De acuerdo con una publicación del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés), en 2021 solo el 17.3 por ciento de las empresas en México contaba con un espacio higiénico y cómodo para aquellas madres en etapa de lactancia. Además de esto, tan solo el 24 por ciento seguía al pie de la letra las disposiciones de la LFT respecto a este cuidado.
Para las y los recién nacidos, alimentarse con la leche materna es de suma importancia para su desarrollo durante los primeros meses de vida. Según UNICEF, esto les ayuda a tener un sistema inmune fuerte que las y los proteja a lo largo de su vida. Además, de acuerdo con la Secretaría de Salud en México, ayuda a reducir los riesgos de muerte de cuna y favorece el desarrollo emocional e intelectual de las y los bebés.
No obstante, las condiciones laborales de cientos de madres en el país las obligan a abandonar la lactancia antes del tiempo recomendado de seis meses. Con esto, se pone en riesgo la salud de sus bebés y también de ellas mismas, pues lactar disminuye el peligro de desarrollar cáncer de mama o de ovario, entre muchos otros beneficios.
Trabajo fuera del hogar, una de las principales razones del abandono de la lactancia
En 2018, siete investigadoras del Instituto Nacional de Perinatología de la Ciudad de México y de la Universidad del Valle de México realizaron un estudio acerca de las principales barreras para ejercer la lactancia materna en México. Los resultados de su trabajo indican que una de estas barreras es el trabajo, sobre todo cuando se realiza fuera de casa y cuando las madres son las únicas responsables del sustento del hogar.
Las investigadoras analizaron las experiencias de 500 madres trabajadoras de 19 a 45 años en la Ciudad de México. De ellas, 320 mencionaron su trabajo como el gran obstáculo por el cual no podían amamantar adecuadamente sus hijos.
Por otro lado, en el análisis se afirma que esto es más frecuente entre profesionistas y estudiantes, quienes muchas veces recurren a la fórmula o a una alimentación combinada entre leche materna y fórmula para sobrellevar la situación —esto, a pesar de que el uso de la fórmula láctea en bebés de corta edad puede traer problemas como sobrepeso y desnutrición—.
Alrededor hay otros factores como los tabúes acerca de las madres que amamantan en espacios públicos o sus centros de trabajo. Según la publicación citada, esta estigmatización provoca que muchas veces no se perciba el espacio laboral como un lugar amigable para dar pecho a los bebés.
Lo anterior puede provocar el abandono de la lactancia, pero también la abstención de las mujeres de regresar al trabajo luego de haber tenido una hija o hijo. De esta forma, negar espacios para una lactancia digna también se convierte en un obstáculo para la participación laboral y económica de las mujeres.
¿Cómo solucionar la problemática?
El Gobierno de México cuenta con una guía para orientar a las empresas sobre cómo crear espacios amigables para la lactancia materna. En ella se explica que estos lugares deben incluir elementos como termómetros, botes de basura, bitácoras de registro y refrigeradores para guardar leche, además de sillas cómodas para las madres y sus bebés.
El documento, además, explica que puede haber alternativas como jornadas laborales flexibles o incluso la posibilidad de trabajar desde casa, lo que se ha convertido en una práctica muy común tras la pandemia de COVID-19. Sin embargo, más que normativas, es necesario que las empresas se hagan responsables de adoptar estas medidas junto con las disposiciones de la Ley Federal de Trabajo.
Esto incluye otros centros laborales no privados como las universidades o instituciones de gobierno. Recientemente, por ejemplo, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) anunció la creación de dos espacios de lactancia en Ciudad Universitaria. Con esto, la institución suma 10 lactarios para el ejercicio digno de la lactancia materna.
Aun así, las cifras de este tipo de lugares en México son bajas a nivel nacional. No obstante, su implementación adecuada puede traer mejoras en la salud infantil y materna, así como en los niveles de participación laboral y económica de las madres mexicanas.
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