6/08/2024

“Tú el sexo lo llevas siempre a la política”

 pikaramagazine.com

Iris César Del Amo

Hace poco, en la presentación de su libro Nuestras madres, escuché a la escritora Gemma Ruiz decir que no tenemos referentes en lo sexual porque es una actividad que forma parte de la intimidad, y que eso exactamente es el culmen y la guinda de que sí, lo personal es político. Me pareció una idea tan reveladora como primordial.

Porque es cierto. No tenemos referentes en lo sexual porque es un campo íntimo. Lo hablamos con amigas y ahí se puede preguntar y consensuar, debatir y aclarar, pero no pertenece a un ámbito público que pueda defenderse desde una tarima. Es un comportamiento personal más que un discurso, solo que sí es un discurso, y muy político además. El sexo es un discurso político que se lleva a cabo en la intimidad de cada una, en sus casas y en sus camas. Pero me parece muy necesario traerlo a la luz, potenciar el referente. En lo íntimo es más fácil ocultar la violencia, callarla. Necesitamos un referente de mujeres, de conductas, un modelo práctico y discursivo en el que podamos fijarnos.

Para tener referentes en lo sexual, lo primero que necesitamos como agua de mayo es educación sexual, una parte fundamental para la vida sana de una persona y que debe empezar en la adolescencia a la par que el desarrollo (es más fácil aprender que desaprender). Sin nada que nos guíe, como mucho el referente será el porno, que es el único sector en el que vemos el comportamiento sexual abiertamente y que como referente es bastante pobre; es más bien una fantasía adulterada, un ejemplo erróneo, una reproducción de los roles de género y del patriarcado. “Los chicos reciben un mensaje sobre cómo funcionar en la sexualidad asociado a tener que controlar, dominar, parecer que pueden con todo e incluso demostrar cierto poder. […] Nos tenemos que olvidar de todos esos mandatos, conectarnos en disfrutar, conocer nuestro cuerpo, el de la otra persona y sobre todo y siempre poner los cuidados en el centro”. Así lo dice el escritor Roy Galán en un vídeo con Isa Duque, la Psico Woman, psicóloga y sexóloga granadina que hace un trabajo importantísimo para llevar la educación sexual a los institutos.

El fin del referente no es solo conseguir unas prácticas sexuales consentidas y disfrutadas, que también, sino evitar muchas agresiones sexuales y violencias y actos que no queremos realizar, saber que tenemos razón al decir que no y que nadie pueda cuestionarlo. Reivindico el referente en el que podamos apoyarnos para que cuando nos digan “es que tú el sexo te lo llevas siempre a la política” sepamos que tenemos razón. Porque si nos han educado para ser complacientes, para ocultar nuestro deseo y callarnos que eso no nos parece bien en relación a nuestros cuerpos, y si eso tú no lo ves, es porque la política se acomoda a ti.

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La sexóloga Roma de las Heras dice que “hablar sobre sexualidad también es hablar sobre poder” y cuánta razón.

Una amiga siempre cuenta que, sobre todo cuando era más joven, a sus parejas sexuales les intimidaba que ella fuera tan directa, tan proactiva, que tomara el mando de la situación y dijera esto sí, esto no, haz esto y aquello. Les intimidaba que supiera lo que quería y que lo comunicara, que tomara el rol “masculino” —muchas comillas— de la situación sexual. A su pareja actual le gusta, le pone. Bien. Menos mal. Yo una vez le pregunté a un tío que me había tirado la caña previamente que qué tal, que si íbamos a quedar ya para follar. Se rio y me dijo que nunca había conocido a nadie tan directa, pero claramente era una risa nerviosa de hacerse muy pequeño, de ocultar que estaba intimidado y de perder su masculinidad. No me volvió a contestar y obviamente no follamos. Se le encogió el pene ante tanta seguridad. Pues menos mal que no hicimos nada, vaya ego quebrado.

El sexo es mucho más que sexo, como suele decirse; es donde se reflejan más ampliamente nuestras inseguridades y modelos de relación y, por supuesto, ejemplo claro, nuestros (sus) conceptos patriarcales de la sexualidad y de los roles de género, donde lo masculino se sigue viendo como algo poderoso y dominante, que toma la iniciativa y que controla el cotarro.

Resulta bastante común la incomodidad de las personas adultas ante la curiosidad de las niñas y niños por su propio cuerpo

Seguimos necesitando un referente porque “resulta que todo el mundo tiene malestares, incomodidades, dudas, torpezas, miedo, experiencias incómodas, experiencias incluso de violencia”, afirma Roma de las Heras en la charla ¿Por qué una sexología feminista crítica? Para mí, esa es la clave que estamos pidiendo a gritos: ver a personas asertivas y capaces de poner límites y de enfrentarse a situaciones incómodas, comunicarse con la pareja sexual, tratar el tema, hablar de molestias y necesidades y de cómo pueden solucionarse para que ambas personas se sientan mejor. Ver también personas que rompan los esquemas y los roles preestablecidos, que sea un comportamiento de creatividad y disfrute y también de consentimiento y respeto.

Para eso, quizás debamos poner el tema sexual sobre la mesa más a menudo, que no sean solo unos besos y luego el post y entremedio la sugerencia de que todo ha ido bien. Me parece muy importante que se realicen películas como Creatura, el último largometraje de la directora catalana Elena Martín, ya que el cine suele ser un modelo extenso de referencia y, a veces, el retrato de la intimidad.

La peli trata la sexualidad y el deseo femenino, pero no de forma idealizada y liberadora, sino de forma, bajo mi punto de vista, más realista al exponer los obstáculos que podemos experimentar tras una educación sexual pobre o nula y la represión de la expresión y el desarrollo sexual en las mujeres.

La sexualidad adulta no es un hecho aislado y vemos a través de Mila, la protagonista, cómo lo sexual se desarrolla en la infancia y la adolescencia o, casi mejor decir, cómo se coarta, cómo se castiga su deseo desde que era una niña que no sabía lo que hacía o sentía, que simplemente experimentaba con el mundo como hacen las criaturas para conocerlo, como con todas las cosas. Resulta bastante común la incomodidad de las personas adultas ante la curiosidad de las niñas y niños por su propio cuerpo, que no tienen un deseo sexual como el adulto y que tan solo experimentan como el bebé que se mira el pie. El sexo, el deseo, se interioriza como tabú y se reprime en la niña que no sabe que “eso” está mal. No se le explica, no se la acoge. La incomodidad adulta se gestiona a través de la prohibición y de la sanción del estímulo externo incómodo que es la curiosidad de la niña.

El mensaje es que, de niñas, debemos ser virginales y de adultas, como mujeres liberadas, debemos follar todo lo que antes otras no han podido

De adolescente, cuando ya se conocen los parámetros sociales, ahora sí, comienza el descubrimiento de la sexualidad y Mila ve cómo la juzgan, la enjuician, la castigan de guarra. Tiene una vivencia continua del avance y la parada, la vivencia misma se convierte en un veto.

El mensaje es que, de niñas, debemos ser virginales y de adultas, como mujeres liberadas, debemos follar todo lo que antes otras no han podido. Debemos olvidar todo lo que nos han dicho “que no” porque ahora se espera “que sí”. El juicio y el castigo y luego un fuego fuegote como encender una cerilla. Es una ambivalencia que Mila no sabe cómo encajar, que no sabemos ninguna. Parece de nuevo la versión de la virgen o la puta, pero actualizada y ahí tú te las apañes.

En Creatura vemos al menos un personaje y una experiencia con la que sentirnos identificadas. Traer a la mesa lo sexual, educar, concienciar. Que las relaciones de poder y de género dejen de formar parte de las relaciones sexuales, que se hable de las realidades y no de un sexo idealizado. Que las relaciones sexuales sean igualitarias y que podamos disfrutar de nuestra sexualidad con la seguridad de sentirnos comprendidas y escuchadas y que se pueda hablar y sentir en caso de que haya un desacuerdo y que, desde esa seguridad y comprensión, podamos disfrutar y desarrollar nuestra sexualidad y nuestros afectos. Queremos referentes en lo sexual que disfruten y follen como locas, pero que luego también se sientan inseguras u hoy no tengan ganas o les duela algo o tengan que parar Y QUE NO PASE NADA.

Tenemos que seguir hablando con nuestras amigas, dar voz a sexólogas y psicólogas y escritoras y cineastas para que el referente lo creemos entre todas. Como una ola. Que se extienda como un discurso asentado, como una realidad, como una obviedad, para que nunca se nos olvide lo que no debemos tolerar y que está en nuestro derecho vivir la sexualidad con libertad, seguridad y cuidado. Y que nadie nunca más nos cuestione por que estemos llevando el sexo a la política.

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