Métodos anticonceptivos y atención de calidad
Por Guadalupe Cruz Jaimes
México, DF, 9 nov 11 (CIMAC).- Para reducir la muerte materna (MM) en México, flagelo que se concentra en estados con más población rural e indígena, es necesario que el sector salud apueste a estrategias de prevención como el acceso a métodos de control natal y de promoción de servicios médicos “culturalmente cercanos” a la cosmovisión de estas comunidades.
Estas intervenciones resultan “más costo-efectivas” para el sistema de salud y reconocen el derecho de los pueblos a preservar sus prácticas en salud, afirmó Lina Rosa Berrio, directora de Kinal Antzetik, asociación dedicada a la formación de mujeres indígenas como promotoras de salud sexual y reproductiva en comunidades de Chiapas, Guerrero y Oaxaca, principalmente.
Durante el foro virtual “Mortalidad materna en mujeres indígenas”, organizado por Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC), Berrio indicó que pese a los avances en la promoción de acciones comunitarias, éstas aún son insuficientes para garantizar la salud sexual y reproductiva de esta población.
Resultado de las deficiencias es que las entidades con mayor población rural e indígena poseen los indicadores más altos de MM, alertó la activista.
Mientras la razón de muerte materna (RMM) nacional es de 53.3 decesos por cada 100 mil nacidos vivos, en Guerrero el indicador se duplica a 103.2 fallecimientos por el mismo número de nacimientos, de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud.
Oaxaca y Chiapas afrontan una situación semejante: Ambos estados están por encima de la media, con una RMM de 82.7 y 80.6, respectivamente.
En México existen pendientes como la prestación de servicios médicos interculturales y de calidad, así como de la promoción y abasto de métodos anticonceptivos que permitan a las mujeres rurales e indígenas vivir una maternidad elegida y sin riesgos.
Sin embargo, advirtió la directora de Kinal Antzetik, existen barreras que limitan o impiden que las mujeres rurales e indígenas puedan decidir sobre su cuerpo y fecundidad. En algunos casos, los obstáculos son culturales ya que persiste la noción de que deben “tener los hijos que Dios mande”.
A ello se suma, abundó, la falta de anticonceptivos disponibles en los centros de salud, aun cuando las mujeres estén interesadas en regular su fecundidad.
Por ejemplo, hace dos semanas un centro de salud de Guerrero registró un incremento de embarazos ocasionado por el desabasto de métodos anticonceptivos durante cuatro meses, debido a la tardanza en la contratación de un nuevo proveedor.
“Los anticonceptivos casi no se manejan con las mujeres; en Oportunidades (programa federal de transferencias económicas a personas que viven en alta marginación) te dan unas cuantas pláticas, pero muy básico, no se profundiza, no mencionan cuáles son las ventajas”, refirió durante el foro virtual Catalina Martínez, indígena triqui de Oaxaca e integrante de Kinal Antzetik.
Entre las mujeres en general la necesidad insatisfecha de anticonceptivos (NIA) es de 9.8 por ciento, mientras que en estados con alta población indígena y rural como Chiapas es de 22.5 por ciento, y en Oaxaca de 15.5. De 1997 a 2009 la NIA en Chiapas sólo se redujo 1.2 por ciento.
Según la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2009, la prevalencia de uso de anticonceptivos en mujeres unidas en edad fértil es de 72.5, pero el indicador disminuye en Chiapas a 55 por ciento, Guerrero a 61.4 y en Oaxaca a 63.5.
Martínez detalló que en la zona triqui alta de Oaxaca a las mujeres les avergüenza preguntar cuáles son y cómo se utilizan los métodos de anticoncepción. “Las enfermeras tampoco saben cómo explicarles porque usan términos muy complejos”, añadió.
La situación se complica todavía más porque no hay traductoras y muchas de las habitantes “no entienden muy bien el español”.
En su turno, Berrio indicó que la incorporación de traductoras en los servicios de salud es una acción “bastante sencilla de realizar y de muy bajo costo, pero absolutamente efectiva e indispensable para garantizar que las mujeres puedan ser atendidas en su lengua o cuenten con alguien que les ayude a comprender” el diagnóstico e indicaciones médicas.
Recalcó que la contratación de intérpretes indígenas con conocimiento en materia de salud sexual y reproductiva en el Seguro Popular para apoyar a las mujeres en los hospitales de segundo nivel de estas comunidades, “implicaría grandes avances en el tema del buen trato y la calidad”, sin representar “una inversión muy costosa”.
Además del déficit de interculturalidad, la calidad de los servicios es otra ausencia importante que impacta en la prevalencia de la MM en las zonas rurales.
“Sí hay servicios de salud, pero no tienen equipo ni medicamento para atender los casos (complicaciones durante el embarazo, parto o puerperio). Además los horarios de atención son muy cortos, de 9 de la mañana a 3 de la tarde. Y los fines de semana no hay nada”, observó Catalina Martínez.
La distancia entre las comunidades rurales e indígenas y los servicios especializados es otra dificultad para recibir atención médica de calidad. En la zona triqui alta de Oaxaca no existen. Los más cercanos están a cinco horas de distancia. “Por el tiempo de traslado, el costo de los alimentos y alojamiento, muchas veces ellas prefieren no atenderse”, lamentó.
Berrio recalcó la importancia de llevar a cabo acciones preventivas como la promoción del uso de anticonceptivos y de la atención prenatal en centros de salud de primer nivel cercanos a las comunidades, en su lengua o con intérpretes, para que ellas puedan prevenir complicaciones o atenderlas con antelación en espacios donde el personal respete sus usos y costumbres.
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