Pedro Echeverría V.
1. Acabo de leer, a través de un artículo de Esteva de La Jornada, parte de un manifiesto de indígenas bolivianos con acusaciones terribles contra el gobierno de Evo Morales. No puedo negar que me duele un poquito porque los gobiernos de Evo y Chávez –a pesar de todo- siguen siendo mis esperanzas antiimperialistas en América Latina. Sé que los izquierdistas consecuentes -que estamos contra todo gobierno burgués y falso socialismo- tendremos que morir en la oposición porque el sistema capitalista sigue dominando totalmente al mundo; sin embargo a mi me parecería muy cómodo decir que todo es burgués, que todo es corrupción, que nada se puede hacer, y dedicarme a rumiar nuestras permanentes derrotas. La realidad es que no me ha quedado claro si el capitalismo se autodestruirá internamente y si nuestra luchas de abajo, de muy abajo, estén siendo importantes o sólo han servido para justificar nuestra existencia.
2. Un izquierdista, por definición, no puede estar, ni colaborar, con gobierno burgués alguno porque por naturaleza es su enemigo de clase. Sin embargo algunos gobiernos -aunque hayan terminado derrotados por la burguesía- que demostraron de manera clara su oposición al capitalismo y la permanente búsqueda (evidente) de otra alternativa a favor de la mayoría de la población, no puede llamárseles burgueses “iguales a los demás”. Desde 1966 tuve claro que los llamados “países socialistas” (14 entonces) encabezados por la URSS, China, Yugoslavia o Cuba no eran tales, pero tampoco eran países del capitalismo clásico que pudieran igualarse a EEUU, México o España. Muchos tontitos nos fuimos con el engaño de “socialismo” porque así se presentaban, pero supimos que a pesar de su “burocracia socialista”, su “capitalismo de Estado” buscaba algo diferente. También supimos de su dictadura y corrupción estatal.
3. Podemos decir “socialismo o muerte”, “igualdad o muerte”, “socialismo o barbarie”, pero sólo como consigna para luchar como objetivo realizable. Chávez y Morales, así como Lenin, Mao o Fidel, pueden o pudieron decir que buscan con todas sus fuerzas construir el socialismo, pero nosotros, nunca debimos aceptar que esos países eran socialistas. Por no comprender esta realidad olvidamos que el capitalismo lo abarca todo, somete al mundo y lo que estamos haciendo desde la izquierda son ensayos que viven un tiempo, unos años o muchos y se vuelven a caer. Para que Castro, Chávez, Morales, Ortega, etcétera, logren poner las bases socialistas (elevar la producción, eliminar el trabajo asalariado y la plusvalía) se requiere que el capitalismo mundial se empiece a derrumbar por sus contradicciones y los trabajadores del mundo estén dispuestos para asumir el poder directo y autogestivo. Entre tanto todos son ensayos.
4. Morales, Chávez, Castro son distintos a los gobiernos de Obama, Santos, Calderón que de manera abierta y convencida defienden intereses empresariales capitalistas. Tanto en Bolivia como en Venezuela y Cuba hay fuertes oposiciones derechistas que sirven a los EEUU y buscan derrocar a sus gobiernos; pero también hay corrientes de izquierda radical que les exigen que sus gobiernos se dediquen a servir exclusivamente a los trabajadores y al pueblo. Si viviera en esos países, estaría combatiendo de manera abierta a esos gobiernos en sus inclinaciones a la derecha, pero al mismo tiempo apoyando fuertemente las batallas de los trabajadores para lograr más reivindicaciones. En tanto que a los gobiernos declaradamente burgueses hay que combatirlos por todos lados, a los gobiernos que abren algunas puertas para los trabajadores hay que obligarlos a que esas puertas se amplíen. Pienso que puede haber un apoyo crítico fuera del gobierno.
5. Pienso que en México se daría situación parecida en caso de que López Obrador –remotamente- triunfara en elecciones. Para mi es obvio que no es lo mismo AMLO que Peña Nieto, Calderón, Creel o cualquier burgués declarado del PAN o del PRI. Si llegara a asumir el poder AMLO la izquierda radical no puede entrar al gobierno sino luchar desde afuera buscando abrir espacios de lucha independiente de los trabajadores. La derecha y el imperio buscarán derrocarlo porque necesitan una gente de más confianza. ¿Qué haría la izquierda? Pienso que debe mantener un apoyo crítico hasta tanto no se incline totalmente por los empresarios. Y es la misma posición que debería adoptarse frente a Chávez y Morales. Sin embargo hay otro aspecto importantísimo que hay que tomar en cuenta: la fortaleza o la debilidad de los movimientos radicales de oposición. Si éste es poderoso no hay que pensar más y asaltar el poder. ¿Y si es débil como en México?
6. En política no pueden definirse para siempre las cosas, tampoco pensar en que se tiene toda la verdad. Estaría muy emocionado que Chávez y Morales –como lo hizo Cuba en 1959-61- ya hubieran roto relaciones con los EEUU, Colombia, España; que en Bolivia y Venezuela ya se hubiera expropiado a los terratenientes y que los trabajadores tuvieran, por ahora, un ingreso suficiente para vivir; pero debo entender que no es de la noche a la mañana y ni tampoco es un asunto de voluntad o decretos. Las oposiciones de izquierda, sean indígenas, campesinos, obreros, ciudadanos, deben tener mucha claridad acerca de las estrategias que adoptan con el único fin de lograr avances hacia la sociedad igualitaria. En México no hay ninguna posibilidad de aliarse con el PAN o con el PRI, porque ellos representan el capitalismo opresor, es decir, son los enemigos de clase a vencer; pero la izquierda radical tiene que buscar crear espacios de lucha más amplios, para eso le pueden servir gobiernos como el de AMLO.
7. Que el documento firmado por la oposición contra Morales es razonable, no tengo dudas; pero el problema es caracterizar correctamente al enemigo principal y al secundario y conocer también la potencialidad de nuestras fuerzas como trabajadores. Yo desde las barricadas o desde el escritorio puedo decir “que se vayan todos” porque son unos corruptos y demás, pero la realidad política es otra. Es conocida la oposición indígena a Evo, así como la CONAIE indígena que lucha contra Correa en Ecuador; así como también la posición de Chávez y Castro frente a los heroicos guerrilleros de las FARC. La izquierda debe apoyar a esas fuerzas radicales que exigen a los gobiernos “progresistas” o de centroizquierda, pero también debe pedirles que analicen mejor las cosas y no olviden la importancia de las batallas antiimperialistas tan importantes en este momento. ¿O acaso algún tontito piensa que puede construirse algo parecido al socialismo y la igualdad mientras viva el imperialismo y el capitalismo mundial?
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