2/04/2017

Rosa Parks y los derechos civiles


“No queríamos continuar siendo ciudadanos de segunda”. En 1996, Rosa Parks recibió la Presidential Medal of Freedom.


María Teresa Priego 

“Dos policías entraron en el autobús, uno de ellos me preguntó si el chofer me había pedido que me levantara de mi asiento…Quería saber por qué no lo hice, le respondí que no pensaba que tenía que levantarme. Le pregunté ‘¿por qué nos maltratan?’ Me dijo: ‘No lo sé, pero la ley es la ley y usted está detenida’”.
Rosa Parks


Donald Trump se agita. Intimida. Firma propuestas inadmisibles. Llama a un discurso paranoico: nos atacan, nos invaden, nos destruyen. Tenemos que defendernos. Los “ataques” basta con inventarlos. Un discurso muy semejante al de Jean-Marie Le Pen, el líder de la extrema derecha francesa. Crear miedo, para dominar. Aislar. Cerrar fronteras. Discriminar.  Construir muros en la realidad y en los imaginarios. Muros excluyentes. Elegir a los chivos expiatorios en un “cerremos filas contra ellos”, la estrategia histórica de los tiranos en la búsqueda de realizar sus fantasmas de poder absoluto.

Deshumanizar a los otros: “los gusanos”, decía la propaganda nazi refiriéndose a los alemanes de orígenes hebreos. Una vez el otro convertido en el enemigo a abatir en una “lógica” de horror por la diferencia, cualquier bajeza que se lleve a cabo en su contra está más que justificada: se lo merecía. En este contexto de llamado al odio y persecución de la diferencia, y de miles de ciudadanas/os participando y llamando a las protestas y al boicot a través del mundo, regresa la figura de Rosa Parks en toda la fuerza de su carácter icónico.

El cuatro de febrero sería el cumpleaños de “La madre de los Derechos Civiles en los Estados Unidos”. El primero de diciembre de 1955, la costurera Rosa Parks, secretaria de la Asociación Nacional para el Avance del Pueblo de Color, tomó un autobús en Montgomery, Alabama. Ni más ni menos. Las leyes segregacionistas asignaban la parte delantera del autobús a los blancos y la parte trasera a los negros, quienes podían sentarse en la parte de en medio, siempre y cuando un blanco no subiera y les solicitara el asiento. Una persona no blanca tenía entonces que subir, pagar al chofer, bajar de nuevo y volver subir por la parte trasera. La humillación cotidiana. Escuelas separadas, separados los espacios de recreación. Los letreros de “No se aceptan negros”, colgando de la puerta de los negocios. En toda “naturalidad”.



Ese día, histórico para los Movimientos estadounidenses de Derechos Civiles, Rosa se sentó en la parte de en medio. Subió un joven blanco y ella no se movió. El joven no le pidió su lugar, pero el chofer detuvo el autobús y le exigió que se pusiera de pie y cediera su asiento. Ante la negativa de Rosa llamó a la policía y fue detenida por violación de una ordenanza de la ciudad. Tenía entonces 42 años. La segregación se aplicaba –insisto, ¿acaso no parece inimaginable en una fecha relativamente reciente? - a todos los espacios públicos. Rosa se negó a obedecer. Su gesto, su ¡Ya basta de humillaciones e injusticias! generó un llamado del pastor Martin Luther King a boicotear los servicios de transporte público. ¡A caminar! El boicot duró más de un año y se considera como el principio del Movimiento por los Derechos Civiles en los Estados Unidos.


La lucha contra el segregacionismo en el transporte público se extendió a la demanda de un alto a toda forma de segregación. “Entonces no teníamos derechos civiles. Era sólo un cuestión de sobrevivir de un día hasta el otro. Recuerdo de niña irme a dormir escuchando la redada del Ku Klux Klan por la noche y escuchando un linchamiento y temiendo que la casa fuera incendiada…”  El boicot contra las compañías de autobuses comenzó el día en que Rosa Parks tuvo que presentarse ante un juez en una audiencia por desacato. De allí hasta la Suprema Corte de Justicia y el fallo que erradicaba la segregación, primero, en el transporte público, y después, en todo espacio público por considerarlo contra los derechos establecidos por la Constitución de los Estados Unidos.



“No queríamos continuar siendo ciudadanos de segunda”. En 1996, Rosa Parks recibió la Presidential Medal of Freedom. Murió el 24 de octubre del 2005. Alguna vez en una entrevista le preguntaron si había sentido miedo al arrancar el boicot, y respondió que había vivido siempre con tanto miedo, que la masificación de la protesta le había provocado un sentimiento de liberación. ¿Qué podía ser peor que el Ku Klux Klan acosando personas y familias enteras por la noche?
Encapuchados. Con sus antorchas. Incendiando hogares. Impunes. Durante los meses del boicot y las largas caminatas para desplazarse sin hacer uso de los autobuses Rosa Parks entendió: “Que no estaba sola”.
 

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