El pasado día 13 fueron asesinados tres miembros de la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo (Ucizoni) en el contexto del conflicto agrario entre Santo Domingo Petapa y San Juan Mazatlán Mixe. Los hechos violentos ocurrieron en el paraje Río del Sol y los nombres de los defensores son Wilfrido Atanasio, Victoriano Quirino y Abraham Chirino, vecinos de El Platanillo, quienes fueron emboscados cuando se trasladaban en una camioneta.
En redes sociales, lo pobladores compartieron videos y audios donde piden auxilio y advierten que temen nuevos ataques y más víctimas, pues los agresores amenazaron con regresar y tomar por asalto a la población, que se encuentra atrincherada.
La violencia contra las comunidades indígenas no es nueva. La falta de gobernabilidad tampoco. La Ucizoni exige plena justicia e investigación de los hechos, y a su demanda se han unido decenas de organizaciones indígenas y de derechos humanos de todo el país.
Y justo sobre asesinatos de defensores y la impunidad que los acompaña, el próximo 20 de febrero se cumplen seis años de que Samir Flores, comunicador y defensor nahua originario de Amilcingo, Morelos, fue ultimado a balazos en el contexto de su lucha contra el Proyecto Integral Morelos (PIM).
Una jornada de actividades para exigir justicia para Samir se despliega en México y en muchas partes del mundo. Movilizaciones; mítines políticos; siembra de árboles; jornadas gráficas, artísticas y culturales; charlas y exposiciones, y presentación de videos y documentales son algunas de las acciones programadas, además de la instalación de seis bustos de Samir Flores en México, Estados Unidos, Euskal Herria, Francia e Italia, países cuyas empresas estuvieron involucradas en el PIM.
El Estado coloca a los pueblos en la exigencia de justicia para sus defensores. Impedir sus asesinatos es su obligación.
líderes obreros, empresarios de la construcción, políticos, jueces, ciertos legisladores, despachos de abogados, coyotes y uno que otro ex funcionario están de luto y al borde la lágrima por la aprobación de la reforma a la Ley del Infonavit. ¿Cuántos negocios sucios y multimillonarios –siempre a costillas de los derechohabientes– les han sido cancelados por la reforma a esa institución? Todos.
La Jornada (Andrea Becerril y Georgina Saldierna) lo reseñó así: el
Senado de la República aprobó la reforma a la Ley del Infonavit. En un
debate de casi seis horas, los legisladores de la 4T defendieron la
propuesta de la presidenta Sheinbaum, encaminada, expresaron, a hacer
efectivo el derecho de los trabajadores a una vivienda digna y de bajo
costo
.
Algo más: la enmienda reconoce por primera vez la figura de
arrendamiento social; mantiene la estructura tripartita del Infonavit,
con más facultades regulatorias para el director general del instituto, y
fortalece los controles contra el mal manejo de los fondos de vivienda
de los trabajadores. Durante la larga discusión, PAN y PRI (integrantes
del grupo que está de luto) objetaron la minuta y repitieron que el
gobierno federal intenta quedarse con los 2.5 billones de pesos que
tiene en sus arcas el Infonavit
.
Cómo no estar de luto, si los dineros de los trabajadores terminaban
en los bolsillos de políticos (ex presidentes entre ellos), líderes obreros
,
empresarios de la construcción, jueces, despachos de abogados, coyotes y
demás asociados, en un jugoso negocio de larga data, mientras a los
derechohabientes los dejaron desprotegidos, con casas y departamentos de
pésima calidad. El director del Infonavit, Octavio Romero, informó que
esta pandilla despojó de vivienda a 249 mil derechohabientes mediante
juicios masivos ilegales que se llevaron a cabo sin notificación a las
personas demandadas, a quienes se les promovieron juicios en entidades
distintas de aquellas donde vivían. Está operación fraudulenta generó
pagos ilegales por 29 mil millones de pesos a una veintena de despachos
de abogados
.
La pandilla comenzó a sudar, y fuerte, cuando en diciembre pasado Octavio Romero denunció un rosario de ilícitos: fraudes, corrupción, estafas, despojo de viviendas, tráfico de influencias, directivos involucrados, triangulación de recursos, multimillonarias indemnizaciones irregulares, connivencia de los sectores empresarial y de los trabajadores en el consejo de administración, sueldos y prestaciones ilegales, condonación fiscal a las constructoras (conocidas como vivienderas), contrataciones ilegales, venta de un mismo inmueble hasta en cuatro ocasiones, colusión de empleados, notarios, despachos de abogados, integrantes del Poder Judicial, empresas, peritos valuadores y mucho más. En síntesis, coludidos para saquear a la institución en detrimento de los derechohabientes.
Días atrás, Octavio Romero denunció que hay muchos coyotes metidos
en el Infonavit que engañan a los derechohabientes, haciéndoles creer
que pueden sacar su dinero para hacer cualquier cosa. Lo que ellos
buscan es obtener un porcentaje del dinero de los trabajadores, se
quedan hasta con 40 por ciento y en ocasiones hasta más. No se dejen
engañar. Los coyotes son delincuentes, se hacen pasar por trabajadores
del Infonavit y ofrecen un esquema de obtención de crédito en efectivo
.
Romero puso un ejemplo: una funcionaria del Infonavit se hizo pasar
por una derechohabiente y se comunicó a un número telefónico; respondió
un supuesto asesor inmobiliario y afirmó ser parte del instituto de asesores del Infonavit
–que no existe– y miembro de algo así como Asociación Mexicana de Promotores Inmobiliarios
. Y este asesor
explicó los
pasos para realizar el trámite, solicitando a cambio 38 por ciento del
monto disponible en la subcuenta de vivienda del trabajador, además de
otros gastos; aseguró trabajar con notarios registrados en el Infonavit,
pero no hay registro de este señor
.
Entonces, es justificable la cantaleta de la pandilla prianista cuando grita que el gobierno se robará tu ahorro
,
cuando lo cierto es que desde la creación del Infonavit, en 1972, ha
metido la mano hasta el fondo en los recursos de los derechohabientes.
¿Cómo no estar indignados si la nueva ley les cancela los
multimillonarios negocios a los que estaban costumbrados?
Las rebanadas del pastel
Imperdonable: en el día del amor y la amistad, cuando miles de millones de seres humanos se dedican a las artes del placer, Donald Trump falló a su electorado, pues no impuso aranceles a condones y uso de hoteles de paso.
Twitter: @cafevega, cfvmexico_sa@hotmail.com
La cantidad de organizaciones que buscan la categoría de partidos nacionales, la trayec-toria de los personajes que los dirigen e inte-gran y la evidente ausencia de respaldos populares que los caracterizan hacen ostensible el rasgo común de estos proyectos: su objetivo primordial es el enriquecimiento personal y faccioso a través del desmesurado presupuesto asignado a dichas instituciones año tras año. Se trata de membretes vacíos, faltos de propuestas programáticas, de perfiles ideológicos y de representatividad, por lo que desde antes de formalizarse se revelan incapaces de cumplir las funciones esenciales de los partidos en un sistema democrático; a saber, la agregación de intereses, la intermediación entre Estado y sociedad, la politización de la sociedad o la transformación de las demandas sociales en políticas públicas.
En esta constelación de aspirantes a obtener una tajada de los 7 mil 354 millones de pesos que se reparten entre los partidos con registro destaca el caso de Somos México, cuyos liderazgos convergieron en la sucesión de membretes creados por el magnate Claudio X. González para dirigir de forma supralegal a las formaciones de derecha en la pasada elec-ción presidencial. Más allá de la opinión que se tenga de políticos como Guadalupe Acosta Naranjo, Gustavo Madero, Emilio Álvarez Icaza, Carlos Navarrete o Fernando Belaunzarán, es insoslayable la participación de ex altos funcionarios del INE, incluido Edmundo Jacobo Molina, secretario ejecutivo del instituto desde 2008 (cuando todavía se llamaba Instituto Federal Electoral y siguió tras el cambio de nombre en 2014) hasta 2023; en el último tramo, de manera ilegal. El apoderado legal de Somos México es Carlos Alberto Ferrer Silva, ex titular de la Unidad de lo Contencioso Electoral del INE, muy cercano al ex consejero presidente Lorenzo Córdova. De este modo, continúa la confirmación de que el cordovato significó el control de la autoridad electoral por parte de una mafia que destruyó la de por sí lastimada credibilidad de dicho organismo para favorecer a las derechas y torpedear al movimiento fundado por el ex presidente Andrés Manuel López Obrador.
Más allá de denunciar a sujetos impresentables que desean lucrar a expensas del erario, es preciso señalar que el actual modelo político-electoral está diseñado de tal manera que atrae a esta laya de sinvergüenzas: mientras los partidos reciban cifras tan elevadas como injustificables de dinero público, será inevitable que la política sea percibida como un botín por individuos inescrupulosos. Si se quiere acabar con esta lacra y crear instituciones imbuidas de espíritu cívico, cuyos miembros vean las labores políticas como una responsabilidad y no como una fuente de ingresos de dudosa legitimidad, es imperativo remplazar el sistema vigente por uno que separe definitivamente el poder político del económico.
¿Pero qué pasa con las ciencias sociales?
Parece que es más importante el desarrollo de la inteligencia artificial y otras tecnologías que el apoyo a los estudiosos de la historia, la poesía, la literatura, la sociología, la filosofía, las humanidades, el arte.
Sí, es fundamental el desarrollo de las ciencias duras, pero también que nuestra sociedad tenga conciencia de las humanidades, de las ciencias sociales, del arte, para siempre recordar nuestra humanidad, la importancia de la cohesión social, de la ética, de lo fundamental que es la colectividad, la creación y la solidaridad.
¿Cómo defender la libertad, la fraternidad, la solidaridad sin conciencia social?
consolidaruna
rectoríaque
coordinalas instituciones para
transformarel sistema, identificando
factoresde riesgo, promoviendo
prevencióny proporcionando
atenciónoportuna y de calidad.
Enfatiza sentar
bases que definan un sistema de salud para el bienestar
destinado a personas sin seguridad social; promoviendo como asistencia social
la participación pública y privada, con enfoque de derechos humanos;
salvaguardando la salud frente a padecimientos no transmisibles/crónicos
y mentales; organizando conferencias y congresos; planeando el abasto
de medicamentos/insumos, así como la coordinación nacional del sistema
de información en salud.
Esta rectoría se reduce –no a conducir la política nacional de salud– sino a coordinar
actores de los Sistemas Nacional de Salud y Salud para el Bienestar para que colaboren de manera articulada
dentro de un programa sexenal –anticipado en conferencia matutina del
5/11/24– donde el doctor Kershenobich observó que los países que tienen
atención primaria –y no nada más atención de la enfermedad
en sus fases tardías– tienen mejores
sistemas de salud. Por tanto, enfatizó, la promoción y prevención es un componente muy importante
del Plan de Gobierno. Pero ocurre que esa atención primaria no es
promoción/prevención. Es otra cosa. Lo que confirma que el secretario de
Salud sigue sin distinguir la diferencia entre atención primaria a la
salud (APS) y políticas preventivas tradicionales.
Por su parte, el subsecretario de Salud, Eduardo Clark, propuso cinco puntos estratégicos del programa sexenal. El primero: priorizar
la promoción/prevención sin referirse nunca a la APS. ¿Y cómo? Según él
la prioridad consiste en trabajar sobre los daños, salvo la vacunación.
Ofrece: reducir
el porcentaje de obesidad infantil e incrementar
el porcentaje de adultos mayores que tienen una enfermedad crónica (diabetes-hipertensión) y no están diagnosticados, incrementando
también el porcentaje que efectivamente se encuentra en control rutinario
dentro de sus unidades de salud. Esto no es promoción/prevención: es
identificación de daños con un programa de alta rentabilidad electoral
que saturará los servicios. Ofrece también fortalecimiento
de coberturas de vacunación universal: niños/adultos e incrementar
el número de mujeres embarazadas e hijos recién nacidos que acuden a seguimiento médico.
En el segundo punto, ofrece incrementar la calidad
de la atención médica y disminuir
tiempos de espera en el sector público. ¿Cómo? Poniendo a trabajar al máximo
al personal que tenemos y la infraestructura: unidades médicas de
tiempo completo, siete días de la semana. ¿En qué se distingue esto de
los gobiernos tecnocráticos neoliberales? Como para ellos, Clark no
repara en que, además de ignorarlo, el frente operativo –alma de la
producción del servicio– no está ahí sólo para recibir las nuevas
órdenes de trabajo sexenales. Aprender a conducir el sector aprendiendo
de quién hace posible el servicio, no es su prioridad. ¿Imaginó alguna
vez consultarlos? Pero además contempla homologación
de protocolos de atención médica para enfermedades más frecuentes y fortalecer
el rol de la enfermería para dar más atención aun con el mismo personal
. ¿Por ser más económico? Ello esperamos
impactará en reducir
tiempos de espera para consultas, estudios y cirugías. Como se aprecia, es apenas una mera expectativa.
En tercer término ofrece fortalecer
IMSS-Bienestar con
médicas/médicos del Bienestar, completar equipamiento, rescate de
infraestructura, medicamentos gratuitos, insumos, contratación de
personal, implementar tecnología y sistemas, así como continuar con el
programa La Clínica es Nuestra. En suma fortalecer
sin innovación
alguna y preservando intacta la improvisación estructuralmente
curativo-asistencial que Zoé Robledo heredó a Alejandro Svarch.
En cuarto lugar, Clark enlista el previamente publicitado modelo de compra y distribución de medicamentos con el que esperamos
mejores precios, con mayor
calidad para los pacientes. Es decir, que sólo por el diseño de sus
tiempos, es apenas otra mera expectativa de mejora efectiva del abasto.
De suerte tal, que las dos más sentidas y robustas demandas de la población usuaria, tiempos de espera y abasto, quedan apenas como meras expectativas.
En quinto lugar, Clark alude a modernizar, traer al siglo XXI
al Sistema Nacional de Salud pública, reduciendo los desiertos de atención”. ¿Cómo? Creando un modelo para un sistema unificado sin importar la derechohabiencia
con el expediente médico electrónico universal. ¿Ya consultó a quienes cotizan por el servicio? En suma: una rectoría para coordinar
con un programa de salud de meras expectativas que deberán concretarse en el siglo XXI.
* UAM-X
La tensión creciente entre universidad y Estado estalló en los años
60 y, a pesar de los apoyos y las nuevas universidades nacidas en el
periodo echeverrista, la creación del Colegio de Bachilleres y las
escuelas técnicas ya desde entonces plantearon que era necesario separar
la media superior de la superior, universitaria, a sabiendas de que era
en las preparatorias donde con mayor fuerza y profundidad se cultivaban
la esperanza y la fuerza por una mejor formación (CCH). Por eso las nuevas
universidades de los años 70 –como la UAM– nacen sin bachillerato y
efectivamente es ahí donde con menor resistencia penetran las políticas
conservadoras, las reducciones presupuestales y la privatización de los
años noventa. En ese contexto hostil, los jóvenes continuaron procurando
las opciones educativas más allá de estudios virtuales o de hecho
terminales y crecientemente continuaron prefiriendo a la que aún
conserva mucho de los rasgos del pasado, la educación nacional. La
insistencia de las y los jóvenes por la UNAM-IPN para el Estado ya
neoliberal de los 90 llegó a niveles críticos al comienzo de los 90 y la
respuesta fue el Ceneval y su examen único. Éste duró casi tres décadas
(1996-2025) y apostó a una especie de prestidigitación: las jóvenes que
por cientos de miles preferían a la UNAM o el IPN por obra de un simple
examen mágico, capaz de rechazar y definir el futuro a las personas,
asignaba a decenas de miles a opciones técnicas o bachilleratos que ni
siquiera conocían. No sólo era el rechazo, sino también la asignación
autoritaria a un futuro no deseado, lo que creaba una situación sin
escape y, sobre todo entre las jóvenes rechazadas, apareció el suicidio,
inusitado en México.
Con el cambio que ahora se hace, ya no será el Ceneval lo que
autoritariamente rechaza a los que quieren universidad y asigna escuela
técnica, pero el resultado será el mismo: ahora la UNAM-IPN rechazan y
el o la aspirante ya antes deberá haberse autoasignado a otra opción. Y deberá
porque el rechazo –como antes– será muy probable. La UNAM ofrece hoy 35
mil lugares pero el número de aspirantes será de por lo menos 150 mil
si no es que hasta más de 250 mil aspirantes. Y ya se sabe que el examen
estandarizado que se utilizará (UNAM-IPN) tiene preferencia por
aquellas o aquellos aspirantes que son de familia próspera, con
educación privada y varones, y no tanto por los de la periferia y de
clase popular. Y si ya hoy se propone hacer un sorteo para el ingreso a
las técnicas y bachilleratos saturados (convocatoria 2025, 8.3) de fondo
no se entiende por qué no se hace en la UNAM-IPN, que son aún más
demandadas.
Con y sin Ceneval, también de fondo es claro que el Estado y gobierno mexicanos someten a los jóvenes a una situación sin salida. Con el Ceneval o con el hágalo usted mismo, se enfrentan a una situación otra vez de fondo difícil. O aceptan algo para muchos inaceptable, o se quedan sin escuela. Una mayoría acepta pero con una mezcla de resignación y desesperanza que no prepara ciudadanos activos y participativos, favorece actitudes negativas (y a los 15 años) y también rebeliones. La política del Estado contra las universidades –porque requieren fondos y/o han sido o pueden ser críticas– directamente la pagan los y las jóvenes de México. Véase: si en 1990 las universidades públicas representaban la mitad de la matrícula superior, ahora sólo son una tercera parte. Y la matrícula privada ya se encamina hacia la mitad. Se requiere una transformación, no posponer otros 30 años la solución.
* UAM-X
Uno de los aspectos más notables de la política exterior
estadunidense es su carácter contradictorio con respecto a Venezuela. El
21 de enero, Trump afirmó que no necesitaba comprar crudo venezolano,
lo cual agudizaría aún más la crisis económica en ese país. Las
designaciones dentro de su gabinete también resultan contradictorias.
Por un lado, nombró a Marco Rubio como Secretario de Estado, lo cual
parecía indicar que la política hacia Venezuela seguiría la línea de máxima presión
contra Nicolás Maduro. Sin embargo, por otro lado, designó al
diplomático Richard Grenell como su enviado especial para Venezuela.
El mismo día de la investidura de Trump, Grenell anunció en X el
inicio de negociaciones con Venezuela. Pero, ¿con quién conversaba? La
presencia de figuras de la oposición, como Leopoldo López, Juan Guaidó y
Edmundo González Urrutia, en la investidura parecía señalar una
continuidad en la estrategia de respaldar a un sector de la oposición
como alternativa a Maduro. A pesar de los gestos públicos de apoyo a la
oposición, Grenell y el empresario petrolero Harry Sergeant ya habían
abierto un canal directo con el gobierno de Maduro, centrado en un tema
crucial para Trump: la inmigración venezolana. Esta población se
transformó en un útil comodín para Trump que durante su campaña había
destacado la amenaza
que representaba esta comunidad, denunciando repetidas veces la presencia en EU del Tren de Aragua, una banda criminal venezolana.
El 31 de enero, Grenell se reunió con Maduro en Caracas. El gobierno venezolano aceptó recibir inmigrantes venezolanos deportados como parte de un acuerdo de gran utilidad mediática y, a su vez, con poderosos movimientos económicos más soterrados. Al día siguiente, EU extendió la licencia para que la petrolera multinacional Chevron continuara operando en Venezuela. La presencia de Grenell en Venezuela no sólo representó una concesión económica, sino también un reconocimiento tácito al gobierno de Maduro. En todo esto, las víctimas de la crisis venezolana, los inmigrantes que huyen la violencia y la pobreza, son reducidos a simples fichas de cambio en una negociación de intereses particulares. El intercambio fue claro: inmigrantes por petróleo.
Trump también alteró radicalmente la suerte de más de 600 mil inmigrantes venezolanos que estaban amparados bajo el Estatus de Protección Temporal. Según una nueva directiva del gobierno, un primer grupo perderá su protección en abril y el segundo grupo en septiembre. La mayoría de estos inmigrantes no tienen adónde regresar debido a las condiciones críticas que enfrentan en Venezuela. Esto plantea un dilema migratorio, humanitario y ético de gran magnitud: transformar a una población vulnerable en una ficha de cambio dentro de una partida geopolítica, dentro de un juego de promesas electorales y transacciones comerciales, cuando ya enfrenta deportaciones y estigmatización.
La comunidad venezolana residente en EU es heterogénea. Los sectores
más populares enfrentan gran inseguridad, otros de clase media y alta
aspiraban a repetir la experiencia de los exiliados cubanos. A pesar de
ello, los acuerdos tras bambalinas, la creciente contradicción en el
discurso oficial estadunidense, las agendas económicas del petróleo y
las políticas internas de ambos países parecen indiferentes a la
diversidad de experiencias. Todo queda reducido a la amenaza de los venezolanos
.
En el contexto de medidas migratorias que fragmentan a la comunidad venezolana, Trump se erige como una figura peculiar en el teatro político global. Su comportamiento errático, su capacidad para manipular a la opinión pública con espectáculos mediáticos y su uso de los inmigrantes como fichas recuerdan la figura de Pantaleón, el personaje clásico de la commedia dell'arte, quien representaba al viejo comerciante avaro y mezquino, un hombre regido por la codicia y la explotación. En el escenario de la política global, Trump podría ser visto como una especie de Pantaleón moderno, un personaje que maneja la política exterior de manera grotesca y cruel, movido por intereses personales y económicos más que por un sentido profundo de justicia.
Este Pantaleón
estadunidense, con su mezcla de oportunismo,
improvisación y crueldad, no es simplemente un líder internacional, sino
un actor que utiliza la política como un espectáculo, una puesta en
escena donde los inmigrantes y los pueblos en crisis son tratados como
mercancías intercambiables. Con sus gestos grandilocuentes y su enfoque
brutal, Trump ha logrado transformar la política exterior estadunidense
en un teatro en el que la humanidad de los afectados se pierde en un
juego de poder y manipulación.
* http://www.luisdunogottberg.com/ Departamento de Literatura Clásica, Moderna y Cultura, Universidad de Rice
** @mtinkersalas Profesor Emérito, Estudios Latinoamericanos, Pomona College
la primera vez como tragedia, la segunda vez como farsa, el
bonapartismopasó a caracterizar en la teoría marxista −y más allá de ella−, una situación de polarización social entre las clases antagónicas que, al neutralizarse, permitían el surgimiento de una tercera fuerza, liderada por una figura carismática, en cierto modo
externay capaz de concentrar el poder apelando directamente al pueblo, por encima de los modos tradicionales de representación. Entendido como una forma híbrida −que combinaba el elitismo y el plebeyismo, el autoritarismo y la democracia plebiscitaria, sociedad jerárquica y
unión nacionalpor encima de las clases−, el bonapartismo fue retomado luego por diversos teóricos (Thalheimer, Bauer, Trotsky, Gramsci) para analizar los fenómenos políticos que no se dejaban encasillar fácilmente.
Para Marx, el ascenso de Louis Bonaparte marcó la última forma
del dominio burgués y también la decadencia de esa clase, la
única forma de gobierno posible en un momento en que la burguesía ya
había perdido, y la clase obrera aún no había adquirido la facultad de
gobernar la nación
. En este sentido, el bonapartismo era una
tendencia política de ninguna manera exclusiva de Francia. Varios países
de Europa tenían regímenes bonapartistas al igual que −como bien apunta
Domenico Losurdo− Estados Unidos bajo presidentes tan diferentes como
William McKinley (1897-1901), Theodore Roosevelt (1901-1909), Woodrow
Wilson (1913-1921) o Franklin Delano Roosevelt (1933-1945) ( Democracy or Bonapartism, Verso, 2024, p. 167-174). El ejemplo de EU constituía en particular, según Losurdo, una especie de bonapartismo blando
ya que la sucesión allí era históricamente suave
, desarrollándose sobre una plataforma unificada
en la que los candidatos competían por el cargo del líder supremo de la nación
e intérprete del espíritu estadunidense
(p. 294).
En este sentido, si una de las características del bonapartismo es la
exteriorización del conflicto, esta técnica, según Losurdo, alcanzó el
zenit en EU gracias al culto del americanismo
que hizo posible considerar las ideologías no deseadas y sus seguidores como ajenos al alma y al espíritu estadunidense
y expulsarlos. Este rito de expulsión era aún más fácil dada la
presencia masiva de inmigrantes, a menudo en condiciones pobres,
propensos, sobre todo en tiempos de crisis, a adherirse a movimientos de
protesta e identificables así como externos
, al igual que lo eran todos aquellos que se adherían a ideologías y movimientos considerados ajenos
.
Es precisamente este marco del bonapartismo −como ya desde hace años
argumentaba por ejemplo Dylan Riley (t.ly/eNDpy)−, que mejor explica la
anatomía política de Trump y bajo cuyas coordenadas, inscribiéndose en
toda la mencionada tradición estadunidense de éste, que surgió y obraba
desde el principio el neobonapartismo trumpista con su estigmatización
de los migrantes y el afán de presentarse como el verdadero
representante, defensor e intérprete del americanismo
, que vela
por su integridad y está dispuesto a expulsar a todos los que lo
amenazan, desde los migrantes hasta los −imaginarios− marxistas
y comunistas
.
Con varios matices y ajustando un poco el modelo teórico
−incorporando diversas contradicciones y su (neo)patrimonialismo en el
marco del cual el hoy presidente de EU trata al Estado como fuente de
beneficios para él y su familia (t.ly/CQOhf)−, Trump, bien subraya
Riley, más que cualquier otro gobernante contemporáneo, se asemeja a
Louis Bonaparte (con un twist posmoderno
), surgiendo de condiciones parecidas de polarización y evocando su control sobre el atomizado campesinado francés –el saco de patatas
,
como escribía famosamente Marx−, el ejemplo más temprano del carisma
sin organización de masas, algo que hoy Trump ejerce igual −también tras
haber logrado en 2024 formar una coalición multirracial de votantes sin
precedentes en la historia reciente del Partido Republicano−, sobre una
sociedad lumpenizada y fragmentada de la era de las redes sociales.
El hecho de que el mismo Trump se haya inscrito directamente en la tradición del bonapartismo blando
estadunidense, sin mencionar el término, pero comparándose e invocando
en diversas ocasiones a McKinley −uno de sus máximos exponentes y codificadores
−, y prometiendo, igual que McKinley, “construir la prosperidad americana
sobre los aranceles fuertes” (de allí sus conflictos comerciales con
México, Canadá y China), y sobre la, en caso de Trump, al menos
retóricamente, expansión territorial en marco del viejo Destino
Manifiesto y una suerte de Doctrina Monroe 2.0, parece confirmar
adicionalmente este análisis.
Lo mismo se refiere a sus promesas de regresar a la Edad Dorada
( Gilded Age) que presidió McKinley −como una panacea al declive estadunidense
de hoy−, la época de enorme riqueza, aunque para unos pocos, como bien
notaba, acuñando este término, Mark Twain, en la que su modelo
bonapartista y el Estado estadunidense han sido puestos al servicio de
los grandes financistas, industrialistas y variopintos barones ladrones
( robber barons). Así con su neobonapartismo, Trump está presidiendo también −observable ya desde hace tiempo−, giro hacia una suerte de capitalismo político
(t.ly/aT_wk) en el que los beneficios para los capitalistas se deben
menos a la productividad y más a sus conexiones e intervenciones
directas en la política, una evolución de la que el mejor ejemplo es
Elon Musk.
a) No es un loco, tiene una visión de lo que quiere hacer.
b) No dice una cosa y hace otra; dice y hace lo que se propone, casi siempre en una determinada secuencia marcada por sus estrategias de negociación y reconociendo a veces, las restricciones sociales y políticas.
c) Es un ególatra narcisista y le agradan los regalos simbólicos –mejor en dinero–, pero es ridículo pensar que eso apacigua al patán.
Dicho lo anterior, me gustaría avanzar en algunas de las propuestas que Trump intenta llevar a la práctica centradas en dos grandes temas:
El autogolpe. La puesta en marcha de un autogolpe contra la democracia estadunidense a partir de sus tropas de asalto comandadas por Elon Musk. El propósito es un cambio de régimen en el cual el Ejecutivo federal quede reducido a funciones de seguridad e infraestructura, y las funciones de educación, salud, seguridad social sean transferidas a las entidades estatales. La primera etapa de esta transformación consiste en inutilizar las grandes corporaciones del poder ejecutivo como USAID y el vaciamiento del personal administrativo de carrera.
El nuevo orden mundial. Basado en zonas de influencia –recuerden los acuerdos de Yalta–, donde los líderes autoritarios, Putin en Rusia, Xi en China y Netanyahu en el Medio Oriente garanticen un cierto orden a partir de su fuerza militar, mientras Estados Unidos opera un repliegue estratégico al hemisferio occidental (incluyendo Groenlandia, Canadá, México, Centroamérica y el Caribe).
Los principales voceros de esta visión ha sido el vicepresidente J. D. Vance en su discurso de Munich el año pasado y el secretario de estado Marco Rubio en sus declaraciones hace unas semanas. Estados Unidos dejará de ser el policía global en un mundo reconocidamente multipolar. Se concentrará en su enemigo principal, que parece ser China, aunque con el discurso de antier de Vance parece más bien Europa. Ese discurso lo revisaré en mi siguiente entrega porque transporta una visión de una democracia iliberal a la Viktor Orbán.
Así que continúo con mí bosquejo histórico del mundo y México después de 1968.
El ataque a las Torres Gemelas. El ataque terrorista a las torres gemelas marca el fin del breve periodo posterior a la caída de la Unión Soviética, cuando se llegó a acariciar la ridícula utopía de un mundo basado en la economía de mercado y en una democracia minimalista circunscrita a las elecciones. Eso a su vez rompió las barreras políticas y éticas generando dos respuestas: la continuación de los ataques terroristas en París en 2015 o en Moscú e Israel en 2023 y las intervenciones de las grandes potencias sin importar las soberanías nacionales.
El mundo de los más fuertes. Los ataques terroristas generaron esquizofrenia: Estados que no respetan reglas de gobernanza mundial: las intervenciones rusas y estadunidenses a Afganistán e Irak, la promoción de grupos terroristas desde Irán, las intervenciones europeas en África; más asesinatos de líderes de fuerzas enemigas, como ocurrió con Osama bin Laden, ejecutado por Estados Unidos en Pakistán un país soberano. Desde entonces, si es considerado un criminal o terrorista, los imperios –Estados Unidos, Rusia, China e Israel– lo asesinan donde quiera que esté.
El mundo sin reglas opera en otras esferas de la gobernabilidad. La Organización mundial del comercio, que buscaba garantizar la fluidez del comercio internacional y la apertura de fronteras, se ve confrontada a menudo por países que, ante emergencias naturales, sociales o simuladas, erigen barreras y reglas especiales para defender sus intereses. Sobre todo, tratándose de Estados Unidos y la Unión Europea. Reglas escritas para los países pobres y decisiones unilaterales de los más poderosos en el comercio mundial.
En México este periodo corresponde al régimen de alternancias inaugurado a partir del 1997. Entenderlo en este contexto mundial es clave.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario