Teodoro Rentería Arróyave
(especial para ARGENPRESS.info)
Antes de que oficialmente se diera a conocer el “libro de la vida” de los mexicanos, como fue bautizado nuestro mapa genómico, se corrió la voz de que nuestra estructura tenía una herencia europea con lo cual no pocos cayeron en el dislate de decir, en aprovechamiento lambiscón del chauvinismo exacerbado contra la República Popular de China, que no teníamos ni una gotita de sangre asiática; son, según esos, totalmente producto del blanco colonialista.La afrenta para estos suspirantes de la sangre azul llegó cuando en la residencia oficial de los Pinos se presentó el resultado de cinco años de esfuerzos de cien científicos encabezados por el doctor Gerardo Jiménez Sánchez, director del Instituto Nacional de Medicina Genómica, Inmegen.
Este es el resultado estrictamente científico: compartimos 64 por ciento de los haplotipos –herencia-, con los asiáticos: 80 por ciento con los europeos, pero del norte. También tenemos algo de africanos.De veras que la maniobrita, provocada por el nulo conocimiento de lo que es y debe ser la diplomacia, que algún tiempo fue orgullo nacional por su reconocimiento en todo el planeta, llegó a los extremos de negar la otra teoría histórica de que los asiáticos fueron los primeros en llegar y poblar el ahora llamado Continente Americano.Los otros haplotipos europeos, es lógico imaginarse, los tenemos los mexicanos, fundamentalmente por los más de tres siglos de colonialismo y las gotitas africanas, también es fácil la explicación, por el terrible comercio humano de esclavos del continente negro a América propiciado por europeos y luego por los estadounidenses.
Entremos en lo trascendente: la verdad científica se anuncio en la residencia oficial de los Pinos donde el presidente Felipe Calderón Hinojosa atestiguó la puesta en línea del mapa del genoma de los mexicanos con el cual el país entra a la etapa de la medicina predictiva, pues con este amplio estudio se podrá hacer frente de mejor manera a enfermedades crónico-degenerativasCon estos resultados el director del Inmegen anticipa que en menos de cinco años se harán aplicaciones médicas en México y llegaría un momento en que “con una gota de saliva podamos saber si damos o no un medicamento”.
Para que el mapa genómico tenga utilidad médica, la investigación científica en medicina genómica tendrá que continuarse y propagarse en el país, resaltó el científico.Esto es lo importante: era necesario referirnos al traspiés de los suspirantes de sangre azul, porque de otra manera en otra ocasión nos dicen que descendemos de los arios y los anglosajones. ¡Ese chauvinismo!.
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