Pedro Echeverría V.
1. Anoche no dormí por enredarme pensando de qué viven mis queridos ladronzuelos y dónde acumulan sus millones de pesos los grandes políticos y empresarios, que son los auténticos ladrones. Mis amados, los miserables, todos los días sufren buscando algunos pesos para comprar la comida para la familia. Diario buscan trabajo e ingreso con desesperación, recorren las calles tratando de hacer algún negocio, vendiendo algo, cargando bultos, haciendo alguna trampa, lo que sea, con el único fin de conseguir un dinero; pero siempre cuidándose que la policía –la llamada ley impuesta por el poder- caiga sobre ellos con todo su peso.
2. La tonta gente, la más atrasada del mundo, sólo sabe repetir lo que le dicen por televisión por mandato de las clases dominantes: “que son pobres porque no quieren trabajar, porque son flojos, borrachos y sin estudios. Yo, a los que dan esos argumentos los envío redonditos “a chiflar a su máuser” o me carcajeo por sus imbecilidades. No saben lo que significa que la absoluta mayoría de los pobres son hijos de padres miserables y los hijos de los millonarios siguen con la herencia de sus progenitores. Qué el uno de cada mil, que se creen triunfadores, son la rara excepción que por ningún lado hace ninguna regla.
3. Pensé, me preguntaba, lo que haría si dos o tres ladronzuelos han logrado llegar al pequeño patio de mi casa. En primer lugar, no les abriría porque fácilmente me someterían y tirarían al suelo la enorme cantidad de mis libros buscando algo; pero lo más importante es que por ningún motivo los denunciaría. Les deslizaría 500 pesos y les diría que no busquen robar en colonias pobres o como la antigua colonia Alemán que es de viejitos medio jodidos con sólo mil o dos mil pesos guardados. Les dije que vallan a las colonias de ricos, donde hay vigilancia de sus iguales que pueden transar, pero seguro lograrían 10 o 20 mil pesos o mucho más, incluso un coche.
4. Les diría que la lana, los millones de pesos y dólares, están en los bancos por montones; pero para asaltarlos se requiere mucha planeación y entrenamiento; además casi nadie sale con vida de esos asaltos porque los gobiernos siempre disponen toda la vigilancia donde se ubican las grandes mansiones de los ricos y alrededor de los bancos. Me preguntaron entonces mis amigos: ¿Qué vamos a hacer entonces para dar la comida a la familia ante tal panorama? Pues pensar que hay que seguir adelante como puedan. No les diría que se organicen para hacer una revolución por la igualdad porque yo mismo –después de 60 años de activismo- sólo he visto fracasos.
5. ¿Quiénes viven en los “palacetes” en esos fraccionamientos, casi todos con casetas de vigilancia armada? ¿No son acaso los grandes políticos y empresarios que han saqueado al país y han mantenido a la gran mayoría de la población en la miseria? No pude dormir pensando que en tanto a los multimillonarios que sin trabajar les cae el dinero por montones y sólo piensan en preparar sus viajes internacionales con toda la familia, los muertos de hambre -que son más de la mitad de la población en casi todos los países- sólo luchan por conseguir algo para comer al día siguiente. Por ello para mí los ladronzuelos podrían ser mis amigos.
6. En las cárceles hay unos 250 mil ladronzuelos desde hace varias décadas, mantenidos allí por los gobiernos; al contrario, solo hay uno o dos auténticos ladrones y saqueadores, quizá por error, pero siempre preparados a salir de prisión para gozar el producto de sus robos. Dado que todos los gobiernos han sido los defensores de los millonarios, esos 250 mil ladronzuelos tendrán que seguir purgando décadas tras décadas su prisión absolutamente alejados de su familia. Así es el capitalismo, la llamada democracia y la justicia que la población enterrará quizá entre cien años o más. Entre tanto los verdaderos ladrones siguen dominando en el capitalismo. (18/X/22)
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