Leonardo García Tsao
Para bien o para mal, el programa infantil educativo de la televisión estadunidense Mr. Rogers’ Neighborhood nunca
se exhibió en nuestro país. Al parecer, su conductor, Fred Rogers, era
un genuino filántropo que amaba a la gente, cuya calidez se transmitía a
los espectadores. El estreno en México de la película Un buen día en el vecindario, de
Marielle Heller, opera, pues, en una especie de vacío cultural. No
tenemos la connotación nostálgica, así como tampoco podemos juzgar si la
recreación del programa y su conductor son verosímiles. (Tampoco he
visto el documental Won’t You Be My Neighbor?, de Morgan Neville, hecho en torno a la personalidad de Mr. Rogers.)
La película recrea la famosa entrada del personaje al set: el hombre
saluda a cámara y canta la canción tema epónima, mientras se quita el
saco para ponerse un suéter rojo y se cambia los zapatos por un par de
tenis. Entonces, Rogers (Tom Hanks) nos presenta en una foto al
periodista Lloyd Vogel (Matthew Rhys), quien será el verdadero
protagonista de la historia.
Vogel, se nos revela, es un periodista cínico y desencantado a quien
su editora (Christine Lahti) le asigna escribir un artículo sobre Fred
Rogers. El hombre acepta a regañadientes, pues el tema no le atrae.
Vogel tiene muchos problemas personales. Acaba de tener un hijo con su
compañera Andrea (Susan Kelechi Watson) y se ve obligado a asistir a la
tercera boda de su hermana Lorraine (Tammy Blanchard), donde teme se
encontrará con su crápula padre Jerry (Chris Cooper). En efecto, Vogel
se pelea con Jerry a puñetazos en pleno festejo.
Con el ánimo por los suelos, el periodista se dispone a entrevistar a
Rogers, sólo para descubrir que el conductor no está interpretando a un
personaje sabio y bonachón. Es exactamente igual en la vida real.
Pronto quien hace las preguntas es Rogers pues está sinceramente
interesado en la vida de su entrevistador.
El cuento de hadas que sigue es tan edulcorado que se vería excesivo
en una realización de Frank Capra. Resulta que Mr. Rogers no es otra
cosa que un santo seglar que irradia una bonhomía tan edificante que
transforma a la familia Vogel. El hogar disfuncional del periodista se
vuelve un remanso de amor y paz al reconciliarse con su padre agónico, y
aceptar cuidar a su bebé para que su esposa pueda volver a trabajar. A
la vez, Vogel consigue un artículo de portada en la revista Esquire, elogiado
por todos. (El artículo en cuestión fue la base de inspiración de la
película, aunque el verdadero nombre de su autor es Tom Junod.)
La estrategia de la directora Heller –cuya anterior ¿Podrás perdonarme? (2018)
mostraba más filo– es sumergirnos en ese mundo infantil del programa.
Las transiciones se hacen con maquetas de la ciudad (Nueva York en 1998
todavía tenía las Torres Gemelas) y avioncitos de juguete. Mientras la
pista sonora abunda en cancioncitas tiernas del propio Rogers (¡o de Cat
Stevens!).
Aunque no se parece físicamente a Rogers, Hanks hace una
interpretación al parecer exacta del personaje, adoptando una voz
meliflua y una sonrisa permanente. A mí me sugiere más bien al más
avieso de los asesinos en serie, pero por desgracia no es esa la
intención. Toda la dulzura de Un buen día en el vecindario es susceptible de poner a un diabético en estado de coma.
(Esperemos que ningún cineasta mexicano se ponga imitativo e intente una fábula protagonizada por el Tío Gamboín.)
Un buen día en el vecindario
(A Beautiful Day in the Neighborhood)
D: Marielle Heller/ G: Noah Harpster, Micah Fitzerman-Blue, inspirado por el artículo Can You Say…Hero?,
de Tom Junod/ F. en C: Jody Lee Lipes/ M: Nate Heller/ Ed: Anne McCabe/
Con: Tom Hanks, Matthew Rhys, Chris Cooper, Susan Kelechi Watson,
Maryann Plunkett/ P: Big Beach Films, Tencent Pictures, TriStar
Pictures. EU, 2019.
Twitter: @walyder
No hay comentarios.:
Publicar un comentario