Quizá el término que más le dolió al presidente Enrique Peña Nieto fue lo de la “mexicanización”, porque suena despectivo.
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Como
compusiera el trovador de Juárez: “¿Pero qué necesidad? ¿Para qué tanto
problema...?”, a un tema, que no es tema, por instrucciones
presidenciales, la Secretaría de Relaciones Exteriores contesta de
forma desproporcionada y hasta berrinchuda. Es por lo escrito por Jorge
Mario Bergoglio el 21 de febrero pasado.
Resulta que el gobierno mexicano se encendió de ira porque el Papa
Francisco, líder de la iglesia católica mundial, se atrevió a decir en
un correo privado dirigido a Gustavo Vera, dirigente de la organización
civil argentina La Alameda que: “Ojalá estemos a tiempo de
evitar la mexicanización. Estuve hablando con algunos obispos mexicanos
y la cosa es de terror”, refiriéndose al problema creciente de
narcotráfico y violencia en Argentina.
Quizá el término que más le dolió al presidente Enrique Peña Nieto
fue lo de la “mexicanización”. Porque suena despectivo. Porque alude al
problema y al gobierno. Y porque así ejemplifica que lo que ocurre aquí
con el tema del crimen organizado, la violencia, el narcotráfico, la
corrupción ha llegado a extremos. Por lo tanto, México es un ejemplo de
lo que no debe ser.
Y sí. Duele. Enoja. Y hasta, como dijo el canciller mexicano José
Antonio Meade desde la Secretaría de Relaciones Exteriores:
‘Entristece’.
Pero el Papa no dice algo que no sepamos aquí. No dice algo que no
se comente o se reproche entre los mexicanos al grito de guerra. No
dice algo que no se diga fuera del país. Y si esta vez el ‘masiosare’ le entró fuerte al gobierno federal mexicano es porque se siente culpable por debilidad u omisión.
Y así que la reacción de la Secretaría de Relaciones Exteriores fue
excesiva y sin sentido. Una decisión que sólo ahí adentro aplauden.
Luego casi tuvo que pedir disculpas.
Bergoglio está enojado y no pedirá disculpas formales. Acaso sí, de
forma diplomática. De hecho el martes emitió un tenue: “El Papa no
quiso estigmatizar a México”.
Antes, su portavoz en el Vaticano, Federico Lombardi, se había
negado a confirmar o negar la veracidad de la carta siguiendo la
práctica de no comentar o confirmar iniciativas personales del Papa. El
lunes se había hecho acudir a la cancillería mexicana al nuncio
apostólico Chistopher Pierre, quien se reunió con el subsecretario
Carlos de Icaza por veinte minutos, tomó nota y se fue.
Para el martes, el gobierno mexicano emitió una disculpa en tono de
“México no busca pelear con el Papa”... o sea: ‘Bueno, lo que quisimos
decir...’.
Bergoglio tiene información. Sabe lo que ocurre en México. El mismo
dice en su misiva que ha platicado con obispos mexicanos quienes le han
dicho que la situación aquí es de terror.
En diciembre de 2013, el clero mexicano hizo un llamado a las
autoridades para detener la violencia del crimen organizado ‘que
últimamente ha venido afectando gravemente a sus sacerdotes’. Por
ejemplo:
El cadáver del sacerdote Gregorio López Gorostieta fue hallado en
diciembre pasado en un paraje de Guerrero, luego de tres días de
secuestro; ahí mismo el sacerdote ugandés John Ssenyondo fue
secuestrado y sus restos encontrados junto a otros 12 cadáveres en una
fosa clandestina... Por tanto, es natural el distanciamiento del Papa
hacia el gobierno mexicano, el que se expresa, también, en que ya
anunció que no vendrá pronto a México.
El 15 de febrero pasado, el Papa Francisco nombró cardenal a Alberto
Suárez Inda, quien ha sido titular de la arquidiócesis de Morelia,
precisamente del Michoacán que tanto preocupa al Vaticano y esto,
además, se entendió como un mensaje al cardenal Norberto Rivera Carrera
con quien no se entiende y a quien, así, hace menos como su
interlocutor en México.
Además: Suárez Inda ha sido uno de los sacerdotes más críticos al
gobierno mexicano y al manejo de la situación criminal aquí. Fue él uno
de los promotores del Mensaje al pueblo de Dios en nuestras diócesis de Michoacán, en el que mostraron gran preocupación por los altos niveles de delincuencia en ese estado de la República.
En los últimos meses el Papa ha recibido cartas de la Conferencia
del Episcopado Mexicano en la que los obispos le platican de “oscuras
circunstancias” que vive el país por la situación de violencia a
consecuencia de los cárteles de la droga, y las definieron: “Diversas
formas de injusticia, inequidad, indiferencia, inseguridad, miseria,
corrupción, impunidad, violencia y muerte...”.
Así las cosas, el que Bergoglio se refiera a no caer en una
‘mexicanización’ es como cuando aquí se decía que el país estaba a
punto de ‘colombianizarse’. Así que la paja en el ojo ajeno... etcétera.
El efecto causado por este error de la SRE de “defender” al país de
dichos, no de actos, causó un efecto boomerang pues si no se había dado
importancia a lo dicho por Bergoglio, el mismo gobierno mexicano llamó
la atención y puso en la mesa de disecciones el tema: y le fue muy mal.
Muchos años se luchó en el país para hacer que la iglesia católica
se mantuviera en la raya de la política nacional, ahora el mismo
partido que le abrió las puertas para que dijeran, participaran y
actuaran, se molesta por una verdad de a kilo...
La Cancillería mexicana perdió la oportunidad de hacer diplomacia
por intentar confrontara los mexicanos con su propia conciencia...
...Primero abre correos ajenos, luego se enoja, luego pide disculpas... “¿Pero qué necesidad? ¿Para qué tanto problema?”.
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