potenciales electores.
Sin embargo, cuando las campañas terminan, los cuerpos de las mujeres se siguen usando por los nuevos gobernantes con fines de promoción y otras finalidades.
El mismísimo Instituto Nacional Electoral (INE) no dudó en contratar a una modelo en un vestido muy insinuante durante los debates presidenciales en 2012. Este acto provocó una polémica notable en el país acerca de la legitimidad y moralidad de tales prácticas.
Sin embargo la situación no ha cambiado. Durante la última campaña electoral la mayoría los candidatos (para no decir todos) salieron en fotos con mujeres semidesnudas apenas cubiertas por pedazos de tela con logos y colores de los partidos políticos.
Desgraciadamente hubo casos que fueron más allá: Nueva Alianza pintó su logotipo encima de los pechos desnudos de las mujeres y después expuso al público esta mediocre parodia de “body art”.
La práctica de usar edecanes para las campañas y eventos políticos se normalizó tanto que parece ser necesario proponer una breve explicación de por qué perjudica la lucha por la igualdad de los géneros.
Rápido y simple: si las mujeres ocuparan los mismos puestos, tendrían las mismas responsabilidades y ganarían lo mismo que los hombres, el asunto sería más equitativo.
Aparte, esto sería cierto si consideráramos sólo dos sexos en la balanza de la igualdad. Pero, como bien sabemos, hay mucho más por considerar y, por lo tanto, hay posibilidades infinitas.
Una opción: el trabajo de las mujeres edecanes en política puede darse por terminado (así en unas décadas nos sentiremos avergonzados de haber presenciado esta forma de objetivización tan humillante).
Otra opción es que los políticos se pongan creativos y contraten no sólo mujeres sino también hombres y mujeres heterosexuales, transexuales, homosexuales y otros integrantes de la comunidad LGBT+ para hacer el trabajo de promoción y entretenimiento.
No sé cómo resultaría la segunda propuesta, pero de verdad sería muy estimulante de ver.
Hay otro asunto por considerar: los pechos, nalgas y labios femeninos en colores de los partidos políticos se pagan con el dinero de las campañas. Sí, básicamente los pagamos nosotras, la ciudadanía.
Incluso después de saberlo algunos seguirán comentando que es un dinero “bien invertido” o, peor aún, que el acto tiene algo que ver con la libertad de expresión de las mujeres.
De una vez por todas, vale la pena dejarlo claro: tú, que te crees muy en tu derecho lo único que haces es pagar por diversión de otros. Sí. Te sacan tu dinero y te dejan babeando.
Gracias a que se hicieron públicas algunas investigaciones periodísticas, varios de los funcionarios fueron acusados de manejar redes de prostitución, como pasó por ejemplo en el famoso caso del priista Gutiérrez de la Torre.
Aunque pocos casos terminan en sentencias reales, no cabe duda que algunas de las edecanes son chantajeadas, forzadas y engañadas a ofrecer servicios sexuales para los políticos que nos gobiernan.
Por lo tanto, los cuerpos semidesnudos femeninos en tu pantalla no representan la libertad de expresión o tu derecho de promover esta libertad. Siempre han sido y siempre serán el símbolo de poder machista en su máxima expresión.
Es importante subrayar que no todas las mujeres que trabajan como edecanes están en las redes de prostitución, ni que el hecho de mostrar el cuerpo femenino en sí es malo. El problema, y lo que se tiene que cuestionar, es cómo se usa este cuerpo y en beneficio de quién.
Finalmente, aunque la lógica de utilizar los cuerpos de mujeres se entiende (nos proporcionan dichosos “pan y circo”), quisiera creer que la vieja fórmula dejará de funcionar ya con nuestra generación, y la política será importante por sí misma – porque define cómo vivimos y cómo pensamos – y no por su forma de esclavizar el cuerpo de la mujer.
* Periodista rusa residente en México.
CIMACFoto: César Martínez López
Por: Alena Pashnova*
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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