Por: Argentina Casanova*
Cimacnoticias | Campeche, Cam.- 26/09/2017La realidad supera la imaginación. Una fotografía de una mujer
descalza, que apenas lleva una bolsa pequeña con alimentos que dona a
los que se han quedado en la calle. La familia es primero y la familia
somos todos y todas las que habitamos el territorio, los pueblos
hermanos, las ciudades próximas. Nadie sabe de dónde brota tanta
ternura, pero estos son los momentos en los que el rostro se enciende en
lágrimas cuando miramos esas imágenes.
Quizá no gusta pensar que
esto es especial, no lo sabemos, sólo sabemos que así es como se nos ha
enseñado. Pienso en esas mujeres y recuerdo a mi abuela, la sabiduría de
mi abuela diciendo que hay que ayudar, hay que dar, hay que compartir y
su actitud de mujer crecida junto a un río para poner en su mesa lo
poco que tenía y estar dispuesta a compartirlo con quien lo necesitara.
Quizá
eso es lo que somos todos y todas en este territorio, los nietos y los
hijos de esas mujeres y hombres de un México que a veces intentamos
olvidar, el mismo México cosmopolita de los rascacielos pero el que se
sabe de pueblos antiguos que comparten un origen único, una historia de
lucha y resistencia.
Por increíble que parezca se conserva el
sentido del humor, la ironía, el juego y la broma que nos caracteriza, y
sí la idiosincrasia, la identidad que se ha forjado de un mosaico
diverso de pequeños estados nación que datan de los pueblos antiguos y
que, cada uno con sus propias características, convive en un territorio
geográfico que es hoy México.
De los sucesos que se han vivido en
los últimos días aprendimos que las mujeres también salimos a las calles
y que podemos sumarnos a las tareas de reconstrucción; que algunos
hombres aprendieron que las mujeres “se la rifan” y que salieron las
brigadas feministas a buscar a las mujeres que se encontraban en la
fábrica textil apenas se supo del derrumbe.
Las redes se han
llenado de fotografías de mujeres que codo a codo han levantado piedras,
han cocinado, han limpiado, han llevado alimentos e insumos, y como un
medio destacó: “un soldado en cada hija te dio”, una frase que no cae en
el vacío en medio de la crisis que se venía viviendo en México por los
altísimos niveles de violencia de género, como el feminicidio que cobra
la vida de tantas mujeres que ahora pusieron el cuerpo en la
reconstrucción.
No se puede esperar que de la noche a la mañana
desaparezcan todos los males que aquejan al país, pero sí se puede
apostar a reconocer que no es lo que nos habían dicho, nos han cantado
hasta el cansancio que “el pueblo tiene el gobierno que se merece”, y
hoy nos queda claro que este pueblo mexicano merece lo mejor porque sabe
responder en las urgencias con solidaridad y entrega.
La portada
del diario reivindica, algunas frases de tuiteros que hablan de haber
estado “codo a codo” con las “feministas” levantando cascajo. Quizá
desde un sentido radical podría decirse que no lo necesitábamos, que
siempre supimos que las mujeres somos parte de este país, pero es
oportuno que la sociedad tenga presente que las mexicanas somos
necesarias, que ninguna sobra y que somos personas.
Se vuelve
necesario que la sociedad dé un vuelco, quizá así se entienda que la
violencia contra las mujeres debe ser denunciada, que la chica que ha
sido víctima de violencia en una calle debe ser auxiliada y no continuar
la indiferencia ni la criminalización, que son las mismas mujeres que
hoy salieron a trabajar para levantar las ruinas materiales y
emocionales después del terremoto.
Quizá en medio de la tragedia
que hoy vive el país parezca superfluo hablar sobre la reivindicación de
las mujeres en la sociedad como sujetas de derecho, como sujetas de
acción y participación, como parte fundamental de la sociedad, como
personas. Pero si no es ahora ¿cuándo?
* Integrante de la Red Nacional de Periodistas y Fundadora del Observatorio de Violencia Social y de Género en Campeche
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