1. México: En el PRIAN u “oposición” hay por lo menos 43 inscritos como precandidatos a la Presidencia de la República; en el partido Morena, el del presidente –aunque saben (por evidente) que el mandatario López Obrador ya escogió a su sucesora- aún quedan cuatro que ruegan a dios, que sueñan, ser mirados por AMLO. Lo que sucede es que los precandidatos que piden la Presidencia lo hacen para asegurarse un cargo menor que les garantice dinero y poder. La Sheinbaum, la Paredes, De la Madrid o Monreal, sí saben que el candidato presidencial que reúna o acumule más dinero y apoyo empresarial, ganará la Presidencia.
2. No hay gobierno en el mundo o candidato ganador –con excepción a los que fueron producto de revoluciones armadas como la rusa, la china, la cubana y la nicaragüense- que no haya negociado con los empresarios. En el capitalismo los magnates tienen el dinero y sólo ellos -más la lana presupuestal- quienes pueden costear las campañas. Recuerdo un querido amigo del PRD que aceptó ser candidato a gobernador en Yucatán hace unos 30 años que sin un centavo quiso recorrer el estado en su automóvil; le bastaron dos pueblos para ver que nada se podía hacer; que solo su discurso no era suficiente para atraer a nadie.
3. Los votos de los electores sí son contados después de las elecciones; pero los candidatos y las campañas –siempre dependiendo de cantidades millonarias- determinan todo desde antes. Observé en los años sesenta y setenta las campañas políticas, siempre ganadoras del PRI. Apenas se anunciaba el candidato todas las dependencias: secretarias, instituciones, dependencias, sindicatos, empresas, personas millonarias, todos, tenían la obligación de poner su cuota monetaria acostumbrada. El mismo día de la designación, todos los gobernadores, presidentes municipales y otras autoridades estaban obligados a preparar la visita presidencial.
4. Pude ver, casi directamente, en mis viejos tiempos, las campañas presidenciales de López Mateos (1958), Díaz Ordaz (1964) y Echeverría Álvarez (1970). Casi al instante de su selección, en los dos primeros minutos, todos los gobernadores comenzaban a dar los primeros pasos. Lo primero siempre fue reunir de los empresarios el dinero antes acordado; de inmediato la reunión de miles de brigadistas de avanzada y camiones de regalos tras ellos. Se empezaba a preparar con refrescos y tortas la gran concentración de acarreados de los pueblos que recibirán por primera vez al candidato. No importan si en su vida lo han visto.
5. Lo más importante son los miles de brigadistas que visitarán, cuadra por cuadra, casa por casa, llevando fotografías, volantes, carteles y mantas. La realidad es que los jóvenes de las brigadas recibían salarios durante seis meses o un año recorriendo dos o tres veces la zona asignada; los jefes de zona se encargarán de entregar los regalos (sacos de cemento, láminas de cartón, herramientas de artesanos, juguetes para niños, trastos para la cocina, etcétera) era sin duda la mejor manera de comprar votos y asegurarse –mediante el acarreo el día de los comicios- que acudirán a las urnas. Obviamente los salarios de cientos de miles de brigadistas y los regalos lo daban los empresarios.
6. Por ello el presidente López Obrador dice que ningún rico, por más dinero que tenga, es malo; al contrario. Así que está más que probado que en el capitalismo el dinero manda; aunque el candidato o candidata no sea conocido, los miles de brigadistas –casa por casa- llevarán las fotografías y carteles necesarios para que al fin los vean. El pueblo trabajador odia la política y sabe que los políticos sólo buscan dinero y poder. Pero convencido que nada se puede contra ellos, prefieren los regalos de los partidos para asegurar el equivalente a una semana de comida. Lo únicos felices son los políticos que desesperadamente buscan poder y dinero. (22/X/22)
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