Pedro Echeverría V.
1. La revolución mexicana 1910-17 fue una revolución burguesa; una más de este tipo del largo período de esas revoluciones. Francisco Madero –burgués, hijo de hacendado- originalmente buscaba un arreglo con el dictador Porfirio Díaz a fin de que hiciera algunas reformas; pero la dinámica de las luchas sociales en el campo, entre ésta, la lucha electoral presidencial, cambiaron el proceso. Madero no tuvo otra disyuntiva que ponerse al frente o encabezar una revolución que estalló en noviembre de 1910. En tanto el movimiento de Independencia duró 11 años (1810-21), la revolución sólo unos seis meses, de noviembre de 1910 a mayo de 1911: cuando se firman los Tratados de Ciudad Juárez, Díaz y su familia abandonan el país y León de la Barra asume la Presidencia interina. En noviembre de hace 100 años se realizan las elecciones, se busca desarmar al ejército zapatista y Madero –al fin- asume la Presidencia.
2. Madero publica en 1911 un “Manual espírita” donde decía: “Es indudable que si todos los hombres de bien hiciera a un lado sus egoísmos y se mezclasen en asuntos públicos, los pueblos estarían gobernados sabiamente y serían los hombres de más méritos y virtud los que ocuparían los puestos más elevados… los hombres malvados que con frecuencia ocupan esos puestos, más que gobernar ven por sus propios y mezquinos intereses dando un ejemplo pernicioso a las masas; es un estímulo para las malas tendencias, a la vez que un obstáculo para la virtud”. Ese pensamiento lo llevó a decretar en los tratados de Ciudad Juárez el desarme del ejército revolucionario, la paz perpetua, el nombramiento de un porfirista en el gobierno provisional y que Porfirio Díaz se embarque hacia París con ceremonia de despedida. Me parece que parecidas palabras y las mismas actitudes –quizá por el cristianismo- he encontrado en Sicilia.
3. El año de 1911 fue definitivo, pues el mismo Blas Urrea (médico Luis Cabrera) le había escrito una carta a Madero para advertirle la situación: “las revoluciones son siempre dolorosísimas para el cuerpo social; pero el cirujano tiene ante todo el deber de no cerrar la herida antes de haber limpiado la gangrena. La operación –necesaria o no- ha comenzado: usted abrió la herida y usted está obligado a cerrarla; pero guay de usted si acobardado ante la vista de la sangre o conmovido por los gemidos de dolor de nuestra patria cerrara precipitadamente la herida sin haberla desinfectado y sin haber arrancado el mal que se propuso extirpar. El sacrificio habría sido inútil y la historia maldecirá el nombre de usted, no tanto por haber abierto la herida, sino porque la patria seguiría sufriendo los males que ya daba por curados…” Dos meses antes –en septiembre- se había publicado el manifiesto anarquista del Partido Liberal Mexicano.
4. Decía el manifiesto escrito por Flores Magón: “El PLM reconoce que capital, autoridad y clero son el sostén de la inequidad principal y, por lo tanto, su Junta Organizadora ha declarado solemnemente guerra a la autoridad, guerra al capital y guerra al clero. Contra ellos tiene enarbolada la bandera roja en los campos de la acción en México disputando a las huestes de la burguesía: maderistas, reyistas, vazquistas, científicos y tantas otras cuyo único propósito es encumbrar a un hombre a la primera magistratura del país para hacer negocios…”. Pero en ese mismo noviembre de 1911 Emiliano Zapata lanza su Plan de Ayala “para sostener y llevar a cabo las promesas de la revolución de noviembre de 1910 porque el pueblo derramó su sangre para reconquistar libertades y reivindicar derechos conculcados y no para que un hombre se adueñara del poder... ultrajando la fe, la causa, la justicia y las libertades del pueblo”.
5. Madero, quien sólo pudo gobernar 15 meses (en febrero de 1913 fue derrocado por un golpe de Estado organizado en la embajada de los EEUU en México) traicionó a la misma revolución burguesa porque no cumplió ni con las mismas demandas que correspondía hacer en cualquier sociedad capitalista. Por eso cuando surge la segunda parte de la revolución para derrocar al gobierno golpista de Huerta, las tareas de los gobiernos de Carranza, Obregón, Calles y Cárdenas fueron poner en práctica las medidas pendiente de esa revolución. Carrillo Puerto en Yucatán, Tejada en Veracruz, Garrido en Tabasco, etcétera, así como Lázaro Cárdenas en su gobierno (1934-40), cumplieron papeles de la revolución burguesa, aunque con lenguaje radicalizado, socializante de la época; en aquellos años de la socialdemocracia, la primera guerra, los violentos años 20 y el triunfo de la revolución rusa.
6. En 1911 y 1912 Madero, a parte de las proclamas y batallas del magonismo y del zapatismo, tuvo que enfrentar en el campo las rebeliones de Bernardo Reyes, Pascual Orozco, Félix Díaz y en la ciudad de México a otros políticos que habían renunciado y también se habían rebelado contra él. La realidad es que Madero no entendió la problemática nacional y creyó que su “democracia” era posible instrumentarla al estilo de la vieja Europa o con las ideas que venían de los EEUU. México era un país entonces de poco más de alrededor de 16 millones de habitantes y con un 80 por ciento de analfabetismo. Una nación donde los procesos electorales eran de nombre y el caciquismo, el hacendismo, el peonismo y el extranjerismo -como decía el carrancista y antizapatista Luis Cabrera- mantenían su dominio. José Vasconcelos, con toda su sabiduría filosófica y literaria también repitió ilusamente en la campaña de 1929 el idealismo maderista.
7. Así que 1911 fue un año muy importante porque se definió el destino del maderismo como una línea fracasada de la revolución mexicana. A pesar de que se quiso acabar con la otra línea, la zapatista, popular y campesina, ésta vivirá hasta que su caudillo fue asesinado por la burguesía carrancista en 1919. Todos los revolucionarios de de 1910-17 tuvieron claro las terribles limitaciones cristiano-espiritistas de Madero, por eso en la segunda etapa de la revolución demoburguesa lo primero que hizo Carranza-Obregón en Teoloyucan fue desarmar al ejército del gobierno derrocado, pero también acabar con la oposición asesinando a Zapata en 1919, a Villa en 1923, a Flores Magón en 1922 en las cárceles yanquis y a todos aquellos que se opusieran a la consolidación del nuevo poder. Ricardo Flores Magón fue precursor de la revolución burguesa, pero apenas Madero se hizo del poder, lo denunció como un nuevo amo al servicio del capital.
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