por Thierry Meyssan
La voladura parcial de los gasoductos Nord Stream y Nord Stream 2 es el mayor acto de sabotaje de toda la Historia. Y es un acto de guerra contra Rusia pero también contra Alemania por ser estos los países copropietarios (51% Rusia y 30% Alemania) que más recursos invirtieron en esas infraestructuras de colosal envergadura. Pero es también un acto de guerra contra los demás socios, que son Países Bajos (9%) y Francia (9%). Sin embargo, los Estados occidentales perjudicados que acabamos de mencionar guardan silencio.
Para realizar los atentados contra los gasoductos Nord Stream y Nord Stream 2 fue probablemente necesario el despliegue de submarinos en las zonas ya identificadas por las potencias de la región. Oficialmente no hay indicios, en el sentido “policial” de la expresión, pero las “cámaras de vigilancia” (en este caso los dispositivos de sonar) ya “hablaron”. Los Estados interesados saben con certeza quién es el culpable. Si no reaccionan, serán borrados del mapa, políticamente hablando. Pero también es posible que estén preparando en secreto algún tipo de reacción, que los convertiría en verdaderos actores políticos… cuando se decidan a concretarla.
Los franceses deben recordar la intentona de golpe de Estado militar que estremeció Francia en 1961 y los subsiguientes intentos de asesinato contra el presidente Charles de Gaulle. El propio De Gaulle fingió creer que los atentados contra su vida eran cosa de la OAS (Organización del Ejército Secreto, siglas en francés), que se componía de franceses contrarios a la independencia de Argelia. Pero el ministro francés de Exteriores de la época, Maurice Couve de Murville, mencionó públicamente el papel del Opus Dei español y de la CIA estadounidense en la organización y financiamiento de aquellos intentos de asesinar a De Gaulle. Este último ordenó entonces que se abrieran investigaciones, identificó a los traidores, reorganizó la policía y el ejército franceses y, 5 años después, sacó a Francia del mando integrado de la OTAN, dio a esta última 2 semanas para cerrar su sede (que estaba precisamente en París) y trasladarla a Bélgica y además dio a ese bloque bélico plazos un poco más largos –pero bien definidos– para concretar el cierre de las 29 bases militares que tenía en suelo francés. Posteriormente, el presidente De Gaulle realizó una serie de viajes al extranjero, durante los cuales denunció repetidamente la hipocresía de Estados Unidos, principalmente la guerra de Vietnam.
Francia se convertió así nuevamente en una potencia faro en materia de relaciones internacionales. Aquellos hechos nunca fueron explicados claramente a la opinión pública, pero todos los responsables políticos de aquella época pueden confirmarlos [1].
Después de la disolución de la Unión Soviética, Estados Unidos elaboró una redistribución del mundo que modifica radicalmente las relaciones internacionales, con derrocamientos de gobiernos y el inicio de guerras, para imponer determinadas rutas al transporte de recursos energéticos. Esa fue la principal actividad del vicepresidente estadounidense Al Gore durante 8 años, bajo la administración Clinton. Y a eso mismo se dedica hoy Amos Hochstein, como consejero especial del presidente Joe Biden. Basta recordar la guerra de Transnistria –un intento estadounidense de apoderarse de un nodo de gasoductos [2]– y la posterior guerra de Kosovo, para construir el «Octavo Corredor», una vía de comunicación a través de los Balcanes, y ya tenemos sobre la mesa las demás piezas del rompecabezas.
Resulta especialmente difícil discernir a fondo la gravedad de la catástrofe que acaba de caer sobre la Unión Europea y que, muy probablemente, va a causar su derrumbe económico. Esa comprensión se hace todavía más difícil porque la Unión Europea ha tomado por sí misma varias de las decisiones que van a llevarla a la quiebra.
Hasta el 26 de septiembre de 2022, Rusia todavía era el principal proveedor de gas de la Unión Europea. El gas ruso seguía llegando a la UE por el gasoducto Brotherhood –a través de Ucrania–, por el Nord Stream o por el Turkish Stream. Estados Unidos, que supuestamente garantiza la seguridad de la Unión Europea, acaba de cortar esas 3 vías de aprovisionamiento. El lector puede estar pensando que el gasoducto Brotherhood todavía está en funcionamiento… pero Kiev puede cerrarlo o inutilizarlo en cualquier momento mientras que Nord Stream ha sido saboteado y Turkish Stream ya no puede recibir el mantenimiento técnico que necesita porque lo impiden las sanciones que la Unión Europea ha adoptado… a instancias de Estados Unidos.
Hasta el 26 de septiembre, la economía de la Unión Europea se apoyaba fundamentalmente en la producción de la industria alemana. Al cortar el gasoducto Nord Stream, Estados Unidos ha destruido la industria alemana. Según la célebre fórmula de Lord Ismay, quien fue el primer secretario general de la OTAN, la «gran estrategia» de los anglosajones consiste en «Mantener a los americanos dentro, a los rusos fuera y a los alemanes bajo tutela».
Claro, en julio de 2021, se llegó a un acuerdo según el cual Nord Stream 2 sería sustituido con hidrógeno fabricado… en Ucrania y transportado, a partir de 2024 (el año de expiración del contrato ruso-ucraniano), por el ya vetusto Brotherhood que sería convenientemente adaptado.
«Siendo nosotros la nación más poblada, dotada del mayor poderío económico y situada en el centro del continente, nuestro ejército debe convertirse en el pilar de la defensa convencional en Europa.»
Seis días después de las declaraciones del canciller alemán Scholz, los Navy Seals volaban los dos gasoductos del Mar Báltico, lo cual significa para Alemania 11 años de retroceso.
Sólo horas después del sabotaje contra Nord Stream y Nord Stream 2, el presidente de Polonia, el primer ministro de Dinamarca y el ministro de Energía de Noruega inauguraban con bombo y platillo el gasoducto Baltic Pipe, que no tiene ni remotamente la misma capacidad que los Nord Stream pero bastará para marcar el cambio de época. Antes, la industria alemana alimentada con el gas ruso hacía el papel de líder de la Unión Europea. En adelante, ese papel quedará en manos de Polonia, impulsada por gas noruego. El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, proclamó triunfalmente su odio en plena ceremonia al sentenciar: «Llega a su fin la era de la dominación rusa en el sector del gas; una era que estuvo marcada por el chantaje, las amenazas y la extorsión.»
El acto de guerra perpetrado contra Rusia, Alemania, Países Bajos y Francia nos obliga a ver los hechos de Ucrania bajo una perspectiva diferente. Ese acto de guerra es mucho más importante que todo lo anterior porque Estados Unidos acaba de atacar a sus “aliados”. En artículos anteriores he explicado con detalles lo que los straussianos buscaban con sus provocaciones en Ucrania. Lo que acaba de suceder nos muestra por qué Washington apoya el proyecto straussiano, como política de Estado. Y también nos demuestra que su «gran estrategia» no ha cambiado desde los años 1950.
En la práctica, la Unión Europea va a derrumbarse en el plano económico, con excepción de Polonia y sus 11 aliados de Europa Central, miembros de la Iniciativa de los Tres Mares o Intermarium [4]. El viento cambia de rumbo. Ahora es Polonia la que tiene el “viento en popa”.
Los grandes perdedores serán Europa Occidental y Rusia. Pero también estará entre los perdedores Ucrania, destruida sólo para dar lugar a esta hecatombe.
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