La pareja sentimental del filósofo existencialista Jean Paul Sarte pugnó por la no distinción entre mujeres y hombres a partir de la idea.
La filósofa y escritora francesa Simone de Beauvoir, nacida el 9 de enero de 1908, defendió la igualdad de las mujeres con los hombres, y ahora pareciera que esa condición, o incluso la superioridad de ellas sobre ellos, está por ser una realidad.
La pareja sentimental del filósofo existencialista Jean Paul Sarte pugnó por la no distinción entre mujeres y hombres a partir de la idea, y el libro del mismo título, del “otro sexo”.
En un artículo publicado en “The Atlantic Monthly”, Hannah Rosin afirma que en las décadas siguientes el mundo verá el ascenso de las mujeres, por una razón evidente para todos desde hoy: los sistemas económicos predominantes deben más a las féminas que a los hombres.
Cada vez las mujeres ocupan papeles importantes en la ciencia, la ingeniería, la computación, la medicina y otros, además de que, anota Rosin, las mujeres viven más que los hombres, acaban sus carreras en proporción más alta y les va mejor en la sociedad de la información.
Nacida en París, Francia, en el seno de una familia burguesa católica, desde joven Simone de Beauvoir dio muestras de su inconformidad y se convirtió en una joven comprometida con su género, negándose a aceptar el destino de la mujer sólo como madre y esposa.
En 1929 conoció a Jean Paul Sartre (1905-1980), que al igual que ella era profesor de filosofía en la Universidad de La Sorbona, con quien se unió estrechamente, hecho que según sus biógrafos ella misma definió como el acontecimiento fundamental de su existencia.
La pareja llevó a la práctica una serie de principios basados en su concepción de la mujer y de la pareja.
Jamás se casaron ni vivieron juntos, permitiéndose así, una realización individual.
En 1943, De Beauvoir entró a trabajar como redactora de la revista "Tempes modernes", que dirigía el propio Sartre.
Ese año escribió "La invitada", en la que exploró los dilemas existencialistas de la libertad, la acción y la responsabilidad individual.
El motor principal de la obra de la también filósofa existencialista es la libertad, tanto para las mujeres como para cualquier individuo, concepto que según ella implica al mismo tiempo la noción de responsabilidad.
Tal apreciación quedó plasmada en obras autobiográficas como "Memorias de una joven de buena familia" (1958) y "Final de cuentas" (1972), que a decir de la crítica ofrecen una visión muy reveladora de su vida y su tiempo.
Así como “El otro sexo”, un ambicioso ensayo en el que destaca que "la mujer", o lo que entendemos por mujer, es producto de la cultura, dado que muchas de las características de las féminas, provienen de la educación o de las normas que marca la sociedad como: el ser madre, esposa, hija, hermana, etcétera.
Bajo conceptos existencialistas, esta obra fundamental para la corriente del feminismo de igualdad refiere que la principal tarea de la mujer es reconquistar su propia identidad específica y desde sus propios criterios.
La frase que resume esta teoría es muy célebre: "No se nace mujer, se llega a serlo".
Los mismos temas son abordados en otras obras suyas como "La sangre de los otros" (1944) y "Los mandarines" (1954), novela por la que recibió el Premio Goncourt.
De sus ensayos escritos, "La vejez" (1970), una crítica de la sociedad hacia los ancianos; "La ceremonia del adiós" (1981), en la que evoca la figura de su compañero y colega de tantos años, Jean Paul Sartre.
Intelectual comprometida y curiosa del saber, Simone viajó mucho, visitó Estados Unidos, la Unión Soviética, China y Cuba.
Su filosofía, el existencialismo, y su compromiso político de izquierda, entraron en crisis ante los horrores de la Segunda Guerra Mundial (1939-45).
Este hecho, explican los conocedores, llevó a Beauvoir a abandonar el género de la novela y adentrarse más en la autobiografía, que le permitió analizarse a sí misma.
La autora murió el 14 de abril de 1986, en París, Francia.
La filósofa y escritora francesa Simone de Beauvoir, nacida el 9 de enero de 1908, defendió la igualdad de las mujeres con los hombres, y ahora pareciera que esa condición, o incluso la superioridad de ellas sobre ellos, está por ser una realidad.
La pareja sentimental del filósofo existencialista Jean Paul Sarte pugnó por la no distinción entre mujeres y hombres a partir de la idea, y el libro del mismo título, del “otro sexo”.
En un artículo publicado en “The Atlantic Monthly”, Hannah Rosin afirma que en las décadas siguientes el mundo verá el ascenso de las mujeres, por una razón evidente para todos desde hoy: los sistemas económicos predominantes deben más a las féminas que a los hombres.
Cada vez las mujeres ocupan papeles importantes en la ciencia, la ingeniería, la computación, la medicina y otros, además de que, anota Rosin, las mujeres viven más que los hombres, acaban sus carreras en proporción más alta y les va mejor en la sociedad de la información.
Nacida en París, Francia, en el seno de una familia burguesa católica, desde joven Simone de Beauvoir dio muestras de su inconformidad y se convirtió en una joven comprometida con su género, negándose a aceptar el destino de la mujer sólo como madre y esposa.
En 1929 conoció a Jean Paul Sartre (1905-1980), que al igual que ella era profesor de filosofía en la Universidad de La Sorbona, con quien se unió estrechamente, hecho que según sus biógrafos ella misma definió como el acontecimiento fundamental de su existencia.
La pareja llevó a la práctica una serie de principios basados en su concepción de la mujer y de la pareja.
Jamás se casaron ni vivieron juntos, permitiéndose así, una realización individual.
En 1943, De Beauvoir entró a trabajar como redactora de la revista "Tempes modernes", que dirigía el propio Sartre.
Ese año escribió "La invitada", en la que exploró los dilemas existencialistas de la libertad, la acción y la responsabilidad individual.
El motor principal de la obra de la también filósofa existencialista es la libertad, tanto para las mujeres como para cualquier individuo, concepto que según ella implica al mismo tiempo la noción de responsabilidad.
Tal apreciación quedó plasmada en obras autobiográficas como "Memorias de una joven de buena familia" (1958) y "Final de cuentas" (1972), que a decir de la crítica ofrecen una visión muy reveladora de su vida y su tiempo.
Así como “El otro sexo”, un ambicioso ensayo en el que destaca que "la mujer", o lo que entendemos por mujer, es producto de la cultura, dado que muchas de las características de las féminas, provienen de la educación o de las normas que marca la sociedad como: el ser madre, esposa, hija, hermana, etcétera.
Bajo conceptos existencialistas, esta obra fundamental para la corriente del feminismo de igualdad refiere que la principal tarea de la mujer es reconquistar su propia identidad específica y desde sus propios criterios.
La frase que resume esta teoría es muy célebre: "No se nace mujer, se llega a serlo".
Los mismos temas son abordados en otras obras suyas como "La sangre de los otros" (1944) y "Los mandarines" (1954), novela por la que recibió el Premio Goncourt.
De sus ensayos escritos, "La vejez" (1970), una crítica de la sociedad hacia los ancianos; "La ceremonia del adiós" (1981), en la que evoca la figura de su compañero y colega de tantos años, Jean Paul Sartre.
Intelectual comprometida y curiosa del saber, Simone viajó mucho, visitó Estados Unidos, la Unión Soviética, China y Cuba.
Su filosofía, el existencialismo, y su compromiso político de izquierda, entraron en crisis ante los horrores de la Segunda Guerra Mundial (1939-45).
Este hecho, explican los conocedores, llevó a Beauvoir a abandonar el género de la novela y adentrarse más en la autobiografía, que le permitió analizarse a sí misma.
La autora murió el 14 de abril de 1986, en París, Francia.
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