5/16/2009

De nuestras compañeras de Género con clase......

Usos, dificultades y posibilidades de la Categoría Género(I Parte)

viernes 15 de mayo de 2009

Por: Marta Lamas / Revista Mujeres

Diferencias de idioma, analogías y confusiones conceptuales
En los años setenta, el feminismo académico anglosajón impulsó el uso de la categoría gender (género) con la pretensión de diferenciar las construcciones sociales y culturales de la biología. (1) Además del objetivo científico de comprender mejor la realidad social, estas académicas tenían un objetivo político: distinguir que las características humanas consideradas «femeninas» eran adquiridas por las mujeres mediante un complejo proceso individual y social, en vez de derivarse «naturalmente» de su sexo. Suponían que con la distinción entre sexo y género se podía enfrentar mejor el determinismo biológico y se ampliaba la base teórica argumentativa a favor de la igualdad de las mujeres.

Posteriormente, el uso de la categoría género llevó al reconocimiento de una variedad de formas de interpretación, simbolización y organización de las diferencias sexuales en las relaciones sociales y perfiló una crítica a la existencia de una esencia femenina. Sin embargo, ahora que en los años noventa se ha popularizado este término, la manera en que con frecuencia se utiliza elude esa distinción al equiparar género y sexo.


Son varias --y de diferente índole-- las dificultades para utilizar esta categoría. La primera es que el término anglosajón gender no se corresponde totalmente con el español género: en inglés tiene una acepción que apunta directamente a los sexos (sea como accidente gramatical, sea como engendrar) mientras que en español se refiere a la clase, especie o tipo a la que pertenecen las cosas, (2) a un grupo taxonómico, a los artículos o mercancías que son objeto de comercio y a la tela.

Decir en inglés «vamos a estudiar el género» lleva implícito que se trata de una cuestión relativa a los sexos; plantear lo mismo en español resulta críptico para los no iniciados: se trata de estudiar qué género: un estilo literario, un género musical o una tela. En español la connotación de género como cuestión relativa a la construcción de lo masculino y lo femenino solo se comprende en función del género gramatical, pero únicamente las personas que ya están en antecedentes del debate teórico al respecto lo comprenden como relación entre los sexos, o como simbolización o construcción cultural.

Cada vez se oye hablar más de la perspectiva de género, sin embargo al analizar dicha perspectiva se constata que género se usa básicamente como sinónimo de sexo: la variable de género, el factor género, son nada menos que las mujeres.

Aunque esta sustitución de mujeres por género se da en todas partes, entre las personas hispanoparlantes tiene una justificación de peso: en español se habla de las mujeres como «el género femenino», por lo que es fácil deducir que hablar de género o de perspectiva de género es referirse a las mujeres o a la perspectiva del sexo femenino.

En un ensayo clave, Joan W. Scout apunta varios usos del concepto género y explica cómo «la búsqueda de legitimidad académica» llevó a las estudiosas feministas en los ochenta a sustituir mujeres por género.

En los últimos años, cierto número de libros y artículos cuya materia es la historia de las mujeres, sustituyeron en sus títulos «mujeres» por «género». En algunos casos esta acepción, aunque se refiera vagamente a ciertos conceptos analíticos, se relaciona realmente con la acogida política del tema. En esas ocasiones, el empleo de «género» trata de subrayar la seriedad académica de una obra, porque «género» suena más neutral y objetivo que «mujeres». «Género» parece ajustarse a la terminología científica de las ciencias sociales y se desmarca así de la (supuestamente estridente) política del feminismo. En esta acepción, «género» no comporta una declaración necesaria de desigualdad o de poder, ni nombra al bando (hasta entonces invisible) oprimido... «género» incluye a las mujeres sin nombrarlas y así parece no plantear amenazas criticas.(3)

Para Scott, este uso descriptivo del término, que es el más común, reduce el género a «un concepto asociado con el estudio de las cosas relativas a las mujeres». Empleado con frecuencia por los historiadores para «trazar las coordenadas de un nuevo campo de estudio» (las mujeres, los niños, las familias y las ideologías de género), referido «solamente a aquellas áreas --tanto estructurales como ideológicas-- que comprenden relaciones entre los sexos» este uso respalda un «enfoque funcionalista enraizado en último extremo en la biología».

Pero la cuestión no queda ahí. Scout señala, además, que «género» se emplea también para designar las relaciones sociales entre los sexos.

[...] para sugerir que la información sobre las mujeres es necesariamente información sobre los hombres, que un estudio implica al otro. Este uso insiste en que el mundo de las mujeres es parte del mundo de los hombres, creado en él y por él. Este uso rechaza la utilidad interpretativa de la idea de las esferas separadas, manteniendo que el estudio de las mujeres por separado perpetúa la ficción de que una esfera, la experiencia de un sexo, tiene poco o nada que ver con la otra.

Finalmente, para Scott la utilización de la categoría género aparece no solo como forma de hablar de los sistemas de relaciones sociales o sexuales, sino también como forma de situarse en el debate teórico. Los lenguajes conceptuales emplean la diferenciación para establecer significados, y la diferencia de sexos es una forma primaria de diferenciación significativa. El género facilita un modo de decodificar el significado que las culturas otorgan a la diferencia de sexos y una manera de comprender las complejas conexiones entre varias formas de interacción humana.

Scott propone una definición de género que tiene dos partes analíticamente interrelacionadas, aunque distintas, y cuatro elementos. Lo central de la definición es la «conexión integral » entre dos ideas: [...] el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos y el género es una forma primaria de relaciones significantes de poder.

Scott distingue los elementos del género, y señala cuatro principales:

* Los símbolos y los mitos culturalmente disponibles que evocan representaciones múltiples.
* Los conceptos normativos que manifiestan las interpretaciones de los significados de los símbolos. Estos conceptos se expresan en doctrinas religiosas, educativas, científicas, legales y políticas que afirman categórica y unívocamente el significado de varón y mujer, masculino y femenino.
* Las instituciones y organizaciones sociales de las relaciones de género: el sistema de parentesco, la familia, el mercado de trabajo segregado por sexos, las instituciones educativas, la política.
* La identidad. Scott señala que aunque aquí destacan los análisis individuales —las biografías— también hay posibilidad de tratamientos colectivos que estudian la construcción de la identidad genérica en grupos. Esta es una parte débil de su exposición, pues mezcla identidad subjetiva con identidad genérica.

Scott cita a Bourdieu, para quien [...] la «división del mundo», basada en referencias a «las diferencias biológicas y sobre todo a las que se refieren a la división del trabajo de procreación y reproducción» actúa como la «mejor fundada de las ilusiones colectivas». Establecidos como conjunto objetivo de referencias, los conceptos de género estructuran la percepción y la organización concreta y simbólica de toda la vida social.(4)

Ya que estas referencias establecen un control diferencial sobre los recursos materiales y simbólicos, el género se implica en la concepción y construcción del poder.

Por ello, Scott señala que el género es el campo primario dentro del cual, o por medio del cual, se articula el poder. El ensayo de Scott tiene varios méritos. Uno fundamental es su cuestionamiento al esencialismo y la historicidad. Ella aboga por la utilización no esencialista de género en los estudios históricos feministas:

Necesitamos rechazar la calidad fija y permanente de la oposición binaria, lograr una historicidad y una desconstrucción genuinas de los términos de la diferencia sexual.

Además, su ensayo ordena y clarifica el debate, y propone una vinculación con el poder. Otro acierto es señalar, muy en la línea de decir que el emperador no tiene ropas, la obviedad de la sustitución «académica» de mujeres por género. Esta medida de política académica ignora el esfuerzo metodológico por distinguir construcción social de biología que alentó mucho del trabajo pionero de género.

LA SIMBOLIZACIÓN CULTURAL DE LA DIFERENCIA SEXUAL

A lo largo de los últimos 20 años, investigadores y pensadores de diversas disciplinas han utilizado la categoría género de diferentes maneras. Aunque muchas cuestiones dificultan una unificación total en el uso de esta categoría, podemos distinguir entre dos usos básicos: el que hable de género refiriéndose a las mujeres y el que se refiere a la construcción cultural de la diferencia sexual, aludiendo a las relaciones sociales de los sexos.

Scott plantea una ventaja de usar género para designar las relaciones sociales entre los sexos: mostrar que no hay un mundo de las mujeres aparte del mundo de los hombres, que la información sobre las mujeres es necesariamente información sobre los hombres. Usar esta concepción de género lleva a rechazar la idea de las esferas separadas. Scott señala que los «estudios de la mujer» perpetúan la ficción de que la experiencia de un sexo tiene poco o nada que ver con la experiencia del otro sexo. Aunque existe ese riesgo, creo que es menor, ya que muchos trabajos ubicados en los «estudios de la mujer» integran la perspectiva de relaciones sociales entre los sexos.

En todo caso, el uso de la categoría género implica otra índole de problemas: dependiendo de la disciplina de que se trate es que se formular á la interrogante sobre ciertos aspectos de las relaciones entre los sexos o de la simbolización cultural de la diferencia sexual.

Desde la antropología, la definición de género o de perspectiva de género alude al orden simbólico con que una cultura dada elabora la diferencia sexual. Un ejemplo de una investigación antropológica que explora este ámbito desde una perspectiva de género es la que realizó el antropólogo español Manuel Delgado.(5)

Puede ser ilustrativo observar el análisis de un fenómeno social desde esta perspectiva de género.

Delgado se propuso analizar la violencia popular anticlerical en España, fenómeno que ha sido explicado con elementos que proceden del campo estrictamente político institucional y económico: la complicidad de la Iglesia con los latifundistas, los carlistas, el absolutismo, la monarquía y el Estado, la insurrección militar, etcétera. Sin negar que puedan tener un lugar estratégico en cualquier clarificación, Delgado insiste en que estos elementos no bastan para dar cuenta del aspecto irracional del fenómeno, y sostiene que los elementos explicativos tradicionales muchas veces han actuado como lo que Levi-Strauss llama «racionalizaciones secundarias», o Althusser «sobredeterminaciones de causa».

Delgado relata cómo en España, como reacción al levantamiento militar de Franco en 1936, los anticlericales incendiaron y arrasaron miles de iglesias, y destruyeron sus objetos rituales, incluso las imágenes que poco antes habían llevado en procesión; además, asesinaron a sacerdotes, monjes y monjas. Esto ya había ocurrido en 1835, 1909 y 1931, pero nunca con tanta saña como entonces.

Gran parte de los historiadores de ese fenómeno no ve sino «explosiones en que se manifestaban los instintos sádicos de turbas enloquecidas y sedientas de sangre». Otros historiadores políticos plantean que esa fue la manera como se canalizó una enemistad violenta contra los poderosos económica o políticamente, cuya hegemonía era sancionada por la institución eclesial y la religión católica.

La interpretación de Delgado va por otra parte, pues penetra en el entramado de la simbolización cultural y localiza los factores ocultos o tácitos, no explicitados. Delgado se propone prestar atención al contenido simbólico de «los motines iconoclastas y las actitudes sacrílegas».

Si la gente quemaba iglesias, pateaba confesionarios, defecaba en las pilas bautismales, le sacaba los ojos a los santos y colgaba de los testículos a los sacerdotes, los historiadores no se han preguntado qué significaban una iglesia, un confesionario, una pila bautismal, un santo o un sacerdote.

Delgado tiene una clara conciencia de que «un acontecimiento es una relación entre algo que pasa y una pauta de significación que subyace».

Por eso, él plantea que esos hechos [...] pertenecen a una misma trama de significaciones, a una red de interrelaciones e interacciones cuya gramática oculta se intenta reconstruir y cuya lógica he tratado de desentrañar haciendo intervenir categorías relativas al desglose sexual, es decir, a la construcción cultural de los géneros. Al elegir una perspectiva de género, Delgado no se plantea «discutir el papel supuestamente real y objetivo de la mujer en el marco doctrinal del catolicismo», ni la «culpabilización de lo femenino que se desprende del texto bíblico», él pretende dar cuenta de la simbolización de la diferencia sexual reconstruyendo «la manera como la oposición hombre/mujer se producía en el imaginario de las movilizaciones que habían asumido la misión de destruir lo sagrado». Eso lo lleva a sugerir que «los ataques a la Iglesia y sus cultos podrían haber funcionado psicológicamente como agresiones contra una suerte de poder, si no femenino, cuando menos feminizante».

Lo notable de la propuesta de Delgado es que plantea la «consideración del sistema religioso de la cultura en tanto que objeto de identificación genérica, como parte del orden representacional encargado de operar la distinción sexual». Así, la Iglesia, como «hipóstasis de la autoridad social», pasaría a ser leída [...] contribuyendo tanto repertorial como ideológicamente a la esencialización de la feminidad y sus «misterios » y encarnando presuntos peligros para la hegemonía del mundohombre.

Los disturbios iconoclastas pasarían así a incorporarse significativamente a la realidad social concebida en clave de género, esto es a las articulaciones metafóricas e institucionales a través de las cuales la cultura procede al marcaje de los sexos.

Delgado coloca, en primer plano, «la calidad determinante de las diferencias simbólicas entre los sexos»; para él la distribución de funciones socio-sexuales tuvo que ocupar un papel [...] social y psicológicamente fundamental y no marginable en la producción de una ideología obsesivamente centrada en la necesidad de abatir el poder sacramental en España, como requisito ineludible de un fantasioso proceso de modernización/virilización, liberador de las antiguas cadenas del pasado/mujer.

El investigador reconstruye así cómo el género intervenía en la percepción de lo social, lo político o lo cotidiano de los actores históricos. Su interpretación va más allá de simplemente reconocer la existencia de dos ámbitos sociales, con sus espacios delimitados y los rituales que los acompañan. De entrada, el hecho de que el clero sea masculino no facilita una interpretación como la suya, que analiza lo relativo a la Iglesia como un territorio feminizante, que amenaza simbólicamente la virilidad. Si Delgado logra ir más allá de lo aparente es porque reconoce el estatuto simbólico de la cultura y distingue entre el orden de lo imaginario y el de lo real.

Analiza cómo los varones perciben a la religión como la maquinaria de integración y control de la sociedad y a las mujeres como madres controladoras. Al relacionar lo femenino con lo religioso, el anticlericalismo se perfila como un proceso de masculinización frente a lo que se percibe como una hegemonía matriarcal.

Aunque desde el plano de los significados culturales, Delgado interpreta el odio contra la Iglesia y el clero como un desplazamiento del desacuerdo hacia las coacciones y fracasos que el imaginario masculino atribuía a figuras intercambiables (la Iglesia y la comunidad social: las esposas y las madres), también insiste en que hay otras cosas en juego y deja abierta su explicación del fenómeno a otros factores. Lo importante aquí es cómo el uso de esta perspectiva le permite analizar una de las tantas formas simbólicas de que se vale la cultura para institucionalizar la diferencia entre hombres y mujeres y para poner en escena sus confrontaciones. (Tomado de La Ventana)



Citas:

1 Parte de ese proceso está en Lamas, M. «La antropología feminista y la categoría 'género'», en Nueva Antropología. Estudios sobre la mujer: problemas teóricos, núm.30, Ludka de Gortari (coord.), CONACYT/UAM Iztapalapa, 1986, pp.173-198.

2 El Diccionario del uso del español, de María Moliner, consigna cinco acepciones de género; la última es la relativa al género gramatical.

3 Scott, Joan W. «Gender: a Useful Category of Historical Analysis», en American Historical Review, num,91, 1986. Hay traducción: «El género: una categoría útil para el análisis histórico», en James Amelang y Mary Nash, Historia y género: las mujeres en la Europa moderna y contemporánea, Ediciones Alfons el Magnanim, 1990.

4 La obra citada de Pierre Bourdieu es Le Sens Pratique, París, 1980.

5 Delgado, Manuel. «Las palabras de otro hombre, anticlericalismo y misoginia», Muchnick Editores, Barcelona, 1993.

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Carlos Marx sobre la mujer

Tomado de Karl Marx, Manuscritos Económico-Filosóficos

En relación con la mujer, como presa y sierva del placer de la comunidad, se expresa la infinita degradación en la que el hombre existe para sí mismo; porque el secreto de esta relación encuentra su expresión inequívoca, indudable, abierta y manifiesta en la relación del hombre con la mujer y en la forma en que se concibe la relación directa y natural de la especie. La relación inmediata, natural y necesaria del ser humano con el ser humano es también la relación del hombre con la mujer.

En esta relación natural de la especie, la relación del hombre con la naturaleza es directamente su relación con el hombre y su relación con el hombre es directamente su relación con la naturaleza, con su propia función natural. Así, en esta relación se revela en forma sensible, reducida a un hecho observable, la medida en que la naturaleza humana se ha convertido en naturaleza para el hombre y en que la naturaleza se ha convertido para él en naturaleza humana. Todo el nivel de desarrollo del hombre puede determinarse a partir de esta relación. Del carácter de esta relación se desprende hasta dónde el hombre se ha convertido y se ha concebido como especie, como ser humano.


La relación del hombre con la mujer es la relación más natural del ser humano con el ser humano. Indica, pues, hasta qué punto la conducta natural del hombre se ha hecho humana y hasta dónde su esencia humana se ha convertido en esencia natural para él, hasta dónde su naturaleza humana se ha convertido en naturaleza para él. También demuestra hasta dónde las necesidades del hombre se han convertido en necesidades humanas y, en consecuencia, hasta qué punto la otra persona, como persona, se ha convertido en una de sus necesidades y en qué medida es en su existencia individual, al mismo tiempo, un ser social. La primera anulación positiva de la propiedad privada, el comunismo vulgar, es pues únicamente una manifestación de la infamia de la propiedad privada que pretende ser, sin embargo, una comunidad positiva.
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Cómo afecta la crisis económica a las mujeres salvadoreñas?

Fuente: Género y EconomíaEconomistas feministas como Norma Sanchís advierten que las más afectadas por la actual crisis económica mundial serán las mujeres, ya que los empleos tienden a ser más precarios y con menores salarios reales para ellas. Asimismo, expresa que el modelo económico impuesto en América Latina, que da prioridad absoluta al mercado, sigue estando vigente pese a su fracaso en las economías porque no se observa voluntad de parte de los diversos gobiernos por adoptar políticas alternativas. Este modelo afecta de manera distinta a hombres y mujeres porque las inserciones desde las que par­ten ambos géneros son diferentes. Así, las mujeres parten de una inserción más precaria y vulnerable en el mercado de traba­jo y de una construcción social histórica que les adjudica mayor responsabilidad en el cuidado y las tareas domésticas en función de su sexo.


En este sentido, cabe mencionar que la crisis económica actual tiene repercusiones negativas para las mujeres tanto en el ámbito privado como en el público. Ésta es considerada una situación sistémica porque si las comunidades no cuentan con recursos propios o la cooperación internacional deja de apoyar las labores de cuidado de niños, niñas y personas con discapacidad, estas actividades recaen en las mujeres obstaculizando su inserción en el mercado laboral y, a la vez, limitando su participación política y social.

Debido al trabajo doméstico intensificado y a la necesidad de salir a buscar dinero, la po­breza entre las mujeres y el riesgo de convertirse en mano de obra barata para las nuevas actividades de ex­portación ha aumentado. De esta forma, en Latinoamérica las mujeres tienden a emplearse en trabajos temporales, pues persiste la idea de que el trabajo de ellas es secundario para el ho­gar porque siempre hay un hombre que provee, aunque en muchísimos casos esto no es cierto. Pero de ser cierto, en situaciones de desempleo, de violencia e inseguridad y de precarización del empleo, tanto de hombres como de mujeres, son las muje­res quienes absorben parte de ese trabajo porque para ellas la oportunidad de trabajar es más importante que las condiciones en que se dé el trabajo. Por otra parte, a pesar de que las mujeres en algunos sectores se han organizado y han logrado tener mayor presencia en los mercados de trabajo, siguen teniendo menor poder de negociación dentro del mismo y su mano de obra sigue percibiéndose como complementaria al hogar.

La situación socioeconómica de las mujeres latinoamericanas de cara a la crisis actual depende de muchos factores, entre ellos el tipo de sector en el cual estén inmersas, el nivel de educación que posean, el nivel de pobreza en el que se encuentren, si la población es más urbana o más rural, si todavía pueden autoabastecerse de alimentos o no y también depende de la medida en que la economía de los países esté totalmente capitalizada. En este sentido, es importante tomar conciencia de que la economía no se limita al mercado o a las bolsas de valores, sino que es parte de la vida cotidiana, donde mujeres y hombres cum­plen roles distintos, debido a relaciones desiguales de género.

En el ámbito laboral, ya son visibles los efectos de la crisis, pues la recesión económica que se vive en los países centrales hace que disminu­ya el consumo de productos electrónicos y textiles, y por lo tanto, su fabricación en los países menos desarrollados se ve reducida, lo cual genera salarios más bajos y disminuye las oportunidades de empleos porque las empresas o maquilas se tras­ladan a países con menores restricciones, salarios, prestaciones y menores exigencias de derechos la­borales.

En El Salvador concretamente, según monitoreos de prensa realizados por la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA) y cálculos de la Concertación por un Empleo Dig­no en la Maquila (CEDM), hasta diciembre de 2008, los efectos de la crisis mundial habían impactado negativamente en los sectores productivos de la construcción y la maquila. Según representantes de la CEDM, la cantidad de personas trabajadoras de maquila, que en su mayoría son mujeres, desem­pleadas sobrepasa las 10 mil. La Cámara de la Industria Textil y de la Confección de El Salvador (CAMTEX), adjudica el cierre de algunas fábricas, en parte, a la suspensión de órdenes de compra de su principal cliente Estados Unidos, que como resultado de la crisis económica mundial, ha bajado su demanda de pedidos.

Los directi­vos del Consejo Superior del Trabajo (CST) y la directora ejecutiva de ORMUSA coinciden en que la actual crisis económica que se vive a nivel mundial es uno de los factores que puede estar incidiendo en el cierre de algunas fábricas; sin em­bargo, ésta última manifiesta que la situación de crisis no justifica que los empleadores abandonen las fábricas y se vayan sin pagar pres­taciones laborales, salarios atrasados a sus trabaja­doras y trabajadores, y adeudando cuotas de la seguridad social y sistema de ahorro de pensiones que han sido previamente descontadas al personal. Estos hechos constituyen claras violaciones al Código de Trabajo y a la Constitución de la República, por ello es urgente que el Estado salvadoreño haga cumplir las leyes laborales para frenar el abandono de fábricas y el despido masivo de trabajadoras y trabajadores. Además, en vista de que son las mujeres las que se llevan siempre la peor parte ante situaciones de crisis, es obligación de todas las sociedades hacer un reparto equitativo de las tareas domésticas para que este trabajo, vital para la existencia humana, no recaiga injustamente sobre las mujeres perjudicando su bienestar personal y laboral. Asimismo, compete a toda la ciudadanía demandar a los distintos gobiernos la necesidad de hacer cumplir con su deber de protector de los derechos humanos, específicamente, los laborales.
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Mujeres hondureñas, en riesgo si Presidente prohíbe la Píldora Anticonceptiva de Emergencia

Por: Alejandra González Méndez / CIMAC

En caso de que Manuel Zelaya, presidente de Honduras, decida firmar el decreto que prohíbe las Pastillas de Anticoncepción de Emergencia (PAE) que fue aprobado el primero en abril pasado, se pondrá en riesgo la vida y la salud sexual y reproductiva de las mujeres hondureñas, señala el Consorcio Latinoamericano de Anticoncepción de Emergencia (CLAE).

El comunicado de la red de organizaciones e instituciones de la sociedad y personas de 17 países de América Latina señala que las PAE forman parte del paquete de anticonceptivos modernos, ofrecidos en otras naciones, para prevenir embarazos no deseados o de riesgo y además es una herramienta fundamental para proteger a las mujeres que han sufrido violencia sexual.

Sin embargo, la ley que prohíbe el uso, la comercialización y la promoción de las PAE, fue aprobada en el Congreso Nacional de Tegucigalpa en abril pasado, utilizando información manipulada, y “siguiendo los caprichos de un pensamiento reducido, deformado y encarnado en el pecado, lo malo y lo sucio”, expresaron en su momento mujeres del Movimiento Feminista Hondureño.



Esta nueva ley impone la misma pena a las personas que comercialicen, usen o promuevan el uso de las PAE, que a las que practiquen un aborto.

SU ACCIÓN

De acuerdo con la investigación científica, las PAE tienen dos funciones. En primer lugar, impiden o retrasan la ovulación en la mujer y en segundo, espesan el moco cervical, con lo cual dificultan que el espermatozoide se mueva y se encuentre con el óvulo de la mujer. Ambas formas de funcionamiento impiden la fecundación y es un método anticonceptivo aprobado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Por tanto, indican las y los expertos, la función de las PAE, como su nombre lo indica, es anticonceptiva y no abortiva.

El comunicado de CLAE también establece que un paquete de anticonceptivos adecuado, junto con otras medidas, como el acceso a la planificación familiar, la garantía de que todos los partos sean atendidos por personal de salud calificado, y el disponer de redes de atención obstétrica de emergencia, son elementos necesarios para lograr un avance en la reducción de la muerte materna.

Datos de la Secretaría de Salud señalan que la tasa de mortalidad materna en Honduras es de 108 mujeres por cada 100 mil nacimientos, una de las cifras más elevadas en América Latina.

La tasa de mortalidad es 4 veces mayor en las mujeres entre 12 y 14 años, y 26 por ciento en las hondureñas entre 20 y 24 años de que dieron a luz antes de los 18 años.

CLAE pide al presidente de Honduras que no firme el decreto de esta ley, con el objetivo de proteger a las mujeres y a sus hijos, y a continuar con una exitosa política de salud materna, que hasta ahora ha logrado reducir la tasa de muerte materna de manera considerable en los últimos años.
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Colombia: Desplazamiento, crimen contra las mujeres

Por: Sara Lovera / SEMlac

Como verdaderas actoras de cambio, mujeres víctimas de horrendos crímenes en Colombia se levantaron y organizaron desde hace 12 años.

Sin que la guerra haya cesado, exigen solución jurídica y civil a múltiples agravios, piden al gobierno la aplicación de leyes especiales y diálogo para la paz. Con su testimonio y sus recuerdos, abrieron 144 causas judiciales documentadas como prueba y exigen verdad, justicia y restitución inmediata a sus derechos y a su integridad.

Son mujeres del pueblo, que aprendieron a hablar con un nuevo lenguaje. Del dolor han sacado fuerza para construir nuevos espacios de convivencia. Así crearon en un paraje, a 40 kilómetros de Cartagena, La Ciudad de las Mujeres, con viviendas construidas a pulso, pintadas con colores vivos, cimentadas en la esperanza y el anhelo.


Del coraje levantaron un observatorio de violencia de género, una coordinación para la agenda de justicia, y con poderío han instituido un sistema de ayuda mutua; han creado una metodología de recolección de datos para probar el tamaño y profundidad de las violaciones a sus derechos humanos, como significado de la gu
Justificar a ambos ladoserra y la inestabilidad política y social.

Para muchas —y es sorprendente ver cuán jóvenes son— no existe otro modo de transcurrir que la resistencia, porque no han conocido la paz. Sólo la guerra y el miedo. Nunca han tenido otra experiencia.

"Como decidimos no callar fue necesario sobrevivir acorraladas, vigiladas por una 'escolta' y caminar a salto de mata, porque los criminales 'nos acosan'", dijo a SEMlac Patricia Guerrero, fundadora de la Liga.

Recordó cómo en La Ciudad de las Mujeres, un día, se incendió el centro de reunión y capacitación que habían erigido, sin que hasta ahora se conozca a los responsables del siniestro. Explicó que hace 12 años se agruparon en la Liga de Mujeres Desplazadas y, desde entonces, no cesan en procurar el diálogo y la paz, la alianza con otras mujeres.

Hasta Cartagena llamaron a un grupo de mujeres latinoamericanas para agregar a sus caminos la instauración de una Red de Apoyo entre Mujeres por la Justicia (REMJUS). Sin ambages, dirigentas, pobladoras, militantes de su liga y profesionales del derecho, la psicología y el magisterio mostraron sus heridas, sí, pero también sus alternativas de vida, en medio de un país todavía ahogado entre las armas, la persecución y el miedo.

Causas abiertas
La Liga de mujeres desplazadas de Colombia tiene abiertas 144 causas judiciales de mujeres que vivieron desplazamiento forzado, violaciones sexuales, intimidación, esclavitud sexual, pérdida de sus recursos y otros agravios, como resultado de una guerra de 40 años.

Para no olvidar, para dar solidaridad y acompañamiento, como testigos y garantes de esas causas judiciales, se puso en marcha hace dos semanas la REMJUS, a la que se sumaron feministas de Costa Rica, Chile, Guatemala, México, Filipinas, Argentina y Serbia, durante una jornada internacional en esta costa del Caribe.

Patricia Guerrero explicó que el desplazamiento forzado se ha convertido un arma de una guerra donde intervienen los distintos actores en Colombia: militares, paramilitares, guerrilleros, narcotraficantes y caciques, lo que ha significado una decidida resistencia, que encabezan las víctimas de ese desplazamiento.

Eidanis Lamadrid, quien vive en la ciudad de las mujeres, situada en el Municipio de Turbaco, contó a SEMlac cómo la construcción de su casa, luego de perderlo todo, le dio nuevo aliento. Ella es coordinadora de la Agenda de Justicia de Género y también pertenece a la Red Nacional de Víctimas.

Ana Luz Ortega, lideresa de la Liga de Mujeres Desplazadas, quien se dedica ahora a orientar psicológicamente a un grupo de víctimas, contó que hace nueve años fue forzada al desplazamiento, y cómo llegó a conocer sus derechos; cómo se tuvo que levantar e iniciar un proceso de vida.

En la liga, según los testimonios, existen mujeres desplazadas desde 1990 hasta 2008. El 93 por ciento de las agrupadas denunció al desplazamiento como una violación a sus derechos, a través de las personerías municipales, de la Defensoría del Pueblo y ante la Procuraduría de Justicia. En todos los casos hay impunidad.

Violencia sexual y de género
Las causas abiertas, sistematizadas por las propias víctimas, señalan que 50 por ciento de las desplazadas estaban embarazadas cuando fueron obligadas a dejar sus pueblos, sus comunidades, sus casas, sus espacios. Muchas abortaron, por eso consideran que en la convulsa Colombia se ha perpetrado aborto forzado.

El 30 por ciento sufrió lesiones durante el embarazo y 20 por ciento fue víctima de amenaza de violación sexual.

En el departamento de Bolívar, donde está encalvada Cartagena de Indias, desde finales de la década de los noventa existe una alta concentración de cultivos ilícitos y en el norte, en las zonas costeñas, también hay contrabando y comercialización de alcaloides, a la vez que existe un corredor de movilidad no despreciable para las estructuras armadas.

El 36 por ciento de las mujeres que reportaron haber sido víctimas de amenazas las recibieron de guerrilleros y paramilitares; el tres por ciento, únicamente, fue amenazada por el ejército regular.

Sus testimonios hablan de pánico, ocasionado en el marco de enfrentamientos entre grupos guerrilleros y paramilitares; algunas recuerdan cómo fueron tomados sus pueblos, cómo los violentos, con botas y encapuchados, de todos los diversos actores en la guerra, violaron sus casas, irrumpieron su intimidad.

También documentaron el delito de destrucción de sus bienes por el ejército, la guerrilla, los paramilitares y consideraron delitos contra la libertad individual porque al menos el uno por ciento de las mujeres fueron reclutadas a los grupos en guerra.

Otras relatan que fueron secuestradas y recibieron maltrato físico y torturas. Algunas fueron obligadas a dar servicio sexual, principalmente a los guerrilleros.

Los aportes
El documental de trámites, iniciativas, idas y venidas por espacios internacionales, relaciones con agencias de apoyo económico y trabajo diarios, es enorme. A decir de la directora de Isis Internacional de Chile, Ana María Portugal, una de las garantes y testigas internacionales, las mujeres colombianas han abierto un libro de conocimientos sobre lo que es vivir en la guerra, como mujeres.

Buscadita Roa, de las abuelas de Plaza de Mayo, ofreció durante los días de reunión, algunas claves para lograr un poco de justicia: "resistir, no callar, tocar todas las puertas, no desfallecer", dijo, al recordar que durante 30 años ella ha buscado a los desaparecidos en Argentina.

Fueron Angélica Marina López y Yolanda Aguilar Urízar, de Guatemala, quienes, en el mismo día del encuentro para declarar la apertura de la REMJUS, en un taller de intercambio y participación, abrieron una rendija a la sanación y así se solidarizaron.

Yolanda dice que sanar es una responsabilidad personal y colectiva. Es, afirma, la única manera de construir relaciones de paz con nosotras mismas, con el entorno que nos rodea y en la sociedad en la que vivimos. Por ello, siempre que las mujeres hemos vivido y hablado del dolor, hemos hablado también de la justicia.

La guatemalteca, quien fue co coordinadora del proyecto Actoras de Cambio en Guatemala, donde se recuperó la memoria histórica de las víctimas, dijo que, en ese camino, el nacimiento de REMJUS-Causa Abierta es un paso en el avance de las mujeres para intercambiar experiencias y generar solidaridades.

Katerina Anfonssi, de Radio Internacional Feminista, propuso producir, en voz e imagen, cientos de testimonios que hagan posible que la Causa Abierta prospere, como mensaje de paz.

Ana María Portugal recordó lo que dijo Swanee Hut, fundadora de la iniciativa mundial Mujeres Construyendo la Paz: "es hora de cambiar la imagen de los trajes oscuros de las mesas de negociación de paz en el mundo por una más colorida, ya que parece que sólo los hombres están involucrados en resolver las guerras", a lo que, por cierto, no responden.

En la reunión se concluyó que el mensaje de la Liga de Mujeres Desplazadas de Colombia es buscar la paz duradera, la ejecución de las resoluciones de la ONU en ese sentido y la solidaridad internacional como prefijo, para que la Causa Abierta tenga éxito. La REMJUS iniciará una campaña de inmediato, se informó.
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Boletín Feminista

miércoles 13 de mayo de 2009

Fuente: Colectivo de Jóvenes Comunistas

Nuevo número del Boletín feminista que edita la comisión feminista del Partido Comunista del Pueblo Castellano-PCPE y los Colectivos de Jóvenes Comunistas.

En este número encontrarás:
- 8 de marzo día internacional de la mujer trabajadora.
- Contra el feminismo institucional, feminismo de clase.
- Resolución sobre el derecho al aborto.
- Sobre publicidad sexista.
- La mujer en el cine.
- Reseña biográfica: Gioconda Belli, poeta.
- Conferencia estatal sobre feminismo.


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Japón - Videojuego incita a la violencia sexual contra las mujeres

El videojuego japonés Rapelay (rape en inglés significa violación) pasa todos los límites del juego y representa una apología del delito en movimiento. El objetivo es violar a la mayor cantidad de mujeres posibles (por ejemplo una colegiala y una nena de 10 años) e incluso (a medida que se pasan los niveles) la pantalla ofrece obligar a abortar a la víctima para convertirla en esclava sexual.“El jugador se ve metido en la piel del violador que ha logrado salir de la cárcel y se mete en una casa en la que viven tres chicas. En el juego dispones de varias opciones como recorrer cualquier parte del cuerpo, desnudarlas en un tren o en un parque y quitarles la ropa a tu antojo”.Esta “joyita” fue ideada en Japón para el público adulto y, "supuestamente", sólo se comercializa en ese país y en el resto del mundo a través de unos pocos locales de pornografía de importación. Pero su existencia ya generó indignación en todo el mundo y su alcance también.Rapelay fue creado en 2006 por la empresa japonesa Illusion –que cuenta con otras variantes destinadas al público adulto como Battle Raper, con peleas que incluyen desnudar, amarrar y hasta forzar relaciones sexuales con mujeres– y empezó a llegar a otros países a fines del año pasado.


La idea de sentir que bajar el pulgar es tener poder viene desde el circo romano o desde que en la infancia escuchamos el cuento del emperador bajando el pulgar y mandando a los leones a una desigual lucha entre cuerpo (humano) y dientes (leoninos). Desde hace rato que bajar el pulgar –un pulgar cada vez más utilizado a diferencia de casi todo el resto del cuerpo– es otra cosa. Hace tanto que ya es de culto recordarlo: el pacman apenas devoraba frutitas y huía de fantasmas y desde la guerra naval que el pulgar dispara fueguitos que encienden la adrenalina y muestran una pantalla que –literalmente– explota.

Es como el huevo y la gallina: no se sabe si un mundo más violento, más rápido, más artificial necesita de máquinas que simulen meter goles, matar y correr a toda velocidad para olvidarse de las amenazas, las limitaciones y el miedo. O si –en verdad– jugar a matar, a apretar el acelerador y a simular jugar también contribuyó –y sigue haciéndolo– a una violencia que no para. Pero pensar en que todo tiempo pasado fue mejor es tan inerte como apretar el pulgar. Y levantar el dedo para juzgar a todos los jueguitos electrónicos es una prueba de nunca haberse rendido a la pulseada de pulgares de unos fichines.

Sin embargo, la tolerancia a la ficción de los videojuegos tiene –y debe tener– límites. ¿Cuáles? La delgada línea por la cual se puede aceptar algún nivel de simulación y no otra es tan finita como la ranura por la cual se pasa la tarjeta para desalentar el game over. No necesariamente los criterios tienen que ser estancos o pesadamente correctos. Pero sí debe haber criterios. Un barco pirata que dispara es una simulación de una batalla histórica. En cambio, golpear –a través de algún alter ego– a los inmigrantes simulados es alentar una violencia real, actual y latente. No es igual, aunque todos los juegos parezcan estallar como chasqui bum frente a los dedos.

El videojuego japonés Rapelay (rape en inglés significa violación) pasa todos los límites del juego y representa una apología del delito en movimiento. El objetivo es violar a la mayor cantidad de mujeres posibles (por ejemplo una colegiala y una nena de 10 años) e incluso (a medida que se pasan los niveles) la pantalla ofrece obligar a abortar a la víctima para convertirla en esclava sexual. “El jugador se ve metido en la piel del violador que ha logrado salir de la cárcel y se mete en una casa en la que viven tres chicas. En el juego dispones de varias opciones como recorrer cualquier parte del cuerpo, desnudarlas en un tren o en un parque y quitarles la ropa a tu antojo”.

Supuestamente, el videojuego se puede vender en Japón al público adulto, pero en Internet se consiguen copias truchas. El diputado británico Keith Vaz ya intentó prohibirlo cuando se enteró que Rapelay se podía conseguir por Amazon, donde ya no está disponible, según relató una nota del diario Crítica, de Argentina. En Brasil, el director de la ONG Thiago Tavares advirtió: “En muchos casos de pedofilia hemos visto a los criminales enviar juegos de este tipo para convencer a las víctimas que la relación entre un niño y un adulto es lúdica y natural”.

En Mendoza (Argentina) comprobaron que naturalizar y festejar la violencia sexual costaba sólo 12 pesos. La copia se podía comprar fácilmente en una galería céntrica –como demostró el legislador Miguel Serralta con sólo ir a buscar el videojuego–, a pesar de que nadie la importe oficialmente de Japón. Por eso, un proyecto presentado en el Senado provincial busca prohibir el videojuego y la Defensoría de los Derechos del Niño, Niña y Adolescente va a denunciar judicialmente al negocio que vendió la copia. Pero la idea es avanzar en la limitación a cualquier juego “que incite a cometer vejámenes contra la integridad sexual y/o violencia sexual” y la penalización con multas de 10 mil pesos (y el cierre del local) a quienes vendan que violar a una mujer da puntos.

Amnistía denuncia violencia contra las mujeres en los videojuegos

Un informe de Amnistía Internacional denuncia que los videojuegos siguen promoviendo una normalización de los abusos de los derechos humanos y, en concreto, que fomentan roles y estereotipos discriminatorios hacia las mujeres e incluso que, a veces, se fomenta la violencia de género.

Bajo el título 'Con la violencia hacia las mujeres no se juega', el informe incide en el respeto de los Derechos del Niño en relación a los contenidos que reciben de los videojuegos y en la imagen discriminatoria que sufren las mujeres retratadas en estos juegos por razón de sexo.

Violaciones y prostitución

Según ha señalado el presidente de la sección española de Amnistía, Esteban Beltrán, en la investigación han descubierto agresiones a mujeres, asesinatos, violaciones, esclavitud, tortura, prostitución forzada, abuso de menores, tratamiento de mujeres como objetos y otras violaciones de derechos humanos como ataques a la población civil, entre otros.

Este informe, que es el cuarto que realiza la ONG sobre el fomento de los derechos humanos en el mercado de los videojuegos, ha analizado medio centenar de juegos del entorno PC y videoconsolas, quince páginas web de descargas de juegos a través de internet y ha estudiado la accesibilidad y control de los menores en los salones recreativos de nuestro país y las revistas especializadas del sector.

Títulos polémicos contra la mujer

Ejemplo del trato que recibe la mujer en los videojuegos se puede observar en el juego 'Grand Theft Auto: San Andreas', uno de los más vendidos este año, en el que las mujeres en ejercicio de la prostitución son objeto de agresión y asesinato por parte de quien protagoniza el juego.

En 'Benki Kuosoko', el jugador puede realizar todo tipo de vejaciones a una mujer japonesa, amordazada y maniatada, que se encuentra sentada con las piernas abiertas sobre un retrete, mientras que 'Sociolotron' incluye en su argumento violaciones y esclavitud sexual con consecuencias como la transmisión de enfermedades y embarazos forzados.

Escaso control de los niños

La organización también ha analizado juegos en los que se promueve el abuso sexual contra menores ('Neverland'), se fomentan las ejecuciones extrajudiciales ('JFK Reloaded'), se normalizan los ataques a la población civil ('September 12th'), se desprecia la integridad de las personas ('Caída Libre') o se incita a la violación de derechos humanos en conflictos armados ('Rainbox Six 3').

El informe denuncia la "laxitud" con que la industria de videojuegos fija las edades recomendadas de juego y, "lo que es peor", que los menores de edad pueden acceder a la mayoría de estos juegos "sin control alguno, de forma gratuita y por internet".

Vacío legal de las Administraciones

Beltrán ha lamentado el vacío legal que hay en el Estado español respecto a la protección de menores y ha apuntado que la única legislación existente es la de algunas Comunidades Autónomas como Galicia o Madrid. Sin embargo, ha señalado que "estas comunidades la incumplen o desconocen su cumplimiento".

El representante de Amnistía ha añadido que "el Estado español está incumpliendo la Convención sobre la eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, que le obliga a tomar las medidas necesarias para suprimir dicha discriminación en todas sus manifestaciones".

Por ello, la organización insta al Gobierno a poner en marcha este marco legislativo y a las Comunidades a que hagan cumplir la legislación vigente en la normativa que regula la homologación de los salones recreativos.

Posibles mejoras legales


Además, solicita al Ejecutivo una mayor implicación en la supervisión del Código de Autorregulación de la industria del software de entretenimiento, que Beltrán ha calificado de "demasiado flexible en algunos videojuegos, sobre todo en la clasificación de la edad recomendada para cada juego".

Dentro de sus recomendaciones, tampoco se deben olvidar otros actores sociales implicados, como los profesionales de la educación y los padres de los menores, responsables también de concienciar a los niños y de controlar los contenidos de los juegos que llegan a sus manos
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Crece feminicidio y represión contra activistas en Guatemala

Por: Gladis Torres Ruiz / CIMAC

Rechazan Rigoberta Menchú Tum, Jody Williams , Mairead Maguire y Shirin Evadí, todas premio Nobel de la Paz, así como activistas españolas y mujeres defensoras de derechos humanos, todas las formas de violencia de las que son víctimas las guatemaltecas de manera cotidiana y se declararon alarmadas por el creciente feminicidio en el país.

Es tal el problema de violencia contra las mujeres, que Naciones Unidas adelanta que la Campaña Internacional para Erradicar la Violencia Contra las Mujeres y las Niñas este año arrancará en el país centroamericano.

Durante el panel titulado “Las mujeres en Guatemala: Luchas Actuales”, realizado en el marco de la conferencia “Mujeres Redefiniendo la Democracia para la Paz, la Justicia y la Equidad”, auspiciada por la Iniciativa de Mujeres Premio Nobel, (NWI’s por sus siglas en inglés), que se celebra en esta Ciudad de Antigua, Guatemala, que finaliza hoy, las panelistas coincidieron en señalar que en los últimas fechas los asesinatos contra mujeres se han acrecentado.

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Las mujeres nicaragüenses entre la situación de pobreza y los reclamos de ciudadanía

Por: María Teresa Blandón Gadea / Rebelión

Muchos de los problemas que afectan a la mayoría de la población nicaragüense son consecuencia directa de políticas macroeconómicas impuestas por gobiernos del Norte y aplicadas entusiastamente por una por una clase política doméstica con un anémico interés por reducir la pobreza y las brechas de iniquidad. Baste recordar que, de acuerdo con fuentes oficiales de información, de cada diez personas, cuatro viven con menos de un dólar al día y más del 75 por ciento de la población sobrevive con menos de dos dólares al día. En consecuencia, de cada diez familias nicaragüenses, cuatro son receptoras de remesas, las cuales financian el consumo de dichas familias hasta en un 93 por ciento. En el caso nada particular de las mujeres, éstas representan la mayoría de trabajadores del sector informal (80 por ciento) en donde laboran 87 de cada cien trabajadores empleados. El cuarenta por ciento de estas mujeres son "jefas de hogar".

A la situación de pobreza antes descrita debemos sumar, o más bien multiplicar, otras dimensiones de la discriminación acumulada por las mujeres en Nicaragua. La violencia, el no reconocimiento de sus derechos sexuales y reproductivos, los evidentes retrocesos en materia de participación en instancias de toma de decisiones; son datos expresivos de la gravedad de un problema estructural que tiene su origen, evolución y actualidad, en la existencia de un orden social sexista, machista y racista.


Según datos de una reciente investigación realizada por UNICEF en Centroamérica, el 26 por ciento de las mujeres nicaragüenses ha sufrido abusos durante la niñez. Tan sólo durante el año 2007 la Policía Nacional recibió 91.500 denuncias por violencia perpetrada contra mujeres, niñas, niños y adolescentes. El número de denuncias bajó drásticamente durante el 2008, en parte como consecuencia de los altos niveles de impunidad con los que el sistema judicial "revictimiza" a quienes se atreven a denunciar y estimula a los agresores.

Se plantean en este panorama algunos interrogantes que saltan a la vista de cualquier ciudadano o ciudadana medianamente consciente de lo injusto de la situación antes descrita. ¿Cómo hacen las mujeres para sobrevivir ellas y sus descendientes? ¿De dónde sacan energías para seguir viviendo esas vidas? ¿Qué tipo de estrategias desarrollan para no sucumbir? ¿A quiénes recurren? ¿Qué tipo de apoyo reciben y por cuánto tiempo? ¿Cuáles son los actores locales, nacionales e internacionales que muestran disposición a invertir en mujeres pobres para que salgan de la pobreza?

No hay respuestas fáciles, ni unívocas. Tampoco podemos limitar nuestro análisis al accionar público de determinados actores, aunque cada cual tiene un peso específico. La situación de discriminación que padecen la mayoría de mujeres nicaragüenses se ve constantemente agravada por la cómoda complicidad, las actitudes "tolerantes" y hasta la negación con que diversos actores abordan esta realidad tan evidente.

Desde la década revolucionaria pasando por tres períodos de gobiernos autodenominados liberales, las mujeres pobres han ensayado una multiplicidad de estrategias que en la mayoría de los casos les han asegurado la supervivencia y que, en otros, les han permitido avanzar de manera sostenida hacia la mejora de su calidad de vida.

La profundidad de los cambios en la vida de las mujeres ha dependido de diversos factores, entre los que se destacan la capacidad de resistencia de las propias mujeres y su vocación de cambio, los apoyos deliberados de las activistas feministas, y el aporte de algunas agencias de cooperación al desarrollo. Por su parte, los principales poderes del Estado en general van a la zaga de los conocimientos, críticas y demandas construidas desde las propias mujeres, desde el movimiento feminista, las agencias del Sistema de Naciones Unidas y otros actores comprometidos con los objetivos de igualdad y desarrollo.

En el mejor de los casos, desde algunas instituciones públicas se han promovido programas focalizados dirigidos a mujeres pobres, más por cuidadoras de otros/otras, que por ser mujeres con derechos. Tal fue la esencia del programa de asistencia social desarrollado por el anterior Gobierno y los programas "Hambre cero" y "Usura cero" desarrollados por el actual Gobierno de Nicaragua.

A continuación dedicaré algunos párrafos al análisis de tres ámbitos prioritarios en la ciudadanía de las mujeres, a saber: la violencia, los derechos sexuales y reproductivos y la participación en la toma de decisiones.

Violencia y derechos sexuales y reproductivos

En el ámbito de la violencia, antes como ahora, las políticas, planes y programas para prevenir la violencia contra las mujeres han sido obra de las organizaciones de mujeres con apoyo financiero de la cooperación internacional. La tendencia de los últimos años es hacia el debilitamiento de los mecanismos institucionales creados para la prevención, la atención a las víctimas y la sanción a los agresores. Tal es el caso de las comisarías de las mujeres, actualmente desprovistas de recursos humanos, técnicos y financieros para poder ejercer su labor con eficacia. La percepción generalizada es que las mujeres están cada vez más en una situación de indefensión producto de la falta de voluntad política del poder judicial. Así lo revelan estudios recientes realizados por la Red de Mujeres Contra la Violencia y diversas organizaciones de mujeres que acompañan a las víctimas de este flagelo.

En materia de derechos sexuales y reproductivos la situación no ha sido favorable para las mujeres, dado el sesgo conservador y oportunista de la clase política y de los gobernantes. El dato más emblemático es la penalización del aborto terapéutico, que niega a las mujeres la interrupción de un embarazo por indicación médica, como única alternativa para preservar la salud y hasta la vida de las mujeres. A lo anterior debemos agregar la negativa de los gobiernos anteriores y el actual a desarrollar programas de educación sexual en los centros públicos de enseñanza, que afirmen la sexualidad y la reproducción como Derechos Humanos universales. Por el contrario, la tendencia invariable de los gobernantes ha sido la de otorgar poder de veto en este ámbito a los grupos más conservadores de la sociedad, destacándose entre estos la jerarquía de la iglesia católica.

En el mismo sentido, poco han hecho los gobiernos para desarrollar programas que contribuyan a prevenir embarazos no deseados, embarazos en adolescentes, propagación del VIH y de otras infecciones de transmisión sexual. Prueba de ello es que Nicaragua continúa siendo el segundo país en América Latina y el Caribe con la más alta tasa de embarazo en adolescentes (uno de cada tres nacimientos se da en adolescentes) y que el patrón de propagación del VIH está afectando de manera severa a las mujeres heterosexuales en edad reproductiva.

Participación en la toma de decisiones

En cuanto a la participación de las mujeres en la toma de decisiones, la tendencia es más bien de claro retroceso en el actual contexto nacional. Al respecto diremos que frente a la misoginia y autoritarismo de las elites partidarias, las mujeres con aspiraciones de optar a cargos electivos se han visto en la necesidad de renunciar a la defensa de ciertos derechos, sobre todo, de aquellos que afirman la ciudadanía plena de las mujeres.

Lo anterior explica por qué las feministas no contamos con "aliadas" en los partidos ni en las instituciones públicas para promover derechos como los sexuales y reproductivos. Peor aun, la mayoría de diputadas de la Asamblea Nacional votaron a favor de la penalización del aborto terapéutico.

El actual gobierno del FSLN, a pesar de haber prometido la conformación de un gabinete paritario, de forma reiterada ha nombrado y despedido de forma arbitraria a mujeres en puestos de dirección. Son ejemplos expresivos los despidos de directoras, subdirectoras y ministras del Instituto Nicaragüense de la Mujer, el Instituto Nacional de Cultura, el Instituto de Transferencia Tecnológica, el Ministerio de Salud y el de Agricultura y Ganadería.

A nivel local la tendencia predominante fue la de "seleccionar" (ya que no hubo un proceso democrático de elección a lo interno de los partidos) a hombres como candidatos a alcaldes y mujeres como vicealcaldesas o concejalas, en el mejor de los casos.

Amenazas al movimiento de mujeres

Probablemente uno de los ámbitos más problemáticos en torno a la participación de las mujeres en la toma de decisiones en el ámbito público, es la relación conflictiva entre el actual Gobierno y diversas organizaciones feministas con participación protagónica dentro del movimiento de mujeres. Hechos promovidos desde el partido gobernante permiten afirmar que el actual Gobierno tiene entre sus objetivos la desarticulación de un movimiento de mujeres que durante las últimas dos décadas se afirmó en su carácter autónomo.

La aceptación por parte de la Fiscalía de la República de una acusación sin fundamento legal presentada por una organización fundamentalista en contra de nueve feministas; la campaña de desprestigio en contra de destacadas activistas del movimiento feminista a través de los medios de comunicación del FSLN; el allanamiento ilegal a las oficinas de una organización de mujeres (MAM); las intervenciones selectivas en contra de algunas organizaciones de mujeres realizadas por el Ministerio de Gobernación, son parte de los hechos ocurridos durante los dos primeros años del Gobierno encabezado por Daniel Ortega.

Asimismo, el partido gobernante hace esfuerzos por despojar al movimiento feminista de las movilizaciones emblemáticas que se vienen realizando en las últimas décadas. El 25 de noviembre, día internacional de lucha contra la violencia, el diputado y coordinador del oficialista Frente Nacional de los Trabajadores (FNT) llamó a las mujeres simpatizantes del FSLN a marchar por la misma ruta por la que lo harían las diversas expresiones del movimiento de mujeres, por lo que la Policía Nacional presionó a las organizadoras de la marcha para modificar el rumbo originalmente acordado.

La hostilidad del Gobierno hacia el movimiento se expresa de forma contundente en el no reconocimiento de las redes y otras formas de articulación constituidas desde el movimiento de mujeres en los espacios establecidos por ley. Éste es el caso del Consejo Nacional de Planificación Económica y Social, el Concejo Consultivo del Instituto de la Mujer y los Comités de Desarrollo Local.

A manera de conclusión diremos que en un escenario de pobreza creciente que afecta de manera rotunda a las mujeres, y de tensión entre las organizaciones de mujeres y los poderes del Estado, de hostilidad y acoso hacia aquellas expresiones del movimiento de mujeres que reclaman ciudadanía plena para todas las mujeres, es posible prever el recrudecimiento de enfoques discursivos y políticas públicas que asumen a las mujeres únicamente en su condición de pobres necesitadas de ayuda y las despojan de su condición de ciudadanas con derechos.

Bajo esta lógica, el Gobierno y los partidos políticos seguirán disputándose a las mujeres, ya sea para ganar adeptas o para utilizarlas como punta de lanza en las contiendas patriarcales que les permitan hacer nuevos arreglos de poder, al margen de los intereses estratégicos de las mujeres.

El desafío que hemos asumido las organizaciones autónomas de mujeres es el de profundizar procesos iniciados hace más de treinta años, gracias a los cuales ha sido posible construir un entramado político y organizativo vital, desde el cual desarrollamos múltiples formas de resistencia y de cambio a favor de la igualdad. Frente a tanta adversidad contamos con un acumulado de fortalezas en miles de mujeres dispuestas a no renunciar a una Nicaragua sin discriminación ni pobreza.

Es hora de volvernos a preguntar quiénes mantendrán la disposición de acompañarnos en este particular trayecto de un camino que estuvo y está plagado de obstáculos; de conflictos entre necesidades perentorias y demandas emancipatorias; entre aspiraciones de libertad y reclamos de justicia social; entre la situación de pobres y la condición de ciudadanas.
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Por la Patria Socialista...

martes 12 de mayo de 2009

Fuente: CCGM

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Madres trabajadoras: doble jornada y discriminación

Por: Guadalupe Cruz Jaimes/CIMAC

La doble jornada y la discriminación laboral son algunas de problemáticas que minan la calidad de vida de millones de madres trabajadoras en el país, pues de las de 28.3 millones de mujeres que tienen hijas e hijos, el 42.3 por ciento pertenece a la Población Económicamente Activa (PEA), de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).

Las madres trabajadoras padecen de doble discriminación en sus centros de trabajo, a la que se le suman las dificultades que sufren las mujeres por su condición de género en el ámbito laboral como son: el hostigamiento y acoso sexual y laboral, menores salarios a comparación de los varones y la doble jornada, que castiga sin duda mucho más a este sector, aseveró la Secretaría de Trabajo y Fomento al Empleo (STyFE) del Distrito Federal, con motivo del Día de las Madres, que se conmemoró ayer.

“Me levanto a las 6 de la mañana para prepararles el desayuno a los tres niños chiquitos, la más grande está en la universidad y se hace cargo de sus cosas (…) y ya no paro hasta las 9 de la noche, hasta esa hora tengo tiempo de sentarme a cenar y ver la tele un rato”, relató Juana Mendiola a Cimacnoticias.


Ella labora cuidando a un señor, médico de profesión, que perdió la vista hace ya varios años, y aunque no es enfermera ha aprendido a darle cuidados especiales. Pero al mismo tiempo tiene la tarea de cocinar para sus 4 hijas e hijos, dos de ellos de 6, uno de 11 y la mayor de 19 años de edad.

Para el segundo trimestre de 2008, de acuerdo con ENOE, las madres mexicanas sumaban más de 28.3 millones de mujeres, de las cuales 41.8 por ciento tiene de uno a dos hijos e hijas, 40.6 por ciento entre tres y cinco hijos e hijas y 17.6 por ciento tiene seis o más descendientes.

El 29.1 por ciento de las madres tiene nivel de escolaridad primaria incompleto; 25.5 por ciento tiene primaria completa; 29.6 por ciento tiene nivel secundaria completo y 15.7 por ciento tiene escolaridad nivel medio superior y superior.

“Juanita” es jefa de familia, su esposo emigró a Estados Unidos antes de que los gemelos cumplieran un año de edad. Desde entonces empezó a trabajar poco a poco. Cuando los menores entraron a preescolar, hace ya 3 años, empezó una dura rutina diaria, que le genera estrés, agotamiento constante y hasta malestares estomacales.

La posición en la estructura de parentesco de estas mujeres que son madres de familia es la siguiente: poco más de la quinta parte son jefas de hogar; 61.1 por ciento son cónyuges del jefe de hogar, mientras que 8.5 por ciento son hijas del jefe, reportó la ENOE.

“Después de prepararles el desayuno acompaño a mi niño de 11 años a la primaria, que queda a unas calles de mi casa, dice la señora Mendiola, de 45 años de edad. Luego regreso corriendo por los más chiquitos para llevarlos al ‘kinder’. De ahí me voy a trabajar y a las 2 de la tarde me dan permiso de ir a recogerlos. Les doy de comer, les ayudo un poco con sus tareas y me voy a esperar al grandecito que sale a las 4 de la tarde”, mencionó.

Y agregó “cuando ya están todos en casa me regreso al trabajo por si se ofrece algo y salgo a las 7. Llegó casi a las 8 de la noche sólo a darles de cenar, bañarlos y a dormirme porque al día siguiente otra vez la misma rutina”.

La gran mayoría de madres trabajadoras no cuenta con tiempo suficiente para dedicarlo al descanso y esparcimiento. Tampoco tiene información suficiente sobre sus derechos humanos y laborales y en muchos casos hasta desconoce a qué instancias recurrir para la defensa de los mismos, informó la STyFE.

En el marco de la celebración del 10 de mayo Día de las Madres, la dependencia capitalina señala en el comunicado que debe reconocerse la aportación de las madres trabajadoras en la esfera económica y en el ámbito productivo.
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Nuevas cruzadas contra el derecho al aborto

Por: Pan y Rosas / Insurrectas y Punto

Verónica Lario, esposa del presidente derechista italiano Silvio Berlusconi, publicó recientemente una carta que, entre tantas barbaridades medievales, dice que la mujer debe ser el “ángel moral del hogar, siempre dispuesta a ofrecer una caricia o a servir a través de simples gestos hogareños”.

Si no fuera porque la pluma de Lario escribía mientras miles de italianas marchaban para defender el derecho al aborto, sus consejos causarían gracia por lo anacrónico. Pero en el contexto de que en varios países se cuestiona, desde la Iglesia y el Estado, las ya de por sí limitadas leyes de despenalización del aborto, es necesaria la denuncia.

El marido de esta “señora” es la cabeza de una renovada campaña reaccionaria contra la ley 194 de Italia, que reconoce el derecho a interrumpir el embarazo. Berlusconi le está pidiendo a la ONU que, a la Declaración de los DD.HH., agregue que “todo individuo tiene derecho a la vida, desde la concepción hasta la muerte natural”. Esto significa retroceder de esta ley que, como dice la constitucionalista italiana Lorenza Carlassare, “ha hecho disminuir el número de abortos y ha hecho desaparecer aquellos lugares siniestros en que antes se resolvía clandestinamente el asunto”.


Los Berlusconi no están solos. Los acompañan personajes como la diputada Isabella Bertolini, que dijo: “Mil millones de abortos en 30 años merecen una respuesta firme. Una moratoria internacional que ponga fin a esa masacre de inocentes”. ¿Se refería a las mujeres que mueren por abortos clandestinos? Quizás la señora está interiorizada con la situación de América Latina y el Caribe, la región con la tasa de abortos inseguros más elevada del mundo: 3,7 millones por año. ¡No! Isabella habla de los supuestos derechos de las supuestas “personas no nacidas”. No nos ocupamos aquí de la discusión sobre si el óvulo fecundado es una persona, pero seguramente la diputada está también interiorizada en el último grito de la genética.

Todavía más preocupante es que la voz rabiosa de Lario no está aislada en Europa. Se une al coro el presidente Zapatero del Estado Español, que promete “reabrir el debate” sobre el aborto, en respuesta a las presiones que está ejerciendo la Iglesia Católica frente a las elecciones por su “exceso de laicismo”. Pero el “socialista” Zapatero ya ha dado denodadas muestras del respeto a la vida y la libertad, reprimiendo la lucha del pueblo vasco. Las mujeres no le dieron el beneficio de la duda y ya se están movilizando. No sólo por la defensa de sus derechos existentes, sino exigiendo que el gobierno que asuma luego de las elecciones respete el derecho al aborto y garantice el acceso a educación sexual y a la anticoncepción por medio de la Seguridad Social. Párrafo aparte merecen las ya conocidas cruzadas anti-abortistas en EE.UU., sponsoreadas por Bush, a las que la tibieza del Partido Demócrata no le hace ni cosquillas.

Desde que existen mujeres que luchan por este derecho, han existido cruzados anti-abortistas. Pero la cruzada cobra una magnitud incomparable cuando son los estados imperialistas (algunos estrechamente vinculados a la Iglesia Católica, como Italia y el Estado Español) los que la encabezan.
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Mujeres de Atenco, a la espera de justicia

Por: Noemí Gutiérrez

Las mujeres mexicanas no andan de revoltosas; deberían estar en su casa haciendo tortillas”, le gritó un policía a Claudia Hernández cuando intentó violarla.

Claudia, estudiante universitaria, fue detenida junto con ocho personas la mañana del 4 de mayo de 2006 en una casa en San Salvador Atenco, estado de México. En es entonces ella tenía 22 años.

Los acusaban de participar en los hechos violentos del 3 de mayo luego de que se disolvió una manifestación de floristas que apoyaban al Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT). El saldo, más de 270 detenidos, entre ellos 47 mujeres, de las cuales 26 sufrieron agresiones sexuales.

A Claudia se le quiebra la voz cuando recuerda que fue obligada a puñetazos a subirse a un camión y cubrirse la cara con su propia blusa. Cuando sus pechos quedaron al descubierto, un policía la manoseó.


Oía los gritos de otras mujeres que pedían que ya no les hicieran daño. Hombres y mujeres fueron apilados, uno sobre otro, para poder controlarlos. A ella le tocó estar encima de esa pila humana. Veía brazos, manos y ropa llena de sangre.

Como los gritos no paraban, los policías los golpearon con sus macanas.

Uno de los elementos policiacos intentó violarla. Cuando se dio cuenta que estaba menstruando, le introdujo objetos en la vagina. Nunca dejó de golpearla e insultarla.

Después de seis horas, los detenidos fueron trasladados al penal de Santiaguito. Ahí continuaron las vejaciones. Los pusieron en fila contra la pared. Vio cómo un policía violó a una joven que estaba a su lado.

Le bajaron su pantalón y a golpes la obligaron a inclinarse. En ese momento un policía entró y les dijo que ya le pararan, que los medios de comunicación estaban afuera y podían darse cuenta de todo. “Los policías se enojaron, dijeron que apenas empezaban a divertirse”, relató Claudia.

Pasó casi 25 días detenida, acusada de obstruir las vías de comunicación, y pagó una fianza de 14 mil pesos.

Luis Arriaga Valenzuela, director del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, lamentó que, a tres años de los hechos violentos en Atenco y de las agresiones sexuales a las mujeres, no haya detenidos ni consignados.

Una de las afectadas, quien fue obligada a realizarle sexo oral a dos elementos, reconoció a uno de sus agresores, pero fue juzgado por actos libidinosos, que es un delito no grave. Vivió su proceso en libertad y pudo salir bajo fianza porque la pena de cárcel era de tres años.

Seis elementos policiacos fueron juzgados por abuso de autoridad, no por tortura, pese a que golpearon sistemáticamente a una familia (abuelo, madre e hijo).

Las mujeres detenidas sufrieron tortura, tratos inhumanos y degradantes, agresiones sexuales y verbales, explicó.

“Aprovechando el escenario de pánico, los policías hicieron un uso brutal e indiscriminado de la fuerza pública”, señaló.

Llamado internacional

Por la dilación en la impartición de la justicia, el Centro Pro Juárez inició una campaña internacional para denunciar la impunidad y encubrimiento que prevalece en el caso Atenco.

En abril de de 2008 presentaron una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para que el gobierno mexicano cumpla con su obligación de garantizar la justicia a todos los mexicanos, ya que ha quedado demostrado la ineficacia de las autoridades.

Resaltó que el 12 de febrero de este año, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ratificó las violaciones a los derechos humanos cometidos en Atenco entre ellas, las violaciones sexuales y se acreditó la veracidad de las acusaciones, con lo que quedó al descubierto el dolo con que las autoridades han procedido en este caso.

Luis Arriaga criticó que con todos elementos, la Procuraduría General de la República (PGR) a través de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Relacionados con Actos de Violencia en Contra de las Mujeres (Fevimtra), aún no concluya con las investigaciones.

El Centro Pro y otras organizaciones como Amnistía Internacional, pidieron en una carta pública al presidente Felipe Calderón que se comprometa a proteger los derechos humanos como los de las 26 mujeres que fueron agredidas sexualmente en Atenco. “Qué está usted esperando, el mundo está observando”, se lee en el desplegado.

“Las mujeres continúan en espera de atención y apoyos garantizados por la Constitución y por los estándares internacionales de derechos humanos. Esto pone en evidencia las deficiencias estructurales del sistema de justicia y cómo este sistema solapa la impunidad”, expresó.

Jaqueline Saenz, abogada del Centro Pro, explicó que se apoya a las 11 mujeres que decidieron continuar con la denuncia.

“Por la misma naturaleza (del ataque) se puede presumir que fueron más pero no todas denuncian”, dijo.

De los principales obstáculos legales, dijo que inició con la deficiente integración de la averiguación, investigaciones, ya que cuando son de naturaleza sexual son determinantes,

“El proyecto de dictamen de la comisión de investigación del caso de la Suprema Corte señala las deficiencias que hubo en las investigaciones y sobre todo en las primeras que son las fundamentales para poder establecer este tipo de delitos y poderlos probar fehacientemente”, dijo.

—¿Persiste la impunidad dentro de los cuerpos policiacos?

—Sí, totalmente. Hay una falta total de transparencia en su actuación. Persiste la impunidad y el encubrimiento.

—¿Hay inequidad de género en la impartición de justicia?

—Sí, y los procedimientos no son los adecuados cuando están involucradas las mujeres.

“El principal obstáculo es la falta de voluntad de las autoridades. Eduardo Medina Mora fue uno de los que planearon el operativo como secretario de Seguridad Pública ahora procurador general de la República. En otro país vendrían la renuncia del gobernador (Enrique Peña) y del propio Medina Mora”, dijo.
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Nuevo anticonceptivo para hombres

Fuente: La Ciudad de las Diosas

Una inyección anticonceptiva para hombres podría ser tan efectiva como la píldora que toman actualmente las mujeres o los condones, afirma una investigación llevada a cabo en China.

La inyección mensual de testosterona funciona bloqueando temporalmente la producción de esperma y según los expertos podría revolucionar el control de la natalidad.

El método además es reversible y no parece provocar efectos secundarios serios afirma el estudio publicado en Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism (Revista de Endocrinología Clínica y Metabolismo).


Las pruebas clínicas en China, en las que participaron 1.045 hombres fértiles sanos de entre 20 y 45 años, mostraron que sólo uno de cada 100 participantes tuvo un hijo mientras estaban sometidos al tratamiento.

Y seis meses después de que se detuvieron las inyecciones el conteo de esperma de los participantes regresó a lo normal, dicen los científicos del Centro de Investigación Nacional de Planificación Familiar en Pekín.

¿Se la pondría? ¡Participe!

Más responsabilidad


Las organizaciones de planificación familiar han recibido la noticia de la inyección con beneplácito.
Dicen que el método podría ofrecer a las parejas más alternativas y permitir a los hombres tener una mayor responsabilidad en la anticoncepción.

"Para las parejas que no pueden o no quieren usar solamente anticonceptivos femeninos, las opciones que han tenido son la vasectomía, el condón o retirarse antes de eyacular" afirma el doctor Yi-Qun Gu, uno de los autores del estudio.

"Nuestra investigación muestra que un método anticonceptivo hormonal masculino podría ser una potencial alternativa novedosa y funcional".

Los expertos subayan, sin embargo, que es necesario llevar a cabo más investigaciones para comprobar la seguridad de la inyección.

La píldora anticonceptiva para mujeres, introducida al público en los 1960, revolucionó muchos aspectos de la vida pero también colocó en manos de las mujeres casi toda la responsabilidad reproductiva.

Desde entonces los científicos han estado buscando un método hormonal similar pero enfocado en los hombres que sea efectivo y conveniente.

Hasta ahora, sin embargo, todos los intentos han tenido problemas ya sea por su fiabilidad o por los efectos secundarios que producen, como cambios de estado de ánimo o reducción en el instinto sexual.

Mayor estudio


El doctor Gu afirma que este estudio es la mayor prueba multicéntrica que se ha llevado a cabo en el mundo sobre la eficacia clínica de un anticonceptivo hormonal masculino.

Sin embargo, durante los dos años y medio que duró el ensayo cerca de 30% de los participantes se retiraron antes de completarlo -a pesar de que la inyección no parece provocar efectos secundarios- y los autores no explican por qué.

Igual que con la píldora femenina, la inyección -basada en un compuesto de undecanoato de testosterona- se centra en el uso de hormonas de detener la producción de los elementos clave del proceso de reproducción, en este caso el esperma.

Tomando en cuenta que ningún método anticonceptivo es 100% efectivo -entre 1 y 2% de mujeres que toman la píldora se embarazan- la nueva inyección podría ser tan efectiva como la píldora.

Tal como señala el doctor Gu, si las próximas pruebas para medir la seguridad del fármaco resultan exitosas el tratamiento podría estar ampliamente disponible en unos cinco años.

"A pesar de estos resultados alentadores -afirma el doctor Gu- todavía es necesario llevar a cabo más ensayos para medir la seguridad a largo plazo de este método hormonal anticonceptivo.
"Y estas pruebas deberán centrarse en la seguridad cardiovascular, la próstata y el comportamiento de los participantes", expresa el investigador.

Laurence Shaw, de la Sociedad Británica de Fertilidad afirma que "será sensacional poder disponer de un anticonceptivo masculino como éste ya que podría dar a la gente más alternativas.

"Y podría dar a los hombres una mayor responsabilidad en la toma de decisiones sobre la anticoncepción.

"Pero en el pasado ya se ha intentado probar la testosterona como método anticonceptivo. Así que habrá que esperar los resultados de pruebas más rigurosas que demuestren su seguridad", señala el funcionario.
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Muere Tránsito Amaguaña, centenaria defensora de indígenas ecuatorianos

Fuente: Kaos en la Red

La ecuatoriana Tránsito Amaguaña, reconocida defensora de los derechos indígenas en este país andino, falleció el domingo en Pesillo, el pueblo donde había nacido hace 100 años, confirmó hoy la Confederación Kichwa Ecuarunari.

Tránsito Amaguaña dedicó su vida a luchar por los derechos humanos de los pueblos indígenas, quienes varios de ellos, que se encontraban reunidos en ocasión de su fallecimiento, declararon que su ausencia es "una enorme perdida y un gran vacío".

Amaguaña fue la impulsora y creadora de los primeros sindicatos agrícolas del país y junto con otros defensores de los derechos humanos fundó la Federación Ecuatoriana de Indios en 1944.


Trabajó en pos de la promoción y conformación de la cooperativa agraria como uno de los mecanismos de presión social y política para exigir al Estado la entrega de tierra para los indios.

Sin contar con apoyo del Estado y a partir de su propia iniciativa, inició en el año 1945 inició las escuelas campesinas, fundando cuatro escuelas bilingües (quichua-español) en la zona de Cayambe.

Al regresar de la Unión Soviética, en 1963, a donde viajó a un Congreso, fue detenida y encarcelada acusada de recibir dinero y armas rusas para promover la revolución en el país, algo que ella desmintió.

La Confederación Kichwa Ecuarunari, en un comunicado difundido hoy, dice que "La perdida de una lideresa a sus 100 años deja como herencia a su pueblo su inquebrantable lucha por la tierra, agua, educación para sus hijos e hijas", Humberto Cholango, presidente de la Ecuarunari, señaló que "la partida de mamá Tránsito Amaguaña deja, para el movimiento indígena, una enorme perdida y un gran vacío".

Recordó que junto a otras personalidades, Amaguaña inició "la lucha contra la oligarquía agraria y por la recuperación de las tierras, por la educación intercultural bilingüe, por recuperar la dignidad y rebeldía del movimiento indígena".

Añadió que Tránsito Amaguaña fue varias veces encarcelada por los gobiernos "acusada de guerrillera, solo por reclamar los derechos para sus comunidades".

El periódico electrónico Ecuadorinmediato recuerda que "por su ideología de izquierda militante fue perseguida durante mucho tiempo en el país y proscrita por su forma de pensar".

Cecilia Miño Grijalva, autora de la biografía "Tránsito Amaguaña, heroína indígena", se refiere a ella como una "mujer indígena, analfabeta, maltratada y sumida en la pobreza".

"Amaguaña, agitadora beligerante, incansable luchadora, activista persistente, se entregó a la causa pese a la persecución constante", añade.
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La Mercantilización y Mundialización del Trabajo Reproductivo - Caso Español

Por: Laia Castelló Santamaría/ Fuente: Rebelión

Resumen:
El siguiente artículo estudia cómo la contratación de mujeres inmigrantes en el sector doméstico y del cuidado, por parte de las mujeres empleadoras españolas, y la consecuente globalización/mundialización del cuidado, permite reproducir en los Países Mediterráneos un modelo de gestión del trabajo doméstico y del cuidado basado en prácticas (neo)servilistas. Asimismo, pese al traslado del trabajo reproductivo a la esfera del mercado, éste sigue arrastrando un imaginario servil que traba sus posibilidades de profesionalización.



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Flora Tristán: feminista en el Siglo XIX

lunes 11 de mayo de 2009

Por: Narciso Isa Conde

El feminismo revolucionario es un componente obligado del socialismo del siglo XXI.
El capitalismo actual no es solo neoliberal, sino que por serlo, es tremendamente patriarcal.

El neoliberalismo ha feminizado de manera espectacular la pobreza y ha potenciado todos los anti-valores en relación con la opresión de la mujer: violencia machista, discriminación de la mujer, manipulación sexual, precarización extrema de la fuerza laboral femenina…

La sociedad pos-neoliberal, camino al nuevo socialismo, no sería expresión de todas las rebeldías y de todas las liberaciones: de clase, de género, de juventud, de razas, naciones y etnias subordinadas, si se excluye cualquier modalidad de explotación, exclusión o discriminación de los seres humanos. La liberación clase incluye a más del 80% de la humanidad y la de género más del 50%, que es población femenina.


Con el avance de la teoría de género desde el conocimiento profundo de esa realidad, es impensable en pleno Siglo XXI un verdadero socialismo sin contemplar la superación progresiva y acelerada de esa vieja forma de opresión.

Lo extraordinario -y digno de destacar en estos tiempos de recreación del pensamiento socialista- es que en la primera mitad del Siglo IXX, un ser humano, por demás mujer, abordara con tanta profundidad el tema de la liberación de la humanidad desde la óptica del feminismo socialista.

Flora Celestine Therese Tristán (1803-1844), parisina de nacimiento, tomó entonces conciencia de su condición de “paria” y asumió la insurgencia socialista inseparablemente vinculada a la emancipación de la mujer.

Socialismo para Siglo XXI de inspiración feminista gestado el inicio del Siglo IX. Algo que merece hoy uno de lo mayores reconocimiento. Algo que ella sintetizó magistralmente en este artículo:

“La Emancipación de la Mujer”


“¿Qué será preciso hacer para conmover a esta sociedad corrompida?”

“¿Hasta dónde ha de ser necesario hundir el hierro para encontrar las carnes vivas en esta gangrena que se suma en putrefacción?”

“En nombre de aquellos que sufren, en nombre de aquellos que se venden por un pedazo de pan maculado de lodo, en nombre de aquellos que en paralelo con los más inmundos animales, se ven forzados a disputarse un pasto vil en lo sumideros del crimen.”

“En nombre de las pobres mujeres a quienes se tarifa como carne de libertinaje en la conciencia de la prostitución, y a las que se da el nombre de “mujeres de placer”, porque al igual que en los réprobos del Dante, las lágrimas se han congelado en sus ojos y la rabia de su propio dolor les hace a veces reír lamentablemente.”

“En nombre de esas víctimas inocentes, con las que trafican la inmoralidad de matrimonio mercantilistas, y que vestidas de blanco y engalanadas de flores como las antiguas vírgenes, son conducidas al altar con el objeto de que un célibe por fuerza otorgue una irónica bendición sobre su suplicio, pues un honorable padre y una madre titulada virtuosa, la han condenado, por un puñado de oro, a la tortura que inventó Mecencio: soportar lo besos de un cadáver.”

“En nombre de los padres y madres cuyos hijos devora el Moloch social, en nombre de las mujeres cuyos corazones son devorados y que no se atreven a proferir su quejas, en nombre del los niños a los cuales se tritura y cuyos cráneos son aplastados a fin de que carezcan de pensamiento y corazón.”

“¡Yo he vociferado, he llorado, y vosotros habéis reído! ¡Me he impuesto silencio, me he arrastrado a vuestros pies, y vosotros habéis pisoteado mi cabeza! ¿Qué es lo que soy? ¿Que importa lo que me acontezca? ¿No he ofrendado mi vida por esa gente? ¿Y qué importa eso? Pero, agobiadme, encarceladme, calumniadme, llevad mas lejos el ultraje, arrojadme cual a un perro, un mendrugo de pan por debajo de la mesa. Lo aceptaré todo, menos vuestro pan. Que se me haga todo, a mí. Pero ¿Y el pueblo, que vais a hacer por el pueblo? ¡Ah, hace mucho tiempo que lo adivine, el pueblo no debe esperar nada de vosotros. La prosperidad os embriaga, la familiaridad con voluptuosidades y remordimientos os hace temer el tedioso contacto con las ideas serias, el pueblo os repugna y no le perdonáis el ser desgraciado y tener hambre! ¿No es verdad mis rechoncho financistas de arreboladas y redondas mejillas, de labios siempre relucientes por los vinos deliciosos recién bebidos, no es verdad que ese pueblo con sus ojos hundidos, su tez pálida, os resulta feo? ¿No es verdad, señoras prostituidas honradas, es decir ricas, puesto que, como es sabidos, estas dos palabras son sinónimas desde hace mucho tiempo, no es cierto bellas sirenas satinadas, doradas y ambarinas, que el pueblo huele mal y que produce náuseas con sus harapos?”

“¿Qué reclama él pues, y por qué se le permite entrar? Para él nada hay aquí. ¿Qué piden pan? Respondedle que no lo hay. Pero., lacayos, ¡Arrojad de aquí a esa gentuza y dad un terrón de azúcar a mi pobre lebrel enronquecido por ladrar contra ellos! ¿No es cierto, vosotros todos, los elegidos de la glotonería, de las bebidas, del lacayaje, vientres siempre repletos y siempre ávidos, henchidos de orgullo y rebosantes de infamia, no es verdad que ese pueblo es muy goloso y que semejantes bribones son demasiado audaces al pretender que tienen derecho a comer?...”

“¿Acaso la tierra y todo lo que ella produce no es pertenece?”

“¿Acaso no sois vosotros sus legítimos propietarios? ¿Acaso no sois absolutamente dueños de despilfarrar lo que os sobra cuando os encontráis ya hartos y de compartir vuestro lujo con vuestros perros antes que proveer a las necesidades de los pobres? ¡Que los pobres acudan a las sociedades de caridad! ¡Que acudan a lo hospicios de mendicantes, los mendigos! ¡Que se vayan al diablo, por último, si así les place!...En cuanto a nosotros, comamos, bebamos y prostituyámonos! Para eso tenemos dinero. ¡Sí, bebed, es la sangre del pueblo! ¡Sí, comed, es la carne del pueblo!... ¡Sí, prostituíos, con las entrañas del pueblo! Y cuando extenuados y hartos o durmáis repletos, será él, ese pueblo, el que despierte, hambriento y terrible.”


“¡Y cuando vosotros hayáis terminado, el empezará!...”

“¡Sí, bebed. Mas tened cuidado! ¡Tambien vosotros tenéis sangre en las venas!...!Comed, pero tened temor! ¡Pues vuestra carne se está cebando cual conviene a la de las reses!...!Prostituid, mas estremeceos de espanto! ¡Pues mujeres e hijos tenéis!”

“Yo he sido mujer, he sido madre, y la sociedad me ha destrozado el corazón. Fui asesinada, porque proteste contra la infamia, y la sociedad me ha vejado al condenar penosamente cuyo a mi asesino!”

“En el presente no soy una mujer, no soy una madre ¡Soy tan solo la paria!...!Pues bien, hermanos y hermanas! Cuando haya sucumbido en la guerra contra vuestros opresores, os legaré este libro, espantoso, para ellos, portador de esperanza y de consejos para vosotros… y ellos no se atreverán a condenarlo. Porque yo no os predico la rebelión. La rebelión, la sedición, es crimen de un puñado de revoltosos. Un pueblo no se rebela jamás, el se levanta cuando llega su hora, y no precisa que se lo digan.”


“Yo no ataco a la propiedad, como dicen. ¿Acaso podría, por ventura, alentar a los ladrones, yo, que los perseguiría hasta bajo el mato de los jueces? Yo no ataco a la moral; compruebo que nuestros pretendidos moralistas son los más inmorales de los hombres. Yo no ataco la religión; pues es en nombre suyo por lo que levanto la voz para denunciar el egoísmo y la mendacidad de sus ministros.”

“¡Yo escribo para que sepáis, para que comprendáis; grito para que me oigáis; mando adelante para mostraros el camino! Leedme pues, hermanas y hermanos; y si creéis en la abnegación de una hermana, seguidme.”


“Un hombre llevó su abnegación hasta la muerte, y el testamento que legara constituye el Evangelio.”

“Pues bien; yo quiero llevar a cabo lo que soñara sin duda la pecadora Magdalena, el pie de la cruz. Y quiero amar como Él amó. Y morir como Él murió, a fin de poder fecundar la viudez de Evangelio y transmitir una herencia para confundirla con la suya. ¡Tambien yo preciso de un Calvario para proclamar desde allí, al morir, la emancipación de la mujer!”
.-(Flora Tristán, tomado del libro Introducción al Pensamiento Socialista de Néstor Kohan, pags. 151, 152. y 153, Editora Ocean Sur).

Flora sufrió su calvario para que hoy no se olvide jamás que socialismo sin emancipación de la mujer puede ser cualquier, cosa incluso no pocas cosas buenas; pero de ninguna manera podría ser socialismo pleno, socialismo verdadero.
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Natalicio de Celia Sánchez Manduley

Celia nació en Media Luna, zona oriental de Cuba, el 9 de mayo de 1920, en la casa situada en avenida Raúl Podio, número 111, barrio de Pueblo Nuevo. Esta vivienda declarada en la actualidad Monumento Nacional, fue construida en 1908 y los padres de Celia la habitaron desde 1913.

Celia Sánchez fue fundadora y dirigente del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en la antigua provincia de Oriente y tuvo a su cargo la distribución del alegato de Fidel "La Historia me absolverá". Trabajó incansablemente en el llano clandestino. El 19 de marzo de 1957 se incorporó al Ejército Rebelde en la Sierra Maestra y fue fundadora del pelotón femenino "Mariana Grajales". La voz de Celia estuvo presente en las decisiones más importantes tomadas en la Revolución. Después del triunfo, fue miembro del Comité Central del Partido Comunista, Diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular y Secretaria del Consejo de Estado.


Hasta 1940 la familia estuvo residiendo allí ya que en ese año se trasladaron hacia el poblado de Pilón. Cursó la enseñanza primaria en la escuela pública de Media Luna y luego continuó estudiando en Manzanillo. Su juventud la pasó después en Pilón. Su padre era una persona de gran prestigio en la zona ya que era médico.

En los años finales de la década del cuarenta y principios de la siguiente, Celia mostró su adhesión a los planteamientos que hacía el líder del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), Eduardo Chibás, quién denunciaba la corrupción y los turbios manejos de los dirigentes y funcionarios del gobierno.

Al producirse en 1952 el golpe de estado de Fulgencio Batista, Celia se opuso resueltamente al régimen dictatorial impuesto por la fuerza.

En mayo de 1953, en unión de su padre, el doctor Manuel Sánchez Silveira, y de integrantes de la Fragua Martiana y la Sociedad Espeleológica de Cuba, subió al Pico Real del Turquino para colocar un busto de José Martí en la mayor elevación del territorio cubano, como homenaje al Apóstol, en el año del centenario de su nacimiento.

Al realizarse ese mismo año el ataque al cuartel “Moncada”, Celia patentizó su solidaridad con el grupo de jóvenes que habían llevado a cabo esa audaz acción.

Dos años después ella fue una de las fundadoras en la zona donde vivía del Movimiento 26 de Julio, y en los meses siguientes y durante 1956 en coordinación con el dirigente de esa organización en la provincia de Oriente, Frank País, trabajó en forma intensa en preparar condiciones para darle el apoyo necesario a la expedición encabezada por Fidel Castro que se había previsto llegara por la costa sur del territorio oriental cubano.

Cuando los expedicionarios del Granma llegaron a Cuba, Celia ya tenía organizado un grupo de hombres con armas y alimentos par apoyarlos en la zona de Niquero, pero el desembarco se produjo por la zona de Las Coloradas.

En los días sucesivos Celia desempeñó un papel muy significativo en el apoyo a los combatientes rebeldes sobre todo después del 5 de diciembre cuando en Alegría de Pío los integrantes del Ejército Rebelde fueron sorprendidos y dispersados.

En el transcurso de las siguientes semanas ella envió alimentos, armas y todo lo que pudo para los combatientes que habían podido reunirse con Fidel Castro, para proseguir la lucha en las montañas orientales.

Algún tiempo después también Celia ayudó a trasladar al primer contingente de hombres enviado por Frank País como refuerzo al Ejército Rebelde y fue ella la primera mujer en incorporarse a esta fuerza guerrillera en el año 1957. Participó en el combate de El Uvero el 28 de mayo de ese año.

Posteriormente cumpliendo misiones de Fidel bajó en varias ocasiones al llano y ya en octubre del año citado permaneció en la Sierra Maestra y atendió disímiles funciones en la Comandancia General del Ejército Rebelde.

Después del triunfo revolucionario Celia trabajó intensa y abnegadamente por el desarrollo y defensa de la Revolución. Mantuvo un estrecho contacto con el pueblo. En 1964 se le nombró Secretaria de la Presidencia y del Consejo de Ministros.

En 1965 integró el primer Comité Central del Partido Comunista de Cuba y en el primer congreso de esta organización, efectuado en 1975, se le ratificó tal condición. En 1976 fue electa diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular y Secretaria del Consejo de Estado.

Ella siempre cumplió a cabalidad las diversas responsabilidades que se le confiaron. También gracias a su iniciativa y labor, la mayoría de las veces en forma absolutamente anónima, se crearon diversas instituciones y centros, como por ejemplo, el Parque Lenin, destinados a la recreación del pueblo.
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Menchú: Guatemala debe prepararse para ser gobernada por una mujer indígena

Fuente: TELESUR

La guatemalteca Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz 1992, aseguró este domingo que "si no lo está aún, Guatemala va a tener que prepararse para ser gobernada por una mujer indígena".

En declaraciones a la prensa en la ciudad guatemalteca de Antigua, donde preside la segunda conferencia de la Iniciativa de las Mujeres Premios Nobel, Menchú afirmó que "nada impide que las mujeres tengan una cuota de poder en el Gobierno del país".

La líder indígena explicó que desde hace un mes se encuentra en el proceso de formación de un partido político, del que, por ahora, ha sido nombrada secretaria general. El partido Winaq, nombre de la nueva agrupación, está planteado como "una estructura que reivindique la igualdad étnica y de género", según subrayó Menchú.


"Queremos generar una nueva esperanza. Es un trabajo enorme y difícil, pero también fascinante", dijo.

Precisó que a finales de 2010 el partido elegirá a sus representantes para las próximas elecciones presidenciales, que se celebrarán al año siguiente.

"Y a partir de ahí ya se verá quién es el elegido, pero si mis compañeros creen que puedo ser yo, muy bien, me considero capacitada para dirigir mi país", puntualizó.

Levantar la autoestima de los guatemaltecos, "que han perdido la fe en su propia fuerza", es prioritario para la premio Nobel, quien asegura además que la justicia al país no llegará hasta que todas las etnias existentes estén representadas en el Congreso.

"El racismo en Guatemala no se ha movido ni un centímetro con el paso de los años. Tenemos un sistema perverso, con autoridades perversas", señaló.

Aseguró que sus críticas no están dirigidas sólo al Ejecutivo del presidente Álvaro Colom, sino que, viendo la realidad, "hay problemas tan profundos que solucionarlos no es únicamente tarea de un presidente, sino también del Congreso y de la Corte Suprema".

"Se están haciendo esfuerzos para que la situación cambie, pero, hasta ahora, esos esfuerzos caen como una gota de agua en una roca", puntualizó.

Con respecto a la violencia que sufren las mujeres de su país, uno de los más castigados del mundo por los feminicidios, Menchú indicó que "aún se vive el miedo, el horror y la sensación de la poca credibilidad" ante la posibilidad de denunciar.

Aseguró que en las comunidades indígenas de Guatemala existen muchas mujeres preparadas para tener una participación activa en la vida política o en las instancias judiciales, "pero son muchos los obstáculos que tienen que salvar para ello".

Menchú señaló que la violencia que existe en su país es de crimen organizado, y apuntó al narcotráfico y a la corrupción como unas de sus principales causas.

"Nadie investiga los asesinatos de mujeres, y si alguien lo hace son las propias mujeres que han alcanzado puestos de responsabilidad dentro de la administración pública. El problema es que por ello pueden perder la vida", aseveró.

Más allá de lo que ocurre en Guatemala, la líder indígena puntualizó que "la decadencia ha llegado a niveles altos y que, en estos momentos, en todo el mundo, la democracia es un término vacío".

"La única forma de rescatar la credibilidad del Estado es reorganizar las comunidades, los gobierno locales, el municipalismo y las organizaciones de mujeres. Lo que se está haciendo ahora no toca la esencia del poder", concluyó.

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Aculturación feminista

Por: Marcela Lagarde

La aculturación feminista es una reflexión antropológica sobre una de las entretelas más importantes de nuestro tiempo: la transmisión de las concepciones, los valores, los conocimientos, las prácticas y la experiencia de las feministas en condiciones de hegemonismo patriarcal.

El intercambio cultural feminista concita la imaginación y está marcado por la pasión del descubrimiento, la invención y la sintonía. Es, a la vez, conflictivo ya que las mujeres participan en minoría, ilegitimadas y desautorizadas en la creación de un paradigma histórico deconstructivo a la vez que alternativo.

La aculturación feminista parte desde las vivencias individuales y colectivas de las mujeres y los hombres comprometidos en ese sentido, y conduce a la construcción de un orden simbólico. Implica fenómenos tan complejos como la resignificación subjetiva personal -intelectual y afectiva - y su implantación en la experiencia vivida, la elaboración teórico -política de la experiencia, la generación de conocimientos, la construcción de representaciones simbólicas, códigos y lenguajes propios, así como los mecanismos pedagógicos, de difusión y comunicación para transmitir descubrimientos y elaboraciones.


La aculturación feminista conlleva la expresión pública de la disidencia y la enunciación afirmativa de las alternativas, la discusión de los supuestos patriarcales filosófico -políticos y prácticos explícitos en la vida diaria y en la confrontación ideológico -política. Su sentido se concreta en acuerdos y pactos para establecer normas de equidad, derechos, políticas públicas y privadas, acceder a recursos y oportunidades, transformar valores, mentalidades y modos de vivir desde la perspectiva feminista de género.

Desde luego, la aculturación feminista dimensiona a cada mujer y a los movimientos, acciones y organizaciones de mujeres y feministas. Y, aunque no lo deseen, las feministas son convertidas en referencias estereotipadas. Con esos ropajes son descifradas sus acciones y omisiones Es evidente que las feministas buscan la creación de sentido, del encuentro y la interlocución. Al hacerlo, producen ligas y relaciones entre las cuales destacan las siguientes:
· El proceso personal de cada mujer, interno y subjetivo en la formación conciencial feminista identitaria y cotidiana.
· La transmisión de los discursos y las alternativas feministas por las mujeres y sus organizaciones hacia la sociedad y sus instituciones, incluyendo otros movimientos, la sociedad civil y la sociedad política, es decir, el Estado, los organismos internacionales, los medios de comunicación.
· La transmisión personal y mediada de los discursos y las alternativas feministas entre las mujeres: entre sus organizaciones y movimientos específicos.
· La comunicación interactiva entre las feministas en los espacios -cotidianos o excepcionales- mixtos, femeninos y feministas.
· La transmisión de las feministas a los hombres afines o interlocutores.
· La transmisión entre hombres de los discursos y las alternativas feministas.

La transmisión de la cultura feminista

Para la antropología, los procesos culturales no son progresivos ni lineales, suceden con rupturas y avances, son discontinuos, generan intermitencia ¿Cómo se transmiten las concepciones, las experiencias, los conocimientos, las teorías, entre las feministas? ¿Cómo se enseñan unas a otras las maneras, los mecanismos para concretar las
alternativas? ¿Qué obstaculiza o favorece las confluencias entre las feministas y entre ellas y sus interlocutores? Son sólo algunas reflexiones sobre la aculturación feminista. Veamos.

Si el feminismo es una cultura y no sólo un movimiento, es un conjunto de procesos históricos enmarcados en la modernidad, abarca varios siglos y se ha desplegado en diversos ámbitos y geografías. Ha sido vivido, defendido y desarrollado por mujeres diversas en cuanto a sus circunstancias y culturas propias. Sus particularidades han sido
franqueadas. Algunas han enfrentado mundos conservadores y otras han vivido en sociedades favorables al adelanto de las mujeres. Unas han sido aisladas o perseguidas y otras han experimentado éxito y acogida a sus propuestas.

Mujeres hablantes de decenas de idiomas han dicho, sentido, comprendido y vivido el feminismo y lo han leído en un puñado de idiomas hegemónicos. La diversidad histórico-cultural de las mujeres feministas y de sus feminismos permite comprender la complejidad de su apropiación individual y colectiva.

El feminismo es la creación interactiva, intersubjetiva y dialógica de mujeres excluidas -por principio - del pacto moderno entre los hombres. Mujeres que, debido a las formas patriarcales de organización social, han sido colocadas en la premodernidad y exigidas de una modernidad sólo accesible a jirones para unas cuantas. Por ello, en su asunción utópica de la modernidad, el feminismo es una crítica a su andamiaje androcéntrico y patriarcal, a través de la acción, la experiencia y la subjetividad de las mujeres. Es asimismo la alternativa práctica de vida igualitaria y equitativa de mujeres y hombres.

Implicaciones subjetivas


Asumir el feminismo como pensamiento crítico y acción alternativa, significa para cada mujer comprometerse en varios procesos: La propia experiencia, base imprescindible que sustenta la subjetividad feminista (Lagarde, 1998). A partir de ella se produce asombro, no aceptación y rechazo de hechos injustos o dañinos, y se recurre al movimiento para enfrentarlos a la vez que se ponderan derechos, recursos, poderes y experiencias positivas y se busca preservación.

La participación social que permite el desarrollo de la conciencia al compartir experiencias con otras mujeres y aprender que es posible intervenir en el sentido de las cosas con acciones prácticas concretas. La formación en el pensamiento y la política modernos -y por ende ilustrados y el asombro asintónico frente a ese pensamiento y esa política por su androcentrismo. La formación en el pensamiento feminista, el aprendizaje y la internalización del sentido de la vida y la ética feministas, y, en lo posible, de los conocimientos, entendimientos y saberes generados en la experiencia feminista.

El feminismo no se reduce a una ruptura epistemológica frente al pensamiento moderno del que surge y se retroalimenta. Implica cambios culturales, normativos, simbólicos y lógico-políticos. Uno de sus presupuestos indispensables es la superación por cada mujer del orden lógico binario que antagoniza y opone polos de un orden dual. Sólo así es posible el desarrollo del pensamiento complejo y dialéctico para aprehender la complejidad genérica.
Como percepción crítica de la cultura, el feminismo confronta a las mujeres con su cultura tradicional, sus valores, creencias y anhelos, y con sus formas de sentir, descifrar e interpretar la vida y el mundo. Conduce a cada una a la crítica develadora e iluminadora de su mundo y de su autoidentidad: su manera de ser mujer y su estilo o modo de
vida, y el conjunto de sus relaciones, funciones, actividades y poderes de género. En esta dimensión, la aculturación feminista conlleva al descubrimiento de lo enajenante de lo propio, del grado de opresión de género en que cada mujer ha vivido y también a la valoración positiva de sus avances genéricos.

Por eso, vivencias personales feministas, conducen a la conciencia de no sintonizar con sustratos del mundo y de una misma. C ada mujer enfrenta disyuntivas si no cambia, reproduce el orden con el que no sintoniza. La asintonía puede ser dolorosa, exige de cada mujer aprender a ser diferente; en rebeldía, produce orgullo y es argamasa política en los cambios de las mujeres y en su identificación transgresora.

El autoconocimiento reflexivo generado por la aculturación feminista crea desconcierto y colorea crisis identitarias. La experiencia subjetiva estalla internamente con los seres importantes de la vida; se produce un extrañamiento y luego una resignificación simbólica. Toca a cada mujer en territorios de la propia biografía. Ahí el extrañamiento precede a la
autoconciencia y a la aceptación resignificada de lo conocido, sentido y hecho cuerpo y subjetividad: mi cuerpo, mis afectos, mis deseos y mis espacios, mis acciones, los sucesos y aconteceres en el camino de mi vida. Todo es tocado. Porque el feminismo es en primera persona y construye (reconstruye, restaura, inaugura) la primera persona en un
mundo que prohibe a las mujeres el yo misma. En él, el yo femenino es tabú y condición para el yo-contigo patriarcal,o mejor dicho el contigo-yo. Es una dimensión subsidiaria, satelital del yo que, en las mujeres modernas coexiste con una dimensión del yo afirmada, autónoma, centrada y empoderada. Esa convivencia antagónica en la misma mujer produce la escisión vital1 la partición en movimiento. Y ese movimiento permite la conexión con la alternativa feminista.

La metamorfosis cultural conduce a la construcción difícil pero gozosa y placentera de la centralidad del yo de cada mujer en su propia vida. En la experiencia vivida por las feministas sobresalen algunos hitos y se atenúan otros. Pero siempre es una marca de la aculturación feminista. Cuando las feministas colocan esos hitos como contraseña en su comunicación, en sus encuentros y en la transmisión de la cosmovisión feminista, y reconocen su diversidad, logran mayores puntos de conexión e identificación.

El viaje feminista


La magnitud del viaje feminista es inimaginable para quienes no ven al feminismo una cultura.2 Por eso ha sido una constante desde hace siglos la búsqueda histórica feminista sobre la historia para abatir su sentido y contenido androcéntrico y, significativamente sobre la historia de las mujeres, de lo femenino y del feminismo. Hoy hacemos la historia y la genealogía feministas e incluimos a quienes no se pensaron feministas Sor Juana,
conciencia temprana de percibir y nombrar formas específicas de exclusión y subordinación de las mujeres, y reindivicadora del valor específico de las mujeres y lo femenino, y de la completud femenina en la radicalidad de la diferencia.3

Millones de mujeres buscan día a día afirmarse, tener razón, ser legítimas, acceder a la justicia personal de género y, al hacerlo, dan valor a lo femenino y a cada una como mujer. Su enunciado no contiene afirmaciones de género porque su horizonte es sólo personal. Otras, dan valor, afirmación y derechos a otras mujeres en quienes ven carencia, discriminación, violencia. Algunas más, actúan para que cada mujer se afirme y valore, acceda a espacios y recursos, y despliegue poderes para la vida Asumen que es posible lograr contrapunto entre cada una y las otras, entre las mujeres y su género.

Las manifestaciones de conciencia de género no sólo se corresponden con feministas cuya situación vital les permite afinidad filosófica. En cada mujer se encuentran procesos definidos por una de las perspectivas o por la combinación de varias, por eso es posible la sintonía con signos de otros tiempos y lugares, por la afinidad y la empatía aun con mujeres desconocidas.

Impureza occidental

En un mundo cuya geografía política es producto de encuentros, desencuentros, guerras y hegemonías, el feminismo tiene marca de origen y de identidad occidental. Para quienes tienen filiación positiva occidental, el feminismo es propio por autoctonía, sus códigos suenan a notas conocidas y es parte de la historia. Para mujeres que no son occidentales y han vivido colonización, imperialización o globalización, la relación feminismo-occidente requiere su propia orfebrería.

Hay quienes objetan la marca occidental del feminismo, como si fuera una más de las políticas de dominación. Y hay mujeres para quienes es aceptable como piso cultural de género común a mujeres occidentales y no occidentales (mujeres del norte y del sur, indígenas, morenas, negras, amarillas, blancas). Sin embargo, las ideologías antioccidentales están en boga en Occidente y la descalificación encuentra suelo fértil.

Sucede también que se asocia el feminismo con la clase y se considera que proviene de mujeres que no sufren opresión sino que manipulan a otras mujeres y las orillan a traicionar su mundo, su cultura y sus seres entrañables. No se sabe que el feminismo no es patrimonio de mujeres de una clase, sino de mujeres ilustradas, las cuales, en sociedades con movilidad social provienen de diversas clases y grupos sociales. Por eso, los procesos de aculturación feminista avanzan en los lugares más disímiles -no sólo en Occidente - y entre mujeres diversas: de clase media, campesinas, empleadas, trabajadoras, amas de casa, políticas, burócratas, artistas, estudiantas. Ellas entran en contacto con la cultura feminista en procesos de participación social y política, de educación y formación Así, llegan a la fuente feminista mujeres en capacitación técnica, en organización gremial o productiva, mujeres en procesos de concientización para la salud o electoral y, desde luego, a través de la formación específica de género.

Claves feministas

El feminismo surgió en Occidente y se ha ampliado a todo el mundo. Sus claves políticas son la democracia, el saber y la igualdad tanto como la autonomía y la diversidad. Por ello, acceder al feminismo contiene la posibilidad de afinidad con el pensamiento occidental y con otras tradiciones culturales que reivindican el principio de equivalencia humana. En la alternativa que busca eliminar la geografía excluyente por una que incluya todas las tierras y culturas, las feministas han contribuido a que sea éticamente positiva la visión incluyente, igualitaria y respetuosa de la diversidad en todo el mundo, aun en Occidente.

La filosofía política feminista contribuye a la democracia porque desmonta privilegios, purezas, supremacías y el derecho a la dominación, que han sido claves de política la cultura occidental y de otras culturas. El paradigma feminista reivindica hechos del mundo real para convertirlos en derechos universales: la diversidad, la pluralidad y la posibilidad de convivencia entre seres de tiempos, espacios y tradiciones diferentes. El tejido que une la diversidad es el reconocimiento de las semejanzas y la aceptación de las diferencias en pos de convivir y reconocer la equivalencia humana, el derecho a tener derechos específicos, a la equidad y la igualdad de oportunidades para el desarrollo.

Aculturación feminista e identidad

La conciencia feminista reverbera e incide en la memoria a través del viaje histórico de rediseño genealógico y la necesidad de hacer historia de filiación femenina al establecer nexos y conexiones entre las mujeres, sus movimientos y sus logros al valorar el pequeño gesto, el cambio imperceptible pero fundamental. En ese sentido, el feminismo valora a las mujeres y a lo femenino (aun al reconocer sus enajenaciones y al intentar cambios en las mujeres y en lo femenino) y valora lo feminista.

De ahí que los procesos de aculturación feminista que conducen a construir nuestra memoria exigen desmontar la misoginia en la cultura y la subjetividad de cada mujer, para valorar a las mujeres y a lo femenino. Sólo entonces es posible sentir cercanas a mujeres distantes en el tiempo o en el espacio y a su historia como mi historia. Concluir yo soy una mujer y considerar como lo hace María Milagros Rivera, "la historia de las mujeres es la historia" (op. cit.).

El placer está presente en la aculturación feminista. La búsqueda tópica de sentido es la gran experiencia de goce erótico, intelectual y afectivo de mujeres sabias, concienzudas intelectuales (aun aquellas que se definen como manuales) cuya habilidad ha sido develarse y mirar desde otro sitio y en un tiempo comprimido de siglos.

En tanto cultura política, el feminismo reúne infinidad de experiencias político existenciales de mujeres en resistencia, en rebeldía, subversivas o transgresoras (Lagarde, 1998). La mayoría de ellas no ha sido intelectual, no ha sido ilustrada ni siquiera letrada o alfabeta. Por eso, el sentido de su experiencia adquiere trascendencia política cuando se la ilumina desde la perspectiva feminista.

La cultura feminista ha sido creada y vivida por millones de mujeres de carne y hueso de otras generaciones y contemporáneas, aisladas unas, cautivas otras, emancipadas y libertarías otras más. La mayoría no tuvo conocimiento unas de otras o no se reconoció en las otras, y muchísimas no han tenido conciencia identitaria feminista. Desconocemos sus recorridos de vida porque los recursos de la memoria no las registraron, pero las adivinamos porque sabemos que cada lucha, convocatoria o movimiento se sostiene en decenas de miles, sumergidas e invisibles, que viven hasta en sin palabras lo que otras significan. Pero todas son mujeres que al vivir han abierto brechas, cambiado normas y subvertido su mundo inmediato. Con sus acciones cotidianas o excepcionales, trastocan el mundo de la mayoría.

Transmisión y prejuicios

Cada día, las mujeres enfrentamos la problemática de transmitir la experiencia cultural feminista en un mundo hegemónicamente androcéntrico y antifeminista. La formación cultural de la mayoría de las mujeres está basada en la cultura dominante que privilegia las acciones y los hechos masculinos y legitima el patriarcado, que es sesgada e inequitativa al omitir hechos y aportes a la vida social y a la cultura que realizan las mujeres. La formación escolar y universitaria está estructurada en tomo a una visión de la historia y de la ciencia que repite esta concepción genérica mutilante.

La mayoría de las mujeres aprende primero antifeminismo dogmático y desarrolla prejuicios, rechazo, hostilidad y temor ante el feminismo. Por eso, es común que algunas desvaloricen a otras y a lo femenino, o que consideren folclóricas las luchas por la emancipación o propias de otras generaciones. Hay quienes se asumen avanzadas y creen que nunca han sido discriminadas y por ello los afanes feministas no son parte de su universo. El feminismo es
rechazado como parte de una cultura particular con afanes hegemonistas o como práctica neocolonial o neoliberal; es dejado atrás también como gran relato y utopía finiquitados en el horizonte posmoderno.

Qué paradoja. El feminismo permite enfrentar el sexismo machista, misógino, homófobo y lesbófobo de la modernidad patriarcal. Sin embargo, ahí están el prejuicio, el pensamiento dual, la lógica formal que antagonizan. Es la hegemonía de la cultura patriarcal a través de filosofías, cosmologías, mitologías e ideologías arcaicas y contemporáneas, sus rituales y su parafernalia. Esta cosmovisión patriarcal está instalada en la cultura y en la subjetividad de cada mujer en grados variados. Sin embargo, las mujeres, objeto de misoginia, no enfrentamos nuestra subjetividad misógina o inventamos cauces excluyentes entre nosotras. La sororidad y el affidamento son planteados como excluyentes, en
lugar de concebirlos como una de las dimensiones más radicales del feminismo: la que plantea la equivalencia real entre las mujeres, la valoración y el reconocimiento de la autoridad de cada una.

Las resistencias en la aculturación feminista

Incluso entre mujere s que se asumen feministas hay resistencias de diversa índole:
· Resistencias antiintelectuales. Se expresa como un desplante de ignorancia de género que reivindica lo empírico y lo pragmático frente al estudio, el análisis, la reflexión y el pensamiento crítico. Con ello, aun sin saberlo, quienes se esfuerzan por ser feministas, niegan el saber, la cientificidad, la historicidad y sus conocimientos no dogmáticos imprescindibles, pilares de la cultura feminista. Reivindican, en cambio, otros
saberes producto de la observación, la práctica, el empirismo, y reconocen como opuestos y alternativos a saberes tradicionales y esotéricos -dotándolos de mayor valor- y consideran al sentido común como buen sentido. Llega incluso a valorarse en oposición al feminismo la ignorancia convertida en virtud femenina.

La condición ilustrada del feminismo es tan importante que sin ella no sería posible pensar el mundo ya no sólo en femenino, sino en feminista. Tampoco se habría dado la fenomenal confrontación crítica ilustrada con las ideas, las normas, las leyes y la política patriarcales, deconstruidas por las feministas con códigos y lenguajes letrados científicos y filosóficos, y sólo entonces políticos. No habría sido posible guardar y conservar el saber y la historia de las mujeres y menos las historias de la emancipación femenina. La construcción del paradigma teórico -político y ético del feminismo es impensable sin la condición ilustrada de las feministas y de sus obras, sus propuestas, sus agendas políticas, sus leyes. Sin el pensamiento, la sensibilidad y el imaginario moderno no existiría la veta fundamental del feminismo que es la concepción de libertad que sustenta la aculturación feminista.

· Resistencias antipolíticas. Su expresión es la reafirmación de género de apoliticidad que apela a una moral femenina virtuosa no contaminada con la política. Abarca a quienes desconfían y recelan de la política por ser ámbito de recreación de dominio, quienes asumen la política como masculina y de los hombres, ajena a las mujeres, hasta quienes la llaman participación social y la consideran mejor que la participación política. La
incursión política de las feministas es compleja y se mueve, en efecto, en una dimensión no sólo patriarcal sino masculina. En ocasiones es idealizada por ser política de mujeres, se la supone mejor, éticamente positiva y no peligrosa. Sin embargo, sujetas a jerarquías y poderes idealmente disminuidos y prácticamente reforzados, los enfrentamientos políticos en que se ven envueltas las feministas siguen los cánones de exclusión, rivalidad, y exclusivismo.

Al superarse los conflictos políticos de jerarquía, control, obediencia y otros más, es posible que la política implique la alianza, la suma, la colaboración. A pesar de lograrlo, el mundo y la participación de las feministas en otros espacios produce jerarquías y superioridades entre ellas. Hacer política requiere de las feministas realizar permanentes traducciones, acciones positivas, compensaciones y ajustes entre ellas; establecer mecanismos de confluencia y disidencia, para reconocerse, otorgarse autoridad; y asociarse y aliarse para lograr avances de género y porque reconocen un interés cultural común: contribuir en el desarrollo, el fortalecimiento y la preservación de la cultura feminista.

El capital simbólico, humano, específico de las feministas es el feminismo.
· Resistencias clasistas. El clasismo es parte de la conciencia moderna del orden social. Al convertirse en una ideología que permea la percepción social, totaliza la condición de clase como absoluta y prioritaria, y al naturalizar la condición de género de las mujeres, la anula y no cuenta en el análisis de las relaciones de poder. Entre el clasismo y el naturalismo de género, mujeres con conciencia de clase participan a favor de
todos, menos de ellas y de su género. La ceguera política de género o la creencia en que la violencia es un asunto fuera de lo político, la inconsciencia sobre la discriminación, o la creencia que si se tienen derechos, recursos o poderes no se vive opresión, confluyen con el clasismo y optan por los pobres, los desaparecidos, los niños de la calle, los trabajadores, y no por las mujeres.

Hay feministas que optan por las pobres, las marginadas, las campesinas, las prostitutas y no por las ricas, las que sí tienen trabajo, las ilustradas, las teólogas. Se aplica el análisis de clase y no el de género a la situación vital de las mujeres. Se combina el clasismo con todo tipo de sectarismos ideológicos y políticos para decidir quiénes son las elegidas de la causa. El logro patriarcal consiste en alejar a cada mujer de sí misma y de las mujeres más próximas o con quienes tiene más semejanzas. Al luchar y participar por las otras, cada mujer se resiste a hacerlo para sí misma y para las próximas, y se mantiene intocada por el feminismo en su autoidentidad. A pesar de ello, aun a través de ideologías que niegan la impronta de género, las mujeres van desarrollando conciencia de semejanza y conciencia de sí mismas.

En procesos políticos y en experiencias personales de anulación de lo específicamente femenino, se ha gestado el deseo y la necesidad del yo y se ha politizado. Ha surgido la mismidad como una dimensión formidable de la aculturación feminista. El contacto con textos, experiencias, organizaciones, movimientos o con mujeres feministas, permite a muchas irse colocando como centro y sentido de su vida tras procesos de resignificación de su pasado, de sus expectativas y de su presente. La mismidad es una de las dimensiones del capital simbólico del feminismo.

· Resistencias misóginas. Identificarse con el feminismo y con las feministas conlleva una transgresión: incumplir la norma de buen comportamiento en la república patriarcal, que exige a las buenas mujeres hacer muestra pública y privada de su desvalorización de lo femenino, y su repudio (hostilidad, rivalidad, desconfianza) a las mujeres, sus acciones y sus creaciones. Norma moral patriarcal que exige sólo aceptar a quienes cumplen con el (mi) orden. Esta tendencia se combina y potencia con todos los sexismos de género (lesbofobia, célibefobia, juvenilismo, esteticismo) y con los nacionalismos, clasismos y exclusivismos religiosos o políticos. Cualquiera identidad particular se perfila como obstáculo infranqueable para la identificación positiva. Entre las feministas este mal reúne la sofisticación de todas las resistencias. La paradoja clave de las feministas está en la misoginia. Sólo ahora ha sido posible para las feministas mirarla de frente y construir la autoestima de género de cada mujer y crear la autoridad para sí misma.

En el proceso de aculturación feminista, algunas feministas que se esfuerzan por construir los derechos y la autoridad de las mujeres en la sociedad, no reconocen ni los derechos, ni la autoridad de otras mujeres. Los experimentan de acuerdo con la mecánica patriarcal: los derechos de una mujer quitan algo a otra mujer o se apoyan en su falta de derechos. La autoridad es vivida como autoritarismo o discriminación por superioridad y, como se carece de experiencia de autoridad no autoritaria, la autoridad de las mujeres produce disminución en quien así se posiciona. Si algunas mujeres destacan o son reconocidas, eclipsan a las otras. En cambio, cuando se avanza en la aculturación feminista la autoridad de unas se traslada a las otras, unas pueden sentirse orgullosas de los logros de otras, hacerlos suyos y elevar la autoestima y conseguir la estima social de las mujeres. El reconocimiento mutuo entre feministas incide en la autoridad pública y la valoración de la causa de las mujeres, disminuye y anula ataques misóginos y además permite interlocuciones amplias con otros grupos y organizaciones. La autoridad se convierte así en estímulo personal y colectivo y agrega valor simbólico y político a las acciones de las feministas.

La autoridad es una clave de la aculturación feminista. Como atributo de autoidentidad es la expresión de valores, recursos, capacidades y habilidades específicos. Reconocer la autoridad significa un esfuerzo de compensación frente a lo que desvaloriza, significa poseer autonomía de juicio y fórmulas de ponderación propias. Sólo así puede aceptarse la autoridad propia y de otras, funcionar activamente en la construcción del poder propio y el de las otras, permite incrementar el poder de género de todas: la autoridad de género. Reconocerse en mujeres con autoridad conduce a la autoformación y al fortalecimiento de género de las mujeres y les permite empoderarse (cargarse de poderes de afirmación). En este paso, la autoridad sirve como protección, defensa y poder positivo a las mujeres para e nfrentar el mundo, ocupar espacios, tomar la palabra, establecer condiciones, negociar, acceder a recursos y oportunidades. Autorizar a las mujeres es uno de los logros concretos en la aculturación feminista.

Discontinuidad en la transmisión y la comunicación feministas

El feminismo no cuenta con suficientes canales institucionales para su transmisión. Está en esos espacios de prestado, marginalmente o tolerado, no tiene medios de comunicación poderosos para educar. Por el contrario, se difunde, se desarrolla y construye alternativas en una profunda confrontación político -cultural y en la política de ocupación y apertura de espacios y posiciones, deambula y circula o sobrevive en instituciones académicas, políticas, religiosas, gubernamentales hegemónicamente patriarcales. Esta cultura empieza a crear espacios pedagógicos reducidos y marginales, pero potenciados en las redes feministas. Sin embargo, las feministas todavía no han estado en condiciones de crear sus propias instituciones educativas, formativas, de comunicación.

Muchos de los espacios que utilizan fueron creados en poderosos movimientos culturales que requirieron espacios pedagógicos e ideológicos. Las feministas avanzan en las instituciones, ocupan espacios, los resignifican y desde ahí renombran el mundo. Con altibajos, son toleradas y hay quienes creen que aplicar el enfoque de género consiste en usar un lenguaje supuestamente no sexista (compañeras y compañeros, ciudadanas y ciudadanos), la arroba en la escritura, o no hacer comentarios misóginos delante de feministas. Nada apoya a las feministas ni a sus acciones, ni siquiera el lenguaje. El feminismo se abre camino en un altisonante y omnipresente imaginario que exalta el orden moderno patriarcal, sus valores y estereotipos. Los espacios abiertos a la enseñanza del feminismo han sido parte de la construcción real de alternativas y de la aculturación feminista con enorme desventaja. Los esfuerzos, los cursos, diplomados, seminarios, talleres, círculos de lectura, los movimientos públicos y visibles, las acciones políticas exitosas y los logros jurídicos y políticos, resultan insuficientes para difundir el bagaje cultural del feminismo, en un ambiente cultural saturado simbólicamente de patriarcalismo.

Cada segundo, los medios de comunicación, la mayoría de las escuelas y de las iglesias, y desde luego las familias, difunden los valores, las interpretaciones y el sentido de la vida patriarcal. Cada hecho refuerza lo aprendido. Millones de mujeres son actualizadas de manera permanente en creencias y visiones misóginas y machistas. La pedagogía patriarcal no sólo se concreta en consensos parciales pero funcionales, sino que impacta las identidades genéricas, la autoconciencia y la visión de la vida de las mujeres.

Las feministas sabemos que los logros históricos nos llegan con enormes pérdidas culturales. No hay un piso mínimo de valores de igualdad del cual partir. Siempre es preciso volver a empezar, siempre algo se rompe en la transmisión entre las mujeres. La mayoría no ha tenido contacto, no ha oído o leído o no se ha interesado. Y esto no sucede sólo con las nacidas hace décadas; mujeres jóvenes tienen creencias tan arcaicas como si no fueran ni jóvenes ni modernas.

En breve tiempo las niñas han incorporado la cultura que las definirá como el niño, las volverá invisibles y sólo las aceptará sumisas, educadas, estudiosas, obedientes, trabajadoras, buenas y bellas. Ellas son las más inaccesibles: atrapadas entre la familia, la escuela, la iglesia y la televisión concatenadas, y sin contactos posibles con la cultura feminista que circula por otros caminos. A menos que en esos espacios estén en contacto con feministas, los cuales en todo caso se dan en minoría. El feminismo siempre es tardío. Todavía no es lengua materna, ni cultura básica escolar, ni pensamiento universitario formativo. Cada una debe hacer su experiencia personal a contracorriente y tras haber vivido un trecho largo de vida y experiencias patriarcales marcadoras.

La situación política de la cultura feminista obliga a su descubrimiento tra s vencer prejuicios y resistencias. Luego viene el arduo camino de la reeducación crítica marcado por crisis identitarias. Si no fuera por los placeres de la mismidad, la sororidad y la solidaridad, y por el goce de intervenir en la propia vida y en el mundo positivamente -que se generan en la experiencia feminista - nadie persistiría.

La cultura feminista beneficia a las mujeres y a los hombres. Lo hace como contención de oprobios, remedio a males y daños, reparación a estados lamentables, como redefinición de caminos individuales y colectivos. Por ello exige de cada quien una doble disposición de vida: vivir lo posible en sintonía y desplegar un esfuerzo agregado por ser compatibles sólo con fragmentos de discursos y procesos, de personas y hechos contradictorios, por convivir con quienes reivindican todo, pero el feminismo...

Cada mujer precisa de su ingenio y su amor4 para tejer la urdimbre inexistente. Se trata de una revolución amorosa porque las mujeres como género hemos sido construidas, según Franca Basaglia, como ser para otros5 y el amor a los otros ha sido una vía de expropiación del yo misma a las mujeres. Por ello, el amor redefinido desde la ética feminista es clave en el trastocamiento del orden simbólico, al legitimar la prioridad del amor a mí misma6 como fundante de la mismidad y como hito en la redefinición de las relaciones con los otros. La única trama posible en el telar feminista es la propia vida que emana del amor de cada mujer a sí misma, el amor a las otras y los otros como seres equivalentes, semejantes y diferentes, y de la pasión por vivir en correspondencia con un mundo que realice los valores feministas.

El deseo feminista es amoroso y es epistemofílico, no sólo es el deseo de ver y aprehender, es la pasión por saber y descubrir, por interpretar el mundo y descifrar para crear, inventar y mostrar en la cotidianidad que es posible. Está también el hondo deseo por suturar la profunda escisión genérica interna de cada una y el deseo de aliviar la enajenación con los hombres y con el mundo. El deseo feminista de sintonizar con un mundo que nos coloca en la periferia, nos trata como extranjeras non gratas o nos reconoce sólo si lo complacemos cosificadas y enmudecidas, trabajadoras y bien portadas. Peor aún cuando se idealiza lo femenino, pero no a las mujeres o se roba el feminismo sin siquiera dialogar con las feministas.8

El deseo de sintonía ha hecho que muchas mujeres no aceptemos el destino patriarcal y decidamos transformar el mundo cada día para lograr que mujeres y hombres convivamos como equivalentes, que cada quien logre su desarrollo con la convocatoria y el sustento de los otros y en el que pueda prodigarse la pluralidad.

La transmisión de la cultura feminista implica múltiples retos en dimensiones convergentes y divergentes. Después de tres siglos, cada feminista se inserta en espacios simbólicos particulares no siempre relacionados y no se identifica con lo que otras hacen en otros espacios. Somos semianalfabetas en feminismo a la vez que hemos creado perspectivas complejas. Comenzarnos a ampliar la influencia feminista, a compartir un lenguaje, interpretaciones, conocimientos y dudas, y a delinear propósitos articulados de manera integral: campañas, agendas, plataformas y ritos públicos.

La conciencia feminista avanza de manera fragmentaria para la mayoría de las mujeres y remite a la particularidad.

Lejos estamos de transmitirnos las experiencias e identificarnos con fluidez, de apropiarnos de una cultura básica feminista y de hacer nuestra la política feminista.

Retos culturales feministas

Los retos impostergables en la aculturación feminista se refieren al desarrollo de la pedagogía feminista, la autorización de las experiencias y los saberes feministas, y la legitimidad del tránsito personal y de las acciones feministas colectivas. Por ello, nuestras necesidades son de:
· Espacios sóricos deformación académica y política ilustrada feminista.
· Espacios feministas de resignificación identitaria individual y colectiva.
· Espacios de confluencia política de la diversidad posicionada de los grupos, los movimientos y las personajas feministas.
·Desarrollar una ética y una estética del orgullo feminista.7

Requerimos actuar feministamente entre nosotras 9 y en los espacios mixtos, para que las mujeres dejemos la subordinación jerarquizada y la periferia material y simbólica, y construyamos diversas centralidades paritarias.

La cultura feminista es la más prodigiosa creación cultural de las mujeres. Para lograr que sea imprescindible en el bagaje paradigmático del siglo XXI y del Tercer Milenio, para evitar pérdidas culturales irremediables y consolidar lo que hemos creado y lo que somos, necesitamos legitimar, autorizar y hacer universalmente necesaria la cultura feminista al mostrarla como fuente indispensable de la cultura del desarrollo y la convivencia democrática basada en la igualdad y la libertad humanas.


Notas
1. Sobre la escisión vital o genérica como experiencia subjetiva, véase Lagarde 1990 y como
experiencia producida por el sincretismo de género que realiza cada mujer moderna, véase
Lagarde 1996
2. En el sentido común, compartido incluso por feministas con poca información histórica, el feminismo es confundido con algunos movimientos muy recientes de la segunda mitad del siglo XX; ubicado en algunos países metropolitanos, las expresiones feministas de otros sitios son vistas como productos de segunda debido a la moda, a la influencia artificial y sin relación con la sociedad; el feminismo es reducido a lo que yo sé aunque lo ignore casi todo; el feminismo es confundido y restringido a las feministas que conozco o de las que oí, o el feminismo son unas cuantas imágenes documentales sobre los años sesenta, alguna manifestaciones o luchas particulares como la del aborto. Es decir, la mayoría de las personas y de las mujeres en particular conoce fragmentos reducidos y no tiene una visión amplia histórica del conjunto de procesos que han conformado la cultura feminista.
3. En su historia genealógica feminista, Celia Amorós (1998) considera a Sor Juana sólo como precursora porque no incluyó la concepción de igualdad entre mujeres y hombres, y para
Amorós el hito definitorio del feminismo es la igualdad. María Milagros Rivera (1994) asigna, en cambio, una relevante importancia a la conciencia de la especificidad femenina, a la asunción del valor y la autoridad de las mujeres y a la construcción de un orden simbólico, tal como me parece que hizo Sor Juana. "... la producción de pensamiento de las mujeres ha sido precedida por un proceso de crisis personal y de autoconciencia. En este proceso se revela... que la subordinación de las mujeres a los hombres es de carácter social, no natural como tantos sabios han querido a lo largo de la historia, se revela seguramente, que son posibles una práctica de vida y un discurso femenino con autoridad, porque se vislumbra que autoridad y poder son dos cosas distintas desde su origen"
4. Luisa Muraro (1994:140) considera que "El amor y la necesidad son potencias creadoras de
simbólico y potencias no desconocidas para los sin poder constituido, tanto más cuanto que su funcionamiento está inscrito en cierto modo en cada uno/a por la antigua relación con la
madre".
5. Basaglia (1983), analiza las bases del amor femenino y considera que "Valores como
feminidad, receptividad, han sido enfatizados como elementos sobre los cuales debe fundarse
vida de las mujeres, pero nunca han sido elementos vitales para ellas, sino válido como instrumentos para la seducción del hombre o para la reproducción".
6. De ahí la enorme política amorosa del feminismo contemporáneo que impulsa el desarrollo de la autoestima en las mujeres como prioridad para lograr su participación política, tanto como la reparación del daño que ocasiona en la subjetividad de las mujeres ser colocadas en segundo plano en sus atenciones, cuidados y preservación, vivir volcadas amando a los otros de quienes se depende y a quienes se está subordinada, y no recibir el mismo tipo de amor en reciprocidad.
7. La epistemofilia es un concepto de Mabel Burin (1987) cuyo contenido es el deseo de saber y de poder generados en el deseo hostil.
8. Lo más sofisticado está para Francoise Collin y Celia Amorós (1998) en la valoración que
hacen filósofos posmodernos como Derrida de "lo femenino sin las mujeres". "... una nueva edición del despotismo ilustrado... Femenino, sí, feminista, no".
9. Nosotras, en la dimensión del sujeto colectivo de género en construcción. Cuando prevalece se potencia todo cuanto cada una es y la acción colectiva frente a los otros y al mundo. Luce Irigaray (1992) hace depender el nosotras de la conciencia de la diferencia, la del reconocimiento del orden simbólico femenino y materno, y del reconocimiento de la otra.

Bibliografía
· Amorós, Celia. 1994. Feminismo, Ilustración y posmodemidad. Notas para un debate, En: Celia Amorós, (coord.), Historia de la teoría feminista, pp. 339-352, Madrid: Universidad
Complutense de Madrid.
· Amorós, Celia. 1997. Tiempo de feminismo. En: Sobre feminismo, proyecto ilustrado y
postmodernidad. Madrid: Cátedra.
· Basaglia, Franca. 1983. Mujer, locura y sociedad. Puebla: Universidad Autónoma de Puebla.
· Burin, Mabel. 1987. Estudios sobre la subjetividad femenina. Mujer y salud mental. Buenos
Aires: Grupo Editorial Latinoamericano.
· Lagarde, Marcela. 1990. Los cautiverios de las mujeres: madre esposas, monjas, putas, presas y locas. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
· ---1996. Género y feminismo, desarrollo humano y democracia. Madrid: horas y HORAS.
· ---1998. Identidad genérica y feminismo. Sevilla: Instituto Andaluz de la Mujer.
· Muraro, Luisa. 1994. El orden simbólico de la madre. Madrid: Editorial horas y HORAS,
Colección
· Cuadernos inacabados.
· Rivera, María-Milagros. 1994. Nombrar el mundo en femenino. Barcelona: Icaria.
· Valcárcel, Amelia. 1997. La política de las mujeres. Madrid: Cátedra.

Marcela Lagarde es etnóloga; doctora en Antropología; profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México; coordinadora de los Talleres Casandra de Antropología Feminista; asesora de diversos organismos internacionales y de organizaciones de mujeres de América Latina y de España; autora del libro «Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas», Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1990, y de
múltiples trabajos de investigación sobre la condición de la mujer y la situación de las mujeres, así como sobre política y género.

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Abandonando el victimismo y construyendo empoderamiento

Por: Alicia Couselo/La Haine

A medida que las mujeres avanzamos en derechos y en conciencia, se nos hace más difícil aceptar el sexismo enquistado en todos los espacios públicos y privados.

De las denuncias tímidas y solitarias de mujeres emblemáticas desde el siglo XII en adelante, hemos pasado a escuchar discursos sobre la violencia machista en casi todos los ámbitos y las organizaciones políticas y sindicales, sean del color que sean, incorporan sin rubor la arroba en sus escritos y el él/ella en sus discursos. Todos nos prometen llevar a cabo una lucha sin cuartel contra el machismo generalizado, que nunca llega a expresarse en políticas coherentes y consecuentes hacia adentro de los colectivos y hacia la sociedad. Y mientras tanto, las mujeres seguimos quejándonos, rumiando el malestar sin decidirnos a responsabilizarnos en lo que nos toca.


Los artículos publicados estos días en la prensa alternativa, intentan meterle mano a esta cuestión y coinciden en tratar de entender qué es lo que pasa cuando el peso de la cultura patriarcal se convierte en algo contra lo que, en realidad, pocas organizaciones anticapitalistas mixtas se plantean combatir. Asimismo, coinciden en la necesidad de luchar por el cambio y creen que ese cambio es posible hacerlo ahora, sin esperar a los cambios estructurales del sistema capitalista.

“Agresiones y violencia machista en el movimiento ¿algo ya superado?” (1) trata de arrojar luz a la contradicción entre la teoría vigente en los llamados “espacios liberados”, en este caso el anarquismo, y la práctica cotidiana de sus militantes. La autora pone el dedo en la dificultad de luchar contra la discriminación y la violencia proveniente de las personas con las que tenemos lazos afectivos, sean amigos, parejas o compañeros. Y es que la clase trabajadora no tiene inconveniente en sacudirse la opresión del patrón pero nos llenamos de contradicciones a la hora de defendernos de las personas que queremos.

Otro articulo interesante es “Combatir el machismo desde adentro” (2) que propone la necesidad de crear espacios donde “nuestra política antisexista se aplique en nuestras relaciones personales o en el cual el machismo pueda ser abiertamente y activamente identificado y discutido de forma colectiva”. Esta autora parte de la base de que los compañeros están también oprimidos por el capitalismo patriarcal y que por tanto, es deseable que entre todos y todas encontremos “las herramientas para mejorarnos como seres humanos y como movimiento”.

Por último, el artículo “Genero y clase: algunas posturas” (3) denuncia los planteos de los colectivos que utilizan el marxismo de forma esquemática, que se agarran con uñas y dientes a la solidaridad de clase, minimizando cualquier conflicto potencial entre hombres y mujeres, ya sea en la casa como en el trabajo asalariado y hacia dentro de las organizaciones políticas. En nombre de Marx, estos sectores descalifican cualquier planteo que pretenda luchar contra el comportamiento de las personas de la misma clase social, considerándolo “erróneo” y “liberal”. (4). Niegan la opresión de género y consideran al androcentrismo y el sexismo solamente producto del capitalismo. Si bien aceptan la existencia de grupos feministas dentro de las organizaciones de izquierda, al renegar de los fundamentos del feminismo como patriarcado u opresión de género, y analizar la economía centrándose exclusivamente en el mercado, “donde se omite y excluye la actividad no remunerada o sin valoración mercantil, orientada fundamentalmente al cuidado de la vida humana y realizada mayoritariamente por las mujeres” (5), estos sectores con sus aparatos, se convierten objetivamente en verdaderos obstáculos al empoderamiento de las mujeres en su lucha contra capitalismo patriarcal, posponiendo la igualdad de género a al final de los tiempos.

Llevar adelante la lucha contra la discriminación y la violencia machista nos exige a las mujeres rigurosidad teórica y coherencia práctica. Hay suficiente material que desde hace unos cuantos siglos, habla de la injusticia vergonzante de mantener a las mujeres en la ignorancia y alejadas de la política, siendo meras reproductoras y objetos sexuales. Asimismo, las militantes feministas de los años 60 y 70 han trastocado la teoría revolucionaria, hasta entonces limitada al capitalismo económico y su utilización es imprescindible para avanzar en la lucha.

La novedad de 20 años a esta parte la encontramos en la presencia de más hombres que se cuestionan su papel en este sistema, en la convicción de que su cuestionamiento al patriarcado es profundamente revolucionario. Estos colectivos reniegan del victimismo y trabajan desde la responsabilidad, con la idea de implicarse y comprometerse activamente cambiando estructuras que discriminan a las mujeres. En esta línea, consideran fundamental aprender a hablar desde lo personal, no desde lo intelectual y creen que los hombres se benefician de la lucha feminista, ganando en libertad, en relaciones personales, con la gestión del mundo emocional, disfrutando de la paternidad responsable, mejorando su salud (el machismo acorta la vida de los hombres en 7 años) y abandonando la sexualidad falocéntrica, que tanto malestar nos ha generado.(6)

Gestionar nuestras propias necesidades es difícil porque el sistema fomenta la pasividad, boicotea cualquier intento de democracia, horizontalidad y participación conciente y organizada. A los oprimidos y oprimidas no nos queda más remedio que sacudirnos estas prácticas y crear nuevas pautas de funcionamiento, luchando a rajatabla contra los intentos de manipulación que irremediablemente nos conducen a la confusión, nos debilitan y solamente nos dejan el recurso a la queja y el lamento dirigido a los “otros”, se llamen colectivo anarquista, comunista o socialista, sindicato, partido político o proyecto de pareja. Una losa muy pesada que solamente nosotras organizadas y conscientes, podremos sacudirnos.

Notas:

1.Véase http://www.lahaine.org/index.php?p=37736
2.Véase http://www.lahaine.org/index.php?p=11678
3.Véase http://www.lahaine.org/index.php?p=36527
4.Véase http://www.corrienteroja.net/spip.php?article345
5.Véase “Economia feminista: una apuesta por otra economia” – Cristina Carrasco
6.“Masculinidades: el problema de la violencia en los varones”, conferencia dictada por Antonio García Domínguez en las jornadas de Historia, violencia y genero del Ateneo de Madrid en 23 de abril de 2009.
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Judith Butler para principiantes

Por: Leticia Sabsay - Socióloga (UBA) Doctora por la Universidad de Valencia. Sus temas de investigación abordan la articulación de los conceptos de género, subjetividad y ciudadanía en la teoría feminista contemporánea. Participò con Judith Butler en el dictado del Seminario de doctorado “Performatividad, género y teoría social: la revisión de la categoría de sujeto”, que tuvo lugar en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
Fuente: Mujeres y Más
Butler es la autora de uno de los libros más influyentes del pensamiento contemporáneo, El género en disputa. Feminismo y la subversión de la identidad, donde ya en los años noventa ponía en jaque la idea de que el sexo es algo natural mientras el género se construye socialmente. Sus trabajos filosóficos, complejos y muy difíciles de divulgar sin desvirtuar, han contribuido a construir lo que hoy se conoce como Teoría Queer y tuvieron un papel fundacional en el desarrollo del movimiento queer. Esta breve guía se detiene en puntos clave de su pensamiento.


1 Butler y su giro copernicano

Ese giro se produce en torno del género y marcó la evolución de las concepciones que se venían teniendo al respecto dentro del feminismo. Cuando en 1990 publica El género en disputa, las ideas se dividían a grandes rasgos entre las que entendían al género como la interpretación cultural del sexo y aquellas que insistían en la inevitabilidad de la diferencia sexual. Ambas presuponían que el “sexo”, entendido como un elemento tributario de una anatomía que no era cuestionada, era algo “natural”, que no dependía de las configuraciones sociohistóricas.

Butler plantea que el “sexo” entendido como la base material o natural del género, como un concepto sociológico o cultural, es el efecto de una concepción que se da dentro de un sistema social ya marcado por la normativa del género. En otras palabras, que la idea del “sexo” como algo natural se ha configurado dentro de la lógica del binarismo del género.

2 Judith en el principio de los movimientos queer


Este planteamiento, a partir del cual el sexo y el género son radicalmente desencializados, desestabilizó la categoría de “mujer” o “mujeres”, y obligó a la perspectiva feminista a reconcebir sus supuestos, y entender que “las mujeres”, más que un sujeto colectivo dado por hecho, era un significante político. Al mismo tiempo, esta aguda desencialización del género, la idea de que las normas de género funcionan como un dispositivo productor de subjetividad, sirvió de fundamento teórico y dio argumentos y herramientas a una serie de colectivos, catalogados como minorías sexuales, que también, junto a las mujeres, eran (y continúan siendo) excluidos, segregados, discriminados por esta normativa binaria del género. En este sentido, el giro copernicano de Butler ayudó mucho al impulso y la expansión de los movimientos queer, y también trans e intersex.

3 Y el sexo…, ¿dónde está?

La impronta de Michel Foucault, y en particular su trabajo en la Historia de la sexualidad, es evidente. Ahora bien, si en el caso de Foucault el dispositivo de la sexualidad no tiene en cuenta el género, para Butler es esencial. A partir de Butler el género ya no va a ser la expresión de un ser interior o la interpretación de un sexo que estaba ahí, antes del género. Como dice la autora, la estabilidad del género, que es la que vuelve inteligibles a los sujetos en el marco de la heteronormatividad, depende de una alineación entre sexo, género y sexualidad, una alineación ideal que en realidad es cuestionada de forma constante y falla permanentemente.

Es importante insistir en que Butler no quiere decir que el sexo no exista, sino que la idea de un “sexo natural” organizado en base a dos posiciones opuestas y complementarias es un dispositivo mediante el cual el género se ha estabilizado dentro de la matriz heterosexual que caracteriza a nuestras sociedades. Puesto en otros términos, no se trata de que el cuerpo no sea material, no se trata de negar la materia del cuerpo en pos de un constructivismo radical, simplemente se trata de insistir en que no hay acceso directo a esta materialidad del cuerpo si no es a través de un imaginario social: no se puede acceder a la “verdad” o a la “materia” del cuerpo sino a través de los discursos, las prácticas y normas.

4 El género como performance


Antes que una performance, el género sería performativo. Esta diferencia entre pensar al género como una performance y pensar en la dimensión preformativa del género no es trivial. Decir que el género es una performance no es del todo incorrecto, si por ello entendemos que el género es, en efecto, una actuación, un hacer, y no un atributo con el que contarían los sujetos aun antes de su “estar actuando”. Sin embargo, en la medida en que este performar o actuar el género no consiste en una actuación aislada, “un acto” que podamos separar y distinguir en su singular ocurrencia, la idea de performance puede resultar equívoca. Hablar de performatividad del género implica que el género es una actuación reiterada y obligatoria en función de unas normas sociales que nos exceden. La actuación que podamos encarnar con respecto al género estará signada siempre por un sistema de recompensas y castigos. La performatividad del género no es un hecho aislado de su contexto social, es una práctica social, una reiteración continuada y constante en la que la normativa de género se negocia. En la performatividad del género, el sujeto no es el dueño de su género, y no realiza simplemente la “performance” que más le satisface, sino que se ve obligado a “actuar” el género en función de una normativa genérica que promueve y legitima o sanciona y excluye. En esta tensión, la actuación del género que una deviene es el efecto de una negociación con esta normativa.

5 Poderes y políticas


Hablar de género es hablar de relaciones de poder. Hay que tener muy en cuenta que en esta negociación, el no encarnar el género de forma normativa o ideal supone arriesgar la propia posibilidad de ser aceptable para el otro, y no sólo esto, sino también, incluso, supone arriesgar la posibilidad de ser legible como sujeto pleno, o la posibilidad de ser real a los ojos de los otros, y aun más, supone en muchos casos arriesgar la propia vida. En este sentido, la oportunidad política a la que abren los señalamientos de Butler se debe a que si el género no existe por fuera de esta actuación, y las normas del género tampoco son algo distinto que la propia reiteración y actuación de esas mismas normas, esto quiere decir que ellas están siempre sujetas a la resignificación y a la renegociación, abiertas a la transformación social. Estas normas que son encarnadas por los sujetos pueden reproducirse de tal modo que la normas hegemónicas del género queden intactas. Pero también estas normas viven amenazadas por el hecho de que su repetición implique un tipo de actuación que pervierta, debilite o ponga en cuestión esas mismas normas, subvirtiéndolas y transformándolas. Esta inestabilidad constitutiva de las normas es una oportunidad política.

6 La aparición de la homosexualidad

En paralelo con otras autoras que también han revisado el hecho de que las ideas que conlleva el género han sido tributarias de la matriz heterosexual –como por ejemplo Monique Wittig, Adrienne Rich o Gayle Rubin– los planteamientos de Butler apuntan a señalar que los ideales de masculinidad y feminidad han sido configurados como presuntamente heterosexuales. Si desde el esquema freudiano, por ejemplo, se parte de la idea normativa de que la identificación (con un género) se opone y excluye la orientación del deseo (se deseará el género con el cual no nos identificamos) –identificarse como mujer implicaría que el deseo debería orientarse hacia la posición masculina, y viceversa–, Butler planteará que esto no es necesariamente así. (Este es el prejuicio que permite entender el hecho de que históricamente se haya pensado en la idea de que un hombre que desea a otros hombres tenderá a ser necesariamente afeminado, y lo mismo en el caso de las mujeres, que si desean lo femenino, esto deberá asociarse con la identificación con lo masculino)

7 La ley del deseo

Desde el punto de vista de Butler, deseo e identificación no tienen por qué ser mutuamente excluyentes. Y aún más, ni siquiera, ni tampoco, éstos tendrían por qué ser necesariamente unívocos. No hay ninguna razón esencial que justifique que una debe identificarse unívoca e inequívocamente con un género completa y totalmente. Asimismo, tampoco habría ninguna necesidad en que una deba orientar su deseo hacia un género u otro. Tal es el caso por ejemplo de la bisexualidad.

En tanto ideales a los que ningún sujeto puede acceder de forma absoluta, masculinidad y feminidad pueden ser –y de hecho son– distribuidos, encarnados, combinados y resignificados de formas contradictorias y complejas en cada sujeto. Y no hay encarnaciones o actuaciones de la feminidad o de la masculinidad que sean más auténticas que otras, ni más “verdaderas” que otras. Lo que habría, en todo caso, son formas de negociación de estos ideales más sedimentados, y por ende naturalizados o legitimados que otros, lo que consecuentemente los vuelve “más respetables” de acuerdo con un imaginario social que continúa siendo primordialmente heterocéntrico.
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Lilith, la historia que no nos contaron

Por: Mercedes Buetto/Lápiz Rebelde

Lilith fue la primera mujer que reclamó un lugar de igualdad con el hombre en la obra de Dios. Génesis 1 27: "Y Dios creó al hombre a su imagen y semejanza; lo creó a la imagen de Dios, los creó varón y mujer (...) Y los bendijo, (…)".

El varón se llamó Adán y la mujer Lilith (según consta en la literatura hebrea). Lilith, la primera esposa de Adán estaba hecha con "arcilla del suelo", igual que él.


Era hermosa, vital, inquieta, inquisitiva… libre… y no disimulaba su risa cuando Adán, todavía un novato en esto de estar en el Paraíso, se equivocaba. La mirada divertida y burlona de Lilith lo desconcertaba. ¿Cómo se podía reir de él, que estaba hecho a imagen y semejanza de Dios y Dios era perfecto y todo lo hacía bien?

Los primeros tiempos, Adán estaba entusiasmado con esta mujer, que representaba todo un desafío. Pero después se cansó de tener que reflexionar con ella, negociar y llegar a acuerdos en los que en ocasiones, según él, "salía perdiendo"… además ella no quería estar siempre "abajo", sabía lo que quería y pedía lo que tenía ganas. Era muy demandante.

Fue por esa época que él se tomó muy en serio lo de "dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los seres vivientes que se mueven en la tierra", y comenzó a dar órdenes que Lilith prolijamente no cumplía. Desalentado visitaba a Dios y le contaba sus tribulaciones. El Creador, cansado de tantos lamentos, habló con Lilith:

"Adán es un buen muchacho, mirá que paciencia que te tiene, ¿dónde vas a encontrar otro? Mejor hazle caso."

¿Hacerle caso? ¿Subordinarse a ese "buen muchacho" incapaz de entender que eran diferentes, pero que eso no significaba ser mejor o peor, reacio a aceptar una convivencia sin jerarquías, en un plano de igualdad? No, decididamente NO. Habían sido creados el mismo día y de la misma manera, por lo tanto tenían los mismos derechos, argumentó y se fue a nadar despreocupada en la cascada, exhalando a su paso un aroma a hierbas y musgo que hizo suspirar al creador. Indudablemente la "rebeldía" tenía su encanto.

Un día, cansada de los lloriqueos de Adán y de las presiones de Dios, decidió que el Paraíso no tenía nada de maravilloso y se fue. Así de simple, sin sentir una pizca de remordimiento o de culpa. El pecado todavía no existía. Cuentan que le dejó todo a Adán, no se llevó ni una hoja de parra. Su desnudez la hacía sentir hermosa y fuerte.

Dios respiró aliviado creyendo que habían acabado todos los problemas, pero no. Adán estaba insoportable: a pesar de toda su cacareada autosuficiencia, la soledad le pesaba. Ya nadie aplaudía lo que hacía, ni le daba las gracias, ni… Ni las sumisas ovejas, ni las juguetonas cabras podían compararse con Lilith. ¡Realmente cómo se habían divertido!

La tristeza de Adán conmovió al Creador… además, quería sacarselo de encima; había que reconocer que, sin una mujer, se ponía muy fastidioso. Entonces, decidió darle una compañera menos "independiente".

Génesis 1 18. Después dijo el Señor Dios: "No conviene que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada". (…), con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre. 23. El hombre exclamó: ¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Se llamará Mujer, porque ha sido sacada del hombre".

Lo que sigue es historia conocida.
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Otra hija perdida de Manuel Rosales

domingo 10 de mayo de 2009

Fuente: Globoterror.com

Ya le apareció otra hija perdida a Manuel Rosales, identificables fácilmente porque sacaron la inteligencia del papá que hacen que sea innecesaria una prueba de ADN.
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Día de las Madres...¿Para la Lucha o para el Consumo?


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Medios de comunicación y feminismo de clase

Por: Luciano Alzaga/Rebelión

Más allá del enfrentamiento hombre/mujer
Los hombres somos responsables indirectos de la opresión de la mujer, en la medida en que formamos parte del género dominante y por tanto disfrutamos, queriendo o sin querer, de las ventajas políticas y sociales que esto conlleva. De la misma forma, los ciudadanos que vivimos en el llamado primer mundo somos responsables indirectos del saqueo al tercer mundo, en la medida en que disfrutamos, queriendo o sin querer, de sus riquezas.

Pero nuestro análisis no puede quedarse ahí, debemos ir mucho más allá si queremos tratar el conflicto de la mujer con seridad. Es por ello que el feminismo no puede basarse en que "las mujeres deben luchar contra los hombres". Si bien la opresión a la mujer es algo estructural, hay otras formas de vivir la discriminación, y luchar contra ella debe formar parte de nuestro accionar. Si lo hacemos bien, también nos puede ayudar a no caer en cosmovisiones parcializadas, porque así como el poder globalizado no es sólo machista, sino racista, clasista, homofóbico, adultocéntrico, etc, el movimiento feminista ha de poder hacer coaliciones con otros movimientos antidiscriminatorios, al tiempo que ayuda a esos otros movimientos a no ser sexistas. (1)


En este debate se ha llamado la atencion sobre el lenguaje que se debería usar en los medios de comunicacion (por ejemplo, escribir "todas" en lugar de "todos" cuando nos referimos a un grupo de hombres y mujeres), y si bien este es un debate que como muchos otros creo válido y necesario, pienso humildemente que el movimiento feminista en el estado español debe impulsar que las mujeres sean partícipes del proceso de lucha por un cambio global radical, del proceso de aprendizaje social; que la lucha contra la opresión de género se dé partiendo de las demandas que se han negado durante siglos a las mujeres (y que, además, son también demandas negadas a los hombres): el derecho a ser personas, el derecho a compartir justamente los productos de su trabajo, no ser usadas sólo como un instrumento, un papel, un útero, un par de manos o una espalda o un conjunto de dedos; a participar plenamente en las decisiones de su lugar de trabajo, su comunidad; a hablar por ellas mismas, por derecho propio. (2)

Construcción del movimiento feminista radical

Las mujeres, además de sufrir la opresión de género, sufren otro tipo de opresión que les hermana a los hombres: la opresión de clase. Las mujeres burguesas reivindican sus derechos como mujeres y sus derechos como burguesas. Y de la misma forma que la lucha de clases no puede olvidar la lucha contra el sexismo, el racismo o la homofobia, tampoco debe el feminismo olvidar la lucha de clases.

Las mujeres deben imponer en la sociedad y en los medios de comunicación el espacio que les corresponde. No basta con que un medio de comunicación, formado casi siempre por mayoría de hombres, trate el tema de la opresión de género o abra un "suplemento especial" sobre el tema.

Las mujeres, como vasto sector social oprimido que forman, deben autoorganizarse y conquistar el protagonismo que merecen en la sociedad, de la mano y en confrontación con los hombres. Avanzar hacia el fortalecimiento radical de su participación, no sólo en los medios de comunicación, sino en todos los ámbitos de lucha política y social.

Hacer más fuerte el feminismo de clase ayudara a mejorar las condiciones de vida de las mujeres, nos llevará al acercamiento entre vosotras y nosotros, supondrá un revulsivo en las conciencias revolucionarias, que nunca lo serán sin la ayuda de las mujeres.

Pero tened clara una cosa, son las mujeres por sí mismas las que deben construir un movimiento que defienda sus derechos. Si algo nos demuestra la historia, nos guste o no, es que los hombres no lo harán por vosotras.

NOTAS

1. Alda Facio, ante Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe.

2. Adrienne Rich.



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María León: La meta es alcanzar la igualdad de género en los próximos 10 años

Fuente: ABN

'En la nueva etapa de reimpulso de la revolución debemos tener como norte alcanzar la igualdad de género, es decir, la igualdad del hombre y la mujer, para que no existan ni hombres, ni mujeres excluidos de la acción social, política, cultural y revolucionaria', señaló la ministra del Poder Popular para la Mujer y la Igualdad de género, María León.

Durante la jornada de inscripción de nuevos militantes y actualización de datos de la militancia del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que se realizó este viernes en la Plaza Bolívar de Caracas, la ministra y directiva del Frente Nacional de Mujeres Socialistas recordó que esta organización política que lidera el Presidente de la República, Hugo Chávez, ha analizado los primeros diez años del proceso revolucionario para rectificar y desarrollar, en los próximos 10 años, la etapa de reimpulso para avanzar en la consolidación del modelo socialista.

Indicó que para avanzar en la construcción de una sociedad más justa e igualitaria, el Jefe de Estado creo el ministerio del Poder Popular para la Mujer y la Igualdad de Género, “es decir que no estamos conformes de contar con 70% de mujeres que se gradúan en las universidades, ellos y ellas deben graduarse por igual, porque la patria nos necesita juntos”.

Asimismo, manifestó que “de acuerdo con el llamado de nuestro Presidente, sólo unidos y unidas seremos invencibles, para alcanzar la victoria histórica ante el imperialismo y la oligarquía nacional e internacional”.

Del mismo modo, expresó su satisfacción por la designación de la diputada Cilia Flores como primera vicepresidenta del PSUV, “porque ha demostrado cualidades que son imprescindibles para una mujer revolucionaria como la claridad de pensamiento político y de ubicación política en el momento preciso, valentía y la lealtad al pueblo y al comandante Hugo Chávez”.

El PSUV inició este viernes el proceso de inscripción de nuevos militantes, a partir de los 16 años de edad, y la actualización de la incripción de la militancia de esta organización política, en 900 Puntos Rojos, ubicados en todas las Plazas Bolívar del país.

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Guatemala: Mujeres que integran pandillas son seducidas por el Poder

Por: Alba Trejo

La presencia de mujeres en las pandillas se hace cada vez más evidente en Guatemala. Seducidas por el poder ofrecido por los pandilleros, son incorporadas al grupo donde, en la realidad, reciben crueles vejámenes y violaciones sexuales, son utilizadas para cobrar extorsiones, asaltar buses o ejercer el sicariato y, al final, terminan siendo aniquiladas.

Este fenómeno social demuestra que, hoy por hoy, las mujeres son incorporadas desde los 13 años de edad por los pandilleros a las clícas (células), porque las ven como un objeto del cual pueden obtener beneficios, dijo a SEMlac Nelson Oliva, del área de niñez de la organización Internacional Save the Children.

"Las niñas no son conscientes con claridad de a qué ingresan, les pintan un panorama bonito, donde disfrutarán beneficios, y les piden que se vuelvan correos, informantes o hagan funciones delincuenciales. Así son enganchadas para que se comprometan con la organización y después las asesinan", explica.


La experiencia de la fiscal de Delitos contra la vida del Ministerio Público, Blanca Cojulun, resume que un buen número de cadáveres de mujeres que aparecen estrangulados y torturados, a veces desmembrados, corresponde a jóvenes pertenecientes a una pandilla y que fueron muertas por grupos rivales o por el propio, al no cumplir con una tarea.

Sin embargo, pese a los riesgos, aumenta el número de mujeres que ingresan a las pandillas.

El estudio más reciente, "Maras y pandillas, comunidad y policía en Centroamérica", realizado por la mencionada agencia sueca, determinó en 2007 que el número de mujeres dentro de esos grupos era más elevado en este país en comparación con los otros de la región.

Incluso, el jefe Antimaras de la Policía Nacional Civil, René de la Cruz, afirmó que hay entre ocho y 10.000 pandilleros activos, con al menos 40.000 seguidores. Y añadió que, al menos, de cada 10 mareros, cuatro son mujeres.

El involucramiento de guatemaltecas en estos grupos, surgidos en 1986, se debe a factores que, de acuerdo con Gladys Ollas, procuradora de la Mujer, incluyen violencia intrafamiliar, abandono del padre o la madre, y el abuso sexual y maltrato. "Poderosas causas por las que ocurre el involucramiento", comentó a SEMlac la funcionaria.

El estudio de la cooperación sueca, que entrevistó a 3.402 pandilleros y pandilleras y autoridades civiles, de la iglesia y de justicia de la región centroamericana, destaca que ellas se unen con mayor frecuencia a las pandillas debido a sus entornos familiares problemáticos o traumáticos, malos recuerdos de su infancia, la muerte violenta de algún familiar o porque huyen de hogares donde ocurren maltratos.

En Guatemala, según la Comisión Nacional Contra el Maltrato Infantil, la niñez es víctima en todo. Siete de cada 10 pequeños sufren maltrato físico, verbal y abuso sexual, principalmente en sus casas, sin que las leyes los protejan.

Asimismo, el maltrato infantil se inicia desde cero hasta los 12 años de vida, destacó María Eugenia Villaseñor, de la subcomisión de derechos de la niñez de este país.

A eso se agregan los informes de los médicos del Instituto Nacional de Ciencias Forenses que, en sus cuadros de servicios clínicos, reflejan que el pico más alto en atención a pacientes está en el abuso sexual y la violencia intrafamiliar.

De 10 casos atendidos en los consultorios, ocho son por violencia intrafamiliar en mujeres, niños y niñas. Los abusos ocurren a niñas de seis a 16 años de edad.

Blanca Cojulun indica que, en sus procesos de investigación, ha comprobado que las jóvenes que se incorporan a las pandillas, sea por situación de pobreza o abandono del padre o la madre, generalmente lo hacen tras enamorarse de uno de sus integrantes.

Las seducen con ofrecimientos de afecto y dinero, comentó a SEMlac la fiscal, pero al final de cuentas sólo las utilizan. Incluso, existen mareros que sostienen relaciones con cinco o más jóvenes a la vez.

La funcionaria se cuestiona por qué ingresan a las pandillas, si al final para ellas la iniciación es quizás más dolorosa que la de un hombre.

Para poder integrar una mara, la joven debe demostrar que es capaz de soportar una golpiza ocasionada por seis o hasta 10 de sus miembros, y una violación sexual que es efectuada hasta por siete pandilleros en ese instante. Y aún después de este acto violento, la joven continúa llevando la peor parte.

Según el estudio de la cooperación sueca, ella se ve reducida a desempeñar el rol de sometimiento, a lavar, hacer la comida, servir a los mareros y, por si fuera poco, a cobrar las extorsiones hechas a los ciudadanos, principalmente cuando los pandilleros están en prisión. Hasta deben callar cuando dentro del grupo se toma una decisión.

Los datos oficiales estiman que en este país existen por lo menos 236 maras reconocidas y organizadas, y que la mayoría de sus integrantes proceden de los 600 cinturones de pobreza que conforman la ciudad y colonias marginales, de hogares desintegrados y violentos, o son hijos de madres solteras.

En Guatemala, ser pobre significa tener la incapacidad económica de adquirir una canasta de bienes y servicios básicos, estimada en 1.278 dólares por persona al año. Y ser extremadamente pobre es tener la imposibilidad de adquirir una canasta de alimentos estimada en 500 dólares por año, de acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

A eso se unen la ausencia de educación sexual y la falta de acceso a métodos anticonceptivos en edades tempranas.

Según el Ministerio de Salud Pública, en esta nación de 14 millones de habitantes -de los cuales más de la mitad son mujeres- ingresan a diario a la sala de partos 918 de ellas. Lo más grave es que al menos 200 están entre los 13 y 18 años de edad y muchas ya van por un segundo embarazo.,.

Asimismo, 49 de cada 100 infantes entre 0 y 6 años padecen hambre por razones de pobreza, indica el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

Esos son factores que influyen en la proliferación de las maras, ratifica Gladis Ollas.

Y aunque, para la mujer, entrar a una pandilla aparenta romper el estereotipo de la sumisión, se trata de grupos machistas, donde ellos ocupan los puestos supremos, deben ser respetados y mantienen el dominio, comenta.

De la Cruz, por su parte, explica que las mujeres en esos grupos viven sometidas por sus líderes, pues darles un espacio de poder sería considerado un rasgo de debilidad.

Aunque en los últimos años ellas intentan la igualdad de género dentro de las pandillas, esta llega en casos concretos, cuando la joven demuestra ser capaz de asesinar a alguien, señala la investigación de la cooperación sueca.

Las mujeres y la familia ¿No hay nada más lindo que la familia unida?

sábado 9 de mayo de 2009

Por: Andrea D'Atri

Los explotadores defienden la familia a rajatabla porque necesitan proveerse de fuerza de trabajo para ser explotada. Pero, la familia no sólo garantiza la reproducción de la fuerza de trabajo. ¿Qué es la familia, para los marxistas? Intentamos responderlo...

¿Qué es la familia?

La palabra "familia" viene del latín y significa "servidumbre". Con ese término designaban los romanos a los esclavos de una casa. El "pater familiae" era quien "tenía bajo su autoridad, mujer, hijos y esclavos y, según la ley romana, el derecho de vida o muerte sobre todos ellos."1


La familia tal cual hoy la conocemos no existió siempre. En los tiempos más antiguos de la humanidad, la forma de relacionarse entre varones y mujeres para reproducirse y producir los bienes necesarios para la subsistencia no era la misma que la actual. No había propiedad privada y las personas vivían en comunidad, de modo que todos producían lo necesario para garantizar la subsistencia del conjunto. Pero con el desarrollo de las fuerzas productivas, la miseria socializada dio paso a la producción de excedente, lo que posibilitó que un sector de la sociedad pudiera vivir sin trabajar, a expensas del trabajo del resto.

Con esta división social entre productores y no productores y la aparición de la propiedad privada, la sociedad cambió drásticamente, incluyendo las relaciones entre las personas. Los que tenían bienes debieron garantizar la legitimidad de su descendencia, que luego sería la que heredaría las propiedades y, entonces, la filiación adquirió una gran importancia, como asimismo la fidelidad de la mujer a un solo varón. Como señala Engels, la institución de la familia fue "la gran derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo. El hombre empuñó las riendas de la casa; la mujer se vio degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria del hombre, en un simple instrumento de reproducción. Esta baja condición de la mujer (...) ha sido gradualmente retocada, disimulada, y en ciertos sitios, hasta revestida de formas más suaves, pero no, ni mucho menos, abolida."2

Amores que matan


Como vimos en el último LVO, la familia es importante para los capitalistas porque es el ámbito donde se reproduce la fuerza de trabajo. Allí, las mujeres cargan sobre sus espaldas las esclavizantes tareas domésticas, en situación de aislamiento social y habiendo sido convencidas de que ése es su destino inevitable. Como vemos, en la familia actual puede encontrarse el mismo antiguo significado: "La monogamia no aparece de ninguna manera en la historia como una reconciliación entre el hombre y la mujer, y menos aún como la forma más elevada del matrimonio. Por el contrario, entra en escena bajo la forma del esclavizamiento de un sexo por el otro, como la proclamación de un conflicto entre los sexos, desconocido hasta entonces en la prehistoria."3

Además, la familia reproduce el orden existente: disciplina, obediencia, sumisión, son los principales valores que se transmiten en la vida cotidiana. En esa transmisión de normas y valores, también se transmite "qué es ser un varón" y "qué es ser una mujer". Es decir, a través de la familia en primer lugar, y luego a través de la escuela, los medios de comunicación, la Iglesia, etc. nos inculcan esos estereotipos que señalan que las mujeres deben ser dóciles, abnegadas y dedicarse al cuidado de los demás en el ámbito privado; mientras que "los hombres no lloran", deben ser "machos", capaces de subordinar a los más débiles y aptos para la vida pública.

A través de la familia se perpetúa la idea de que las relaciones heterosexuales con el único objetivo de la reproducción son lo "normal" y que otras formas de amor o placer son "anormales". Se enseña que las mujeres no se realizan plenamente como sujetos sino es a través de la maternidad y que esa debe ser su máxima aspiración.

Pero mientras se perpetúa el dominio de mujeres y niños en la familia patriarcal -que es funcional al sistema capitalista-, en América Latina mueren anualmente 6.000 mujeres por complicaciones relacionadas con abortos inseguros; el homicidio representa la quinta causa de muerte en mujeres, el 70% padece violencia doméstica y el 30% reportó que su primera relación sexual fue forzada. En nuestro país, se calcula que se producen entre 5.000 y 8.000 violaciones por año; mientras 1 de cada 5 días de ausencia femenina en el ámbito laboral es consecuencia de una violación o de la violencia doméstica. Heridas que no cierran y sangran todavía...

1 Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.
2 Id.
3 id.

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El papel de la mujer frente a la pornografía


El público objetivo de la industria pornográfica es básicamente masculino.
El desarrollo de la sexualidad siempre se dio de un modo casi personal e íntimo hasta bien entrado el siglo XX. Poco a poco la sociedad moderna fue introduciendo el tema del sexo pero siempre dentro de una connotación adulta.

Poco a poco, el tema fue ingresando en las escuelas y ya se hablaba de una educación sexual. Ciertamente, esta educación resultaba de alguna manera mustia, en comparación con el tremendo tabú que la rodeó durante décadas.

Una de las mayores víctimas en este proceso "evolutivo" reciente y no tan reciente, es la mujer.


En efecto, la mujer siempre estuvo reprimida en cuanto a sus conversaciones y actitudes hacia el sexo. Incluso, en un momento de la historia, la mayor parte de la superficie de su anatomía anda cubierta con largos vestidos y hasta velos en el rostro.

Era la máscara de lo prohibido, de la invitación al sexo. Esto marchó en paralelo con el avance de la educación y tratamientos sexuales en la escena pública hasta cierto punto. Pronto surgieron en tiempos más modernos los movimientos feministas que aprovecharon el pánico para liberar a la mujer de este estigma de opresión sexual masculina.

Sin embargo, otro elemento empezaba a emerger lentamente. Este elemento haría una segunda conspiración en contra de la mujer y aún la hace en el tiempo actual.

Me refiero al mercado de la pornografía En efecto, basta ver unas cuantas producciones del cine de este género para darse cuenta que la mujer juega el papel de objeto sexual dentro de estas “temáticas”.

En la pornografía, lejos de mostrarse escenas en que se podría apreciar la ternura de algunas parejas realizando sexo, se puede ver escenas en que la mujer es prácticamente sometida y conducida por el libreto del hombre en la cama.

Los besos y caricias típicas de un encuentro sexual normal, son reemplazados por palabras subidas de tono o por poco refinados tocamientos. Las poses son otro tema dentro de estas producciones y la mayoría de ellas están destinadas al placer sexual del hombre, ni qué decir de la culminación del encuentro sexual de cualquiera de estas producciones.

Estas películas nunca terminan con un orgasmo femenino sino con la eyaculación del hombre, sin que esto supongo que la mujer haya tenido o no algún orgasmo en el ínterin.

No sólo esto, sino que la humillación también está presente en estas producciones pornográficas y la mujer es tirada de los pelos, obligada a arrodillarse y a recibir la descarga de semen de la eyaculación en una zona muy alejada de lo que la naturaleza planeó en algún momento.

De más está decir que los participantes probablemente ni se conocen, son simples actores que han sido reunidos para este momento y cuyo trabajo es recrear un acto sexual.

La industria porno, casi siempre obliga a los actores masculinos a utilizar la masturbación como un método de cabecera antes de iniciar el rodaje. En efecto, con este recurso, logran que el coito que se va a filmar sea de mayor duración.

En el caso de la mujer, los directores constantemente les están dictando los movimientos que deben de tener, las posturas y por supuesto cómo deben sobre actuar para recrear su excitación.

Lo curioso es que en la mayoría de los casos. Las voces no corresponden a los actores sino que son hechas por el equipo de producción -generalmente una sola persona- que imita las expresiones tanto del hombre como de la mujer.

La pornografía puede acarrear algunos problemas entre los consumidores como eyaculación precoz e incluso anorgasmia. Se idealiza el coito y el observador puede sentirse inconscientemente presionado para realizar una performance similar o superior a la recreada en escena.

Connotaciones sociales también se pueden analizar como la distinción que se promueve entre las mujeres que salen en este tipo de films y su comportamiento y las mujeres tradicionales que deben comportarse de modo poco sensual o erótico según este modelo.

Evidentemente una cosa no implicaría otra pero la mente realiza esa asociación inconscientemente, sobre todo la mente masculina.

Por otra parte, la mujer puede o no hacer caso de estos prejuicios aunque según los estudios actuales, ellas no suelen tomar estos partidos o puntos de vista pero son conscientes de que la mayoría de estas producciones son hechas para el público objetivo masculino.

Se ha visto que ellas también consumen pornografía aunque es algo que por sí mismo no les llama la atención.

Muchas de ellas confiesan hacerlo porque llegaron hasta esta industria de modo indirecto o que la ven esporádicamente.

Sin embargo, el mayor sector de ellas, dicen que consumen pornografía porque a su pareja le gusta.
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En crisis derechos de la mujer en Oaxaca

Por: Mayra Martínez

Oaxaca vive en estos momentos y desde siempre una crisis sobre los derechos de la mujer, y es que a pesar de que supuestamente hay leyes; estas son totalmente imperfectas señaló Bárbara García, regidora de equidad y género del Municipio de Oaxaca.

Así mismo, indicó que es evidente que en la sociedad no existe aún una ley que regule la equidad de género, considerando que en estos tiempos, cuando la crisis económica está en su apogeo, las que resultan más perjudicadas son la mujeres, ya que resulta que de los despidos que se hacen, el 70 por ciento son mujeres, únicamente por su condición.


Por ello dijo, es necesario que en el marco conmemorativo del 10 de mayo, las madres mexicanas pero sobre todo las oaxaqueñas, revisen su situación, ya que en la mayoría de las veces, son mujeres a las cuales se les han violado sus derechos humanos.

“Mientras no haya una seria voluntad de las autoridades correspondientes, y del gobierno por equilibrar la situación del género masculino como el femenino, seguirán habiendo abusos, los derechos de la mujer se seguirán sumando los porcentajes en los feminicidios”, lamento la regidora de equidad y género.

Para finalizar, invitó a las madres, para que en su día puedan evaluar la equidad de género y desde temprana edad se la inculque a sus hijos.
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México - Guanajuato: mayoría panista canceló derechos Sexuales y Reprodutivos de las Mujeres

Por: Sandra Torres Pastrana/CIMAC

Con 23 votos del Partido Acción Nacional (PAN), dos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y uno del Partido del Trabajo (PT), fue aprobada hoy la reforma a la Constitución del estado de Guanajuato que criminaliza la interrupción legal del embarazo (ILE), aún en casos de violación a niñas, bajo el argumento de proteger la vida desde la concepción, como ha sucedido ya en otras once entidades.

Con ello, Guanajuato se suma a Morelos, Sonora, Baja California, Chihuahua, Jalisco, Puebla, Colima, Durango, Nayarit, Quintana Roo y Campeche donde el PAN y el PRI, apoyados por otros partidos, han criminalizado la ILE en los últimos seis meses, lo que esperan también lograr en Veracruz, Querétaro, Aguascalientes, Estado de México, Oaxaca y San Luis Potosí, para con ello cambiar la Ley General de Salud en contra del Artículo cuarto de la Constitución Mexicana que garantiza el derecho sobre el número y espaciamiento de la descendencia.
Desde temprana hora, varias organizaciones que luchan a favor de los derechos de las mujeres se congregaron afuera del Congreso local gritando consignas dirigidas a las y los legisladores: “Legisla con derechos y no con creencias”, decían. También estaban las llamadas organizaciones pro-vida que se niegan a las mujeres el derecho a ejercer sus derechos constitucionales.


De los 35 diputados asistentes a la sesión, nueve salieron del pleno para evitar su voto a favor de la reforma. Así lo hicieron las y los del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y del Verde Ecologista.

No así la diputada del Partido del Trabajo, Dulce María Badillo, así como Rosario de la Vega y Anastacio Rosiles, del PRI, cuyos votos a favor de la iniciativa del PAN decidieron la cancelación de los derechos sexuales y reproductivos de las niñas y mujeres de Guanajuato. El PAN necesitaba 25 votos para la aprobación: tenía 23 de su bancada y con los dos del PRI y el inesperado del PT fue suficiente para lograr unanimidad.

Afuera del recinto, junto con las organizaciones guanajuateneses, se encontraba Malú Micher, directora general del Instituto de las Mujeres del Distrito Federal (Inmujeres-DF), quien declaró a los medios de comunicación locales que las mujeres de la Ciudad de México consideraban el avance de leyes, como la aprobada hoy, como lamentable, debido a que por un lado ellas cuentan con el derecho y acceso a la Interrupción Legal del Embarazo (ILE), mientras en el estado, doce con éste, se castiga a una mujer que decide sobre su cuerpo.

Por otro lado, aseguró Micher, lo más lamentable de la votación que se dio hoy en Guanajuato es que las dos diputadas, una del PRI y la otra del PT, antepongan sus creencias personales a legislar de acuerdo a derecho, lo que deja claro que no han entendido de lo que es una plataforma política y lo que es un Estado laico.

Destacó Micher que en el Distrito Federal se ha salvado la vida de más de 23 mil mujeres que han tenido acceso a la ILE, pues se han librado de ponerse en manos de gente no capacitada para interrumpir un embarazo no deseado por medio de prácticas clandestinas. Todo lo contrario, dijo la funcionaria, se les da a las mujeres del DF la oportunidad de que decidan. Además, resaltó hay más de 33 mil consultas, lo cual deja claro que la gente necesita información y al conocerla decide realizar o no la interrupción.

LA INICIATIVA

La reforma aprobada hoy modifica el Artículo primero de la Constitución del estado de Guanajuato y establece que “persona es todo ser desde el momento de la concepción”.

Fue presentada el 26 de abril de 2007 por el PAN pero, indica a Cimacnoticias Ángeles López, presidenta del Centro de Derechos Humanos Victoria Diez, estuvo congelada y no se reactivó hasta octubre de 2008, ya que las acciones que realizaron las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) pudieron detenerla.

Fue hasta hace dos días, asegura Ángeles, que la Comisión de puntos Constitucionales que preside el panista y ultra conservador Gerardo de los Cobos, que tomaron la decisión de subirla al pleno para su votación, “porque la consideraban una reforma de buenas costumbres y anteponiendo su ideología decidieron que no era necesario hacer una consulta ciudadana”.

Para el Centro de Derechos Humanos Victoria Diez, esta reforma viola los derechos humanos y tal modificación traerá graves consecuencias en la vida de las mujeres guanajuatenses, debido a que hay una confusión en cuanto a ser titular del derecho a la vida y proteger la vida, contraviene la interpretación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), la cual solo puede ser modificada por el pleno de la Corte o por el poder constituyente permanente.

Además, impone la instrumentalización a las mujeres, indica el documento del Centro de Derechos Humanos Victoria Diez, hay una gran incoherencia, ya que se quiere reconocer “al concebido, no nacido” como ‘persona’ con titularidad de derechos a costa de desconocer, arrancar y desaparecer los derechos de las mujeres que son personas reconocidas por la Constitución.

Por otro lado, va en contra de los derechos humanos, los tratados internacionales y las recomendaciones al Estado mexicano por parte de organismos internacionales, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

También criminaliza a las mujeres que utilizan métodos anticonceptivos, poniendo en incertidumbre jurídica y riesgo a las mujeres que utilizan el Dispositivo Intra-Uterino (DIU) y al personal de salud.

AGRAVIO COMPARADO

Ante la inminente aprobación de este cambio constitucional, las organizaciones civiles de Guanajuato solicitaron hace dos días al Sistema Nacional para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, a través de su Secretaria Ejecutiva del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) que, en virtud de que en Guanajuato existe una restricción, en comparación con el Distrito Federal, para el tratamiento del aborto, se solicita la reforma del Código Penal de Guanajuato en el capítulo de aborto para homologarlo con el correlativo del Código Penal del Distrito Federal en donde se reconoce el derecho de las mujeres a la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) en las primeras 12 semanas de gestación.

Todo ello, con fundamento en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y del reglamento de la misma, pues en Guanajuato dicha norma no ha sido armonizada.

Piden también que cese la negativa y posterior investigación, persecución y encarcelamiento de las mujeres que solicitan o se realizan un aborto en Guanajuato, pues son consideradas delincuentes y no ciudadanas con derechos.

Indican las OSC que las recientes publicaciones de las organizaciones Human Rights Watch y Las Libres documentaron que en el estado de Guanajuato, del año 2000 a la fecha, más de 130 mujeres han sido procesadas por aborto.

Por tanto, solicitan que se declare la alerta de violencia de género por Agravio Comparado contra las mujeres en el estado de Guanajuato, por la vigencia de un cuerpo normativo que transgrede los derechos humanos de las mujeres, en comparación con la normatividad vigente en el Distrito Federal.

En el boletín de prensa distribuido para dar a conocer la petitoria del Agravio Comparado al Instituto Nacional de las Mujeres, considera en Guanajuato hay una falta de mecanismos e instrumentos normativos para que se pueda practicar el aborto legal, dejando a las mujeres del estado en condiciones de desprotección, pues no basta con establecer la posibilidad de abortar en ciertos casos, sino que se requiere también de los mecanismos para exigir el acceso al aborto legal.

Luego de la sesión del Congreso de Guanajuato, que aprobó la reforma que adjudica personalidad jurídica al producto de la concepción, la Directora general del Inmujeres-DF declaró a Cimacnoticias que el agravio comparado es una esperanza para todas las mujeres, pues es un instrumento que sirve para que en aras de la igualdad de la que habla el Artículo cuarto de la Constitución, a las mujeres no se castigue de manera distinta a quienes cometen delitos en nuestra contra, como abuso sexual, violencias hacia la mujeres, incumplimiento de la pensión alimenticia, entre otros.

Por lo tanto, manifestó “no le podemos seguir permitiendo al Estado que siga agraviando nuestros derechos”, por lo que hay que analizar el trámite el Agravio Comparado, presentado por las organizaciones de Guanajuato hace un par de días ante el Instituto Nacional de las Mujeres.

El primer paso está dado, explica Micher. Lo analizarán y si es necesario se fundamentará menor. Posteriormente se citará a los 32 institutos de las mujeres de la República, más una decena de dependencias que están involucradas y se discute el caso.

Dependiendo de esa reunión, el secretario de Gobernación, en este caso Francisco Gómez Mont, presidente del Sistema, tendrá que emitir una especie de comentario o recomendación al estado donde se estén agraviando a nuestros derechos.

Consideró, además, que el agravio comparado se podrá llevar a todos los estados donde ya se dio la aprobación de esta reforma, porque no hay un límite del uso de la figura, pero hay que empezar a trabajar con un grupo de abogados y especialistas en el tema, quienes ya están analizando el agravio que presentaron las organizaciones civiles de Guanajuato.

Finalmente, Micher consideró que la estrategia que tienen los panistas es el modificar las constituciones locales, para que se modifiquen los códigos penales, entonces al modificar la constitución local, el Código Penal no podría estar por encima de la constitución local.

Tal es la estrategia, pero esperamos, dijo Micher, que no se dé marcha atrás en lo ya ganado en los códigos penales, que contempla excepciones para permitir el aborto, como la violación, las malformaciones congénitas del producto, el riesgo de vida de la mujer, entre otras. De realizarse el veto a lo aprobado hoy, el Gobernador no podrá publicar en el Diario oficial de la entidad esta ley.
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Prostitución, otra forma de explotación en la sociedad de clases

APORTES PARA EL DEBATE DE LA PROSTITUCIÓN
Por: Bárbara Areal/ El Militante
Que desde las filas de la burguesía se alcen cada día más voces defendiendo que las relaciones sexuales entre seres humanos son un terreno más que explotar para la obtención de beneficios, tiene su lógica. Desde su punto de vista, los oprimidos no merecen más consideración que la maquinaria o materia prima que albergan sus fábricas. Otras prácticas habituales como la explotación infantil demuestran que en su concepción de la sociedad, los sectores más débiles y desprotegidos también son despojados del derecho a una vida plena y feliz.

Sin embargo, cuando desde las direcciones de organizaciones construidas por los trabajadores se reivindica la prostitución como una "actividad laboral" más, estamos ante una de las expresiones más repugnantes de su bancarrota ideológica.


Tal es el caso del Grupo Parlamentario de IU-ICV, que en febrero de este año defendió la necesidad de impulsar una regulación que ofrezca garantías sociales, laborales y de seguridad para las mujeres y hombres que ejerzan en el negocio del sexo de manera voluntaria. O de la dirección de CCOO, que el pasado junio, en la presentación de un libro titulado Derechos de ciudadanía para trabajadoras y trabajadores del sexo, nos explicaba por boca de la profesora Ruth Mestre, que la prostitución es un trabajo porque "se utilizan energías para satisfacer necesidades básicas". Esa es la clave, hacer un negocio, mercantilizar las necesidades básicas de los seres humanos. Se trata de la misma lógica que les lleva a admitir que empresas privadas tienen derecho a explotar necesidades tan elementales e imperiosas para las personas como la atención médica o la educación. Desde su punto de vista, el derecho de los capitalistas a obtener beneficios está por encima de cualquier otra consideración, incluso la salud y el bienestar emocional de los individuos.

Estos elementos que se definen de izquierdas y progresistas, en realidad están profundamente intoxicados por la ideología burguesa, admitiendo como verdades las mentiras que el capital fabrica para seguir sometiendo a nuestra clase. De hecho, su coartada ideológica en el debate sobre la legalización de la prostitución es la voluntariedad con la que muchas mujeres y también hombres, ejercen este "oficio". Hace muchos años ya que Marx y Engels desmontaron la falacia de que bajo el capitalismo las personas son libres de elegir. Explicaron que si bien, a diferencia de la esclavitud o la servidumbre, el asalariado no es propiedad de un capitalista individual, el conjunto de la clase obrera es propiedad del conjunto de la clase capitalista, ya que está condenada a vender su fuerza de trabajo en el mercado laboral para poder subsistir. Es francamente trágico, que encaramados sobre las siglas de organizaciones obreras como IU o CCOO, encontremos individuos que hablen de voluntariedad en el ejercicio de la prostitución, cuando estudios independientes afirman que el 90% de las mujeres afectadas son inmigrantes, en muchos casos en situación irregular, explotadas por mafias sin escrúpulos.

Abolir la prostitución y la sociedad de clases

Es más, a pesar de ser conocida popularmente como "el oficio más antiguo del mundo", la prostitución no ha existido siempre. Semejante afirmación, al igual que otras como "siempre ha habido pobres y ricos", no sólo es engañosa, también interesada. Nos da a entender que las cosas siempre han sido y serán así. Sin embargo, tal y como Engels demostró en su texto El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, antes de la sociedad dividida en clases existió el comunismo primitivo: "Sin soldados, gendarmes ni policía; sin nobleza, reyes, gobernadores ni prefectos; sin jueces, cárceles ni procesos". Los instrumentos de coerción no eran necesarios, ya que hombres y mujeres eran iguales en derechos, no existía la explotación del hombre por el hombre ni la opresión de la mujer.

La prostitución era por tanto inconcebible, tanto como el hambre de unos frente a la opulencia de otros. Fue la aparición de excedentes en la producción y el nacimiento de la propiedad privada, lo que introducirá diferencias entre los miembros de una misma comunidad, abriendo así la puerta a la desigualdad, al sometimiento de una parte de la sociedad por otra, a la opresión de la mujer, a la mercantilización de todas las facetas de la vida humana: el trabajo, la alimentación o las relaciones familiares y sexuales. La prostitución, que no es más que una variedad de explotación, es una consecuencia más de la sociedad dividida en clases, al igual que la pobreza y la opresión.

En el fondo, la defensa de ideas como el reconocimiento de "actividad laboral" de la prostitución, no es más que otra consecuencia del abandono por parte de los dirigentes reformistas de las organizaciones obreras de la lucha por acabar con la sociedad dividida en clases, o lo que es lo mismo, de su convencimiento de que el capitalismo es el mejor de los sistemas posibles.

Que algo exista, incluso aunque sea desde hace mucho tiempo, no lo hace ni justo ni aceptable. Seguramente desde los escaños del Parlamento o desde los despachos enmoquetados de la sede confederal de un sindicato, la prostitución se ve desde una "perspectiva" distinta a la de un bar de alterne o una calle oscura. Nunca, desde el marxismo revolucionario, cuestionaremos la indudable dignidad de las mujeres, hombres y niños obligados a prostituirse para sobrevivir. Por el contrario, precisamente porque consideramos que el hecho de ser un ser humano, sin distinciones de sexo, raza o clase, confiere a cualquier individuo el derecho inalienable a una vida digna y plena, luchamos no sólo por un salario decente, por el acceso a una vivienda digna, por disfrutar de una enseñanza y una sanidad pública y de calidad; también exigimos el acceso real a la cultura, al arte, al tiempo libre, a la afectividad y sexualidad libre, a todo aquello que nos hace realmente humanos. Queremos el pan, y también las rosas. Por eso combatimos por la abolición de la lacra de la prostitución, en todas sus manifestaciones.

Nuestra moral es una moral revolucionaria, que se basa en todo aquello que sirve para hacer avanzar la lucha de los oprimidos por su liberación. Por ello nos permitimos dudar de la dignidad de aquellos que, desde su cómodo estatus social y material obtenido a través de un sindicato o un partido obrero, se emancipan individualmente a cambio de defender la perpetuación de la opresión de la clase a la que dicen representar.
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Sin feminismos, otro mundo no es posible

Por: Alba Facio - La Ciudad de las Diosas

A pesar de haber sido uno de los movimientos más importantes del siglo XX, el movimiento feminista1, ha sido vilipendiado por la mayoría de los medios de comunicación, historiadores y líderes de otros movimientos sociales. Tanto así que, ni las mismas mujeres que hoy gozan del derecho a ser electas, de salirse de un matrimonio violento, o de compartir la responsabilidad parental, le reconocen al feminismo estos logros. Y peor aún, en el imaginario social, el feminismo es la inversión del machismo o sinónimo de “depravación” sexual.


No es de extrañar, entonces, que todavía haya muchas personas que, a pesar de estar realmente comprometidas con la justicia social, crean que otro mundo es posible aunque en él se mantengan intactas las estructuras de género gracias a las cuales, la salud de un bebé, de un bosque o de un manto acuífero están menos protegidas que la propiedad intelectual o el agua embotellada, porque no contribuyen al aumento del PIB.

Creo que sin los aportes de las teorías feministas, otro mundo no es posible. Mientras se mantengan las condiciones que posibilitaron el que unos hombres se apropien del trabajo de otras personas y del planeta mismo, aunque se logre implantar sistemas más justos y democráticos en ciertos espacios, éstos serán sólo temporales. ¿Qué mejor ejemplo de esto que el final del Siglo XX? En vez de seguir por el camino de lograr una cierta justicia social, hoy vamos devolucionando hacia una desigualdad aún mayor debido a que no se erradicó la creencia de que el desarrollo de un país se mide en dólares.

¿Y cómo se llegó a esa concepción de desarrollo? Algunas vertientes del feminismo afirman que fue gracias a que ya existía la idea de que producir cosas vale más que producir vida. Pero, ¿cómo se instauró esa idea? Estas vertientes nos explican que, debido a que las mujeres tenemos el enorme poder de reproducir la vida humana en nuestros propios cuerpos, algunos hombres se dieron cuenta que para instaurarse como superiores, tenían que controlar ese poder. Para lograrlo tenían que controlar a todas las mujeres y, eso sólo lo podían hacer estableciendo un sistema de división dicotómica de roles sexuales, que se fue haciendo más y más complejo, pero que necesitó de un pensamiento dicotómico que estableciera muy claramente que los hombres y las mujeres eran seres humanos con características opuestas.

Una vez establecido esto, no fue tan difícil infravalorar todo lo asociado con lo femenino, como lo es la naturaleza, el cuido, la nutrición, etc. El costo del mantenimiento de este sistema es que al asociar a la naturaleza con el lado femenino de las dicotomías, ésta se convierte en un ente a dominar y controlar. Y así como se puede dominar, explotar y controlar a las mujeres y a la naturaleza, también se puede controlar y explotar a otros hombres. Con esta lógica dicotómica, jerarquizada y sexualizada, después de milenios de despreciar los valores femeninos, en el imaginario mundial actual, amamantar vale menos que producir alimentos en una granja. Pero esto último vale menos que construir tractores para esa granja, que vale menos que construir armas para proteger a los dueños de esos tractores, granjas e hijos/as.

En síntesis, lo que nos enseñan muchos feminismos es que mientras se crea que la superioridad o centralidad de lo masculino es natural, o mandato divino, siempre existirá el peligro de que se extienda ese razonamiento a algunos o muchos hombres y a otros seres que pueden ser inferiorizados/feminizados. Es obvio entonces que todos los hombres que quieran una justicia duradera, deberían preocuparse por eliminar los valores patriarcales con sus consecuentes actitudes machistas. Para ello es imprescindible dejar de despreciar o desconocer el potencial transformador de las teorías y prácticas feministas.

Esto no es tarea fácil, pues los aportes de los feminismos son constantemente invisibilizados o tergiversados. No es de extrañar que los diccionarios definan el feminismo desde el punto de vista masculino, como “una doctrina social que concede a la mujer igual capacidad y los mismos derechos que a los hombres”2, como si ser igual a los hombres fuera la mayor aspiración de las mujeres. Al poner al hombre como modelo de lo que quieren las mujeres, esta definición ignora la variedad de explicaciones, que desde múltiples feminismos, han demostrado cómo la centralidad de lo masculino en todas las estructuras sociales, políticas, espirituales y económicas ha redundado en tanta desarmonía e infelicidad para todos los seres de nuestro planeta.

El feminismo es mucho más que una doctrina social; es un movimiento social y político, una teoría y una epistemología que parte de la toma de conciencia de que las mujeres, entendidas como colectivo humano, estamos subordinadas, discriminadas y/o oprimidas por el colectivo de hombres en el patriarcado, sistema que es anterior a todas las formas de explotación y que por lo tanto es necesario erradicar para lograr una justicia social duradera.

El feminismo no se circunscribe a luchar por los derechos de las mujeres, sino a cuestionar profundamente y desde una perspectiva nueva3, todas las estructuras de poder, incluyendo, pero no reducidas a, las de género. De ahí que cuando se habla de feminismo, se aluda a profundas transformaciones en la sociedad que afectan necesariamente a hombres y mujeres.

Las feministas, como ya lo insinué, pensamos que los hombres que pertenecen a colectivos subordinados, oprimidos y/o discriminados por su raza, etnia, clase, edad, orientación sexual, discapacidad, etc. podrían enriquecer su accionar político a partir de un análisis feminista de sus privilegios de género, para entender cómo y cuánto éstos contribuyen a la manutención de su propia discriminación. Más importante aún, para llegar a la raíz de este sistema de opresión que hoy llamamos capitalismo neoliberal.

Los feminismos tampoco “concede(n) a la mujer igual capacidad y los mismos derechos que a los hombres". Al contrario, partiendo de las experiencias vitales de las mujeres, cuestionan profundamente todas las estructuras que han mantenido al hombre como el modelo de lo humano y ser supremo en este planeta. A partir de este cuestionamiento, los distintos feminismos buscan cómo eliminar las desigualdades. Esta aspiración no es una de asemejar a las mujeres con los hombres, sino la de una igualdad que se logra transformando las estructuras que mantienen a unos hombres como centrales a la experiencia humana, a costa de la exclusión de todos los seres que no comparten su sexo, raza, clase, sexualidad, etc.

Además, no se puede hablar de “feminismo” en singular, ya que existen distintas vertientes. Es precisamente su pluralidad ideológica y de prácticas la que permite comprender cómo y cuán profundamente la ideología patriarcal permea todas las cosmovisiones y hasta nuestros sentimientos más íntimos. En esta gran variedad de feminismos hay consensos y disensos, como en cualquier otra corriente de pensamiento o como en cualquier otro movimiento social, pero creo que en todos los feminismos transformadores se pueden encontrar algunos elementos o principios comunes que desarrollaré en otros artículos.
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Raperas Antiimperialistas desde la Venezuela Bolivariana

viernes 8 de mayo de 2009

Fuente: Juventud SurVersiva

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Declaración de los Derechos de la MUJER y de la CIUDADANA

Olympe de Gouges, 1789

Para ser decretados por la Asamblea nacional en sus ultimas sesiones o en la próxima legislatura.
PREÁMBULO
Las madres, hijas, hermanas, representantes de la nación, piden que se Tas constituya en asamblea nacional. Por considerar que la ignorancia, el olvido o el desprecio de Tos derechos de la mujer son las únicas causas de los males públicos y de la corrupción de 105 gobiernos, han resuelto exponer en una declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados de la mujer a fin de que esta declaración, constantemente presente para todos los miembros del cuerpo social les recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes, a fin de que los actos del poder de las mujeres y los del poder de los hombres puedan ser, en todo instante, comparados con el objetivo de toda institución política y sean más respetados por ella, a fin de que las reclamaciones de las ciudadanas, fundadas a partir de ahora en principios simples e indiscutibles, se dirijan siempre al mantenimiento de la constitución, de las buenas costumbres y de la felicidad de todos.

En consecuencia, el sexo superior tanto en belleza como en coraje, en los sufrimientos maternos, reconoce y declara, en presencia y bajo 105 auspicios del Ser supremo, los Derechos siguientes de la Mujer y de la Ciudadana.


ARTÍCULO PRIMERO

La mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos, Las distinciones sociales sólo pueden estar fundadas en la utilidad común.

II

El objetivo de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles de la Mujer y del Hombre; estos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y, sobre todo, la resistencia a la opresión.

III

El principio de toda soberanía reside esencialmente en la Nación que no es más que la reunión de la Mujer y el Hombre: ningún. cuerpo, ningún individuo, puede ejercer autoridad que no emane de ellos.

IV

La libertad y la justicia consisten en devolver todo lo que pertenece a los otros; así, el ejercicio de los derechos

naturales de la mujer sólo tiene por límites la tiranía perpetua que el hombre le opone; estos límites deben ser corregidos por las leyes de la naturaleza y de la razón.

V

Las leyes de la naturaleza y de la razón prohiben todas las acciones perjudiciales para la Sociedad: todo lo que no esté prohibido por estas leyes, prudentes y divinas, no puede ser impedido y nadie puede ser obligado a hacer lo que ellas no ordenan.

VI

La ley debe ser la expresión de la voluntad general; todas las Ciudadanas y Ciudadanos deben participar en su formación personalmente o por medio de sus representantes. Debe ser la misma para todos; todas las ciudadanas y todos los ciudadanos, por ser iguales a sus ojos, deben ser igualmente admisibles a todas las dignidades, puestos y empleos públicos, según sus capacidades y sin más distinción que Ja de sus virtudes y sus talentos.

VII

Ninguna mujer se halla eximida de ser acusada, detenida y encarcelada en los casos determinados por la Ley. Las mujeres obedecen como los hombres a esta Ley rigurosa.

VIII


La Ley sólo debe establecer penas estricta y evidentemente necesarias y nadie puede ser castigado más que en virtud de una Ley establecida y promulgada anteriormente al delito y legalmente aplicada a las mujeres.

IX


Sobre toda mujer que haya sido declarada culpable caerá todo el rigor de la Ley.

X


Nadie debe ser molestado por sus opiniones incluso fundamentales; la mujer tiene el derecho de subir al cadalso; debe tener también igualmente el de subir a la Tribuna con tal que sus manifestaciones no alteren el orden público establecido por la Ley.

XI

La libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones es uno de los derechos más preciosos de la mujer, puesto que esta libertad asegura la legitimidad de los padres con relación a los hijos. Toda ciudadana puede, pues, decir libremente, soy madre de un hijo que os pertenece sin que un prejuicio bárbaro la fuerce a disimular la verdad; con la salvedad de responder por el abuso de esta libertad en los casos determinados por la Ley.

XII

La garantía de los derechos de la mujer y de la ciudadana implica una utilidad mayor; esta garantía debe ser instituida para ventaja de todos y no para utilidad particular de aquellas a quienes es confiada.

XIII

Para el mantenimiento de la fuerza pública y para los gastos de administración, las contribuciones de la mujer y del hombre son las mismas; ella participa en todas las prestaciones

personales, en todas las tareas penosas, por lo tanto, debe participar en la distribución de los puestos, empleos, cargos, dignidades y otras actividades.

XIV


Las Ciudadanas y Ciudadanos tienen el derecho de comprobar, por sí mismos o por medio de sus representantes, la necesidad de la contribución pública. Las Ciudadanas únicamente pueden aprobarla si se admite un reparto igual, no sólo en la fortuna sino también en la administración pública, y si determinan la cuota, la base tributaria, la recaudación y la duración del impuesto.

XV

La masa de las mujeres, agrupada con la de los hombres para la contribución, tiene el derecho de pedir cuentas de su administración a todo agente público.

XVI

Toda sociedad en la que la garantía de los derechos no esté asegurada, ni la separación de los poderes determinada, no tiene constitución; la constitución es nula si la mayoría de los individuos que componen la Nación no ha cooperado en su redacción.

XVII

Las propiedades pertenecen a todos los sexos reunidos o separados; son, para cada uno, un derecho inviolable y sagrado; nadie puede ser privado de ella como verdadero patrimonio de la naturaleza a no ser que la necesidad pública, legalmente constatada, lo exija de manera evidente y bajo la condición de una justa y previa indemnización.

EPÍLOGO


Mujer, despierta; el rebato de la razón se hace oír en todo el universo; reconoce tus derechos. El potente imperio de la naturaleza ha dejado de estar rodeado de prejuicios, fanatismo, superstición y mentiras. La antorcha de la verdad ha disipado todas las nubes de la necedad y la usurpación. El hombre esclavo ha redoblado sus fuerzas y ha necesitado apelar a las tuyas para romper sus cadenas. Pero una vez en libertad, ha sido injusto con su compañera. ;Oh, mujeres! ¡Mujeres! ¿Cuando dejaréis de estar ciegas? ¿Qué ventajas habéis obtenido de la revolución? Un desprecio más marcado, un desdén más visible. [...] Cualesquiera sean los obstáculos que os opongan, podéis superarlos; os basta con desearlo.
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La MUJER como SUJETO ¿Utopía o Realidad?

Por: María Novo

¿Para qué sirve la utopía?
Para eso sirve: para caminar.
Eduardo Galeano

Abordar la cuestión de la mujer como sujeto significa examinar, aunque sea brevemente, el papel que las sociedades patriarcales de los últimos siglos han otorgado a las mujeres, al trabajo femenino, y a sus aportaciones al conjunto de la vida social y productiva.

El ámbito temporal de nuestro análisis será, consecuentemente, el de la Modernidad. Un tiempo presidido por una visión cartesiana, dualista, del mundo, cuyos valores dominantes en el plano social, definidos desde la visión masculina y occidental del mundo, tuvieron la pretensión se servir como valores universales que alcanzasen a todos los seres humanos (pretensión que, por cierto, se sigue manifestando desde quienes tienen el poder en la sociedad de la globalización). La Modernidad es, por tanto, un momento histórico y una cosmovisión esencialmente dominadores para el colectivo femenino, en todas las culturas.


Pero también es el escenario en el que se desarrolla con mayor fuerza el proceso emancipador de las mujeres, verdaderas resistentes, pioneras en la lucha por hacer el planeta más equitativo y habitable. Ellas anticipan, como espero poder mostrar más adelante, muchos de los valores del actual pensamiento postmoderno, valores que, denominados tradicionalmente “femeninos”, hablan de la no violencia, del cuidado de la naturaleza y de lo pequeño, de la comunicación..., y se han convertido en propuestas morales que alcanzan a hombres y mujeres para la construcción de un planeta más equilibrado ecológica y socialmente.

Algunas aclaraciones terminológicas me parecen oportunas antes de entrar de lleno al tratamiento del tema. En concreto, sobre lo que entiendo por Modernidad y Postmodernidad, sobre el concepto de paradigma y también en cuanto al significado que doy en el texto a los citados “valores femeninos”.

Comencemos, pues, por estos últimos, para decir que, bajo esa denominación, me referiré a valores generalmente vivenciados y expresados por las mujeres, que pretenden iluminar la moral directa, subjetiva y práctica, de la vida (frente a la eticidad abstracta del Estado o de la sociedad), con la peculiaridad de que, bajo mi punto de vista, tales valores no son patrimonio exclusivo de las mujeres y, cada vez más, resultan ser compartidos por algunos hombres que participan de ellos e intentan rediseñar sus comportamientos consecuentemente.

También me gustaría aclarar que utilizo el concepto de paradigma en el sentido de cosmovisión, de un conjunto de modelos de interpretación del mundo y de formas de comprenderse en ese mundo.

En cuanto a la Modernidad y la Postmodernidad, a las que me referiré más adelante, ambos conceptos, sobre todo el segundo, están bastante contaminados por adherencias ideológicas, por lo que encuentro necesario clarificar que la primera, la Modernidad, es entendida en este trabajo fundamentalmente como el movimiento cultural que nace en los siglos XVI y XVII de la mano de la nueva ciencia positiva, movimiento que se consolida en la Ilustración y que, en los siglos posteriores, incurre en una serie de excesos que conducen históricamente al triunfo desmedido de la economía neoliberal, al dominio de lo grande sobre lo pequeño, al aplastamiento del mundo emocional a manos de la razón, y al éxito de la economía frente a la ética y la ecología. Dicho muy rápidamente, éste sería el diagnóstico final de una Modernidad tardía que todavía estamos viviendo.

La Postmodernidad (también llamada Contramodernidad, Ultramodernidad...) es entendida en esta reflexión no tanto como un período histórico que sucede a la Modernidad cuanto como una corriente de pensamiento y acción inscrita en la misma; un movimiento de contestación de los supuestos modernos, que ya encontramos en el Romanticismo, en las Vanguardias artísticas, en los movimientos contraculturales del siglo XX. Esencialmente, el pensamiento postmoderno nos permite ver la historia de nuestro tiempo como un repertorio de teorías emancipatorias no cumplidas. Auswich, Hiroshima, son hitos que marcan ese incumplimiento sin retorno, pero también lo son, en el plano ambiental, Chernobil, Bhopal... Por no hablar de cuestiones de tipo estructural, como el desequilibrio Norte-Sur en el acceso a los recursos naturales y culturales.

El cambio de la añoranza de la unidad a la apología de la diversidad constituye la modificación más drástica producida en el tránsito de la Modernidad a la Postmodernidad. Lo postmoderno se ha ido abriendo paso como otra forma de ver la vida y de estar en ella. Si yo tuviera que expresarlo (y debo hacerlo, con la brevedad que requiere este artículo) diría que consiste en ver el mundo desde dentro y no desde fuera; en contemplarlo desde abajo y no desde arriba; en vivirlo desde las orillas y no desde la centralidad hegemónica que caracteriza a nuestro tiempo; también en aceptar la complejidad y pluralidad de lo vivo como una riqueza que debe ser respetada y cultivada.

Y, aclaradas estas cuestiones conceptuales, nada mejor para entrar al tema que hacerlo desde esas mismas orillas, las que contienen todo aquello que el sistema no considera central (hoy día podría decirse que, en la sociedad de la globalización, todo lo que no cotiza en el mercado...). Y el trabajo femenino, tal como se desarrolla mayoritariamente en el mundo, es un quehacer de cuidado que el mercado no ve. Merece la pena detenerse y hablar de ello.

¿Qué paradigma rige la sociedad patriarcal?

Históricamente, el paradigma patriarcal ha sido antropocéntrico y, consecuentemente, androcéntrico. Ha estado basado en la idea de dominio, que unas veces se ha explicitado como dominio a la naturaleza y otras como dominio de unos seres humanos por otros, en el caso que nos ocupa de los hombres sobre las mujeres.

A lo largo de nuestra historia, hay un gran paralelismo en la consideración cultural que se da a la naturaleza y la que se adjudica a la mujeres: sus trabajos se entienden como “improductivos” en el sentido clásico, porque consisten básicamente en producir y reproducir vida, tareas ambas consideradas pasivas, desde un extraño planteamiento que identifica “pasividad” con “no agresividad”, una de las muchas señas de identidad de lo moderno.

Tradicionalmente, el trabajo de las mujeres ha tendido de forma generalizada a satisfacer las necesidades básicas de la existencia humana. Esto comprende desde la producción de alimentos hasta el trabajo doméstico, tareas que, mayoritariamente, se realizan en el marco del hogar y de las comunidades .

Pero el modo de producción del trabajo doméstico produce valores de uso que se consumen en la familia y no pueden ser vendidos en el mercado (no toman la forma de mercancías). Las mujeres han tenido y tienen, consecuentemente, muchas menos posibilidades que los hombres para convertir su trabajo en ingresos, los ingresos en capacidad de elección, y la capacidad de elección en bienestar personal


Mujer y Naturaleza: las grandes invisibles

Las condiciones sociales y de desarrollo de la sociedad moderna determinan así la invisibilidad de la naturaleza y de la mujer, fundamentalmente, en este segundo caso, en lo que respecta al trabajo femenino no asalariado, a las actividades de reproducción y cuidado de la vida. Ello se produce, seguramente, porque las prestaciones que una y otras ofrecen no producen unas plus valías inmediatas y se concretan, en gran parte, en bienes intangibles y valores que no cotizan en bolsa.

En lo que respecta a la naturaleza, cuanto más efectivamente se mantienen los ciclos vitales, como procesos ecológicos esenciales, más invisibles se tornan. La alteración es violenta y visible; el equilibrio y la armonía se experimentan, no se ven” .

La invisibilidad de ambas, en el marco de la racionalidad instrumental propia del pensamiento moderno, las conduce, de facto, a una cierta reificación, en el sentido de que tanto la naturaleza como la mujer son contempladas como objetos subordinados a los intereses que, en la sociedad patriarcal, definen los hombres: explotación de los recursos, transformación del medio natural, organización de la vida en las fábricas y las empresas, acceso a los puestos directivos en la política y la administración del Estado, y adjudicación de valor a los trabajos que tienen lugar en el ámbito del hogar y a quienes los ejecutan.

El panorama que nos ha legado este comportamiento es muy preocupante. Aunque en el Norte del planeta la situación ha cambiado bastante, contemplado en términos generales ofrece datos que obligan a reflexionar: de los más de 1.000 millones de personas que viven con menos de un dólar diario en el mundo, alrededor del 70% son mujeres, las más pobres entre los pobres, privadas no sólo del acceso a los recursos que se deriva de su condición económica, sino también, en muchos casos, sufriendo la doble discriminación que les niega el acceso a la educación (también el 70% de los analfabetos del mundo son mujeres) y a las decisiones en la comunidad, en función de su condición femenina.

Invisibles, y tanto, naturaleza y mujer se ven así afectadas por una cultura patriarcal de dominio ante la cual conviene recordar, con Habermas, que la consideración de la primera como sujeto, como una “naturaleza fraternal”, exige ver a “los otros” (también a la mujer) igualmente en su calidad de sujetos, es decir, dotarles de visibilidad


El economicismo como seña de identidad de lo moderno


La historia de la Modernidad es la del triunfo de los valores económicos sobre cualquier otro, el escenario de una invasión de la economía a otros territorios (la política, las relaciones sociales...). También es la etapa de mayor destrucción de naturaleza por parte de los seres humanos organizados. Se destruye naturaleza reduciendo ésta a la categoría de materias primas y mercancías (el concepto tan extendido de “recursos naturales” es bien expresivo al respecto) y se presta especial atención al nivel de vida de personas y comunidades, que es definido en términos económicos, al tiempo que la sociedad hace el encargo de mantener ese nivel de vida, por norma general, a los hombres.

Lo moderno es también etnocéntrico

El paradigma reinante es, en estos siglos, marcadamente etnocéntrico. Se basa en el dominio de Occidente y de la forma de ver el mundo occidental sobre el resto del planeta. Y se afianza sobre una ilusión: la reproducción de Occidente por el Occidente mismo . También en una pasión un tanto viajera: conocer el mundo, nombrarlo (apropiarse de él) y regresar a casa. Esta es una pasión típicamente masculina, ligada al macrocosmos, frente a la pasión femenina, generalmente más ligada al microcosmos, en la que prima sobre la visión general una visión particular: ver “nuestro” mundo, nombrarlo (ser de él, hacernos parte de él) y vivir en solidaridad con cuanto nos rodea.

Este afán de conocimiento/apropiación del mundo, característico del hombre blanco occidental, toma forma, en nuestra Modernidad, en el modelo ilustrado de la lógica de la razón, un modelo que, si bien inicialmente fue liberador respecto de los mitos religiosos, en su devenir cayó en el exceso de creer que todo se reduce, finalmente, a una cuestión epistemológica: que la vida es, esencialmente, un objeto de conocimiento (más que una ocasión para el sentimiento, la experiencia, la compasión...), que conocer ya es amar; concluyendo en una idea y una práctica que recorren nuestro tiempo: el conocimiento como poder.

El conocimiento descriptivo, analítico, de la realidad, ha formado parte esencial del modelo reduccionista de la ciencia moderna, lo cual, en sí mismo, no deja de ser útil a los fines de la ciencia misma. El problema es que ese paradigma científico ha ido invadiendo otros territorios que no le eran propios. El mundo socio-cultural, la vida familiar, los roles masculino y femenino, se han visto afectados, así, por un mito racionalista que fue arrinconando el valor de los afectos, la importancia de la naturaleza, la complejidad de lo vivo, el papel no antagónico sino complementario de los contrarios... De ahí a un ideal de homogeneización no hay más que un paso: el que se ha dado en la última etapa de la Modernidad, una etapa que ha visto más destrucción de diversidad ecológica y cultural que el resto de nuestra historia.

¿Cómo ve el hombre moderno a la mujer?

Con los riesgos que tiene toda generalización, parece posible afirmar que, en este escenario, el hombre ve a la mujer esencialmente como objeto del discurso. La contempla con una mirada desde fuera que, al igual que sucede con la naturaleza, es una mirada colonizadora.

Socialmente, la dedicación generalizada de las mujeres a la reproducción y producción doméstica, ha reducido la capacidad de disponer de sus capacidades para dirigirlas al trabajo remunerado, de modo que, cuando las mujeres desempeñan el trabajo doméstico de forma exclusiva, acceden a los recursos por medio de otra persona, lo que hace que se las vea como un colectivo “improductivo” y dependiente, pese a la carga de trabajo que soportan. Aquellas otras que optan por realizar además una actividad en la esfera mercantil tienen que soportar la presión que supone el desempeño de la doble función. Todo ello hace que, tanto la dependencia económica como la presión funcional que supone la doble tarea, representen una amenaza para su autonomía personal y una dificultad añadida para que su actividad sea percibida adecuadamente desde el mundo masculino.

La resistencia femenina y los esfuerzos de tantas y tantas mujeres para cambiar el estado de la cuestión han logrado que la sociedad patriarcal aceptase lo que aparentemente es un status de igualdad en el campo socio-laboral pero que, visto más sutilmente, resulta ser tan sólo la incorporación de la mujer a un mundo de valores y prácticas masculinos (tanto en las ofertas a las que se puede acceder en el empleo, como en los aspectos proyectuales, en los horarios, en los valores que priman en las empresas...). La situación nos lleva a una pregunta: ¿Es coherente con la utopía femenina una liberación del “segundo sexo” producida al precio de parecerse al “primero”...?

Está claro que queda mucho camino por recorrer. Las mujeres hemos conquistado un espacio, hemos ocupado un “nicho ecológico” en un mundo regido por la lógica masculina, pero tenemos pendiente la redefinición de las reglas del juego y, lo que es muy importante, la conquista del tiempo, la posibilidad de vivir y proyectar la vida en tiempos largos, circulares, más cercanos a la lógica de la naturaleza. Tiempos para relacionarnos en una escucha compartida, para contemplar la vida sin prisas..., tiempos en los que pueda florecer el diálogo, el silencio, la compañía..., los bienes relacionales que se producen sin costo alguno y son tan placenteros.

¿Y las mujeres? ¿Cómo se perciben las mujeres a sí mismas?

De un modo bastante diferente a cómo la ve el hombre, la utopía femenina de los últimos siglos ha consistido, precisamente, en ese modo de verse, de reconocer su propia identidad, que la mujer ha desarrollado desafiando a las condiciones del entorno. Una utopía-guía necesaria y motivadora ha señalado a las mujeres su condición de sujetos de un proceso. Históricamente, esto ha significado para la mujer el cultivo de la mirada desde dentro y la practica del duro ejercicio de construcción de su propia identidad en un entorno social que le señalaba (y señala) roles con los que no se identifica.

El discurso femenino viene creciendo así al calor de una deconstrucción y reconstrucción autónoma con la que se pretende sustituir los valores y roles impuestos por otros distintos de los dominantes. Este es un proceso lento y lleno de dificultades, en el que muchas mujeres han dejado su vida, pero capaz de generar nuevas prácticas sociales: prioridades diferentes en el tipo de actividades a desarrollar; horarios laborales compatibles con el trabajo del hogar (para ellos y ellas); salvaguarda de la dedicación a la maternidad y la paternidad...

El papel de la utopía como guía esperanzadora ha sido, en la historia femenina, determinante. La capacidad de las mujeres para visualizarse en condiciones distintas de las impuestas, su resistencia para vencer las dificultades del entorno, su proverbial habilidad para hacer varias cosas a la vez, y esa mezcla de sueños y lucidez con que han aderezado sus vidas... todo ello ha marcado una trayectoria que las fue devolviendo paulatinamente a su condición de sujetos, al rescate de derechos que, como el voto, les eran vedados.

Pero el camino es largo, la utopía sigue en el horizonte, y sólo en algunas zonas del planeta y en algunos colectivos sociales podemos equipararla con la realidad. Las reivindicaciones de igual trabajo-igual salario, el acceso a los puestos directivos, la desaparición de los malos tratos, son todavía partes incumplidas de esa utopía-guía que sigue señalando el camino. Por otra parte, las condiciones del colectivo femenino en el Sur del planeta siguen siendo, en líneas generables, lamentables.

El papel de las redes femeninas


Históricamente, las mujeres han podido avanzar mediante apoyos recíprocos, a través de redes familiares o redes informales que fueron subsanando la soledad y el abandono al que tantas veces quedaron expuestas. Esas redes fueron la urdimbre en la que sus utopías (ser sujetos, ser visibles, tener voz...) iban tomando cuerpo, haciéndose reales en entornos hostiles. Hoy día, esas redes son más necesarias que nunca. Las mujeres del Norte, en especial aquellas que hemos alcanzado un nivel cultural que nos permite expresarnos, tenemos el compromiso moral de “en-red-arnos” con las mujeres del Sur (también con la de ese Sur que vive dentro del propio Norte) estableciendo redes de solidaridad que hagan posible el despegue femenino desde las ínfimas condiciones sociales en las que viven todavía tantas mujeres.

Este es un reto a nuestro conocimiento, pero también una deuda histórica que está inscrita en el corazón mismo de la utopía: ser sujetos en un mundo donde ningún ser humano siga siendo objeto, contribuir a la creación de condiciones de vida dignas que aproximen a todas las mujeres a su condición de artífices de su propio destino, de dueñas de su cuerpo y de su historia.


Un nuevo paradigma se abre paso: los valores femeninos como propuesta para una reconstrucción compartida.

En el momento presente, lo característico del modelo femenino no es ya, en múltiples contextos, su frontal oposición al masculino, sino precisamente el ser parte de otra forma de comprensión del mundo que se está abriendo paso, de un nuevo paradigma emergente en el que los elementos aparentemente contrarios (orden/desorden, fuerte/débil, masculino/femenino, etc.) no son vistos como antagónicos sino como complementarios. Estamos en el marco de una forma compleja de aproximarse a la realidad, incluso de intentar cambiarla.

Al mismo tiempo, una elemental visión sistémica del problema nos indica que allí donde existen colectivos o grupos masculinos que aceptan el nuevo paradigma de corte holístico, la consideración de lo femenino cambia de inmediato, y ello permite –debe propiciar- otros cambios en el sistema: encuentros y reconstrucciones globales que tomen como referencia esa nueva masculinidad y, consecuentemente, conduzcan al diálogo necesario sobre roles y valores que afecta a ambos géneros.

Porque el cambio que se plantea desde muchas instancias femeninas, en este tránsito de lo moderno a lo postmoderno, es precisamente una propuesta de reconstrucción social compartida entre hombres y mujeres, eso sí, en base a unos valores que son los que, tradicionalmente, han sido catalogados como “valores femeninos”, y que tienen tanto de revolucionario como lo es la nueva ciencia emergente que, a lo largo del siglo XX, revolucionó su propio campo y resituó dentro de sus límites a la ciencia positiva.

El reto del siglo XXI es corregir los excesos de una Modernidad que está enferma de dominio, de economicismo, de desequilibrios humanos, de destrozo ecológico, de dolor social... En ese papel corrector y reequilibrador se plantean los valores femeninos como unos valores accesibles a todos, capaces de reconducir a un mundo que ha perdido la cordura hacia caminos de vida más amables para toda la humanidad.

¿Cuáles son esos valores femeninos?

En primer lugar, el valor del cuidado (tan distinto del valor del dominio, típicamente masculino). Cuidado de la naturaleza, incluso desde la propia actividad procreadora que re-liga constantemente a las mujeres con el mundo natural. Cuidado de los otros (de quienes viven alrededor, de los más débiles, de los hijos, los ancianos, los enfermos...).

Compartir estas tareas de cuidado es, salvo en el caso estricto de la procreación, una meta que deben plantearse ambos sexos. No sólo porque la equidad lo requiere, sino porque los hombres ganarían muchísimo participando de tales actividades, redescubriendo el valor de estas acciones que, tachadas como “invisibles”, no gozan del reconocimiento social que deberían tener en nuestras sociedades y sin embargo aportan un gran caudal de vivencias de intercambio, de fortalecimiento de vínculos, que resulta enormemente enriquecedor, pese al esfuerzo que comportan.

La práctica experimentada por las mujeres en estos ámbitos ha sido tan significativa que, frente a la concepción que los hombres han adoptado respecto a ellas como una “naturaleza pasiva”, lo cierto es que se han manifestado históricamente como una “naturaleza activa”, y bien activa; una naturaleza que, como la otra, presenta sus propias leyes de vida, se resiste a ser manipulada, y manifiesta, no sólo resistencia, sino una gran resiliencia para usar en su favor acontecimientos que le vienen en contra. Así hemos crecido las mujeres, así vamos creciendo.

Ética y calidad de vida

Si la sociedad patriarcal ha estado y está regida por un atroz economicismo, los valores femeninos están más cerca de una ética de la felicidad. Lo cual no significa sólo ética “de lo cotidiano”, sino también de una acción personal y colectiva en la que prima el valor del microcosmos, del bienestar como proceso..., una ética de la felicidad que se diferencia de la del éxito, históricamente más masculina, en la que se enfatiza el poder de lo grande, del triunfo basado en el producto,. El planteamiento moral ejercitado mayoritariamente por las mujeres toma así, como referente, la auténtica calidad de vida que, al ser distinta del nivel de vida, se mide por indicadores cualitativos y experienciales .

Las mujeres no parecen estar, en general, tan atentas al éxito profesional (o al menos tan dispuestas a sacrificar todo lo demás por él) como los hombres, y tratan de defender, aún en su actividad laboral, valores de bienestar personal, de satisfacción afectiva, de ciencia con conciencia. El mantenimiento de los vínculos emocionales y familiares, la recuperación del tiempo como un valor escaso y necesario, y el desarrollo de los llamados bienes relacionales preocupan tanto a las mujeres como su propio éxito profesional. Eso las sitúa en inferioridad de condiciones a la hora de competir en las empresas, pero las hace mucho más fuertes cuando pierden su empleo, cuando se jubilan, incluso cuando se quedan solas a cargo de la familia.

Más allá del conocimiento positivista: los saberes

Superando el modelo ilustrado y la lógica de la razón, en sí mismo útil pero incompleto, el paradigma femenino acepta el conocimiento descriptivo/analítico de la realidad simplemente como una parte del conjunto de los saberes que se construyen, otorgando al conocimiento intuitivo y sensorial el papel que le corresponde en toda construcción compleja del saber.

Los “saberes” femeninos se constituyen así en un modo de conocimiento racional informado por el mundo de los sentimientos, de las emociones. Son saberes sobre la experiencia de la vida, muy ligados a sus implicaciones prácticas y, generalmente, impregnados de alto contenido moral.

Si el conocimiento formalizado de tipo científico o ideológico ilumina la toma de decisiones en la esfera pública (un ámbito en el que todavía es mayoritaria la presencia masculina), los saberes construidos desde el mundo femenino han pasado secularmente el banco de pruebas de la resolución de conflictos en el ámbito de lo privado, el más difícil, lo cual los habilita, cuando ello es posible, para iluminar la esfera de lo público con nuevas visiones, distintos enfoques, estrategias de conciliación diferenciadas... Está en marcha, no sin dolor, la construcción de un modo femenino de gobernar socialmente, de gestionar la administración, de llevar adelante las empresas... Un modo femenino que no sea la clonación de los valores competitivos patriarcales, que sea una verdadera propuesta para un cambio de paradigma colectivo.

Hacia una reconstrucción del imaginario colectivo

La confrontación de estas dos cosmovisiones –la masculina y la femenina- ha sido una constante a lo largo de la Modernidad. La sociedad patriarcal ha impuesto su paradigma de dominio pero, poco a poco, se ha ido dando un proceso de vaciamiento de su contenido, originado, entre otros, por el movimiento “contramoderno” de las mujeres, un movimiento de rechazo a la sumisión y a la homogeneización.

Socialmente, esta confrontación ha sido una de las fuerzas impulsoras de los cambios que han vivido las sociedades del siglo pasado, desde modelos masculinos/racionalistas (por ejemplo, el urbanismo de Le Corbusier, cuyos efectos segregadores todavía padecemos) hacia los modelos integradores que se abren paso en las ciencias que abordan la complejidad. La comprensión de la vida como fenómeno indisociable es esencial en el mundo femenino, un mundo en el que se practican distintas tareas con intrincados procesos de conciliación de los tiempos... un mundo en el que el desorden convive (y fecunda) al orden...

De modo que la mujer, al rebelarse contra la esencia de la Modernidad, no sólo busca su liberación, sino que contribuye a la emergencia de nuevas formas de ver el mundo y de estar en él. Precisamente, el potencial revolucionario y liberador de los principios y valores femeninos consiste en que impugna los conceptos, categorías, procesos, de la sociedad patriarcal, que han creado las sociedades de dominio y, al hacerlo, proporciona nuevas categorías, nuevos valores, que crean y amplían espacios para mantener y enriquecer la vida en la naturaleza y en la sociedad.

Esto conduce a una re-configuración del escenario social, un escenario en el que ahora se plantean como posibles nuevos valores y prácticas sociales para todos. Es la puerta abierta hacia la reconstrucción del imaginario colectivo:

-No a través de la incorporación femenina a las condiciones de trabajo y los valores masculinos, sino mediante los valores tradicionalmente entendidos como femeninos, que ahora se constituyen en propuesta colectiva de modos de vida más amables y menos agresivos con la naturaleza, propuesta que lleva aparejado el abandono de las durísimas condiciones de vida que la Modernidad neoliberal impone a grandes sectores de nuestras sociedades.

-No poniendo el énfasis en las experiencias masculinas de estar en el mundo con otros, fundamentalmente asociativas y ligadas al trabajo, sino mediante el re-descubrimiento y la potenciación de lo comunitario, también de lo cotidiano, no como algo enfrentado con lo público sino como espacios y formas de vida que dan sentido a la sociedad.

Hacia una nueva episteme


En el plano epistemológico, estos cambios generan un tránsito desde la episteme dominante en Occidente, incapaz de aceptar otras “verdades” que entren en conflicto con las suyas o cuestionen sus certidumbres, hacia una nueva episteme superadora de opuestos, integradora; desde una visión dualista del mundo, basada en modelos de verdadero/falso, a una visión multifocal, que une de hecho lo que parece separado, que utiliza la información y también lo que se da en los huecos de esa información, las interacciones y retroacciones organizadoras y desorganizadoras

A la par que avanza la nueva ciencia de los siglos XX y XXI, esta episteme, coherentemente con ella, se incardina en la aceptación del pensamiento borroso; incorpora los límites, los márgenes, las orillas del sistema; conduce, en definitiva, a una transición desde el imaginario colectivo de la Modernidad al modelo postmoderno de comprensión del mundo; confirma la idea de que la diversidad (y no la homogeneización) puede ser una forma de felicidad; propone la realización de un pathos distinto, en el que las personas se disponen a operar dentro de esta diversidad (y no contra ella) y a buscar así las soluciones para los conflictos .

La mujer como sujeto

Recapitulando cuanto queda esbozado en estas páginas, parece posible afirmar que el conflicto entre sociedad patriarcal y valores femeninos ha transitado en nuestra historia durante siglos y es inherente al modelo moderno del mundo. Los valores masculinos de dominación, economicismo, éxito, se han impuesto como valores generalizados a toda la sociedad. Pero desde el mundo femenino ha habido una constante resistencia y rechazo frente a ellos, una verdadera anticipación de la emergente sociedad postmoderna en la que tantas mujeres están alcanzando la auténtica condición de sujetos y –lo que es muy importante- otras muchas, en diferentes culturas, comienzan a impugnar categorías y rituales que las relegan a un papel secundario.

La utopía femenina tiene, pues, una parte de realidad cumplida y un mucho todavía de sueño por cumplir. Ella nos sigue guiando y, al hacerlo, se convierte en un instrumento de cambio que invita a reorientar la vida colectiva. Entonces, cuando eso sucede, se hace presente la posibilidad que el cambio femenino conlleva: convertirse en un factor de reorganización del sistema global para la emergencia de nuevos valores y prácticas sociales.

Históricamente, el modo en que se ha ido construyendo socialmente la categoría de “lo femenino”, ha identificado a la mujer, a la complejidad de su mirada, con el caos, y ha hecho que las mujeres fuesen rechazadas en muchas culturas como “poco racionales”. Hoy, por fortuna, comienza a comprenderse que estos planteamientos trascienden las posiciones de género y pertenecen a los hombres y mujeres que se han negado a ver el mundo con los ojos de la ciencia reduccionista.

En el presente, cuando desde el colectivo masculino se aboga, en tantos casos, por un nuevo paradigma en el cual el desorden aparece como fuente de orden, en el que una racionalidad post-cartesiana contesta a los modelos mecanicistas y racionalistas del mundo..., la utopía femenina viene a coincidir con el momento de expansión de la nueva ciencia, del pensamiento complejo, de la aproximación a la vida desde modelos que integran mente y cuerpo, razón y sentimiento. Eso sitúa codo a codo al colectivo femenino con muchos colectivos masculinos que cuestionan el viejo modelo patriarcal de la Modernidad. Se hace posible entonces un encuentro que, más allá de las categorías masculino/femenino, en tanto que categorías construidas socialmente, da cabida a nuevas formas de sentirnos y de estar en el mundo como sujetos... En ese escenario podemos explorar, sin simplificaciones, el camino que la utopía nos trazó tiempo atrás para guiarnos.

Y es así y ahora, desde estos planteamientos, como la utopía femenina se hace parte de un proyecto postmoderno al que están llamados hombres y mujeres. Un proyecto cuya razón esencial de ser es dominar el dominio , y que es posible identificar por algunos rasgos básicos:

-Por ser una propuesta para mirar el mundo desde las orillas y romper con la visión central y jerarquizada del viejo paradigma patriarcal.

-Por abrazar la cultura de la diferencia, superadora de la cultura de la homogeneización.

-Por plantear, frente a la mirada hegemónica, la mirada fracturada, recordando a Nietszche: “la realidad es una cascada de realidades”

-Por pasar del predominio de la historia construida por otros al valor de “las historias” que se construyen.

-Por relativizar la cultura del éxito y abrazar la cultura de la felicidad.

-Por rescatar el valor de lo pequeño, de lo descentralizado, frente al poder de lo grande.

-Por ser la ocasión para que los sujetos “que nombran el mundo” sean también las minorías (mujeres, pobres, homosexuales...) que toman la palabra.

-Por favorecer el paso desde una mirada unifocal hacia las miradas divergentes, lo que supone un cambio de enfoque, una apertura al pensamiento lateral: ver el mundo desde otros puntos de observación.

-Por permitirnos entender que la vida no es “un problema” que hay que ordenar, sino algo complejo, sujeto a relaciones de orden/desorden.

-Por integrar el pensamiento lógico con el intuitivo y el artístico, lo que permite poner en juego y relacionar distintos planos de significación, incorporar sinergias, realimentaciones, a nuestro modo de interpretar el mundo y estar en él.

-Finalmente, el pensamiento postmoderno, impulsado por los llamados tradicionalmente “valores femeninos”, nos enseña que la vida no es un viaje hacia puertos identificables, un viaje que sigue una secuencia lineal, sino que la vida es, esencialmente, un proceso cuya única finalidad es la vida misma, demasiado circular y compleja como para ser apresada en un mapa, una teoría, o un proyecto.

Hacia un logos informado por el pathos.

En definitiva, lo que queda planteada es la liberación de la humanidad como una feminización del mundo, de tal manera que el aporte femenino no sólo sirve a la mujer sino también al hombre; se asocia con la no violencia creativa, trasciende las posiciones de género . Ello supone entenderlo como una propuesta para la construcción de una nueva ética contemporánea en la que el logos, siempre necesario, esté ampliamente informado por el pathos, por la sensibilidad, el cuidado, la intuición, lo simbólico, lo ambiental, valores todos ellos que nos conducen hacia sociedades más equilibradas ecológica y socialmente y, creo poder adivinar, algo más felices.


• María Novo es Titular de la Cátedra UNESCO de Educación Ambiental de la UNED. Escritora y artista plástica.

• Capítulo del libro colectivo Mujeres: ciudadanas. La identidad de género en la construcción de la nueva ciudadanía. Córdoba. Instituto de Estudios Transnacionales.

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La mujer en la lógica económica, cultural y simbólica de la globalización

Por: Georgina Alfonso González/Rebelión

Los nuevos significados que provoca en la vida material y espiritual de las mujeres la transnacionalización de la economía capitalista es omitida, con bastante frecuencia, en los debates teóricos y en las discusiones acerca de los modelos de economías y el proceso de globalización. Sin embargo, sin tener en cuenta los cambios valorativos es muy difícil impartirle coherencia a una lectura del mundo contemporáneo donde el nacionalismo, la religión, los conflictos interétnicos y de géneros tienen una influencia equivalente a los aspectos económicos e internacionales. Con una visión centrada exclusivamente desde la economía, la política institucionalizada o las relaciones internacionales, no es posible explicar, dar sentido y proponer alternativas a los problemas multidimensionales que se presentan hoy. Para afianzarse con poderío absoluto no sólo sobre la vida material de los pueblos, sino también sobre su espiritualidad, el capital conforma patrones de conducta, simbólico--culturales y de valoración de obligada aceptación.


Con el objetivo de reproducir las relaciones de dominación, el capitalismo impone reglas a las relaciones genéricas, asignando al hombre la supremacía en el espacio público y en la producción visible del plusproducto (como propietario de medios de producción o vendedor de fuerza de trabajo), mientras que a la mujer se le reserva el ámbito privado (o la esfera de la comunicación social como imagen esteriotipada de acuerdo con la lógica patriarcal) y la reproducción invisible de la fuerza de trabajo en el hogar. Estas reglas del capital intentan homogeneizar (empobreciéndola) la vida social, naturalizando las diferencias, las identidades y el lugar de cada cual en el sistema de nexos sociales.

De esta naturalización no escapan las relaciones de género.
"La asociación conceptual de la mujer con la naturaleza -concepto, claro está, nunca dado por la propia naturaleza, siempre social o ideológicamente construido desde las definiciones que la cultura le da a sí misma- depende del modo de producción de la vida material y de las formas que adoptan las relaciones sociales condicionando a su vez, la manera como la sociedad se ve a sí misma... Pensamos que la recurrencia en la adjudicación de los lugares en las contraposiciones categoriales responden a la situación universal de marginación y opresión -cuando no de explotación- en que se encuentra la mujer... como aquello que requiere ser controlado, mediado domesticado o superado según los casos."[1]

Una crítica a fondo del lugar asignado a la mujer en la lógica económica, cultural y simbólica de la globalización implica colocar en la agenda de debate temas como:

• Neoliberalismo y feminización de la pobreza.

• Dicotomía entre la esfera privada y pública: la politicidad del espacio privado como el estatuto teórico del feminismo.

• Las luchas femeninas por la ciudadanización: Vicisitudes del acceso a la historia del sujeto mujer.

• La violencia invisibilizada: control y expropiación de la sexualidad de la mujer.

• Movimiento de mujeres y feminismo político. La reconección de lo social con lo político en la perspectiva del movimiento feminista.

• Los fundamentos valorativos del feminismo: ideales, símbolos y valores de la mujer.
Los proyectos globalizadores del capitalismo contemporáneo apuntan hacia la conformación de una estructura económica y cultural en el ámbito planetario altamente jerarquizada y excluyente, donde predominan de manera creciente los intereses y valores de las grandes empresas multinacionales. La descontextualización de los referentes valorativos y la desconstrucción de las identidades se ocultan en la ideología globalizadora del neoliberalismo bajo la máscara de una nueva construcción de símbolos y valores multicultural y diversa. Sin negar, claro está, que dicha diversidad cultural debe subordinarse totalmente al mandato soberano del mercado.

Con la llamada «macdonalización» de la cultura, la humanidad sufre una de la s crisis de valores más violentas. La expansión y desterritorialización de las industrias culturales, la concentración y privatización de los medios de comunicación, la expansión y homogeneización de las redes de información, el debilitamiento del sentido de lo público y lo privado son condiciones necesarias para garantizar la eficiencia de la globalización capitalista, pero, son además causas del escepticismo político, la apatía social y el descrédito de los significados más progresistas en la historia humana.

La globalización neoliberal se presenta como una forma moderna de relaciones patriarcales. Ahora a todo aquello que las mujeres se ven obligadas a hacer «gratis», ya sea relacionado con la existencia o la subsistencia humana, se le llama «reproducción», en oposición con la producción y no como su contraparte dialéctica. «Reproducir» connota en términos patriarcales, una actividad menor, secundaria, que no genera en sí valor económico alguno. De un modo «muy racional» se utiliza la «reproducción» cargada de significados y símbolos femeninos para ocultar, más aun, el trabajo de las mujeres que asegura gran parte de la acumulación de capital.

A medida que el capital global se centraliza cada vez más por el control trasnacional, los estados nacionales pierden poder y los trabajadores son cada vez más marginados y excluidos, la situación de la mujer llega a un punto en que no pueden controlar sus medios de producción ni su fertilidad.

La «feminización laboral», tendencia que se manifestó en la economía mundial a partir de la postguerra y alcanzó auge en los años 60, adquiere ahora nuevos matices: las mujeres constituyen la fuerza principal de trabajo para el creciente sector de los servicios, donde realizan tareas de bajo estatus y poco salario. Según datos del PNUD, el 71% de las mujeres empleadas formalmente se concentran en cinco grupos ocupacionales, educación, enfermería, oficina, ventas y servicios, la mayoría en los puestos peor remunerados. El ingreso promedio de las mujeres todavía equivale a sólo el 70% del de los hombres, aunque en los últimos años, el ingreso de las mujeres ha tenido un continuo incremento respecto al de los hombres por la reducción constante de los ingresos y los puestos laborales tradicionales para los hombres. Aun así, para las mujeres aumentan las listas de trabajos con jornada partida y de contratos temporales sin seguridad social, oportunidades de promoción o jubilación. Son raros los programas de trabajo que tengan en cuenta el cuidado de los niños y las bajas por maternidad. La mayor parte del trabajo de las mujeres está excluido del cálculo del Producto Nacional Bruto.

Las apologías de "lo posible y lo necesario" y la justificación de los males existentes es un elemento imprescindible en el discurso neoliberal y en su estrategia cultural. La justificación de la pobreza, de la baja moral pública, de la inseguridad social, de las violaciones de los derechos humanos es el reverso de la crítica al sistema. Con ella se quiebran las nociones sociales y colectivas en el plano simbólico y se instalan, en su lugar, la noción de paradigma hegemónico con sujetos individuales y fragmentados, con esto se pone freno a la creación de conceptos y realidades que promuevan alternativas de liberación.

La globalización neoliberal capitalista ha producido cambios tan vertiginosos, y tantas rupturas teóricas y cotidianas que no es de asombrar, como dice Noam Chomski, el estado de desesperación, ansiedad, falta de esperanza, enojo y temor que prevalece en el mundo fuera de los sectores opulentos y privilegiados y del sacerdocio comprado que cantan alabanzas a nuestra magnificiencia, una característica notable de nuestra cultura contemporánea, si se puede pronunciar esta frase sin vergüenza.[2]

El imaginario capitalista, que reproduce, infinitamente, el discurso hegemónico patriarcal destaca como elemento predominante las bondades del sistema para complacer necesidades materiales. A los individuos se les construye una única conclusión posible: dentro del sistema todo, fuera de él, nada es válido. Un recurso legitimador de este imaginario ha sido proponer alternativas dentro de los mecanismos regulatorios del propio sistema. Las contradicciones y conflictos valorativos se presentan como manifestaciones de disfuncionalidad que se deben a desajustes institucionales o son consecuencias del mal desempeño de ciertos funcionarios públicos.

El feminismo como movimiento político, símbolo y valor de la mujer no ha escapado a este hecho. La institucionalización del feminismo, hecho que se presenta en el discurso político como un paso a favor de la mujer, ha sido la manera de encubrir las aun no resueltas contradicciones y relaciones de poder entre hombres y mujeres, que van más allá de las diferencias de género y sexo. Estos llamados "feminismos institucionales", por lo general, presentan un claro abandono a la búsqueda de soluciones revolucionarias para la emancipación de la mujer, y asumen la convicción de que desde dentro del sistema, con la presión que se ejerce sobre sectores del poder influyen de manera directa en las soluciones y toma de decisiones de esos grupos a favor de las necesidades e intereses de las mujeres.

La chilena Ximena Valdés, al referirse a este fenómeno y su impacto dentro de las luchas de las mujeres en América Latina plantea:

"Los procesos de democratización contribuyeron a la baja de perfil del mundo no gubernamental, comparado con aquel logrado en los ochentas. Así comienza a experimentarse el traslado de los temas puestos en la agenda pública por parte de las mujeres, a las agendas institucionales. Los Estados firman convenciones, redactan informes sobre lo avanzado en materia de mujeres, instalan mecanismos, crean instrumentos de manera tal que asistimos al tránsito de la temática de la mujer desde la sociedad civil al los gobiernos."[3]


Otra reflexión interesante sobre este aspecto la hace Amélia Valcárcel desde la experiencia de los países desarrollados, según ella, se dan tres rasgos característicos en la manera en cómo las mujeres detentan poder: 1-las mujeres detentan el poder otorgado sin la completa vestidura que este supone; 2-las mujeres detentan el poder con los tres votos clásicos:

pobreza, castidad y obediencia; 3-a las mujeres les es permitido detentar este poder siempre que a él lleven las virtudes clásicamente reconocidas como aretario del sexo femenino, que son fundamentalmente: fidelidad y abnegación.

"¿Por qué ocurre todo esto?, ¿por qué no hay completa investidura?, ¿por qué podemos decir que se exigen los tres votos clásicos y probar que en efecto es así? Por qué no hay detentación del poder por parte de las mujeres en el nivel pertinente, en el nivel simbólico pertinente... El poder denota masculinidad, esto es así, es un hecho innegable que no precisa mayores desquisiones... Dado el deber de sumisión, distinto del deber de obediencia, dada lo no completa investidura, dada las condiciones especiales de detentación del poder, este poder es necesariamente inestable: lo detenta alguien, pero ese poder no se hace extensivo como detentación al colectivo completo al que ese alguien pertenece significativamente. Del hecho de que una, dos, tres mujeres detenten un poder, para el colectivo completo de las mujeres no se sigue que el colectivo detente poder. Y para esas mujeres que lo detentan no se sigue que eso las saque de los esquemas normativos a que su colectivo esta sujeto. Es por lo tanto vivido y percibido externamente como inestable, casual, accidental, moda incluso".[4]

Esta autora, llevando el problema hasta sus últimas consecuencias, concluye:

"Genéricamente, una demostración del escaso poder del colectivo de las mujeres es su debilidad cuando los movimientos de repliegue se producen... Cada una queda librada a sus fuerzas. Vuelven a su puesto base, a su red familiar o a nada en absoluto. «de la nada te saque, a la nada volverás» parece ser el enunciado que precide la relación de las redes informales con las mujeres cooptadas. Nada de extraño tiene que entonces las vocaciones escaseen o que en el futuro pudieran escasear. Estos ejercicios son demasiados disuasorios, ejercicios que, por lo demás, con los varones no son tan frecuentes. Por respeto propio ningún grupo deja a alguien, que ha sido en el revelante, en la cuneta. No le conviene a su imagen de autoridad. Pero no se es tan sensible si se trata de una mujer. Es casi como si se considerara «material desechable». Quizá se piense que «hay de sobra».

Valdría la pena profundizar más en esta paradoja que se manifiesta con fuerza en las reflexiones feministas e incide directamente sobre la conformación de referentes valorativos para el accionar político de las mujeres: cómo explicar la existencia de una mayor inclusión política de las mujeres en el momento de mayor exclusión económica de las mismas. Si vemos la política como expresión concentrada de la economía, entonces, la pregunta sería: por qué en los momentos de mayor exclusión económica de la mujer el sistema capitalista presenta alternativas de mayor inclusión política para las mismas. No será acaso esto un nuevo mecanismo de legitimización del dominio patriarcal.

Está tan universalizada la cultura capitalista y tan asimilados sus sistemas de valores que es común rechazar o no aceptar cuestionamientos a su esencia. Por lo general ocurre que resulta difícil ver lo que está fuera de nuestro campo visual ya sea por asumirlo tal y como es o por impotencia. Los disfraces valorativos de la ideología neoliberal impiden en muchas ocasiones determinar con exactitud el valor real de los hechos y las cosas de aquel que se ofrece como tal. Asimismo, se construyen discursos críticos que no escapan a la lógica de explicar la realidad en términos de derechos, contratos, intereses, individualismo, competencia, negociación, ganancia.

El orden capitalista, como bien reconocen se ideólogos liberales y neoliberales, dedica especial atención a la fundamentación valorativa de sus referentes y a la conformación de una estructura subjetiva de valores que garanticen la estabilidad de dicho orden. Dicha estructura oculta el significado real del sistema, la maximixación de la ganancia, pero en su lugar ofrece normas conductuales que guían a los individuos y muestran el modo de cómo asegurar la posibilidad de éxito o el fracaso de una acción, el modo adecuado de relacionarse los individuos, el "modo de hacer las cosas" sin establecer diferenciación entre el saber, hacer y desear.

El patriarcado en su versión neoliberal y globalizado acentúa sus significados clásicos: el individualismo, el divorcio entre lo público y lo privado, la desigualdad natural de género. Como valores del orden, no están en discusión. «Se aceptan, si se quiere vivir y por esta razón se excluye a todo aquel que no los acepte o luche contra ellos».

"En este orden a conseguir ciertos resultados, no existe, en principio, distinción alguna entre lo que procede hacer y lo que correspondería hacer. Hay tan sólo una manera establecida de hacer las cosas. El conocimiento de la relación causa-efecto es algo indistinguible de la forma de obrar adecuada y permitida. Conocer el mundo a este respecto, es saber lo que debe o no debe hacerse en determinadas circunstancias; y para obviar los peligros que nos acechan es tan importante saber lo que en ningún caso procede hacer, como lo que hay que hacer al objeto de propiciar determinados resultados".[5]

Este enfoque que da Hayek, uno de los más importantes ideólogos neoliberales, impide -con toda intención- penetrar en la dialéctica constitutiva del patriarcado. Se trata, según sus afirmaciones, de asumir dicho valor, como un hecho, un producto no intencionado que rebasa toda comprensión racional, todo interés particular y juicio moral. Sólo así podemos acercarnos a esta realidad que se presenta bajo la forma de sociedad capitalista o sociedad civilizada.

Basta leer un pequeño fragmento de los textos para comprender la filosofía sobre la que descansa la dominación y la discriminación de la mujer.

"El hecho trascendental es que al hombre le es imposible abarcar un campo ilimitado, sentir la urgencia de un número ilimitado de necesidades. Se centre su atención sobre sus propias necesidades o tome con cálido interés el bienestar de cualquier ser humano que conozca, los fines de que se puede ocuparse serán tan sólo y siempre una fracción infinitísima de las necesidades de todos los hombres. Sobre este hecho fundamental descansa la filosofía entera del individualismo. Esto no supone... que el hombre es interesado o egoísta o que deba serlo. Se limita a partir del hecho indiscutible de que la limitación de nuestras facultades imaginativas sólo permite incluir en nuestra escala de valores un sector de las necesidades de la sociedad entera, y que, hablando estrictamente, como sólo en las mentes individuales pueden existir escalas de valores, no hay sino escalas que son diferentes y a menudo contradictorias entre sí".[6]

La ética patriarcal se construye, por sobre todas las cosas, ignorando «la recomendación» de que todo semejante sea tratado con el mismo espíritu de solidaridad,

"...a todos nos interesa que nuestras relaciones interpersonales se ajusten a esta otra normativa que corresponde al orden abierto, es decir, a ese conjunto de normas que regulan la propiedad y el respeto a los pactos libremente establecidos y que a lo largo del tiempo fueron sustituyendo a la solidaridad y al altruismo... Un orden en el que todos tratasen a sus semejantes como a sí mismos desembocaría en un mundo en el que pocos dispondrían de la posibilidad de multiplicarse y fructificar. Si decidiéramos en cualquier momento... a favor de un comportamiento caritativo... someteríamos a la comunidad a graves carencias al distraer nuestro esfuerzo de las actividades que con mayor eficacia sabemos practicar y nos transformaríamos, inevitablemente, en meros instrumentos de un conjunto de intereses sectarios o particulares criterios. En nada contribuiría tal actitud a remediar los problemas que a todos legítimamente preocupan"[7]

La transmutación de valores que provoca la aceptación inconsciente o no, de la ideología globalizadora neoliberal somete a las personas a vivir en el mundo del silencio, el miedo y la soledad impuesto en nombre del orden. Bajo el dominio de un tipo de cultura que enlata el ser, el hacer y el desear, pensar es, también, una rebeldía.

La crisis paradigmática que afrontamos hoy incluye la formalización de un tipo de paradigma a partir de un modelo y un esquema patriarcal determinado histórico y culturalmente y al cual la teoría y la práctica social no han podido superar totalmente ni en las experiencias sociales más progresistas.

Dar cuenta de esto no exige construir modelos absolutos y atemporales de intelección y solución de problemas, y mucho menos formas permanentes de actuar a partir de un sistema inmutable de coordenadas, ya la historia nos mostró el final de estas construcciones. No puede imponerse de manera nihilista un cambio paradigmático, sin que haya sido modificada la esencia de los procesos, por la solución real de las contradicciones que lo generan.

Esta crisis no puede ser enfrentada esgrimiendo acríticamente idénticos presupuestos a los que dieron origen al discurso patriarcal de la modernidad. El "proyecto inconcluso" de emancipación sólo puede realizarse superando las limitaciones burguesas capitalistas, transformando las determinaciones cognoscitivas, expresivas, valorativas y simbólicas de los procesos socio históricos y culturales para poder orientarnos hacia los problemas de la realidad con posibilidades modificadoras.

Reconstruir la imagen creíble y atractiva de una sociedad fraterna, solidaria y libre desde una perspectiva emancipatoria de género precisa impulsar procesos permanentes de crítica y creación libres de actitudes o prejuicios que atentan contra una visión genérica cuyo sentido es la transformación de la sociedad. Estamos, pues, urgidos de tejer entre todos y todas la imagen atractiva de un bienestar sostenible.
________________________________________

Notas

[1] Celia Amorós: «Hacia una crítica de la razón patriarcal» Ed. Antrhopos, España, 1985

[2] Noam Chomski: «Democracia y mercados en el nuevo orden mundial» Ed.

Contrapunto. Mexico, 1996

[3] Ximena Valdés: «Rumbo al siglo XXI. Diversas miradas».Ponencia. Congreso REPEM, Rio de Janeiro, Octubre 1996.

[4] Amélia Valcarcel: «La política de las mujeres» Ed. Cátedra, Madrid, 1997, p. 126

[5] Hayek Friedrich, «Derecho, legislación libertad», Unión Editorial, Madrid,m España, 1985, p. 47

[6] Hayek Friedrich, «Derecho, legislación libertad», Unión Editorial, Madrid,m España, 1985, p. 89

[7] Hayek Friedrich, «La fatal arrogancia. Los errores del socialismo», Unión Editorial, Madrid, 1990, pp. 43-44


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7 de mayo Natalicio de Olympe de Gouges

Nace el 7 de mayo de 1748, su verdadero nombre es Marie Gouze.
Olympe de Gouges fue una apasionada defensora de los derechos de la mujer y su voz sigue resonando ahora, con total autoridad y vigencia más de doscientos años después.
Olympe será una de las primeras autoras que defenderá enardecidamente los derechos de la mujer. Son escasos los datos que existen sobre su vida, ya que sus enemigos trataron de eliminarla de la historia a través del denuesto y el olvido.

Hija de Pierre Gouze –cuya paternidad siempre quedó en entredicho-, carnicero, y de una criada Anne-Olympe Mouisset. Tuvo una hermana mayor, Jeanne, y ella fue bautizada con el nombre de Marie. O sea, que su verdadero nombre era el de Marie Gouze. Su infancia fue pobre y por tanto falta de enseñanza y cultura, tal vez por ello, la pobreza, aceptó por marido a Louis Yves Aubray, figonero de profesión, cuando tenía 17 años siendo él mucho mayor que ella.


Con estas premisas, es de suponer que el matrimonio no fuese muy feliz. Tuvieron un hijo, Pierre, y la joven quedó viuda a los 18 años.

Este fallecimiento provocó su primer acto de rebeldía pública al negarse a adoptar el apelativo de “viuda Aubray”, cambiando, además, su nombre por el de Olympe de Gouges, renunciando al apellido paterno y ennobleciéndose ella misma con el “de” y la historia de que su padre verdadero era el marqués Jean-Jacques Le Franc de Pompignan. Paternidad que tampoco ha podido ser aclarada nunca, pero que le sirvió para que, posteriormente, la considerasen en sociedad y fuese admitida como escritora ya que el marqués era hombre de letras. Una treta o astucia que se excusa a sí misma si tenemos en cuenta la época, época en la cual la mujer no era considerada nadie si no tenía un padre, un marido o un amante que la protegiera, o sea que ella no hizo más que procurarse lo que necesitaba.

(Que el marqués de Pompignan, negara el ser su progenitor, no significa que eso la desacreditara, ya que en su tiempo, como en el nuestro, negar paternidades es bastante frecuente).

Olympe, que nunca más volvió a casarse –(no obstante mantuvo una relación sentimental hasta el final de sus días, con Jacques Bietrix de Roziere, rico propietario de la Compañía Real de transportes militares)-, marchó a París acto seguido en donde se dedicó al teatro como escritora y actriz, escribiendo unas cincuenta piezas teatrales, siendo una de estas La esclavitud de los negros.

(Sus detractores más tarde la acusarían de haberse dedicado a la vida galante, cosa que jamás fue cierta ya que iba en contra de sus principios en pro de la libertad y dignidad femeninas).

Al parecer, y debido a su instrucción deficitaria, no escribía demasiado bien, es decir, ni literaria ni gramaticalmente, pero de lo que no cabe ninguna duda, es del sincero apasionamiento que ponía en sus palabras, su entusiasmo y su convicción.

Olympe de Gouges, como muchas otras mujeres de la época revolucionaria que les tocó vivir, participó activamente, de palabra y con escritos, en el cambio político de su país, pero en cuanto la Revolución triunfó, sus compañeros a los que tanto habían ayudado, se olvidaron de ellas, negándoles hasta el derecho de ser “ciudadanas”, privilegio sólo exclusivo de los hombres, o sea que, la Revolución, únicamente solucionaba los problemas de una parte del pueblo y esa no era la femenina.

De ideas jacobinas moderadas, Olympe de Gouges, fue acusada por sus propios correligionarios de pro monárquica y de favorecer a los girondinos ya que no les gustaba el ímpetu de su iniciativa y su indiscutible activismo a favor de las mujeres, siempre en clara inferioridad respecto a los derechos sociales que les correspondían, y porque, también, no era una fiera sedienta de sangre.

Olympe dirigió un periódico, titulado L’impacient y fundó La sociedad popular de las mujeres, pero lo que firmó realmente su sentencia de muerte fue La Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana, publicada en agosto de 1789, y que lamentablemente en la actualidad sigue teniendo vigencia en la mayoría de los países.

Habiéndose ganado ya la enemistad de Robespierre, con todo lo que antecede, bastó que, para mayor inri, le dedicara una carta burlesca Pronostic de Monsieur Robespierre pour un animal amphibie. Después de esto, acabó en prisión y el 4 de noviembre de 1793, fue guillotinada.

El nombre de Olympe de Gouges ha sido por mucho tiempo injustamente relegado a un segundo término en la historia de las damas de la Revolución Francesa, ya que siempre se habla de Teresa Cabarrús, una española decisiva en la caída de Robespierre, de Madame Roland, de Carlota Corday, e incluso de Josefina Beauharnais, y pocos recuerdan el papel importantísimo que Olympe de Gouges tuvo en su época, y que sigue aún teniendo en la nuestra, en la que, finalmente, a dos siglos de su muerte, se le empieza a otorgar la consideración que merece.

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“Mujeres Redefiniendo la Democracia para la Paz, la Justicia y la Equidad” Conferencia Internacional, Mayo 10 – 12, 2009, Antigua, Guatemala

Fuente: Ciudad de las Diosas

En la actualidad, existe un mayor número de personas viviendo bajo regímenes democráticos formales que durante cualquier otro momento de la historia. Sin embargo, las mujeres aun se encuentran marginadas de los sistemas democráticos, no están suficientemente representadas y su habilidad de ejercer sus derechos y participar de manera significativa en las decisiones que afectan sus vidas sigue siendo muy limitada.

Esta reunión estratégica de tres días reunirá a más de 80 mujeres de diferentes lugares del mundo para examinar los retos de la democracia y la democratización a través del lente de las experiencias de las mujeres.


Las delegadas incluyen: las laureadas que forman parte de la Iniciativa de las Mujeres Premio Nobel, defensoras de los derechos de la mujer, investigadoras, comunicadoras, mujeres políticas y mujeres clave en la creación de políticas de instituciones nacionales e internacionales. Los temas de discusión estipulados incluyen: el conflicto, los escenarios de pos-conflicto y militarización, la violencia contra la mujer (desde la represión estatal hasta la violencia doméstica) y la participación y representación política de la mujer.

La conferencia está organizada por la Iniciativa de las Mujeres Premio Nobel en colaboración con la organización Asociadas por lo Justo (JASS por sus siglas en inglés) -una red global que fortalece el poder de movilización y organización de las mujeres y que trabaja en 25 países. La organización anfitriona es la Fundación de Rigoberta Menchú Tum (FRMT), la cual trabaja en la promoción de los derechos de los pueblos indígenas alrededor del mundo.


Objetivos de la Conferencia

*
Resaltar la representación, participación y derechos de la mujer en las democracias y en los
procesos de democratización;
*
Desarrollar perspectivas frescas y alternativas prácticas para reclamar y redefinir la democracia
*
Compartir experiencias, retos y perspectivas en la profundización de la democracia, y
*
Establecer nuevas alianzas entre mujeres y organizaciones que trabajan por el fortalecimiento de la democracia.

Como sintonizarse!

Si bien la conferencia es solo para delegadas invitadas, existen muchas maneras de seguir este dialogo. La página Web de la Iniciativa de las Mujeres Premio Nobel mantendrá blogs diarios, fotos, reportes en video sobre la conferencia. Igualmente, OpenDemocracy proveerá una cobertura analítica de la conferencia. Las experiencias, soluciones y alternativas desarrolladas durante la conferencia serán incluidas en un reporte final el cual se hará disponible al público en la página Web de la Iniciativa de las Mujeres Premio Nobel.

Acerca de la Iniciativa de las Mujeres Premio Nobel

La iniciativa de las Mujeres Premio Nobel, lanzada en el 2006, es un vehículo estratégico de las mujeres laureadas con el premio Nobel de la Paz: Jody Williams, Shirin Ebadi, Rigoberta Menchú
Tum, Wagari Maathai, Mairead Maguire y Betty Williams. Por medio de esta iniciativa, las laureadas hacen uso de la visibilidad y el prestigio del premio Nobel de la Paz para promover, resaltar y ampliar el mundo de las defensoras de los derechos humanos, las investigadoras y de organizaciones alrededor del mundo – como una forma de fortalecer y expandir el movimiento global para así avanzar en los procesos de la no-violencia, la paz, la justicia y la equidad. Para mayor información, visite la página Web de la Iniciativa de las Mujeres Premio Nobel, la página de JASS http://www.justassociates.org/ y la de FRMT http://www.frmt.org/es/
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