Dos grandes reuniones con las mujeres de Colombia se promovieron en la Mesa de Diálogo del Gobierno Santos y las FARC en Cuba. El balance fue positivo, los aprendizajes múltiples y los retos inminentes. Mujeres contando... en voz alta conversó con varias mujeres que asistieron a los encuentros de La Habana, sobre la importancia de los diálogos, el avance de la perspectiva de género en las negociaciones y los retos, desde la mirada femenina.
Y la paz se vistió de… mujer
Hasta el momento, los progresos en la Mesa de Diálogos de La Habana tienen que ver con los resultados del acuerdo inicial que determinó los principios, la agenda y la metodología de trabajo. A ese acuerdo le siguieron la creación de subcomisiones técnicas, entre ellas la Subcomisión de Género; foros, visitas de diversos actores: víctimas, representantes del Congreso, partidos políticos, expertos, comunidad internacional, líderes y lideresas de organizaciones sociales.
En medio de esta inmensa actividad por la paz de Colombia, se dieron los primeros preacuerdos en tres de los puntos de la agenda: tema agrario, participación política y drogas ilícitas. Se espera que durante este año 2015 la Mesa avance en los temas de la agenda que tienen que ver con: víctimas, marco legal y, desde luego, los mecanismos de refrendación, implementación y verificación de los acuerdos.
De forma paralela a esos logros visibles para el país pero aún no del todo para la comunidad internacional y, en especial, para los países de la región andina que comparten fronteras con Colombia, tenemos que destacar la incorporación de numerosas voces femeninas, que se evidencia no sólo en la presencia de muchísimas mujeres dentro de las delegaciones negociadoras, tanto del gobierno como de las FARC, sino en las visitas de dos comisiones de organizaciones mujeres, así como el tono y lenguaje de los documentos y de las declaraciones de las partes.
La creación de la Subcomisión de Género que se instaló el 7 de septiembre de 2014, fue el “resultado de la presión y exigencia de las organizaciones de mujeres colombianas. Ahora las partes tienen el compromiso de darle la mayor trascendencia tanto a las visitas de las mujeres, representantes de las organizaciones, como a sus inquietudes y, a proporcionarle una verdadera visión de género a los acuerdos y al proceso mismo”, reconoce Victoria Sandino Palmera, integrante de la Mesa por las FARC.
Para Olga Amparo Sánchez, directora de la Casa de la Mujer “que la Mesa escuchara a las mujeres no es producto del azar. Como todo lo de las mujeres es el resultado de un trabajo, lento, largo, arduo y de muchos años”.
Ambas partes reconocen la necesidad de involucrar en el proceso las voces de las mujeres que históricamente han trabajado en la construcción de una cultura de paz, incluir todos los derechos de las mujeres y de las víctimas; y ser firmes en la decisión de terminar el conflicto y trabajar de cara a los post-acuerdos, concluyen varias de las mujeres que asistieron a estos dos primeros encuentros.
La Subcomisión de Género es liderada por dos valiosas mujeres: María Paulina Riveros por el Gobierno y Victoria Sandino Palmera por las FARC, ambas integrantes plenipotenciarias de la Mesa de Diálogos en La Habana. Hay que saber que la Subcomisión es una instancia creada para proporcionarle al proceso y a los acuerdos un enfoque de género; por ello, desde esta perspectiva, se dieron ya dos de las tres audiencias previstas con grupos de mujeres, representantes de las organizaciones de la sociedad civil y una institución LGBTI.
En la primera audiencia, que se llevó a cabo el 15 de diciembre, estuvieron Claudia Mejía Duque de la Red Nacional de Mujeres, Esther Marina Gallego de la Ruta Pacífica Mujeres, Ángela Cerón de Alianza Iniciativa Mujeres por la Paz, como parte de la Cumbre Nacional de Mujeres y Paz, Olga Amparo Sánchez de la Casa de la Mujer, Patricia Ariza del Colectivo de Mujeres Arte y Parte por la Paz, y Ana Elsa Rojas de Asodemuc, organización que hace parte de Mujeres por la Paz.
En la segunda audiencia, del pasado 11 de febrero y con la que culminó el ciclo de víctimas en La Habana, participaron Nelly Velandia, de la Asociación Nacional de Mujeres Campesinas Negras e Indígenas; Fátima Muriel de la Alianza Departamental de Mujeres del Putumayo; Rubí Alba Castaño, del Departamento de Mujeres de Coordinación Nacional de Desplazados; María Eugenia Vásquez, de la Red Nacional de Mujeres Excombatientes y Wilson Castañeda de Social Caribe Afirmativo, organización LGBTI.
Cuando ellas hablan, nada es imposible…
Lo que inicialmente estaba pensado como encuentros con la Subcomisión de Género y las organizaciones de mujeres, se convirtió en diálogos liderados por la Subcomisión, a través de María Paulina Riveros y Victoria Sandino, con la Mesa de Negociación en pleno y en cabeza de los dos negociadores principales: Humberto de la Calle e Iván Márquez. Este hecho tuvo gran impacto y legó una enorme responsabilidad a ambas representaciones.
Ángela Cerón señala que desde 2012, a propósito del inicio de las conversaciones, nueve organizaciones agrupadas en la Cumbre Nacional de Mujeres y Paz, empezaron la preparación para estos encuentros. Señala que “si bien la Cumbre Nacional de Mujeres y Paz no reúne a todas las organizaciones, si recoge a una gran mayoría del Movimiento de Mujeres”, que presenta distintas vertientes pero sin embargo, este espacio les permitió llegar acuerdos para poder ver cuál debería ser el papel de las mujeres en un diálogo eventual con la Mesa.
“Esta preparación fue muy importante. No todas las veces el movimiento de mujeres es invitado a escenarios como éste. Llegamos en un contexto muy tensionante, después de la suspensión temporal del proceso. Era el momento para reactivar los compromisos y las confianzas”.
Desde la Cumbre de Mujeres y Paz, con el apoyo de ONU Mujeres, trabajaron propuestas centradas en los documentos presentados por la Mesa de Negociación al país en los temas: agrario, participación política y drogas ilícitas.
Las propuestas buscaban centrarse en puntos estratégicos como el reconocimiento de las mujeres como actor político o la implementación de propuestas en materia de sector agrario y mujeres. Además, recuerda Ángela, lograron que una de las compañeras hablara sobre las víctimas y lo que significa la violencia específica contra las mujeres, aspecto crucial dado que el tema de víctimas está en plena discusión.
Para Claudia Mejía Duque esa fue una evidencia de “la solidez de lo que está haciendo la Subcomisión de Género y por ende de su capacidad para impactar en la Mesa”.
Olga Amparo Sánchez cree que se trató de una experiencia muy importante para los procesos de paz y las mujeres en el mundo porque se marcó un hito al ser la primera vez que en un proceso de negociación, los negociadores en pleno oyen las propuestas de las mujeres “ya no solamente en términos de denuncia de los crímenes cometidos contra ellas en los contextos del conflicto armado”, sino de cara a propuestas concretas para el futuro de una Colombia post-conflicto o post-acuerdos, como prefieren decir ellas.
Las mujeres colombianas son conscientes de que en La Habana, con los acuerdos a los que se llegue no se va a transformar de inmediato la situación de las mujeres, pero sí ven que es una oportunidad para que las situaciones de discriminación y de exclusión de las mujeres se aborden en la agenda dialogal pues insiste Olga Amparo “estamos seguras de que en la arena política y en la construcción de paz es donde podemos lograr transformaciones para las mujeres”.
Patricia Ariza comenta que es un acierto que la Mesa escuche a las mujeres, pues que ella sepa “casi ninguna o ninguna mesa de diálogo por la paz había incluido jamás a las mujeres y al género como temas de paz. Espero que trascienda no como noticia sino como valor de las propuestas para que Colombia ingrese a la época del Nunca Jamás” enfatiza.
Ángela Cerón, Integrante de la Organización Iniciativa de Mujeres y vocera de la Cumbre de Mujeres afirma que lo que se demostró en otros países y en Colombia durante el fallido proceso del Caguán, es que las mujeres no éramos actoras políticas. Que hoy nos reconozcan y nos vean como actoras, es muy importante”.
El trabajo de la Subcomisión de Género en el marco de los diálogos ha ido incorporando el enfoque de género y el de los derechos de las mujeres. Desde la primera reunión tanto Victoria, representante de las FARC, como MarPaulina, del Gobierno, manifestaron el valioso y progresivo avance que tuvo este aspecto.
“Es notable la incorporación de la perspectiva de las mujeres y la de género, no solamente en los textos escritos, sino en el progresivo impacto de lo que significa el enfoque de las mujeres y su tratamiento en la dinámica interna que se da entre los dos actores, en su interior y en la dinámica de la relación entre los dos actores”, dice Claudia Mejía, de la Red Nacional de Mujeres.
Por su parte María Eugenia Vásquez, integrante de la Red Nacional de Mujeres ex-Combatientes, que hizo parte del segundo grupo que estuvo en La Habana, reiteró que la voz de las mujeres había estado al margen en todos los diálogos de paz previos.
“Yo diría que estuvo casi ausente en los pasados acuerdos de paz con el gobierno y la insurgencia. Y esta es una novedad en este tipo de conversaciones”. Ella reconoce que la participación de las mujeres es una conquista del Movimiento de Mujeres y no duda en catalogarlo como “un hecho histórico para el movimiento de mujeres y para el país”.
Dos detalles que los medios no mencionan, son destacables: el clima de profundo respeto en las conversaciones entre Gobierno e Insurgencia y la presencia de mujeres, en gran proporción de las FARC. Existe un gran respeto entre ambas partes: “Es un clima propicio que yo quisiera que se reflejara en el país. Por supuesto que hay intereses diversos en juego, que hay un pulso como en toda negociación pero las discusiones se llevan a cabo en medio de un gran respeto y escucha. Ese fue el clima que me contagió, primero con la Mesa en pleno y después con la Subcomisión de Género”, concluye María Eugenia Vásquez.
Los complejos desafíos de la Mesa de diálogos
Los retos tienen que ver con que pueda ser aceptado por parte de la Mesa una lectura total, integral y transversal de toda la agenda y de todos los acuerdos desde los derechos de las mujeres. De cara a los puntos que están por aprobarse, está también el proceso que debe refrendarlos y donde se requiere de una perspectiva incluyente de los derechos y las voces de las mujeres; ese es uno de los mayores retos en este momento.
Desde la Red Nacional de Mujeres se vislumbra un desafío en el abordaje de las víctimas, que tiene que ver con la conciencia y exigencia de los estándares internacionales de derechos de víctimas en procesos de paz y postconflictos, frente a la violencia contra las mujeres en el marco del conflicto armado.
Para Claudia Mejía, la violencia contra las mujeres y de manera particular la violencia sexual, “no puede seguir ocurriendo y lo que ocurrió no puede ser jamás visto como posibilidad de la expresión de la guerra”.
¿Justicia transicional o “Guerra de los cien años”?
En Colombia existe actualmente un debate que no es fácil y que tiene que ver con la justicia y la paz. Una de las preguntas que se hacen diferentes sectores y desde luego las mujeres es ¿A qué tanta justicia se tiene que renunciar para que haya paz, pero también qué tanta justicia se necesita, justamente para que haya paz?
Una irresponsable expresión que viene haciendo carrera mediática es que “nos tenemos que tragar el sapo de la impunidad”, una postura que no contribuye a la solución política del conflicto. Olga Amparo Sánchez dice no estar de acuerdo con esa expresión. “No nos tenemos que tragar sapos, tenemos que visualizar cuál es la sociedad que queremos y tenemos que romper el paradigma de la sociedad colombiana, que frente a cualquier situación busca aumentar el conflicto, las penas y que la gente se vaya a la cárcel”.
Con esto, enfatiza, “no queremos decir que no haya sanción y que haya impunidad. Estamos diciendo que hay que buscar mecanismos alternativos de sanción, garantías de no repetición y sobre todo el compromiso de construir en la sociedad colombiana unos valores de respeto al otro, a su vida, a su integridad personal, a lo que piensa y a lo que hace el otro o la otra”.
Este es uno de los mayores retos no sólo de la Mesa o la Subcomisión de Género, sino del país, la sociedad civil organizada e instituciones. Qué tanto ceder y qué tanto no, es la medida de la decisión en la que se debatirá el país y los actores de la Mesa en los siguientes meses.
Esa misma tensión existe al interior del movimiento de mujeres. Lo que ellas tienen claro y es de absoluto consenso es que “todas quieren la paz, no hay ninguna duda de que es así, todas entendemos que la justicia transicional es el mecanismo mejor inventado a nivel mundial hasta el momento para hacer ese tránsito de la guerra a la paz, de la dictadura a la democracia; es lo que existe y creemos que es lo que se debe aplicar aquí”, manifiesta Claudia Mejía.
Desde la Cumbre de Mujeres se tiene claro que un reto fuerte es el que tiene que ver con los mecanismos de refrendación de los acuerdos. Aún no se sabe si es por constituyente, referendo o plebiscito. El tema está abierto y requiere aspectos en conjunto que unifiquen. Ese es el reto para el movimiento de mujeres.
Ángela Cerón considera muy importante que se reconozca que una situación es ser víctima y otra es ser actor político como mujeres. Existen unas víctimas, que en su mayoría son mujeres y que tienen unas particularidades, pero que también existen otras mujeres como actores políticos.
María Eugenia Vásquez insiste en que debe ser mayor la participación de mujeres en calidad de plenipotenciarias por ambas partes en las conversaciones. “Hay una delegada por la insurgencia y otra por el Gobierno, pero nosotras queremos más. Y no basta con más mujeres, sino que tienen que ser mujeres con plena conciencia de los derechos y de lo que significa el enfoque de género y de diversidad en estos acuerdos que esperamos se logren, y cuanto antes mejor”.
Los retos para las FARC, la Mesa y la Subcomisión están determinados de cara al tercer encuentro de mujeres, allí el propósito es consolidar al equipo de 17 mujeres más el representante LGTBI como parte de la Subcomisión de género, en torno al proceso y en particular “a la garantía de una perspectiva de género en todos los acuerdos que alcancemos incluyendo el acuerdo final”, manifestó Victoria Sandino.
Ella recalca la importancia del intercambio entre las organizaciones de mujeres con las mujeres de la Delegación de las FARC-EP y en particular las integrantes de la Subcomisión. “Queremos que conozcan qué pensamos las mujeres guerrilleras y que sepan que somos sujetos políticos y parte activa de nuestra organización, y así como hemos sacrificado todo en la lucha armada por una Colombia distinta, hoy le estamos apostando todo a una salida política por alcanzar una paz estable y duradera, con justicia social”.
Colombia es un país de regiones diversas, donde los impactos del conflicto armado se manifiestan de diferentes formas y con particularidades territoriales: ahí se requiere conocer lo que está ocurriendo en La Habana, más allá del relato mediático. “Es necesario un relato del conflicto desde las mujeres. Ese es el desafío: sacar los asientos y empezar a relatar, hacer memoria como insumo para la verdad” concluye Patricia Ariza.
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