Julio Hernández López: Astillero
El coronel (Felipe) ya tiene con quién dialogar. Don Servando (Gómez Martínez, de apellidos; La Tuta, de apodo) se ha hecho entrevistar en un programa de televisión de Morelia para decirle al mínimo gobierno que está dispuesto a negociar. Jefe operativo del Partido de la Familia, plantea un pacto nacional para frenar la violencia hoy desbordada en Michoacán y, en su improvisada exposición de motivos, ha señalado el carácter supuestamente heroico, casi de resistencia popular obligada, que les ha hecho defender a su entidad de los ataques brutales de los tamaulipecos, así sea mediante el mal comprendido sistema sustituto de recaudación de impuestos a través de cuotas a la gente productiva para sostener el ejército de protección regional y ha denunciado los errores del calderonismo, particularmente los excesos y la condición facciosa de Genaro García Luna, siempre en defensa de los Zetas (esto, según el análisis de Don Servando, como con respeto le llamó el entrevistador, quien a su vez le soltó un par de veces la paternal clasificación de muchacho a ese periodista que, como la gran mayoría de quienes allá trabajan, saben que tienen que atender a esos hombres de poder real que, por ejemplo, ya antes han hecho publicar en planas de diarios locales su peculiar ideario).
La aparición del plenipotenciario Tuta (que la administración federal pretende calificar de apócrifa, como si en Morelia algún medio se pudiera atrever a desoír una instrucción de la Familia o prestarse a jugarretas de suplantación) hace recordar lo sucedido con la presunta entrevista realizada en Brasil, y ampliamente difundida en internet, a quien así se erigiría como supuesto ideólogo del narcotráfico de aquel país, Marcos Camacho (no es una combinación fantasiosa relacionada con la tragicomedia política mexicana), apodado Marcola, que dirigía el Primer Comando de la Capital (PCC) y que haría ver el surgimiento del poder popular del narco como una revancha histórica, una apropiación fogosa de lo que les ha sido arrebatado a quienes no tienen otro camino que los cárteles para hacerse de riqueza, fuerza y privilegios, así sea fugazmente.
Tuta-Marcola propone al michoacano (jaqueado por tantos lados) que entienda que la tal guerra contra el narcotráfico ha sido facciosa, cargada a un solo lado, y que ellos, los delincuentes confesos, no tienen objeción en que se les persiga y enfrente con las armas del Estado en la mano, pero sin meterse con las familias ni personas inocentes. La bronca no es con el ocupante de Los Pinos ni con los militares y marinos, sino con los policías federales y sus mandos. Ya son muchas las voces que piden enterrar la demencial estrategia actual de guerra contra el narcotráfico. El nuevo poder priísta, financiado por fuentes económicas oscuras, busca quitar presión al máximo negocio nacional de exportación. Ya nomás falta fijar fecha y lugar para ese encuentro en la cumbre entre Don Servando y el licenciado Felipe.
Astillas
Continúan llegando a esta fiscalía especializada en astilladas denuncias electorales los reportes de las andanzas fraudulentas del priísmo, mediante tarjetas de 200 pesos canjeables en supermercados y mecanismos más o menos tradicionales de compra del voto. Pero también destaca la novedad de la temporada: el estilo empresarial multinivel o de pirámide, que va premiando a los mapaches en orden ascendente conforme a metas o logros, de tal manera que entre más votos consigan los subordinados más dinero irá ganando, proporcionalmente, el organizador o promotor... Un mexicano residente en Canadá escribe: en épocas de crisis económicas, los poderosos como el Canadá tienden a cerrarse y replegarse, con leyes estúpidas de inmigración y proteccionismo, por ejemplo; también hay un peligroso aumento del racismo en contra de las minorías visibles (los latinos, en Norteamérica), como en los treintas de la Alemania nacionalista; y surgen gobiernos de extrema derecha religiosa, como es hoy el gobierno de Canadá. Pero, lo peor de todo, es la falta de respuesta de las autoridades diplomáticas mexicanas, calladistas y agachonas con los poderosos. Es verdad... hay muchos que hacen trampa, sobre todo los pirrurris, para entrar a este infierno invernal, pero no es suficiente motivo para imponer visas arbitrarias e injustas a todos los demás... Otro paisano, especializado en ciencias sociales, que vive en aquellas tierras, comentó: Canadá tiene motivos para protegerse del abuso en las solicitudes de refugio político. Con un desparpajo absoluto, han llegado hasta acá algunas personas que alegan riesgos de represión porque, dicen, un funcionario municipal de cuarto nivel les dijo alguna frase que consideran amenazante o porque según su criterio los podrían matar. Con una normatividad diseñada para dar pronto abrigo a verdaderos perseguidos políticos, Canadá se fue llenando de mexicanos en busca de simplificado acomodo económico y, en ese proceso, han pagado justos por pecadores, pues quienes de verdad son amenazados y hostigados ahora tendrán cerrada o más difícil de abrir la puerta protectora de acá... Por cierto, Ricardo Monreal aseguró ayer que el calderonismo ya sabía de la decisión canadiense, pero que no quiso hacerla pública antes de las elecciones del pasado 5... Y, ya que se habla de temas internacionales, el licenciado Calderón y la canciller Es-penosa no han asumido una posición de defensa de los intereses nacionales en los casos de Lucía Morett y Alejandro Ordaz, quienes enfrentan, respectivamente, una solicitud de presentación en otro país y una sentencia polémica. Ni siquiera porque Nicolas Sarkozy dijo meses atrás que su obligación era defender a todos los franceses, hubiesen hecho lo que fuera... Y, mientras el calderonato ofrece quince mil pesos a quienes cambien de viejo (automóvil), ¡hasta mañana, con Cesarín Nava en camino de ser felipescamente perdonado por sus exabruptos contra el difunto Mouriño, lo que le valió la expulsión del paraíso íntimo de Los Pinos, para ahora encargarse de la paraestatal de graves números rojos llamada PAN!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
Un reciente vuelo de Aeroméxico que iba lleno hasta el asiento contiguo al toilet, al llegar a Toronto, en territorio canadiense, resultó que transportaba refugiados políticos mexicanos, al menos así lo declaró la mayoría a las autoridades de migración. Es cierto que el licenciado FChamoy está mostrando el puño duro a algunos opositores seleccionados, pero una investigación que le costó tiempo y dinero al gobierno del país del mero norte puso al descubierto que se trataba de paisanos que huían del desempleo y la violencia, no de Medina Mora, es decir, no eran del perderé. Sólo en los meses que han transcurrido del presente año, 12 mil paisanos han entrado a Canadá declarando que son perseguidos políticos. Las autoridades deben abrir un expediente a cada uno, estudiarlo minuciosamente, ayudarlos a conseguir un empleo mientras la investigación se desarrolla, proveerlos de atención médica y hospitalaria (de ser necesario), y el proceso tarda a veces hasta un par de años. Al final vienen a descubrir que la gran mayoría no son perseguidos por el Cisen, sino simplemente gente muy necesitada, como los millones de paisas que han huido a Estados Unidos a lo largo de los años. La visa que acaban de imponer tiene como fin quitarles ese dolor de cabeza.
Presionan a Canadá
Anoche aterrizó en mi buzón un mensaje de Canacintra en que expresa su preocupación por la decisión del gobierno de Ottawa de exigir el requisito de visa. Considera la organización que preside Miguel Marón que resultarán afectados los afiliados a la Cámara Nacional de Aerotransportes, en particular las empresas de transporte que tienen programados viajes y centenares de personas de la República que tendrán la necesidad de hacer el gasto de viajar a la ciudad de México a tramitar el documento. Agregaría el autor de esta sección que es un golpazo para la tambaleante Aeroméxico y, en menor medida, para la también tambaleante Mexicana de Aviación. Por otro lado, la Comisión Permanente del Congreso instó a la canciller Patricia Espinosa para que convenza al gobierno del país de la hoja de maple (arce, dirían los puristas del idioma) de que meta reversa. Sin duda todos nos sentimos movidos a la solidaridad con los paisanos.
La válvula de escape
Sin embargo, tenemos que ver la causa detrás de lo causado. El gobierno de Estados Unidos, en particular Bill Clinton y George Bush, ha venido diciendo claridosamente al mexicano que debe resolver su propio problema de desempleo. No puede seguir considerando al bracerismo como una válvula de escape. Los gringos siguen construyendo el muro y vigilan la frontera no sólo con perros amaestrados, sino también con dispositivos de alta tecnología. ¿Puede culparse a Canadá por protegerse de la invasión a su territorio? El licenciado FChamoy acaba de coincidir en Roma –en la reunión del G-8– con el primer ministro Stephen Harper. Por lo visto no aprovechó la ocasión para abordar el tema. El desastre electoral lo ha traído muy preocupado.
Carlos Fernández Vega: México SA
Queda claro que los signos alentadores para la economía mexicana sólo los ven en Los Pinos, porque para 2009 los organismos financieros internacionales, las agrupaciones nacionales y los centros de estudio de adentro y afuera apuntan hacia un mismo resultado: el desplome económico del país y el rotundo fracaso, como si no fuera obvio, del modelo impuesto y defendido, contra viento y marea, desde hace casi tres décadas. La caída libre de la economía mexicana ya no es tema a debatir; ahora el análisis se centra en estimar correctamente la profundidad y circunferencia del cráter tras su impacto en el suelo, y todo apunta a proporciones históricas.
La Cepal se suma a las recientes cuan deprimentes estimaciones del FMI, el Banco Mundial y la OCDE, entre otros, sobre el espeluznante 2009 mexicano. Ayer divulgó su Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2008-2009, por medio del cual el organismo tiene la cortesía de notificar a los mexicanos lo que sus supuestos gobernantes se niegan a informar, por mucho que estén obligados a ello: a) la economía de México registrará un desplome de 7 por ciento del producto interno bruto; b) no sólo será el peor comportamiento regional en el presente año, sino que la caída será casi cuatro veces mayor con respecto al promedio latinoamericano; c) crece el desempleo en el país, cae el PIB por habitante y la pobreza va hacia adelante, y d) en 2010 el crecimiento sería igual al de Nicaragua y Honduras (2.5 por ciento), apenas por arriba de Haití (2 por ciento), con lo que ese año ocuparía el penúltimo lugar latinoamericano.
Recientemente, el Banco Mundial divulgó sus más frescas estimaciones sobre el comportamiento económico mundial en 2009, que incluyen las perspectivas para 152 países, y en el balance México ocupa el escalón número 141 entre 152 posibles, con ganas de empeorar y descender algunos peldaños más. Para el organismo financiero multilateral, en 2009 la mexicana resultará la economía más debilitada y con el peor comportamiento en el panorama latinoamericano, a la vez que estará muy por abajo del nada grato promedio mundial, y en el sótano internacional, versión que ahora apuntala la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, como antes la OCDE y el FMI.
Así, con la más reciente proyección de la Cepal, queda claro que con Felipe Calderón sentado en Los Pinos los mexicanos deben agregar cuatro años perdidos (2007-2010) a su ya largo inventario de ausencia de crecimiento, empleo y bienestar social, porque en ese cuatrienio la tasa promedio anual de crecimiento sería de cero por ciento, algo no registrado para un periodo igual desde hace 24 años. En resumen, pues, una década de panismo en el gobierno arroja un balance igual de desastroso que de escalofriante en materia económica: en el mejor de los casos, de 2001 a 2010 (Fox y Felipillo) la tasa anual promedio de crecimiento en México sería de 1.1 por ciento, la peor entre las peores.
Ya no sorprende a nadie, pero la Cepal hace hincapié en que la economía haitiana reportará un comportamiento sustancialmente mejor con respecto a la mexicana: la primera crecerá 2 por ciento; la segunda se desplomará 7 por ciento. ¿En 2009 qué otras economías latinoamericanas caen y en qué proporción? Brasil (–0.8 por ciento), Chile (–1), Guatemala (–1), Nicaragua (–1), El Salvador (–2), Honduras (–2.5), Paraguay (–3) y Costa Rica (–3). El promedio de caída en América Latina será de -1.9 por ciento, de acuerdo con la Cepal; en México de –7 por ciento, una proporción 3.68 veces mayor que la media regional. Por el contrario, las siguientes economías latinoamericanas reportan números negros: Argentina (1.5 por ciento), Bolivia (2.5), Colombia (0.6), Cuba (1), Ecuador (1), Haití (2), Panamá (2.5), Perú (2), República Dominicana (1) y Venezuela (0.3).
El problema se agudiza cuando, por medio de los promedios de la Cepal, se constata que en los últimos cuatro años (2007-2010) México sobresale por ser el único país de América Latina sin crecimiento económico: cero por ciento (para vivir mejor, Calderón dixit), contrario a lo registrado en (todas cifras positivas) Argentina (5.1 por ciento), Bolivia (4.2), Brasil (3,4), Chile (2.6), Colombia (3.1), Costa Rica (2.6), Cuba (3.9), Ecuador (3.1), El Salvador (2), Guatemala (2.95), Honduras (2.6), Nicaragua (1.98), Panamá (7.05), Paraguay (3.15), Perú (6.4), República Dominicana (4.2), Uruguay (5.25), Venezuela (4.38) y Haití (2.2).
Dado el terrorífico resultado, ¿no es hora de olvidar los discursos y hacer algo efectivo?
Las rebanadas del pastel:
De todos es conocido, pero por fin la Comisión Nacional de Derechos Humanos se animó a reconocer públicamente que en la tragedia de la guardería ABC, de Hermosillo, existen indicios que permiten presumir la responsabilidad de los tres niveles de gobierno en las violaciones a los derechos humanos a la vida, a la seguridad jurídica y al desarrollo, al tiempo que denuncia que sistemáticamente (la PGR) nos niega información sobre el caso… Y sobre el desbarajuste del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE): “Cómo es posible que se muera uno de los compañeros con los que conviviste y que tanto quieres, y lo único que se repita sea la vieja consigna del repudio total a los procedimientos del ISSSTE. Suena tan poco comprometido como el seguirnos quejando de todo y no hacer nada. Porque, a ver, ¿a cuánto ascienden las cuotas al instituto de los varios millones de burócratas que hay en el país? ¿A dónde se van esos miles de millones de pesos? Hay mucho dinero, se dice, pero no para atender a los derechohabientes. Se le ha descuidado en todos los aspectos, con un servicio médico pésimo, una escasez brutal de medicinas y un burocratismo que raya en lo absurdo. ¿Por qué? ¿Por el uso político que durante muchos años se le ha dado al ISSSTE? ¿Por qué esta institución del Estado es botín económico para cierto sector del poder, para pagar favores políticos gubernamentales? ¿Es otra caja chica del gobierno en turno, como la Lotería Nacional? ¿Es otro reducto político de la ‘maestra’? Aunque si de dilapidar el dinero se trata, deberían investigar las empresas paraestatales o de participación estatal que todavía existen y donde los amigos-compadres-funcionarios tienen unos sueldazos, una funcionalidad cero y son revisadas muy discrecionalmente. En fin, la cadena de impunidad es interminable. Por cierto, ¿Ya se revisarían las licitaciones y contratos de las carreteras federales? Bueno, hay mucha tela de donde cortar y no hay ni para dónde hacerse. ¿Por qué no acuden al arbitraje médico para dirimir esta serie de negligencias?” (Ricardo García Ortega, chispolito@prodigy.net.mx).
cfvmexico_sa@hotmail.com - mexicosa@infinitum.com.mx
Presionan a Canadá
Anoche aterrizó en mi buzón un mensaje de Canacintra en que expresa su preocupación por la decisión del gobierno de Ottawa de exigir el requisito de visa. Considera la organización que preside Miguel Marón que resultarán afectados los afiliados a la Cámara Nacional de Aerotransportes, en particular las empresas de transporte que tienen programados viajes y centenares de personas de la República que tendrán la necesidad de hacer el gasto de viajar a la ciudad de México a tramitar el documento. Agregaría el autor de esta sección que es un golpazo para la tambaleante Aeroméxico y, en menor medida, para la también tambaleante Mexicana de Aviación. Por otro lado, la Comisión Permanente del Congreso instó a la canciller Patricia Espinosa para que convenza al gobierno del país de la hoja de maple (arce, dirían los puristas del idioma) de que meta reversa. Sin duda todos nos sentimos movidos a la solidaridad con los paisanos.
La válvula de escape
Sin embargo, tenemos que ver la causa detrás de lo causado. El gobierno de Estados Unidos, en particular Bill Clinton y George Bush, ha venido diciendo claridosamente al mexicano que debe resolver su propio problema de desempleo. No puede seguir considerando al bracerismo como una válvula de escape. Los gringos siguen construyendo el muro y vigilan la frontera no sólo con perros amaestrados, sino también con dispositivos de alta tecnología. ¿Puede culparse a Canadá por protegerse de la invasión a su territorio? El licenciado FChamoy acaba de coincidir en Roma –en la reunión del G-8– con el primer ministro Stephen Harper. Por lo visto no aprovechó la ocasión para abordar el tema. El desastre electoral lo ha traído muy preocupado.
Carlos Fernández Vega: México SA
Queda claro que los signos alentadores para la economía mexicana sólo los ven en Los Pinos, porque para 2009 los organismos financieros internacionales, las agrupaciones nacionales y los centros de estudio de adentro y afuera apuntan hacia un mismo resultado: el desplome económico del país y el rotundo fracaso, como si no fuera obvio, del modelo impuesto y defendido, contra viento y marea, desde hace casi tres décadas. La caída libre de la economía mexicana ya no es tema a debatir; ahora el análisis se centra en estimar correctamente la profundidad y circunferencia del cráter tras su impacto en el suelo, y todo apunta a proporciones históricas.
La Cepal se suma a las recientes cuan deprimentes estimaciones del FMI, el Banco Mundial y la OCDE, entre otros, sobre el espeluznante 2009 mexicano. Ayer divulgó su Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2008-2009, por medio del cual el organismo tiene la cortesía de notificar a los mexicanos lo que sus supuestos gobernantes se niegan a informar, por mucho que estén obligados a ello: a) la economía de México registrará un desplome de 7 por ciento del producto interno bruto; b) no sólo será el peor comportamiento regional en el presente año, sino que la caída será casi cuatro veces mayor con respecto al promedio latinoamericano; c) crece el desempleo en el país, cae el PIB por habitante y la pobreza va hacia adelante, y d) en 2010 el crecimiento sería igual al de Nicaragua y Honduras (2.5 por ciento), apenas por arriba de Haití (2 por ciento), con lo que ese año ocuparía el penúltimo lugar latinoamericano.
Recientemente, el Banco Mundial divulgó sus más frescas estimaciones sobre el comportamiento económico mundial en 2009, que incluyen las perspectivas para 152 países, y en el balance México ocupa el escalón número 141 entre 152 posibles, con ganas de empeorar y descender algunos peldaños más. Para el organismo financiero multilateral, en 2009 la mexicana resultará la economía más debilitada y con el peor comportamiento en el panorama latinoamericano, a la vez que estará muy por abajo del nada grato promedio mundial, y en el sótano internacional, versión que ahora apuntala la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, como antes la OCDE y el FMI.
Así, con la más reciente proyección de la Cepal, queda claro que con Felipe Calderón sentado en Los Pinos los mexicanos deben agregar cuatro años perdidos (2007-2010) a su ya largo inventario de ausencia de crecimiento, empleo y bienestar social, porque en ese cuatrienio la tasa promedio anual de crecimiento sería de cero por ciento, algo no registrado para un periodo igual desde hace 24 años. En resumen, pues, una década de panismo en el gobierno arroja un balance igual de desastroso que de escalofriante en materia económica: en el mejor de los casos, de 2001 a 2010 (Fox y Felipillo) la tasa anual promedio de crecimiento en México sería de 1.1 por ciento, la peor entre las peores.
Ya no sorprende a nadie, pero la Cepal hace hincapié en que la economía haitiana reportará un comportamiento sustancialmente mejor con respecto a la mexicana: la primera crecerá 2 por ciento; la segunda se desplomará 7 por ciento. ¿En 2009 qué otras economías latinoamericanas caen y en qué proporción? Brasil (–0.8 por ciento), Chile (–1), Guatemala (–1), Nicaragua (–1), El Salvador (–2), Honduras (–2.5), Paraguay (–3) y Costa Rica (–3). El promedio de caída en América Latina será de -1.9 por ciento, de acuerdo con la Cepal; en México de –7 por ciento, una proporción 3.68 veces mayor que la media regional. Por el contrario, las siguientes economías latinoamericanas reportan números negros: Argentina (1.5 por ciento), Bolivia (2.5), Colombia (0.6), Cuba (1), Ecuador (1), Haití (2), Panamá (2.5), Perú (2), República Dominicana (1) y Venezuela (0.3).
El problema se agudiza cuando, por medio de los promedios de la Cepal, se constata que en los últimos cuatro años (2007-2010) México sobresale por ser el único país de América Latina sin crecimiento económico: cero por ciento (para vivir mejor, Calderón dixit), contrario a lo registrado en (todas cifras positivas) Argentina (5.1 por ciento), Bolivia (4.2), Brasil (3,4), Chile (2.6), Colombia (3.1), Costa Rica (2.6), Cuba (3.9), Ecuador (3.1), El Salvador (2), Guatemala (2.95), Honduras (2.6), Nicaragua (1.98), Panamá (7.05), Paraguay (3.15), Perú (6.4), República Dominicana (4.2), Uruguay (5.25), Venezuela (4.38) y Haití (2.2).
Dado el terrorífico resultado, ¿no es hora de olvidar los discursos y hacer algo efectivo?
Las rebanadas del pastel:
De todos es conocido, pero por fin la Comisión Nacional de Derechos Humanos se animó a reconocer públicamente que en la tragedia de la guardería ABC, de Hermosillo, existen indicios que permiten presumir la responsabilidad de los tres niveles de gobierno en las violaciones a los derechos humanos a la vida, a la seguridad jurídica y al desarrollo, al tiempo que denuncia que sistemáticamente (la PGR) nos niega información sobre el caso… Y sobre el desbarajuste del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE): “Cómo es posible que se muera uno de los compañeros con los que conviviste y que tanto quieres, y lo único que se repita sea la vieja consigna del repudio total a los procedimientos del ISSSTE. Suena tan poco comprometido como el seguirnos quejando de todo y no hacer nada. Porque, a ver, ¿a cuánto ascienden las cuotas al instituto de los varios millones de burócratas que hay en el país? ¿A dónde se van esos miles de millones de pesos? Hay mucho dinero, se dice, pero no para atender a los derechohabientes. Se le ha descuidado en todos los aspectos, con un servicio médico pésimo, una escasez brutal de medicinas y un burocratismo que raya en lo absurdo. ¿Por qué? ¿Por el uso político que durante muchos años se le ha dado al ISSSTE? ¿Por qué esta institución del Estado es botín económico para cierto sector del poder, para pagar favores políticos gubernamentales? ¿Es otra caja chica del gobierno en turno, como la Lotería Nacional? ¿Es otro reducto político de la ‘maestra’? Aunque si de dilapidar el dinero se trata, deberían investigar las empresas paraestatales o de participación estatal que todavía existen y donde los amigos-compadres-funcionarios tienen unos sueldazos, una funcionalidad cero y son revisadas muy discrecionalmente. En fin, la cadena de impunidad es interminable. Por cierto, ¿Ya se revisarían las licitaciones y contratos de las carreteras federales? Bueno, hay mucha tela de donde cortar y no hay ni para dónde hacerse. ¿Por qué no acuden al arbitraje médico para dirimir esta serie de negligencias?” (Ricardo García Ortega, chispolito@prodigy.net.mx).
cfvmexico_sa@hotmail.com - mexicosa@infinitum.com.mx
Acabaron los sanfermines con saldo de un muerto, no sé cuántos hospitalizados y una generosa derrama económica para el ayuntamiento de Pamplona. La insensatez de esa celebración ancestral hace pensar en las innumerables maneras que hemos desarrollado para arriesgar el pellejo por mera diversión o por crear espectáculos en los que la exposición de vísceras sea una posibilidad real y siempre presente. Provocar la furia de alguien o de algo por el mero gusto de ver qué pasa, e incluso a riesgo del pellejo propio, es un pasatiempo inmemorial. En algún momento incierto del tránsito de cazadores nómadas a agricultores sedentarios, algunos sintieron nostalgia por la adrenalina de perseguir a la bestia –o de ser perseguido por ella– y de los peligros que eso implica, y se dieron a la tarea de recrear la cacería con animales ya cautivos o recién capturados.
De los registros más viejos destacan los que dejó la civilización Minoica en Creta. Allí, hace cosa de 30 o 40 siglos, algunos intrépidos dieron por ponerse frente a un toro salvaje; cuando embestía, se agarraban de los cuernos para tomar impulso, daban una pirueta en el aire, caían sentados en la grupa, se bajaban y corrían a ponerse a salvo antes de que el cuadrúpedo se diera la vuelta. Uno supone que no pretendían más que burlarse del animal y hacerlo rabiar; en todo caso, es seguro que la idea no consistía en agotarlo con el propósito de reducirlo a chuletas, que para eso ya existían en esa época métodos más sencillos y, sobre todo, menos riesgosos. Tampoco se trataba de neutralizar –así fuera mediante la humillación y el ridículo– a un ser que amenazara a la gente. Eso ya le había tocado a Hércules en una de sus 12 chambas: la primera fue matar al célebre león de Nemea, que aterrorizaba a los habitantes de la región; el semidiós hubo de eliminar al felino a mano limpia, y en el empeño (a juzgar por las representaciones en vasijas antiguas), el león no anduvo lejos de arrancar de un mordisco los tompiates de su rival.
Ricardo Yàñez: Isocronías
Opinión
De los registros más viejos destacan los que dejó la civilización Minoica en Creta. Allí, hace cosa de 30 o 40 siglos, algunos intrépidos dieron por ponerse frente a un toro salvaje; cuando embestía, se agarraban de los cuernos para tomar impulso, daban una pirueta en el aire, caían sentados en la grupa, se bajaban y corrían a ponerse a salvo antes de que el cuadrúpedo se diera la vuelta. Uno supone que no pretendían más que burlarse del animal y hacerlo rabiar; en todo caso, es seguro que la idea no consistía en agotarlo con el propósito de reducirlo a chuletas, que para eso ya existían en esa época métodos más sencillos y, sobre todo, menos riesgosos. Tampoco se trataba de neutralizar –así fuera mediante la humillación y el ridículo– a un ser que amenazara a la gente. Eso ya le había tocado a Hércules en una de sus 12 chambas: la primera fue matar al célebre león de Nemea, que aterrorizaba a los habitantes de la región; el semidiós hubo de eliminar al felino a mano limpia, y en el empeño (a juzgar por las representaciones en vasijas antiguas), el león no anduvo lejos de arrancar de un mordisco los tompiates de su rival.
Ricardo Yàñez: Isocronías
Opinión
Aerolíneas: aplicación de la ley o acoso
La suspensión de operaciones de Aviacsa, decretada el pasado 6 de julio por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) a consecuencia de un adeudo de 292 millones de pesos por el uso y explotación del espacio aéreo mexicano, constituye el más reciente episodio de una pugna emprendida por el gobierno federal para evitar las operaciones de esa línea aérea –para lo cual se han alegado ya sea motivos de seguridad o incumplimientos fiscales– y refuerza la percepción de que, más que conducirse con base en criterios estrictamente legales, el gobierno instrumenta una política orientada a la desaparición de algunas aerolíneas de bajo costo.
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El Correo Ilustrado
Pide desterrar campañas de odio
Tiene razón Felipe Calderón cuando desde hace tres años pide la unidad del país para apoyar su lucha contra el narcotráfico; parece que predica en el desierto, pues no se oye respuesta alguna. Ha olvidado que él dividió al país al contratar a un extranjero para que le enseñara a hacer una campaña sucia contra su adversario, llena de calumnias, mentiras, odio, amenazas, etcétera. Ése es el origen del mal, como dicen los religiosos: en el pecado lleva la penitencia.
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Lo único que es imperdonable al PRD es la incapacidad de sus dirigentes para aprovechar la profunda crisis que vive el país con propuestas alternativas. Tenían la mesa servida y la volcaron con alimentos y bebidas. Lo más asombroso es que se quedaron sentados en sus sillas, como si no hubiera pasado nada, y sólo cerraron los ojos para evitar la salpicadura de lo que estaba en la mesa y cayó al suelo. Ni se les ocurrió pensar que si los demás se quedaban sin comer, ellos también. La mesa no se volcó sola, la tiraron los propios comensales y desperdiciaron su contenido, incluidos los errores de Calderón, que eran y son gran alimento para los partidos opositores, si hubieran sabido aprovecharlo. Bueno, el PRI sí los aprovechó parcialmente, y digo parcialmente porque en realidad usó su fuerte y organizado aparato para ganar, más que elaborar propuestas a partir de todo lo que no anda bien en el país.
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Los integrantes de la ex Comisión de Mediación (Comed) entre el PDPR-EPR y el gobierno federal nos hemos reunido varias veces con el propósito de ponderar los llamados de las partes a retomar la mediación. Tuvimos una sesión el 7 de julio de 2009, fecha en que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), reunida en San José, Costa Rica, juzgaba al gobierno de México por la desaparición forzada de Rosendo Radilla Pacheco, dirigente regional del municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero, detenido en un retén militar el 25 de agosto de 1974.
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Apenas el domingo pasado, en un opúsculo aparecido en El Universal, el procurador Eduardo Medina Mora daba cuenta de las razones de Estado que animan la estrategia de México contra el crimen organizado y las adicciones. No sé si ése era el título original del artículo, pero en todo caso allí se pueden leer algunas de las ideas-fuerza, ya que se describen los sentimientos y algunas preocupaciones del gobierno en torno a este delicado asunto.
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Apesar de todas sus deficiencias, las elecciones expresaron con claridad el rechazo radical a las clases políticas y el creciente desprecio ciudadano por los partidos. Perdieron todos ellos, aunque alguno se pretenda triunfador.
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En Honduras se está decidiendo el destino político de América Latina pues si el golpe de Estado llegara a consolidarse, pronto volverían las dictaduras de seguridad nacional en muchos países, o cuando menos los gobiernos quedarían al arbitrio de los gorilas. Sobran por eso sectores económicos, políticos, militares y mediáticos imperialistas animados a fortalecer y extender el experimento hondureño ya que el nuevo rumbo independiente e integracionista tomado por numerosos gobiernos latinoamericanos y caribeños perjudica sus intereses. Más aún, ven como una grave amenaza los gobiernos constitucionales donde exista algún espacio político para opinar y organizarse en un momento que el ánimo levantisco de los pueblos está al alza. No se olvide que el más grave de los delitos achacados al presidente Zelaya por los golpistas y los consorcios mediáticos –justo el que precipitó el golpe– fue su proyecto de consultar al pueblo si aprobaba someter a referendo en las elecciones de noviembre la opción de convocar a una Asamblea Constituyente.
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Hillary Clinton, secretaria de Estado e integrante del Consejo de Seguridad de Obama, se molestó hace días con el término golpe de Estado usado en la condena de la OEA al operativo orquestado en Honduras por medio de un ejército que, como dice Álvaro Montero Mejía, respira por las narices de sus asesores estadunidenses (elpais.cr 10/7/09). La señora encabeza la diplomacia abierta (track I) en torno al putch y su enojo se hace manifiesto en lo que Montero califica de la trampa de la mediación, es decir, en un evidente acto de astucia y perfidia encaminado a re-localizar el debate sobre ese grave acontecimiento sacándolo de cualquier foro multilateral (sea la OEA, el Grupo de Río o la ONU) y confinándolo a la sala de la casa privada de Óscar Árias, el presidente de Costa Rica, que condenó el golpe pero que es confiable: respalda la Iniciativa Mérida con un entusiasmo sólo comparable al de Felipe Calderón e impulsó el Tratado de Libre Comercio arremetiendo contra la economía popular y bastiones estratégicos como el Instituto Costarricense de Electricidad, la empresa de mayor facturación del país.
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Existes en tanto el otro te mira y te reconoce, es decir, eres en tanto los demás se percatan de tu existencia o incides en la suya, parece ser la premisa del título Ser es ser visto con que Luis de Tavira y Stefanie Weiss eligieron llamar a la concatenación de paráfrasis de textos de Botho Straus, Goethe, Wilhelm Müller y Fredrich Rückert en el primer espectáculo del ciclo Laboratorio escénico de la Compañía Nacional de Teatro. El montaje a cargo de Tavira –con diferentes asesorías– pone en escena a todos los miembros de la compañía, aunque por desgracia la enfermedad que ha aquejado al espléndido actor que es Claudio Obregón hizo que en el estreno se suprimiera la primera escena, Visitantes y se alterara el orden previsto de las demás escenas. Tener a todos aquellos que participan en la CNT en un espectáculo es un logro, pero a mi ver hay algunas cuestiones mucho más importantes.
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Cuando viajo, no llevo cámara y no tengo un recuerdo literal de lo que he visto. Tomo apuntes: mi caligrafía es tan mala que cuando trato de leerlos necesito un paleógrafo a mi lado y si lo tuviera no acertaría a dar pie con bola o mano con letra.
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Miguel Carbonell
El último cartucho
El Estado mexicano se vio obligado a utilizar desde diciembre de 2006, en su lucha contra el crimen organizado, el último cartucho, el arma más letal que tiene a su alcance el poder público: el Ejército. Tres años después de esa decisión los focos rojos parecen haber saltado: violaciones de derechos humanos por doquier y poca efectividad son las notas que se aprecian en el horizonte.
La política de guerra abierta y total del gobierno contra los cárteles de la droga ni siquiera ha tenido el decisivo visto bueno de la población, que a la primera oportunidad corrió a darle masivamente el voto al PRI, ya enfilado hacia la silla presidencial en las elecciones de 2012.
Quizá parte del fracaso se deba a una combinación de factores que, al momento de revisar la política gubernamental contra el delito, valga la pena tener en cuenta:
1. El tamaño de la delincuencia. La extensión de las actividades ilegales en México es impresionante. El secretario de la Defensa daba el año pasado un dato espeluznante: más de 500 mil mexicanos (sí, medio millón de personas) se dedican de forma directa o indirecta a trabajar en el negocio del narco. Frente a ellos tenemos a poco más de 400 mil policías, casi todos con poco entrenamiento, mal pagados y con nulos incentivos para aplicar la ley. Si a las actividades del narcotráfico le sumamos la industria del secuestro, la del robo de coches, la del tráfico de personas y la del contrabando, nos daremos cuenta del monstruo de mil cabezas al que tiene que enfrentarse el Estado mexicano.
2. La impunidad para los violadores de derechos humanos. Nadie duda que la lucha contra el narco no es un juego de niños y que hay que emplear la fuerza para detener a los mafiosos. Pero de ahí a permitir las atrocidades que ha denunciado de forma puntual y rigurosa la CNDH hay un buen trecho. Quizá no todos los funcionarios públicos han entendido que al combatir a la delincuencia el Estado no puede volverse él mismo un delincuente. Hay reglas del juego que se deben respetar. Pero nadie parece interesado en atenerse a ellas. Públicamente varios funcionarios han dicho que la tarea de respetar los derechos humanos no es posible en el momento actual, que quizá habrá que pensar en eso más adelante. Esa visión no sólo es de mediocres y propia de regímenes dictatoriales, sino que garantiza la impunidad para los responsables directos. Si los jefes no se inmutan por las violaciones cometidas, mucho menos lo harán los que juegan en la cancha enlodada y están en la primera línea de fuego.
3. La respuesta incompleta. El procurador Eduardo Medina Mora, en un artículo publicado en EL UNIVERSAL, fue muy claro: la respuesta del Estado mexicano al desafío del narco consiste en toneladas y toneladas de droga decomisada y en más de 80 mil personas presentadas ante el Ministerio Público. Se trata de una visión por demás reducida: si el Estado mexicano solamente es capaz de manifestarse a través de la policía y el Ejército, entonces habremos perdido para siempre la batalla.
El Estado mexicano, en las zonas más calientes del narco, debe conquistar el territorio a través de mejores servicios públicos, de oportunidades para los jóvenes, de buen transporte público, de escuelas de calidad, de infraestructura hospitalaria. La principal arma contra el narco no es la Sedena, sino la SEP, la Sedesol y la Secretaría de Salud. Eso no parecen haberlo comprendido en el gabinete de Calderón.
Como quiera que sea, lo cierto es que los números no parecen mentir: lejos del triunfalismo, la situación es cada día más delicada, los atropellos son cada vez más visibles, la incidencia delictiva sigue creciendo y el apoyo político y social es menguante. Todo indica que se impone un espacio de reflexión y de reacomodo de las piezas, antes de que nos arrepintamos todos de habernos metido en un callejón sin salida.
www.miguelcarbonell.com
Investigador del IIJ-UNAM
La política de guerra abierta y total del gobierno contra los cárteles de la droga ni siquiera ha tenido el decisivo visto bueno de la población, que a la primera oportunidad corrió a darle masivamente el voto al PRI, ya enfilado hacia la silla presidencial en las elecciones de 2012.
Quizá parte del fracaso se deba a una combinación de factores que, al momento de revisar la política gubernamental contra el delito, valga la pena tener en cuenta:
1. El tamaño de la delincuencia. La extensión de las actividades ilegales en México es impresionante. El secretario de la Defensa daba el año pasado un dato espeluznante: más de 500 mil mexicanos (sí, medio millón de personas) se dedican de forma directa o indirecta a trabajar en el negocio del narco. Frente a ellos tenemos a poco más de 400 mil policías, casi todos con poco entrenamiento, mal pagados y con nulos incentivos para aplicar la ley. Si a las actividades del narcotráfico le sumamos la industria del secuestro, la del robo de coches, la del tráfico de personas y la del contrabando, nos daremos cuenta del monstruo de mil cabezas al que tiene que enfrentarse el Estado mexicano.
2. La impunidad para los violadores de derechos humanos. Nadie duda que la lucha contra el narco no es un juego de niños y que hay que emplear la fuerza para detener a los mafiosos. Pero de ahí a permitir las atrocidades que ha denunciado de forma puntual y rigurosa la CNDH hay un buen trecho. Quizá no todos los funcionarios públicos han entendido que al combatir a la delincuencia el Estado no puede volverse él mismo un delincuente. Hay reglas del juego que se deben respetar. Pero nadie parece interesado en atenerse a ellas. Públicamente varios funcionarios han dicho que la tarea de respetar los derechos humanos no es posible en el momento actual, que quizá habrá que pensar en eso más adelante. Esa visión no sólo es de mediocres y propia de regímenes dictatoriales, sino que garantiza la impunidad para los responsables directos. Si los jefes no se inmutan por las violaciones cometidas, mucho menos lo harán los que juegan en la cancha enlodada y están en la primera línea de fuego.
3. La respuesta incompleta. El procurador Eduardo Medina Mora, en un artículo publicado en EL UNIVERSAL, fue muy claro: la respuesta del Estado mexicano al desafío del narco consiste en toneladas y toneladas de droga decomisada y en más de 80 mil personas presentadas ante el Ministerio Público. Se trata de una visión por demás reducida: si el Estado mexicano solamente es capaz de manifestarse a través de la policía y el Ejército, entonces habremos perdido para siempre la batalla.
El Estado mexicano, en las zonas más calientes del narco, debe conquistar el territorio a través de mejores servicios públicos, de oportunidades para los jóvenes, de buen transporte público, de escuelas de calidad, de infraestructura hospitalaria. La principal arma contra el narco no es la Sedena, sino la SEP, la Sedesol y la Secretaría de Salud. Eso no parecen haberlo comprendido en el gabinete de Calderón.
Como quiera que sea, lo cierto es que los números no parecen mentir: lejos del triunfalismo, la situación es cada día más delicada, los atropellos son cada vez más visibles, la incidencia delictiva sigue creciendo y el apoyo político y social es menguante. Todo indica que se impone un espacio de reflexión y de reacomodo de las piezas, antes de que nos arrepintamos todos de habernos metido en un callejón sin salida.
www.miguelcarbonell.com
Investigador del IIJ-UNAM
Lydia Cacho
Plan B
Educar para la paz
Cada vez que una lectora o un lector escribe sus opiniones en este diario, me recuerda la responsabilidad ética del periodismo.
Últimamente encuentro más evidente un sentimiento colectivo de hartazgo, de rabia, de enojo. Cada vez más personas creen que asesinar a los narcotraficantes, ya sean capos o vecinos menudistas, es la solución. Otras aseguran que la violencia genera más ira y descomposición social. Algunas entienden que las cárceles no alcanzan y que no existe voluntad política para crear un modelo carcelario de rehabilitación social efectiva.
Lo que nos queda claro es que el país está en duelo; nosotros, ustedes, todos estamos en duelo. No es para menos, al principio el pueblo se horrorizaba e indignaba con el primer muerto, el primer secuestrado, la mujer violada, el cura pederasta, el góber precioso.
Poco a poco normalizamos esa realidad; entendemos que no se puede vivir eternamente en vilo, que la impotencia genera desesperación y ésta produce enojo y que no todo el mundo sabe qué hacer con él.
Las y los especialistas en intervención social en situación de guerra nos enseñan que las conclusiones fatalistas nunca resuelven el problema. La pena de muerte y la incitación al odio generan incertidumbre, incluso en quien las propone.
El sicólogo austriaco Viktor Frankl, autor de La voluntad del sentido, nos dice que en situaciones de guerra la conducta de las persona no es dictada por las condiciones en que se encuentran, sino por las decisiones que toman y su conciencia de que deciden libremente.
No está en nuestras manos detener la guerra ni hacer justicia; sin embargo, trabajar en nuestra comunidad la negociación de conflictos y la prevención de adicciones es un acto profundamente político. Urge trabajar en educación para la paz con la infancia, para que esas generaciones no pierdan la fe en el futuro y la esperanza.
Cada vez que una lectora o un lector escribe sus opiniones en este diario, me recuerda la responsabilidad ética del periodismo.
Últimamente encuentro más evidente un sentimiento colectivo de hartazgo, de rabia, de enojo. Cada vez más personas creen que asesinar a los narcotraficantes, ya sean capos o vecinos menudistas, es la solución. Otras aseguran que la violencia genera más ira y descomposición social. Algunas entienden que las cárceles no alcanzan y que no existe voluntad política para crear un modelo carcelario de rehabilitación social efectiva.
Lo que nos queda claro es que el país está en duelo; nosotros, ustedes, todos estamos en duelo. No es para menos, al principio el pueblo se horrorizaba e indignaba con el primer muerto, el primer secuestrado, la mujer violada, el cura pederasta, el góber precioso.
Poco a poco normalizamos esa realidad; entendemos que no se puede vivir eternamente en vilo, que la impotencia genera desesperación y ésta produce enojo y que no todo el mundo sabe qué hacer con él.
Las y los especialistas en intervención social en situación de guerra nos enseñan que las conclusiones fatalistas nunca resuelven el problema. La pena de muerte y la incitación al odio generan incertidumbre, incluso en quien las propone.
El sicólogo austriaco Viktor Frankl, autor de La voluntad del sentido, nos dice que en situaciones de guerra la conducta de las persona no es dictada por las condiciones en que se encuentran, sino por las decisiones que toman y su conciencia de que deciden libremente.
No está en nuestras manos detener la guerra ni hacer justicia; sin embargo, trabajar en nuestra comunidad la negociación de conflictos y la prevención de adicciones es un acto profundamente político. Urge trabajar en educación para la paz con la infancia, para que esas generaciones no pierdan la fe en el futuro y la esperanza.
Ricardo Rocha
Detrás de la Noticia
Ejército repudiado… y humillado
Lejos quedaron los días en que al Ejército se le aplaudía en los desfiles. Hoy los soldados comienzan a ser sujetos de repudio en vastas zonas del país. Mal han pagado los gobiernos civiles la obediencia y lealtad de los militares.
Pero cuidado, hoy se sabe que los generales están al límite del hartazgo por muchas razones: ya son demasiados años en que han sido sometidos a un desgaste brutal en una guerra perdida contra el narco; a nadie le gusta librar batallas en las que saldrá derrotado; son miles sus muertos en tanto tiempo de recia e inútil porfía; pero también son miles los muertos que han causado en las balaceras de diario en todo el país. Y lo más grave, son ya cientos los muertos civiles en el fuego cruzado. Y peor aún, también suman cientos los muertos por crueldad, capricho o equivocación de los soldados. Y hay decenas de mujeres violadas por la soldadesca. Cifras de escándalo que ya nadie puede ocultar y que hoy tienen al Ejército mexicano en el banquillo de los acusados.
Nadie ha podido parar la creciente avalancha de señalamientos y denuncias de organismos de derechos humanos nacionales e internacionales contra un Ejército que día a día gana fama en el mundo entero como una caterva de violadores y asesinos.
Por eso las preguntas para su comandante supremo, Felipe Calderón, son obligadas: ¿de verdad cree que los soldados bajo su mando se lo merecen? ¿Qué no ve riesgo alguno en que se nos deteriore una institución como el Ejército? ¿Ha valido la pena humillar a las armas nacionales por los resultados obtenidos en su llamada guerra contra el narco?
Para muchos, Calderón ha cruzado la línea de no retorno. Y a pesar del voto en contra el 5 de julio, persistirá en una estrategia que cree que lo legitima y fortalece: mantener al Ejército en las calles. Sin embargo, hay quienes creen que la presión internacional reventará el esquema mexicano en cualquier momento.
Yo soy de los que creo que el gobierno calderonista está obligado y a tiempo de cambiar radicalmente su estrategia frente al narco: hay que investigar inteligentemente y dejar de echar balazos en la calle. Lo que pasa es que en la primera opción se corre el riesgo de desnudar a peces muy gordos en todos los niveles de gobierno; en cambio, en la segunda lo más que puede pasar es que los soldados se carguen por error o a propósito a unos cuantos civiles.
Que quede muy claro: no nos oponemos al combate al narco. Lo que creemos es que resulta imperativo extirpar a quienes en nuestras policías y órganos de justicia trabajan para los cárteles y que son parte de eso que llamamos crimen organizado.
Urge también un gesto de justicia para los miles de mexicanos agraviados por un Ejército que se juzga a sí mismo por delitos del fuero común, a causa de la prevalencia de un fuero militar inconstitucional que deja a las víctimas y sus familiares sin acceso alguno a procesos judiciales. La Corte pronto habrá de pronunciarse al respecto. Por eso urge salvar a una de las pocas instituciones que nos quedan, antes de que sea demasiado tarde.
Lejos quedaron los días en que al Ejército se le aplaudía en los desfiles. Hoy los soldados comienzan a ser sujetos de repudio en vastas zonas del país. Mal han pagado los gobiernos civiles la obediencia y lealtad de los militares.
Pero cuidado, hoy se sabe que los generales están al límite del hartazgo por muchas razones: ya son demasiados años en que han sido sometidos a un desgaste brutal en una guerra perdida contra el narco; a nadie le gusta librar batallas en las que saldrá derrotado; son miles sus muertos en tanto tiempo de recia e inútil porfía; pero también son miles los muertos que han causado en las balaceras de diario en todo el país. Y lo más grave, son ya cientos los muertos civiles en el fuego cruzado. Y peor aún, también suman cientos los muertos por crueldad, capricho o equivocación de los soldados. Y hay decenas de mujeres violadas por la soldadesca. Cifras de escándalo que ya nadie puede ocultar y que hoy tienen al Ejército mexicano en el banquillo de los acusados.
Nadie ha podido parar la creciente avalancha de señalamientos y denuncias de organismos de derechos humanos nacionales e internacionales contra un Ejército que día a día gana fama en el mundo entero como una caterva de violadores y asesinos.
Por eso las preguntas para su comandante supremo, Felipe Calderón, son obligadas: ¿de verdad cree que los soldados bajo su mando se lo merecen? ¿Qué no ve riesgo alguno en que se nos deteriore una institución como el Ejército? ¿Ha valido la pena humillar a las armas nacionales por los resultados obtenidos en su llamada guerra contra el narco?
Para muchos, Calderón ha cruzado la línea de no retorno. Y a pesar del voto en contra el 5 de julio, persistirá en una estrategia que cree que lo legitima y fortalece: mantener al Ejército en las calles. Sin embargo, hay quienes creen que la presión internacional reventará el esquema mexicano en cualquier momento.
Yo soy de los que creo que el gobierno calderonista está obligado y a tiempo de cambiar radicalmente su estrategia frente al narco: hay que investigar inteligentemente y dejar de echar balazos en la calle. Lo que pasa es que en la primera opción se corre el riesgo de desnudar a peces muy gordos en todos los niveles de gobierno; en cambio, en la segunda lo más que puede pasar es que los soldados se carguen por error o a propósito a unos cuantos civiles.
Que quede muy claro: no nos oponemos al combate al narco. Lo que creemos es que resulta imperativo extirpar a quienes en nuestras policías y órganos de justicia trabajan para los cárteles y que son parte de eso que llamamos crimen organizado.
Urge también un gesto de justicia para los miles de mexicanos agraviados por un Ejército que se juzga a sí mismo por delitos del fuero común, a causa de la prevalencia de un fuero militar inconstitucional que deja a las víctimas y sus familiares sin acceso alguno a procesos judiciales. La Corte pronto habrá de pronunciarse al respecto. Por eso urge salvar a una de las pocas instituciones que nos quedan, antes de que sea demasiado tarde.
Rosario Ibarra
¡Qué país!
Salía de mi casa en Monterrey hace unas horas con rumbo al aeropuerto, para llegar a mi amado Distrito Federal a tiempo para reunir estas palabras. Todavía me inquietaba el recuerdo de las lecturas en publicaciones diarias y hebdomadarias acerca del terror, de los crímenes, de la sevicia, de la crueldad, del desenfreno de los instintos criminales, en fin, de todo lo que padecemos a diario en este pobre y maltratado país.
“La gente está horrorizada” —se escucha no pocas veces—, y es cierto: la gente, el pueblo, todos los que formamos el conglomerado que no da órdenes en este país estamos horrorizados del acatamiento de las órdenes de los que ordenan... aunque sea en contra de la Constitución.
Habemos algunos que nos negamos a aceptar calladamente esa clase de órdenes (¡que no son nuevas!, hay que decirlo). Desde hace muchos años los males terribles que ha hecho el pobre pueblo uniformado contra el resto sin uniforme han dejado rastros de dolor infinito en miles de hogares de este país.
Se viene a mi memoria la visión de aquel día en que cayó asesinado Rubén Jaramillo y junto a él casi todos los miembros de su familia... La orden de cometer tamaña infamia llegó “de muy arriba” —se dice—, y la cumplieron “soldados vestidos de campesinos”, según se canta en algunos corridos, como suele hacerlo el pueblo cuando sufre...
Pienso en una tarde de hace años; pienso en una plaza llamada “de las tres culturas” en la que se cometió un crimen, uno de los más aberrantes crímenes de que se tenga memoria...
No es extraño el nombre del batallón que lo perpetró. “Olimpia” era su nombre... Y de ignorantes no los acusamos, los acusamos de perversos... Olimpia era —lo sabemos— era Élide, ciudad del Peloponeso donde se celebraban los Juegos Olímpicos.... pero la conducta de quienes bautizaron el batallón enturbió para siempre la cultura que pudieran tener y los situó en el peor lugar de la historia.
Con todos los hechos sangrientos de crueldad inaudita que se llevaron a cabo durante la larga dictadura priísta, podrían tal vez llenarse varios tomos de la que pudiera ser llamada la enciclopedia del crimen oficial en México, porque el capítulo de las desapariciones forzadas inició también durante esos años, asunto terrible sin solución aún y que desgraciadamente fue copiado en toda su crudeza y sus dimensiones por el mal llamado “gobierno del cambio”... ¿Del cambio? ¿Cuál? Si parece que tiene de “consejero” al tristemente célebre LEA.
Pero dejando lo de las copias a un lado, hay que decir que aparte de las “imitaciones” de los gobiernos “blanquiazules” están todas las acciones propias de su idiosincrasia, y en el caso del presente, de su origen.
Sacar al Ejército de sus cuarteles a “cumplir” acciones que no le competen, haciendo caso omiso de la Constitución, es un símbolo inequívoco de la inseguridad de un gobernante, que lo único que logra con ello es sembrar el miedo en el pueblo, intimidado por la presencia militar en calles y en caminos de toda la República, y aparte, manchar aún más la imagen de las Fuerzas Armadas, otrora respetadas por ese mismo pueblo.
Y ahora, el terror y el miedo se acrecientan. Miles de asesinados, decapitados, algunos con huellas de tortura. Cosas terribles suceden en Michoacán, en Chihuahua (¿y las llamadas “muertas de Juárez?... ¡pst!, parece haber dicho el gobierno, mientras sus familiares sufren).
¿Y las vacaciones?... ¡Son impostergables!, dicen los señores “supremos de justicia”, y los padres de los niños muertos en la guardería... ¡que esperen, faltaba más!
Las vacaciones son las vacaciones... Y en este recuento del terrorismo de Estado no podrían quedar fuera algunas otras cosas no tan terroristas, pero sí que el pueblo no olvida y que su inteligencia negada por los de arriba guarda celosamente... Por ejemplo: el dicho de los defensores de derechos humanos: sí, aquello de la “gastritis mal atendida”, copia fidelísima del criterio del gobernante metido a forense, en contraste sorprendente con las actuales críticas a las acciones del Ejército... en las postrimerías de los 10 años... ¡Qué país!
Dirigente del comité ¡Eureka!
“La gente está horrorizada” —se escucha no pocas veces—, y es cierto: la gente, el pueblo, todos los que formamos el conglomerado que no da órdenes en este país estamos horrorizados del acatamiento de las órdenes de los que ordenan... aunque sea en contra de la Constitución.
Habemos algunos que nos negamos a aceptar calladamente esa clase de órdenes (¡que no son nuevas!, hay que decirlo). Desde hace muchos años los males terribles que ha hecho el pobre pueblo uniformado contra el resto sin uniforme han dejado rastros de dolor infinito en miles de hogares de este país.
Se viene a mi memoria la visión de aquel día en que cayó asesinado Rubén Jaramillo y junto a él casi todos los miembros de su familia... La orden de cometer tamaña infamia llegó “de muy arriba” —se dice—, y la cumplieron “soldados vestidos de campesinos”, según se canta en algunos corridos, como suele hacerlo el pueblo cuando sufre...
Pienso en una tarde de hace años; pienso en una plaza llamada “de las tres culturas” en la que se cometió un crimen, uno de los más aberrantes crímenes de que se tenga memoria...
No es extraño el nombre del batallón que lo perpetró. “Olimpia” era su nombre... Y de ignorantes no los acusamos, los acusamos de perversos... Olimpia era —lo sabemos— era Élide, ciudad del Peloponeso donde se celebraban los Juegos Olímpicos.... pero la conducta de quienes bautizaron el batallón enturbió para siempre la cultura que pudieran tener y los situó en el peor lugar de la historia.
Con todos los hechos sangrientos de crueldad inaudita que se llevaron a cabo durante la larga dictadura priísta, podrían tal vez llenarse varios tomos de la que pudiera ser llamada la enciclopedia del crimen oficial en México, porque el capítulo de las desapariciones forzadas inició también durante esos años, asunto terrible sin solución aún y que desgraciadamente fue copiado en toda su crudeza y sus dimensiones por el mal llamado “gobierno del cambio”... ¿Del cambio? ¿Cuál? Si parece que tiene de “consejero” al tristemente célebre LEA.
Pero dejando lo de las copias a un lado, hay que decir que aparte de las “imitaciones” de los gobiernos “blanquiazules” están todas las acciones propias de su idiosincrasia, y en el caso del presente, de su origen.
Sacar al Ejército de sus cuarteles a “cumplir” acciones que no le competen, haciendo caso omiso de la Constitución, es un símbolo inequívoco de la inseguridad de un gobernante, que lo único que logra con ello es sembrar el miedo en el pueblo, intimidado por la presencia militar en calles y en caminos de toda la República, y aparte, manchar aún más la imagen de las Fuerzas Armadas, otrora respetadas por ese mismo pueblo.
Y ahora, el terror y el miedo se acrecientan. Miles de asesinados, decapitados, algunos con huellas de tortura. Cosas terribles suceden en Michoacán, en Chihuahua (¿y las llamadas “muertas de Juárez?... ¡pst!, parece haber dicho el gobierno, mientras sus familiares sufren).
¿Y las vacaciones?... ¡Son impostergables!, dicen los señores “supremos de justicia”, y los padres de los niños muertos en la guardería... ¡que esperen, faltaba más!
Las vacaciones son las vacaciones... Y en este recuento del terrorismo de Estado no podrían quedar fuera algunas otras cosas no tan terroristas, pero sí que el pueblo no olvida y que su inteligencia negada por los de arriba guarda celosamente... Por ejemplo: el dicho de los defensores de derechos humanos: sí, aquello de la “gastritis mal atendida”, copia fidelísima del criterio del gobernante metido a forense, en contraste sorprendente con las actuales críticas a las acciones del Ejército... en las postrimerías de los 10 años... ¡Qué país!
Dirigente del comité ¡Eureka!
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