12/04/2013

Desubicación, maniobra embustera





 Tomás Mojarro

            Ya nos tomaron la medida. Ya nos perdieron el respeto. Aquí, a modo de ejemplo, una desenfadada parodia de cierta fábula que leo en  Victoriano Salado Alvarez y que aluda al deán de la catedral y el puesto vacante de primer violín de la orquesta. ¿La conocen ustedes? Se trata de aquella en la que cuenta el autor cómo ocurrió que un cierto vejancón fue a entrevistarse con el deán para solicitarle el puesto de primer violín de la orquesta para un su sobrino, desempleado a esas horas.

            Primer violín de la orquesta, con lo que tal categoría significa de estudios, experiencia, destreza, sensibilidad. Para comenzar la entrevista:

             "¿Su sobrino toca bien el violín?", interroga el deán, y el tío aquel: "No es porque sea mi sobrino, pero si se lo recomiendo para que ocupe esa plaza es porque se trata de un cristiano ejemplar, que no pierde su misa los domingos ni se priva de su comunión". "¿Pero toca bien el violín?" Que el sobrino es, por añadidura,  todo un patriota y un hombre de bien, que como padre su conducta es intachable y que es de admirar el cuidado y la protección que dispensa a la anciana madre. "¿Pero toca bien el violín?"

            Agotado el catálogo de virtudes y excelentes cualidades del consanguíneo el vejancón escucha una vez más la insistente pregunta:  "¿Pero toca bien el violín?"

             "Bueno, en lo que toca al violín, habría que haberlo escuchado cuando mi sobrino participó en un festival de la escuela primaria donde estudiaba. Tocó un trocito de una mazurca, un minué o una barcarola. La de aplausos que mereció su actuación".

            Ahí se alzó el deán. "Perfecto, sí, cuando se trate de premiar a un buen cristiano, un buen patriota y un padre de familia ejemplar, tráigame a su sobrino. En el presente caso no necesito un virtuoso de la conducta personal sino un virtuoso de un instrumento al que le sepa sacar arpegios y  trinos y las más exquisitas sonoridades".

            Lo despidió, y mis valedores: eso mismo es lo que ha ocurrido con el caso de una cierta Luisa María Calderón, alias "La Cocoa", que acaba de acusar a diversos senadores de entrevistarse con Servando González, alias  "La Tuta", líder del cártel de "Los caballeros templarios". El narcotraficante la desmiente y acusa que fue ella, Luisa María,   la que en  el pasado proceso electoral solicitó su ayuda para alcanzar la gubernatura de Michoacán, que perdió ante Fausto Vallejo, priísta.

            A "La Cocoa", panista,  se le revirtió la acusación.   "La Tuta" Gómez descobijó a la boquifloja, y qué hacer, sino acudir al valimiento de los cupulares de Acción Nacional, que ante los hechos consumados no han tenido más alternativa que recurrir a la maniobra del desplazamiento: quitar a "La Cocoa Calderón" del banquillo de los acusados y ahí sentar al acusador. Ante la prensa el abogado defensor Gustavo Madero, todavía esta mañana presidente del blanquiazul:

            - ¡Que se investigue  cómo se difunden esos videos!

            (¿Pero "La Cocoa" pidió ayuda a  "La Tuta?" De ser así, ¿qué le ofreció a cambio?)

            Madero: - ¡Exigimos que se garantice seguridad a una senadora que, con toda la autoridad y la defensa que está haciendo, busca rescatar para su estado y para el país la tranquilidad y la seguridad y combatir la delincuencia.

            (Pero señor, más allá de esa palabrería, ¿su defendida pidió la colaboración de los Caballeros templarios?)

            - ¡El ex presidente Calderón tomó decisiones valientes!

            (Bueno, sí, ¿pero por qué no se centra usted en la acusación que "La Tuta" lanzó  al rostro de  "La Cocoa"?  En fin, que esto  sigue mañana.)

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