Dilma Rousseff enfrenta desde el 1º de enero de este año el desafío de gobernar a Brasil. Es una mujer que antes no había participado en proceso electoral de ningún tipo. El ex presidente Lula impulsó su candidatura a la Presidencia. Veamos las razones que tuvo Lula, dado los méritos de Rousseff.
Por: Teresa Sosa
Nacida el 14 de diciembre de 1947 en Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais, Dilma Rousseff es hija del inmigrante búlgaro Pedro Rousseff, nacionalizado brasileño, y de la maestra brasileña Dilma Jane Coimbra Silva.
La presidenta está divorciada y tiene una hija, Paula, que este año le dio su primer nieto, Gabriel, nacido en plena campaña electoral, lo que la hizo dibujar un corazón con sus manos al anunciar radiante que acababa de nacer su primer nieto.
En la adolescencia Rousseff participó en grupos políticos de izquierda que luchaban contra la dictadura y pasó tres años en prisión, donde sufrió serias torturas. Al evocar en 2010, durante un acto de la campaña de Vilma ese pasaje de la vida de la ahora Presidenta, Lula se puso serio y advirtió al PT que la oposición “posiblemente la acusará de secuestradora y dirá que estuvo presa”.
No obstante, acotó Lula que la campaña debería servir también “para explicar que, en una época, en este país los presos políticos eran los que luchaban por la democracia, la libertad y los derechos humanos”.
Una desconocida
Rousseff era una desconocida en la política brasilerña hasta finales de 2002, cuando Lula la nombró ministra de Minas y Energía, en su primer mandato. Comenzaba así una carrera meteórica en el gobierno que en sólo ocho años la llevó también al Ministerio de la Presidencia, la cartera más influyente del gabinete de Lula, y luego a su debut electoral nada menos que como candidata presidencial
Durante su gestión en los dos ministerios que ocupó en el gobierno de Lula se ganó fama de funcionaria eficiente y, por su carácter, de “dama de hierro”. “Lo que es difícil no es mi temperamento, sino mi función. Debo resolver problemas y conflictos. Sin descanso. No me critican por ser dura, sino por ser mujer”, declaró una vez Rousseff.
Su temple lo mostró también en la lucha que libró contra un cáncer del sistema linfático (2009) justo cuando empezaba a despuntar su candidatura presidencial y del cual se ha curado, según los médicos.
Tuvo que llegar el cáncer linfático para crearse una corriente emocional de los brasileños hacia Rousseff, que enfrentó la enfermedad no sólo con coraje, sino también sin pausa en sus tareas.
La relación Lula-Vilma
Lula participó en el acto en que Rousseff fue proclamada candidata del oficialista Partido de los Trabajadores (PT) para las presidenciales de Brasil el 3 de octubre de 2010. En su discurso, Lula abundó en las anécdotas personales de su relación con Rousseff, a quien conoció en la campaña del 2002, en la que ella participó en las discusiones del programa de gobierno.
Lula recordó que Rousseff llamó su atención por la firmeza de sus alegatos en la preparación del programa, y también por su enorme preocupación por resolver los problemas energéticos que entonces afrontaba Brasil. Rousseff es economista.
“Me sorprendió esa mujer y la nombré ministra de Minas y Energía en 2003”, dijo Lula, quien dos años después, en medio de escándalos de corrupción que minaron al gobierno y al propio PT, la designó ministra de la Presidencia.
Lula también acotó en el acto de proclamación de Rousseff como candidata a la Presidencia, lo siguiente: “Mujeres de mi querido Brasil, esta es una oportunidad única para que ustedes muestren lo que son y lo que valen, las mujeres aún son tratadas como objetos de segunda clase y eso no se cambia con una ley, pero tal vez sí con una elección”.
Investidura y desafíos
Rousseff llega a la Presidencia a partir del 1º de enero de 2011 en un momento considerado excepcional para Brasil y abre una década que es considerada `de oro’. En los próximos cuatro años la presidenta Rousseff tendrá el peso de dirigir un país que su antecesor deja en estado de euforia.
La presidenta Dilma (como le gusta ser llamada) en su discurso de investidura presidencial expresó que sus prioridades en política exterior serán América Latina, África y los países emergentes, y que mantendrá un diálogo importante con EE.UU. y Europa. Prometió luchar contra el proteccionismo y el flujo mundial de capitales especulativos. Su gobierno, afirmó, promoverá la paz, la no intervención, el multilateralismo y buscará la reforma de la ONU.
“Brasil reitera con vehemencia y firmeza la decisión de asociar su desarrollo económico, social y político al de nuestro continente. Podemos transformar nuestra región en un componente esencial del mundo multipolar que se anuncia, dando consistencia cada vez mayor al Mercosur y a la Unasur”, subrayó.
La primera vez que debió contener las lágrimas, mientras hablaba, fue cuando extendió la mano a los partidos de oposición y a los ciudadanos que no la votaron: “A partir de hoy, soy la presidenta de todos los brasileños, bajo la égida de los valores”, dijo con voz entrecortada.
Con sus compañeras de prisión
La investidura de Dilma estuvo marcada por el simbolismo, como la presencia de las once mujeres que compartieron con ella la prisión durante la dictadura “Esta dura caminada me hizo valorar más la vida”, dijo.
Todas sus invitadas y ella estuvieron presas en la “Torre de la Doncellas”, como se llamaba el conjunto de celdas ubicadas en la parte superior de la cárcel de mujeres de Tiradentes, en San Pablo. Allí terminaban las presas políticas después de haber pasado por las torturas.
Rousseff comenzó su militancia política en grupos de izquierda a partir de 1967, donde ocupó puestos de alta responsabilidad. Primero lo hizo en la Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares y después en el Comando de Liberación Nacional.
Ambas organizaciones enfrentaban a la dictadura brasileña que terminó en 1985. Rousseff fue detenida en 1970; según los documentos que publicó “O Globo”, fue calificada por la dictadura como “la Juana de Arco de la subversión”.
Su llegada al Palacio do Planalto es un orgullo para sus ex compañeras de celda, incluso para aquellas que no militaron en las mismas agrupaciones. La periodista brasileña Rose Nogueira pasó varios meses en la misma cárcel y tiene muchos recuerdos de Dilma. “En ese entonces tenía una fuerte presencia. Era una líder natural y un gran apoyo. Cuando comenzó a ocupar posiciones importantes en el gobierno de Lula, supe que llegaría a la presidencia de Brasil“, afirmó.
Coraje y cariño
Con emoción, durante su disertación Rousseff, dijo: “He dedicado toda mi vida a la causa de Brasil. Entregué mi juventud al sueño de un país justo y democrático”. “Soporté la adversidad más extrema infligida a los que osamos enfrentar la arbitrariedad”, expresó al recordar sus tiempos de combatiente. “No tengo arrepentimiento, pero tampoco resentimiento ni rencor”.
El segundo momento en que sus lágrimas afloraron durante su discurso fue al recordar a sus antiguos compañeros y compañeras de lucha contra la dictadura militar; dijo: “Muchos de los que cayeron en el camino no pueden compartir conmigo este momento. Les rindo mi homenaje. Aquella lucha me dio coraje para amar la vida y enfrentar desafíos aun mayores”.
“La vida quiere coraje de la gente. Voy a gobernar con ese coraje. La mujer no es solo coraje. También es cariño. Es cariño que dedico a mi hija y mi nieto, y con el que abrazo a mi madre que me acompaña y bendice. Con ese mismo cariño quiero cuidar a mi pueblo y dedicarle solo a él los próximos años de mi vida”, expresó..
También dijo que no llega al gobierno a realzar su biografía, “sino a abrir puertas para que muchas otras mujeres también puedan, en el futuro, ser presidenta, para que todas las brasileñas sientan el orgullo y la alegría de ser mujer. Vengo a glorificar la vida de cada mujer brasileña. “Mi compromiso supremo es honrar a las mujeres, proteger a los más débiles y gobernar para todos”.
De perfil más técnico que político, una pragmática de elogiada capacidad gerencial, es la imagen pública de Dilma Rousseff, que conquistó la Presidencia de Brasil para el período 2011-2015.
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