Angélica de la Peña
Por Sandra Torres Pastrana
México DF, 20 enero 09 (CIMAC).- Hoy en México se confirma que los políticos y políticas católicas en el poder, que están gobernando municipios, estados y espacios a nivel federal, son perniciosos para el respeto de los derechos humanos de las mujeres, porque su forma de pensar y sus conceptos personales impactan y trascienden a las acciones de las políticas gubernamentales, deteniendo y obstaculizando el adelanto de las mujeres.
Así lo puntualizó la ex legisladora Angélica de la Peña en la mesa de trabajo “Violencia y familias”, realizada en el Seminario Familias en el siglo XXI: Realidades diversas y políticas públicas que concluye hoy y se lleva a cabo en El Colegio de México (El Colmex).
El seminario fue convocado por El Colmex; Católicas por el Derecho a Decidir; Iniciativa Ciudadana y Desarrollo Social (Incide); la Red Democracia y Sexualidad; el Programa Universitario de Estudios de Género y el Instituto de Investigaciones Sociales, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y Population Council.
Este Seminario, al que acudió una gran cantidad de público, en su mayoría mujeres, reunió a expertas y expertos, quienes desde un punto de vista histórico, académico y de investigación, de forma integral expusieron en las distintas mesas de análisis las problemáticas a las que se enfrentan las diversas familias que hay dentro de nuestra sociedad.
VIDA LIBRE DE VIOLENCIA
La maestra Angélica de la Peña, creadora junto con la doctora Marcela Lagarde y de los Ríos de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAVLV), recordó que el próximo 2 de febrero se cumplen dos años de que entró en vigor dicha norma.
Advirtió que el escaso avance en el reconocimiento de los derechos fundamentales de las mujeres y las niñas es preocupante. La opresión, la discriminación, la explotación y la exclusión social de las mujeres y las niñas siguen acompañadas de la falta de políticas gubernamentales estructurales y de desarrollo humano.
La violencia contra las mujeres se padece en el ámbito privado y público, afirmó De la Peña, por lo cual “tenemos que visibilizar que en toda la cotidianidad de las mujeres, es decir, desde que nace hasta que crece, en todas las esfera de su vida, padece esta violencia. Debemos también considerar que el origen de la violencia de género es el resultado de una estructura desigual y discriminatoria entre las mujeres y los hombres, advirtió.
Recordó también De la Peña que la exposición de motivos de la Ley General explica muy bien que la situación de opresión y desigualdad de las mujeres es el resultado del sistema patriarcal heredado de generación en generación y perpetuado por las instituciones, de tal forma que la aplicación de esta Ley debe considerar todas las causas que afectan, detienen, contraponen, obstruyen, limitan, deterioran, menoscaban o anulan el ejercicio pleno de los derechos de las mujeres y las niñas.
En este contexto, las instituciones gubernamentales y las instituciones no formales repercuten en la vida de las mujeres, como lo han hecho con sus madres, abuelas y bisabuelas, lo que significa que han sido excluidas del reconocimiento y respeto de su dignidad humana, aseguró.
Hoy, informó la ex legisladora, se han aprobado Leyes de Acceso en la mayoría de las entidades federativas, pero faltan aún estados como Oaxaca, uno de los primeros en presentar iniciativas para la Ley, así como el estado de Guanajuato.
Guanajuato, aseguró de la Peña, no cuenta con la Ley debido a su Gobernador, quien públicamente ha manifestado que “en su estado” no se aprueba porque atenta contra los valores de la familia, confirma que la visión conservadora y tradicionalista de algunos gobernantes sigue perpetuando las condiciones para la discriminación de las mujeres y la violencia.
ACCIONES ESQUIZOFRÉNICAS
Sin embargo, dijo De la Peña, aun cuando México, un Estado laico, cuenta con marcos jurídicos internacionales que los gobernantes están obligados a respetar, piensan que las mujeres somos la causa de la violencia porque nos atrevemos a efectuar alguna acción contraria a la que le ha determinado la creencia católica conservadora.
Son acciones esquizofrénicas del Gobierno federal, dijo De la Peña, ya que por un lado impulsa campañas en contra de la violencia contra las mujeres y por otro lado expresa, por voz de su titular federal, un discurso misógino, donde se compromete con un modelo de familia que pretende mantener a las mujeres donde no se ven, donde están “calladas y respetuosas, sumisas y abnegadas” a la determinación androcéntrica del varón, lo cual “es un horror”.
¿Cómo enfrentar estos obstaculizadores que promueven reuniones como la realizada la semana pasada en la Ciudad de México, donde tendenciosamente se atribuyó a las mujeres la responsabilidad de la violencia del ámbito familiar y la disfuncionalidad y desunión de la familia, donde se las acusó de incitar su propia violación por realizar actividades que se contraponen a su “naturaleza” y su función en la perpetuación de la especie?, preguntó De la Peña.
Lo primero, propuso la ex legisladora, es legitimar la información veráz, científica y objetiva, la información que brote de elementos de análisis y conocimiento. Además, educar y formar de tal manera que se respeten los derechos humanos. Por tanto será necesario conocer las leyes, el derecho internacional que México ha firmado y ratificado, y las normas nacionales que armonizan las internacionales, así como las leyes locales que se han refrendado. También, tejer redes entre las organizaciones de la sociedad civil y progresistas para que las leyes se respeten y no sólo se queden en el discurso.
09/STP/GG
Por Sandra Torres Pastrana
México DF, 20 enero 09 (CIMAC).- Hoy en México se confirma que los políticos y políticas católicas en el poder, que están gobernando municipios, estados y espacios a nivel federal, son perniciosos para el respeto de los derechos humanos de las mujeres, porque su forma de pensar y sus conceptos personales impactan y trascienden a las acciones de las políticas gubernamentales, deteniendo y obstaculizando el adelanto de las mujeres.
Así lo puntualizó la ex legisladora Angélica de la Peña en la mesa de trabajo “Violencia y familias”, realizada en el Seminario Familias en el siglo XXI: Realidades diversas y políticas públicas que concluye hoy y se lleva a cabo en El Colegio de México (El Colmex).
El seminario fue convocado por El Colmex; Católicas por el Derecho a Decidir; Iniciativa Ciudadana y Desarrollo Social (Incide); la Red Democracia y Sexualidad; el Programa Universitario de Estudios de Género y el Instituto de Investigaciones Sociales, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y Population Council.
Este Seminario, al que acudió una gran cantidad de público, en su mayoría mujeres, reunió a expertas y expertos, quienes desde un punto de vista histórico, académico y de investigación, de forma integral expusieron en las distintas mesas de análisis las problemáticas a las que se enfrentan las diversas familias que hay dentro de nuestra sociedad.
VIDA LIBRE DE VIOLENCIA
La maestra Angélica de la Peña, creadora junto con la doctora Marcela Lagarde y de los Ríos de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAVLV), recordó que el próximo 2 de febrero se cumplen dos años de que entró en vigor dicha norma.
Advirtió que el escaso avance en el reconocimiento de los derechos fundamentales de las mujeres y las niñas es preocupante. La opresión, la discriminación, la explotación y la exclusión social de las mujeres y las niñas siguen acompañadas de la falta de políticas gubernamentales estructurales y de desarrollo humano.
La violencia contra las mujeres se padece en el ámbito privado y público, afirmó De la Peña, por lo cual “tenemos que visibilizar que en toda la cotidianidad de las mujeres, es decir, desde que nace hasta que crece, en todas las esfera de su vida, padece esta violencia. Debemos también considerar que el origen de la violencia de género es el resultado de una estructura desigual y discriminatoria entre las mujeres y los hombres, advirtió.
Recordó también De la Peña que la exposición de motivos de la Ley General explica muy bien que la situación de opresión y desigualdad de las mujeres es el resultado del sistema patriarcal heredado de generación en generación y perpetuado por las instituciones, de tal forma que la aplicación de esta Ley debe considerar todas las causas que afectan, detienen, contraponen, obstruyen, limitan, deterioran, menoscaban o anulan el ejercicio pleno de los derechos de las mujeres y las niñas.
En este contexto, las instituciones gubernamentales y las instituciones no formales repercuten en la vida de las mujeres, como lo han hecho con sus madres, abuelas y bisabuelas, lo que significa que han sido excluidas del reconocimiento y respeto de su dignidad humana, aseguró.
Hoy, informó la ex legisladora, se han aprobado Leyes de Acceso en la mayoría de las entidades federativas, pero faltan aún estados como Oaxaca, uno de los primeros en presentar iniciativas para la Ley, así como el estado de Guanajuato.
Guanajuato, aseguró de la Peña, no cuenta con la Ley debido a su Gobernador, quien públicamente ha manifestado que “en su estado” no se aprueba porque atenta contra los valores de la familia, confirma que la visión conservadora y tradicionalista de algunos gobernantes sigue perpetuando las condiciones para la discriminación de las mujeres y la violencia.
ACCIONES ESQUIZOFRÉNICAS
Sin embargo, dijo De la Peña, aun cuando México, un Estado laico, cuenta con marcos jurídicos internacionales que los gobernantes están obligados a respetar, piensan que las mujeres somos la causa de la violencia porque nos atrevemos a efectuar alguna acción contraria a la que le ha determinado la creencia católica conservadora.
Son acciones esquizofrénicas del Gobierno federal, dijo De la Peña, ya que por un lado impulsa campañas en contra de la violencia contra las mujeres y por otro lado expresa, por voz de su titular federal, un discurso misógino, donde se compromete con un modelo de familia que pretende mantener a las mujeres donde no se ven, donde están “calladas y respetuosas, sumisas y abnegadas” a la determinación androcéntrica del varón, lo cual “es un horror”.
¿Cómo enfrentar estos obstaculizadores que promueven reuniones como la realizada la semana pasada en la Ciudad de México, donde tendenciosamente se atribuyó a las mujeres la responsabilidad de la violencia del ámbito familiar y la disfuncionalidad y desunión de la familia, donde se las acusó de incitar su propia violación por realizar actividades que se contraponen a su “naturaleza” y su función en la perpetuación de la especie?, preguntó De la Peña.
Lo primero, propuso la ex legisladora, es legitimar la información veráz, científica y objetiva, la información que brote de elementos de análisis y conocimiento. Además, educar y formar de tal manera que se respeten los derechos humanos. Por tanto será necesario conocer las leyes, el derecho internacional que México ha firmado y ratificado, y las normas nacionales que armonizan las internacionales, así como las leyes locales que se han refrendado. También, tejer redes entre las organizaciones de la sociedad civil y progresistas para que las leyes se respeten y no sólo se queden en el discurso.
09/STP/GG
Para garantizar reproducción de la fuerza de trabajo
Familia nuclear, construcción del capitalismo industrial
De la redacción
México DF, 20 enero 09 (CIMAC).- La familia nuclear o tradicional es una construcción del capitalismo industrial, cuyo objetivo es garantizar la reproducción de la fuerza de trabajo.
Así lo afirmó el catedrático José Olavaria, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), en su ponencia “Las ¿nuevas? paternidades: organización del trabajo, trabajo familiar y globalización”, presentada en el Seminario Familias en el Siglo XXI: Realidades diversas y políticas públicas, que se llevó a cabo el 19 y 20 de enero en El Colegio de México, informó la Agencia NotieSe.
Olavaria recordó que el origen del contrato social de Occidente surgió en el Imperio Romano, donde se establecieron las normas que regularían a la sociedad. Y fue este modelo en el cual, a través del derecho, se legitimó a los varones como los soberanos, pues a cambio de sumisión, otorgaron protección a mujeres y niños. A partir de entonces, dijo el académico, se hegemonizó la forma en que se relacionan hombres y mujeres.
El capitalismo industrial, explicó, consolidó el trabajo asalariado sobre el cual se basa el modelo tradicional familiar. Con el paso del tiempo, detalló, instituciones como la Iglesia católica, los partidos políticos, y las organizaciones de empresarios y trabajadores, comenzaron a impulsar esta conformación de seres humanos, porque se convencieron de que la familia nuclear es connatural al desarrollo del capitalismo.
A través del contrato social, el Estado se volvió un mediador entre el trabajo y el capital. La conciliación entre trabajo y familia surgida del desarrollo fue la forma en que se armonizaron los intereses de las empresas capitalistas con los de los trabajadores, para así constituir a la familia nuclear necesaria para sustentar el desarrollo industrial, dijo el sociólogo.
SIGLO XX, CAPITAL Y FAMILIA
En el primer día de trabajos del seminario, Olavarría indicó que a partir de los años 80 del siglo pasado, los Estados dejaron de proteger a las familias como consecuencia de la crisis económica derivada de un modelo neoliberal, en el que las corporaciones impusieron una nueva estructuración en las formas de trabajo.
“(A partir de entonces) se privatizan las familias, los problemas de las familias son solamente de ellas, no hay Estado que las respalde. La crisis de la familia nuclear conlleva a una crisis de la paternidad. El varón que era dueño, autoridad, y proveedor se pierde. Esto implica una reestructuración del trabajo y quienes son las que llevan la dirección de la reestructuración del trabajo, son las corporaciones transnacionales”.
En claro contraste con las ideas vertidas en el VI Encuentro Mundial de Familias, en el que la jerarquía católica aseguró que la crisis familiar se deriva de políticas de control natal y de leyes que otorgan reconocimiento jurídico a las parejas conformadas por personas del mismo sexo, el investigador de Flacso apuntó que las corporaciones tienen como principal actividad el trabajo y la economía del dinero.
“Cada trabajadora y trabajador es tratado como si estuviera orientado al mercado. Si le va bien a la empresa, le va bien a ella o a él, de eso dependen sus derechos. Las lealtades entre pares se pierden y pasan a ser competencia. Políticamente hay equidad de género, sostienen la meritocracia, pero en definitiva son los hombres quienes dominan ampliamente los poderes de la gerencia. Es una política propiamente masculina”.
Comentó que el modelo económico actual no permite una adecuada convivencia familiar, pues independientemente de si son ejecutivos u obreros, los varones carecen de tiempo para estar al lado de su esposa, hijas e hijos, por lo que si bien los grupos ultraconservadores aseveran que la familia es lo más importante, en la práctica, las empresas son esenciales en la vida de los trabajadores.
“Hay una ausencia importante de los padres en la vida familiar. Este modelo incita a no constituir familias, a no tener hijas o hijos, o a no vivir con ellos, ideal para hombres y mujeres solos, cuyas parejas no intervengan en los planes de la corporación”.
Por último, destacó que la mayoría de las y los trabajadores reproducen modelos tradicionales de familia, aunado a que en el espacio doméstico tienen tiempo solo para recuperar fuerzas para continuar con el proceso de producción, finaliza el texto de NotieSe.
09/GG
Familia nuclear, construcción del capitalismo industrial
De la redacción
México DF, 20 enero 09 (CIMAC).- La familia nuclear o tradicional es una construcción del capitalismo industrial, cuyo objetivo es garantizar la reproducción de la fuerza de trabajo.
Así lo afirmó el catedrático José Olavaria, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), en su ponencia “Las ¿nuevas? paternidades: organización del trabajo, trabajo familiar y globalización”, presentada en el Seminario Familias en el Siglo XXI: Realidades diversas y políticas públicas, que se llevó a cabo el 19 y 20 de enero en El Colegio de México, informó la Agencia NotieSe.
Olavaria recordó que el origen del contrato social de Occidente surgió en el Imperio Romano, donde se establecieron las normas que regularían a la sociedad. Y fue este modelo en el cual, a través del derecho, se legitimó a los varones como los soberanos, pues a cambio de sumisión, otorgaron protección a mujeres y niños. A partir de entonces, dijo el académico, se hegemonizó la forma en que se relacionan hombres y mujeres.
El capitalismo industrial, explicó, consolidó el trabajo asalariado sobre el cual se basa el modelo tradicional familiar. Con el paso del tiempo, detalló, instituciones como la Iglesia católica, los partidos políticos, y las organizaciones de empresarios y trabajadores, comenzaron a impulsar esta conformación de seres humanos, porque se convencieron de que la familia nuclear es connatural al desarrollo del capitalismo.
A través del contrato social, el Estado se volvió un mediador entre el trabajo y el capital. La conciliación entre trabajo y familia surgida del desarrollo fue la forma en que se armonizaron los intereses de las empresas capitalistas con los de los trabajadores, para así constituir a la familia nuclear necesaria para sustentar el desarrollo industrial, dijo el sociólogo.
SIGLO XX, CAPITAL Y FAMILIA
En el primer día de trabajos del seminario, Olavarría indicó que a partir de los años 80 del siglo pasado, los Estados dejaron de proteger a las familias como consecuencia de la crisis económica derivada de un modelo neoliberal, en el que las corporaciones impusieron una nueva estructuración en las formas de trabajo.
“(A partir de entonces) se privatizan las familias, los problemas de las familias son solamente de ellas, no hay Estado que las respalde. La crisis de la familia nuclear conlleva a una crisis de la paternidad. El varón que era dueño, autoridad, y proveedor se pierde. Esto implica una reestructuración del trabajo y quienes son las que llevan la dirección de la reestructuración del trabajo, son las corporaciones transnacionales”.
En claro contraste con las ideas vertidas en el VI Encuentro Mundial de Familias, en el que la jerarquía católica aseguró que la crisis familiar se deriva de políticas de control natal y de leyes que otorgan reconocimiento jurídico a las parejas conformadas por personas del mismo sexo, el investigador de Flacso apuntó que las corporaciones tienen como principal actividad el trabajo y la economía del dinero.
“Cada trabajadora y trabajador es tratado como si estuviera orientado al mercado. Si le va bien a la empresa, le va bien a ella o a él, de eso dependen sus derechos. Las lealtades entre pares se pierden y pasan a ser competencia. Políticamente hay equidad de género, sostienen la meritocracia, pero en definitiva son los hombres quienes dominan ampliamente los poderes de la gerencia. Es una política propiamente masculina”.
Comentó que el modelo económico actual no permite una adecuada convivencia familiar, pues independientemente de si son ejecutivos u obreros, los varones carecen de tiempo para estar al lado de su esposa, hijas e hijos, por lo que si bien los grupos ultraconservadores aseveran que la familia es lo más importante, en la práctica, las empresas son esenciales en la vida de los trabajadores.
“Hay una ausencia importante de los padres en la vida familiar. Este modelo incita a no constituir familias, a no tener hijas o hijos, o a no vivir con ellos, ideal para hombres y mujeres solos, cuyas parejas no intervengan en los planes de la corporación”.
Por último, destacó que la mayoría de las y los trabajadores reproducen modelos tradicionales de familia, aunado a que en el espacio doméstico tienen tiempo solo para recuperar fuerzas para continuar con el proceso de producción, finaliza el texto de NotieSe.
09/GG
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