Itami Sordo forma parte de la campaña Salvemos Miles de Vidas junto con la ginecobstetra Paola Santillán Loza. En entrevista con Cimacnoticias, ambas hablaron sobre los mitos más recurrentes alrededor del aborto. También expusieron que, además de dicho imaginario errado, otro factor que impide la regulación de la interrupción del embarazo es la objeción del personal médico.
Desde el punto de vista de estas profesionales, ambas cuestiones se transformarían con la difusión de información sobre el aborto. Y este es, precisamente, el objetivo de la campaña en la que participan.
Quienes abortan no son mujeres irresponsables
Para la doctora Paola Santillán, uno de los principales mitos alrededor del aborto es que quienes se someten a este procedimiento son mujeres “irresponsables”, adolescentes que, tras salir de fiesta, presentan embarazos no planeados. Además, la sociedad suele pensar que estas mujeres van a recurrir al aborto como método anticonceptivo.
Sin embargo, la realidad es que —de acuerdo con la especialista— un gran porcentaje de las mujeres que abortan suelen ser amas de casa con parejas estables. En muchas ocasiones, deciden interrumpir su embarazo porque su método anticonceptivo falló, porque tienen enfermedades graves que les impiden seguir con el proceso de gestación o por dificultades económicas para hacerlo.
Quitemos el tabú de que las pacientes son irresponsables, porque realmente muchas de ellas son responsables y terminan llevando un control subsecuente con algún método de planificación adecuado.
Paola Santillán Loza
Otros de los mitos alrededor de la interrupción del embarazo tienen que ver con las consecuencias de este procedimiento. Hay quienes dicen, por ejemplo, que las mujeres que abortan desarrollan depresión o se vuelven infértiles. No obstante, la ginecobstetra Santillán Loza afirma que ambas afirmaciones son completamente falsas. Pero no todas las mujeres lo saben.
Desde la perspectiva de María Eréndira Itami Sordo —quien también es catedrática de la UNAM—, aquí hay un problema de desinformación que toca de manera especial a las mujeres con bajos recursos. A lo largo de su experiencia en los ámbitos público y privado de la salud, ella ha podido observar que estas mujeres no cuentan con información para contrarrestar estos mitos alrededor del aborto.
Entre otras consecuencias, esto provoca que las pacientes tengan miedo de acudir a un hospital o clínica a solicitar un aborto seguro. Muchas de ellas temen sufrir esas supuestas consecuencias o incluso perder la vida (esto, aún cuando un aborto seguro es 15 veces más seguro que uno realizando en la clandestinidad).
Pero, desafortunadamente, estos mitos morales y religiosos no son el único factor que vulnera a quienes desean interrumpir su embarazo.
La objeción y la desinformación, un problema entre el personal médico
Las y los médicos tienen información real sobre las consecuencias y los beneficios de practicar abortos en condiciones seguras. Aun así, muchos de ellos se oponen a practicarlos por objeción de conciencia (es decir, por motivos éticos o religiosos personales).
Itami Sordo y Santillán Loza se han encontrado con varios colegas que están en esta situación. “Este es un tema triste. Ellos lo toman como una bandera para decir que no quieren hacerlo”, afirma la doctora Eréndira Itami. Sin embargo, asevera que el personal médico debería ser capaz de considerar cuándo es necesario intervenir ante una emergencia, tal como es el caso de un aborto con causal de violación.
A la objeción de conciencia se suma, además, el temor a enfrentar procesos legales por interrumpir un embarazo. En otras palabras, el personal médico en México tampoco está bien informado sobre la legislación en torno al aborto y cómo se puede practicar sin que haya consecuencias jurídicas y legales para las y los doctores.
Es más el miedo porque no sabemos y porque no nos informamos sobre qué puede pasar con nosotros si no atendemos una urgencia médica. Muchas veces pensamos que por no atender a la paciente nos vamos a librar del caso y no es así al contrario: transgredimos las leyes y tenemos mayor factor de riesgo de no ofrecer la atención adecuada a la paciente.
Paola Santillán Loza
¿Qué hacer para mejorar esta situación?
En México, 11 estados ya han despenalizado el aborto y reciben recursos del gobierno federal para que éste se lleva a cabo en condiciones seguras. Este gobierno también cuenta con programas para difundir información sobre la interrupción legal del embarazo (ILE). No obstante, esto no es suficiente.
Para la doctora Paola Santillán, en nuestro país hace falta más capacitación para el personal médico, así como la difusión de información correcta sobre la normatividad alrededor de la ILE. También es necesario que haya más programas de difusión dirigidos a la población en general.
Por su parte, la doctora María Eréndira Itami Sordo hace énfasis en el desabasto de medicamentos e insumos en el sector público, entre otras carencias. A mitad de este año, precisamente, varias organizaciones de la sociedad civil reportaron un recorte de recursos en el ámbito de la salud sexual y reproductiva. Dicho recorte desembocó en la falta de personal en áreas de atención a quienes desean someterse a una ILE.
Las consecuencias de estos factores (la desinformación entre las mujeres y el personal médico, así como la falta de recursos económicos y materiales) se traducen en condiciones inseguras y clandestinas para practicarse un aborto. Esto puede provocar que miles de mujeres presenten hemorragias uterinas, infecciones, infertilidad e, incluso, pierdan la vida por someterse a abortos mal practicados.
De acuerdo con la doctora Itami Sordo, esto ha provocado que la muerte por aborto inseguro ocupe el tercer lugar en las causas de muerte materna en México. Ante esta circunstancia, es necesario que las autoridades trabajen en mejores programas de difusión. También, que destinen una cantidad suficiente de recursos para salvar la vida de miles de mujeres que solo buscan ejercer sus derechos reproductivos de manera plena y segura, sin que esto les cueste la vida y las ponga en el ojo de la estigmatización.
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