Gabriel Vargas Lozano*
salvar a las instituciones autónomas y por la paz, que logró reunir a miles en la Plaza de la Constitución y en varias ciudades del país. La derecha pensó que, con las movilizaciones, la denuncia y los discursos de su candidata sería suficiente para vencer morenismo; sin embargo, el 2 de junio llegaron a la conclusión de que habían fracasado. La pregunta se impone: ¿qué falló?
Una primera respuesta ya la habían previsto los opinadores al otorgar una cantidad de votos a cambio de los programas sociales del gobierno; sin embargo, el número real no alcanzaba para los 33 millones 226 mil 602 votos que logró Sheinbaum. Una segunda fue por la influencia neutralizadora que ejerció AMLO a través de sus declaraciones en las mañaneras en que rebatió las acusaciones que le hicieron; una tercera fue que la mayoría no creyó en todas las acusaciones al no ofrecer pruebas y refrendó el apoyo a la política de la 4T; la cuarta fue que la candidata pudo lograr la adhesión de sus principales contendientes; la quinta que conformó una propuesta de gobierno mediante cientos de reuniones con sectores de la sociedad, y sexta: la comparación no sólo del nivel académico entre ambas candidatas sino también el contraste entre la forma en que se condujeron en el debate público: Gálvez construyendo la narrativa de que había sido una persona de origen humilde que mediante su propio esfuerzo había llegado a convertirse en millonaria cuando son públicos los puestos gubernamentales que ha ocupado.
A su vez, Sheinbaum no respondió a las calumnias de su opositora; dio a conocer su carácter de científica, académica y defensora de causas sociales y consideró que su papel sería construir el segundo piso de la 4T.
Fue sorprendente que la mayoría de la gente no cayó en el garlito de la derecha y votó de acuerdo con sus convicciones. Los mecanismos típicos de la enajenación empleados por el sistema económico no funcionaron. Esta situación merece un análisis que tendría que incluir la consideración generacional, ya que quienes hemos vivido no sólo los desastres de la política priísta y panista, así como el neoliberalismo durante 36 años es suficiente para no querer un gobierno sostenido por los tres partidos que representan plenamente este pasado: PRI, PAN y PRD. Por tanto, personas como quien esto escribe no votaríamos para nada por quienes representaran esa opción. La historia no debe repetirse; sin embargo, es notable que los jóvenes que no han vivido estas experiencias votaron en su mayoría por Claudia, es decir, consideraron que era ella quien debía conducir al país. Finalmente, no se puede obviar la presente ola feminista que ha implicado el acceso de la mujer al poder político que AMLO ha efectuado mediante sus nombramientos como secretarias de Estado o candidatas a puestos gubernamentales.
El triunfo de Sheinbaum y Morena tiene gran significación para el país y para una corriente de izquierda en América Latina y, por tanto, representa, a mi juicio, la esperanza de que haya un avance en la solución de los grandes problemas que nos afectan.
*Profesor-investigador de filosofía de la UAM-I
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