12/12/2008

LUCIA MORETT


México, 12/12/08-
Es una sobreviviente. Todavía no se explica cómo salió viva del bombardeo que terminó con las vidas de Raúl Reyes y una veintena de personas, incluidos cuatro compañeros mexicanos, cuando el gobierno de Colombia atacó un campamento temporal de las FARC en territorio ecuatoriano. Se llama Lucía Morett (foto) y acaba de llegar a México después de medio año de virtual asilo en Nicaragua. Es una sobreviviente del horror, pero también una víctima.
No obstante, el gobierno de Álvaro Uribe busca criminalizarla. El propio mandatario colombiano la acusó de “guerrillera de las FARC, terrorista y narcotraficante”. También en México, las autoridades locales la investigan por "terrorismo internacional". El juicio fue promovido por Álvaro Uribe a través de dos dirigentes de organizaciones de la ultraderecha local, Guillermo Arzak y José Antonio Ortega. Lucía Morett es una víctima sobreviviente, pero también una testigo clave de la masacre. Quizá la única que puede dar testimonio de lo que ocurrió el 1 de marzo de este año en la selva del Sucumbíos, Angostura, en la frontera colombo-ecuatoriana. Álvaro Uribe lo sabe.
Por eso busca criminalizarla. A Lucía Morett, las heridas que lleva en su cuerpo le cambiaron la vida. Dice y repite que va a quintuplicar su fuerza para que se conozca la verdad. No he cometido ningún delito ni tengo por qué esconderme, señaló a su llegada a México. Ahora, se propone ser la "voz" de sus cuatro amigos muertos durante el ataque.
Existen aún muchos cabos sueltos sobre el grave incidente que llevó a la ruptura de relaciones diplomáticas entre Ecuador y Colombia. Entre ellos, uno de los que más destaca, es el vuelo de un avión HC-130, matrícula 1708 del Pentágono, que despegó de la base de Manta los días 29 de febrero y 1 de marzo, supuestamente para una misión antinarcóticos. En Manta funciona un Puesto Avanzado de Operaciones (FOL, por sus siglas en inglés), adscrito al Plan Patriota de Colombia, de tipo contrainsurgente. Según el monitoreo de la Base realizado por la fuerza aérea ecuatoriana, el HC-130 varió de manera significativa su rutina esos dos días. Luego fue transferido, sin que se conozca su destino. Según el gobierno de Uribe, los aviones que participaron en el bombardeo eran colombianos. Pero una investigación del Ministerio de Defensa ecuatoriano concluyó que Colombia no posee aviones capaces de transportar y lanzar bombas Paveway II GBU-12, que provocaron los 10 cráteres de 2,40 metros de diámetro por 1,80 metros de profundidad, en su área de impacto.
El gobierno de Colombia no ha entregado información consistente a su contraparte ecuatoriana. Tampoco ha dicho nada sobre adquisición, compra o donación de las bombas utilizadas en Angostura. Según las autoridades ecuatorianas, se trató de una operación combinada entre Colombia y Estados Unidos, con la participación de una red de inteligencia extranjera que operaba en Ecuador y conocía con antelación del bombardeo. Los miembros de esa red destruyeron evidencias judiciales en el lugar de los hechos. También serían parte de esa red de inteligencia los soldados colombianos que interrogaron a Lucía Morett, herida cuando fuerzas aerotransportadas peinaron el campamento y la encontraron con vida.
Un video sobre la Operación Fénix, exhibido por el gobierno de Colombia, muestra imágenes tomadas con una cámara de visión nocturna, en las que aparece Lucía Morett tirada en el piso, rodeada de soldados que la interrogan.
No sería ese el único interrogatorio. Tras evacuar la zona los soldados colombianos, llegaron militares ecuatorianos, y Lucía Morett fue trasladada a la unidad castrense de Lago Agrio, donde se le sometió a una segunda sección de preguntas.
El trato, dice, fue hostil, amenazante. Y dada la gravedad de sus heridas, un interrogatorio en tales condiciones configura el delito de tortura. Lucía Morett habla de dos agentes de la inteligencia militar ecuatoriana, uno con uniforme y otro de civil. Dice que las preguntas de los ecuatorianos eran idénticas a las que antes le habían formulado los colombianos. La acusaron de que estaba en el campamento dando entrenamiento a la guerrilla.
Que era la comandante. Que hablara, que sus compañeros ya habían confesado. Un informe del Ministerio de Defensa de Ecuador da cuenta de ese hecho, y respalda los dichos de Lucía Morett. El personal militar que la interrogó en Lago Agrio, dice el reporte, buscaba obtener información de valor inmediato, apartándose de lo que determina la ley ecuatoriana. Además, los resultados del interrogatorio no fueron puestos en conocimiento de las autoridades judiciales ni políticas de Ecuador, incluido el presidente de la República, Rafael Correa. Los dos militares ecuatorianos están hoy sujetos a juicio.
Lucía Morett los conoce, igual que a los soldados colombianos que la interrogaron. Por eso es una testigo clave. Y por eso, también, Álvaro Uribe busca criminalizarla. Callarla. Sabe que a la corta o a la larga, Lucía Morett lo puede conducir al banquillo de los acusados en el Tribunal Penal Internacional.
(Por Carlos Fazio/PL)

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