Editorial La Jornada

con muchísimo gustoa quienes soliciten asilo o refugio, busquen incorporarse a algún programa migratorio, obtener becas de estudio o deseen ser incluidos en algún programa social, pero de ninguna manera otorgarán
salvoconductoso
visas de tránsitoque permitan el avance hacia la frontera norte. Por su parte, el canciller Marcelo Ebrard habría comunicado al gobierno guatemalteco que México hará todo lo que esté en sus manos para detener a la población en movilidad.
Todo cambió con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, cuando
el comercio bilateral se convirtió en rehén de los caprichos electoreros
del magnate y el gobierno mexicano se vio forzado a aceptar el incómodo
rol de inspector del estatus migratorio de quienes intentan llegar a
Estados Unidos por vía terrestre. Dicho papel de
Más allá de la cuestión de si la actual y las pasadas caravanas son producto de movimientos poblacionales espontáneos u operaciones de grupos con intereses soterrados, sería absurdo poner en duda que quienes abandonan sus hogares para emprender el incierto camino al norte lo hacen movidos por causas de fuerza mayor. Asimismo, parece evidente que cualquier solución sensata a esta problemática pasa por cambiar el énfasis del estatus legal de quienes por diversas causas son expulsados de sus lugares de origen, la primera de las cuales se encuentra en la continuidad del modelo económico diseñado para facilitar la ilimitada acumulación de riqueza a una pequeña élite a costa de la desposesión de las grandes mayorías sociales.
frontera desplazadaha introducido en México una inocultable tensión entre legalidad y humanitarismo, pues si bien es cierto que ningún Estado permite el ingreso a su territorio de quienes no cuenten con la documentación requerida, también lo es que resulta insensible solicitar tramites costosos y difíciles de adquirir (como lo es la visa mexicana para residentes de Centroamérica) a quienes atraviesan severas penurias e incluso enfrentan amenazas contra su vida.
Más allá de la cuestión de si la actual y las pasadas caravanas son producto de movimientos poblacionales espontáneos u operaciones de grupos con intereses soterrados, sería absurdo poner en duda que quienes abandonan sus hogares para emprender el incierto camino al norte lo hacen movidos por causas de fuerza mayor. Asimismo, parece evidente que cualquier solución sensata a esta problemática pasa por cambiar el énfasis del estatus legal de quienes por diversas causas son expulsados de sus lugares de origen, la primera de las cuales se encuentra en la continuidad del modelo económico diseñado para facilitar la ilimitada acumulación de riqueza a una pequeña élite a costa de la desposesión de las grandes mayorías sociales.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario