Carlos Bonfil

El enemigo en casa. El primer episodio de La maldad no existe planteaba ya la situación de un hombre ordinario, trabajador aplicado y buen padre de familia, convertido en verdugo virtual al verse forzado a prestar sus servicios para la aplicación de la pena de muerte por ahorcamiento a opositores políticos del régimen. La premisa narrativa en la cinta más reciente de Rasoulof es parecida. El abogado arribista Iman (Missagh Zareh) acepta agradecido la promoción a un cargo como juez de instrucción en el tribunal revolucionario sin percatarse de que sus nuevas funciones incluyen supervisar y dar un expedito visto bueno a penas de muerte decididas de manera arbitraria. De este modo, el hasta entonces intachable ciudadano se ve atrapado en un engranage penal represor que, en el plano moral, hará de él un hombre irreconocible a los ojos de su familia. Para colmo de males, a Iman se le entrega una pistola para defenderse en casa de eventuales ataques suscitados por sus acciones, arma que desaparece misteriosamente haciendo que tanto la madre como sus dos hijas jóvenes se vuelvan sospechosas de la inexplicable sustracción de la misma. Esta situación desata una espiral de recelo y acoso contra las tres mujeres, donde el patriarca se transforma en un iracundo tirano doméstico, como reflejo claro de la brutalidad institucional misógina que a diario soportan las mujeres iraníes.
La novedad en La semilla del fruto sagrado es que las dos
hijas, en especial Rezban (Mahsa Rostami), la mayor, oponen una vigorosa
resistencia a la voluntad del padre. El contexto social favorece esa
postura, pues justo en ese momento se multiplican en las calles de
Teherán las protestas femeninas bajo el lema Mujer, Vida, Libertad
,
reivindicaciones que asumen sin rodeos Rezban y su hemana Sana (Setareh
Maleki) para desasosiego impotente de sus padres tradicionalistas. El
drama doméstico pronto se transformará en un thriller
trepidante con la polarización creciente de las posturas morales
irreconciliables en ese ámbito familiar, microcosmos de una sociedad en
crisis. Una escena notable muestra la confrontación directa de Rezban
con su padre, desmontando la primera las falacias y manías paranoicas de
quien, acostumbrado a detectar conspiraciones políticas y a
reprimirlas, ahora se ve obligado a resolver una inesperada sublevación
feminista en casa. En momentos en que la misoginia de Estado ha dejado
de ser característica exclusiva de países autoritarios en los que domina
el fundamentalismo religioso, para extenderse a democracias
occidentales inclinadas a la extrema derecha, la estupenda película de
Mohammad Rasoulof es una advertencia premonitoria.
Se exhibe en la sala 10 de la Cineteca Nacional Xoco a las 14 y 20 horas, en el Cine Tonalá y en salas comerciales.
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