Héctor Alejandro Quintanar
El fondo de este asunto estriba desde luego en la posición débil y arrinconada que, por méritos propios, vive la oposición partidista mexicana en la actualidad, lo cual hace cierta la tesis que planteó el historiador Lorenzo Meyer en días recientes.
En este año 2025 hay una treintena de proyectos políticos en México que aspiran a lograr su registro como partidos ante el Instituto Nacional Electoral, entre los que destacan dos de ellos no tanto por sus posibilidades de lograrlo, que son muy pocas, sino por los antecedentes de quienes los encabezan y los idearios que dicen representar en la vida pública mexicana. Y ambos proyectos son Somos México, liderado por Guadalupe Acosta Naranjo; y el Movimiento Nacional Viva México, con el señor Eduardo Verástegui como punta de lanza. Más allá de sus plataformas ideológicas, ambos partidos han coincidido en estos días en un hecho curioso, y ese es el de nombrar sin ambages quiénes son sus referentes ideológicos internacionales.
Y vale ahí una serie de comentarios al respecto. Miremos primero el caso de Somos México, que es un grupúsculo de personajes que toda su vida han vivido no para la política, sino de la política, como el ya citado Acosta Naranjo, Fernando Belaunzarán, Emilio Álvarez, Gustavo Madero o Edmundo Jacobo Molina. Personaje que, por cierto, hasta hace poco era alto burócrata del INE, y hoy se destapa como militante de un posible partido. Ello no tendría nada de malo de no ser porque la camarilla que lo rodea lleva mintiendo desde hace años sobre defender un presunto INE ciudadano e impoluto de partidismos.
La nómina dirigente del posible partido Somos México, sin embargo, parece recaer en sujetos que hasta hace muy poco eran dueños del PRD, donde se hacían llamar “galileos” y luego Frente Cívico Nacional o cosas parecidas.
Se trata, sin más, de una horda de porros fracasados, que desde 2008, aliados a Nueva Izquierda, dirigieron el PRD con base en una elección fraudulenta. Recibieron el partido con los mejores números de su historia y les bastó un par de años para destrozarlo y un par de lustros más para desaparecerlo. Nunca estará de más recordar que esa debacle se debe a dos cuestiones: la llegada de Jesús Ortega a la dirigencia perredista por la vía del fraude -ya que había perdido la contienda interna ante Alejandro Encinas según lo reportaron dos instancias del partido, pero el Tribunal Electoral lo impuso en fines de 2008-; y el hecho de que una de las primeras acciones de Ortega como líder del PRD fue volver al partido una acémila del PAN, cuando en fines de 2009 Ortega violó los estatutos perredistas creados en 2006 y 2007, y cambiarlos a la mala para de ese modo autorizar las alianzas con el partido albiazul, mismo que les había cometido un fraude en 2006.
Esa chicana de Ortega fue la antesala de las alianzas del PRD con el PAN para contender por gubernaturas en estados de la república en 2010; y a la larga fue el antecedente de esa corruptela llamada Pacto por México de 2012 y, en última instancia, la alianza del Frente que impulsó al panista Anaya en 2018 y derivó en 2020 en el desastre ese llamado PRIANRD.
¿A qué apuesta este grupúsculo de traficantes de fracasos? El señor Fernando Belaunzarán lo planteó en entrevista con el periodista Julio Hernández López el pasado 23 de enero: su sello identitario será la vacuidad ideológica, la ausencia de principios claros y su objetivo es, entre comillas, “construir a una Corina Machado en México”, en referencia a la política venezolana que ha participado en la oposición de ese país.
Obviemos por un momento el rol de ella en Venezuela, donde, por cierto, no ha ganado gran cosa en años de participación política. Enfoquémonos en lo local. El hecho de que Somos México la tome como referencia es una manera de señalar que México es algo así como otra Venezuela, o señalar que es un régimen autoritario, cuando no dictatorial, y proclive a la crisis económica, según la visión de las derechas mexicanas.
Aquí lo que debe decirse es que el diagnóstico de Belanuzarán es sin más un disparate: México está lejos de ser un régimen autoritario proclive a la crisis económica. Los mitos sobre la devaluación del peso frente al dólar al 400 por ciento si ganaba AMLO quedaron zanjados para siempre, cuando en su Gobierno la moneda mexicana vivió una apreciación histórica y sostenida de 2018 a 2024; y todo lo que ha ganado Morena en ese lapso es producto de las reglas electorales vigentes que el partido guinda no diseñó, y con las cuales, por cierto, el PRIANRD logró triunfos inéditos en la Ciudad de México en 2021, cosa que sería imposible en un régimen autoritario, ya no digamos dictatorial.
Pero más que el diagnóstico fallido, vale la pena el retrovisor de la historia. La idea del “fantasma Venezuela” se construyó en México en la coyuntura de 2005 y 2006, cuando Vicente Fox, en una más de sus torpezas diplomáticas, expulsó sin motivo al embajador venezolano en México, Vladimir Villegas, y luego en la campaña presidencial de 2006 el PAN, a través de diputados guiados por Rodrigo Iván Cortés (hoy uno de los líderes del ultraderechista Frente Nacional por la Familia), acusaron que había una intromisión ilegal electoral, de financiamiento e incluso armas, desde la Venezuela de Hugo Chávez a favor de Andrés Manuel López Obrador cuando era candidato.
No obstante, en marzo de 2008, el entonces Instituto Federal Electoral hizo público que, tras dos años de indagaciones, no encontró evidencia alguna ni el más mínimo indicio de que hubiera habido incidencia venezolana en México en la contienda presidencial, mientras unos meses antes, el Gobierno espurio de Calderón había ya normalizado la relación con Venezuela al aceptar al embajador de ese país en México, Roy Chaderton; todo ello mientras integrantes de la campaña de Calderón en 2006 alardeaban que usaron la propaganda sucia e ilegal, con el tema mentiroso de Venezuela incluido, como lo documentó el periodista Álvaro Delgado en su libro de 2007: El engaño. Prédica y práctica de Acción Nacional.
Así, el dicho de que López Obrador y su entonces partido representaban el fantasma de la venezolanización fue siempre una mentira deliberada para espantar y manipular al sector más obtuso, ingenuo, mal informado o violento del país, como ejemplifican casos como FRENAA en 2019, entidad para quien la amenaza de Venezuela en México es un dogma de fe y lo blanden con estridencia de extrema derecha. Sólo para eso sirvió la propaganda sucia de la amenaza venezolana en México, para azuzar a ultraderechistas,
Hoy resulta risible que los oportunistas de Somos México recurran a esa vieja calumnia ya caduca y necia, donde además se balean el pie, porque los chuchos y galileos pertenecían al PRD, partido que fue en su totalidad acusado de complicidad venezolana en la coyuntura de 2006, y hoy, luego de haber sido víctimas de ese señalamiento injusto, usan la calumnia que también les endilgaron, pero se la imputan a Claudia Sheinbaum y Morena.
El otro partido es Movimiento Nacional Viva México, donde la figura central es Eduardo Verástegui, ex farandulero de mojigangas de Televisa hoy convertido en un célibe religioso fanático, quien ya intentó, fallidamente, reunir firmas para ser candidato presidencial en 2024, en un proyecto que, al igual que Vox en España en 2013, es un grupo de personajes de la ultraderecha religiosa tradicional, esa cuya agenda central es la contracultura reaccionaria, es decir, la defensa caduca de la familia nuclear, de la homofobia y del combate contra la equidad de género, batalla que reivindican bajo la premisa de que la derecha partidista existente, en este caso el PAN, es una “derechita cobarde” insuficiente para lograr sus cometidos, acusación que las hordas de Vox hicieron también contra el Partido Popular en España en 2013, cuando se escindieron de él.
Para Verástegui y sus minions, las dos grandes referencias internacionales son Javier Milei y Donald Trump, y en ambos casos no es por su desempeño económico, sino por su estridencia y obsesión en contra de la sexualidad ajena. Resulta notable el hecho de que el presidente argentino, quien se presume a sí mismo como un anarcocapitalista de polendas y docto en las lides de la escuela austriaca de Hayek y Von Misses, haya ido recientemente a uno de los foros económicos más importantes del mundo, Davos, y no haya dicho una sola palabra de economía, pues usó esa plataforma para exponer neurosis conspirativas contra la “agenda woke” y diatribas obsesivas contra la sexualidad de terceros, cosa no muy distinta a la actitud trumpiana de señalar que en su Gobierno sólo habrá dos géneros mientras alebresta a los célibes involuntarios que dan una base electoral importante a su Gobierno.
Resulta muy revelador cómo estos dos proyectos de posibles partidos han decidido buscar en referencias foráneas a sus liderazgos, acaso precisamente porque saben que en el ámbito local de ellos carecen. Y resulta notable que en ambos casos, tanto Somos México como Verástegui deban recurrir o a seres indeseables como Trump o Milei, o a tretas de propaganda sucia del pasado, como el fantasma Venezuela de 2006.
El fondo de este asunto estriba desde luego en la posición débil y arrinconada que, por méritos propios, vive la oposición partidista mexicana en la actualidad, lo cual hace cierta la tesis que planteó el historiador Lorenzo Meyer en días recientes y es la de que en el México de hoy, gobernado por Claudia Sheinbaum, el contrapeso central no está en PRI o PAN, sino en el Gobierno de Estados Unidos encabezado por Trump, quien funge asimismo como líder moral de los trumpistas militantes estilo Verástegui, o funge de aliado de los trumpistas de facto, como el caso de los panistas, priistas y pseudoliberales, que ante la amenaza del magnate anaranjado de poner aranceles a México, tuvieron oportunidad de cerrar filas en favor del país, pero prefirieron secundar las acusaciones absurdas del vecino del norte.
Aunque en ello se les fuera no sólo una equivocación más, sino dejaran trozos de congruencia y dignidad en el camino.
Héctor Alejandro Quintanar
Héctor Alejandro Quintanar es académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, doctorante y profesor en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Hradec Králové en la República Checa, autor del libro Las Raíces del Movimiento Regeneración Naciona
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2/09/2025
Los referentes internacionales de las derechas mexicanas
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