Samuel Schmidt
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Felipe Calderón fue a Washington urgido de tener una reunión con el presidente electo de Estados Unidos.
Parecía una manda y hasta nos preguntamos si se iría de rodillas todo el trayecto. Los medios de comunicación mexicanos, con una visión acrítica ya conocida elevaron loas al cielo cantando Hosannas porque el mexicano había logrado ser recibido por el estadounidense.
El nuevo dios negro le tendió la mano y le perdonó el pecado de torpeza al haber promovido a McCain. La cancillería mexicana se vistió de gloria, el embajador mexicano en Washington se elevó a la categoría de héroe del gabinete presidencial y en un descuido condecoran al piloto del avión presidencial por llevar al presidente sano y salvo a tan histórica reunión.
Embelesados con la visita ciertos periodistas se desvivieron por describir detalles inútiles e innecesarios. Para aquellos cuyo silencio, ataques y alabanzas están garantizados por concesiones y mercedes desde el poder –valdría la pena transparentar el origen de las fortunas de algunos conductores de noticiero televisivo y radio pero esto es materia de otro enjuague o no- era muy importante informar si Obama había tenido la gracia de tocar amistosamente a Calderón.
Obama aclaró que la reunión es producto de una tradición lo que representó una cubetada de agua fría para el gobierno que pensaba que una reunión implica una redefinición de prioridades, esto se hará en una cumbre entre jefes de estado.
Para los intereses de Estados Unidos algunos de los avances logrados por Bush van en la dirección correcta. Han introducido más agentes policíacos disfrazados de diplomáticos y asegurado que entren armados.
El Plan Mérida camina con cargo a México y es benéfico para Estados Unidos; México ha aceptado jugar el papel de policía de Estados Unidos contra la migración que usa al país como corredor.
No queda para nada claro el compromiso de Estados Unidos para reducir su papel como consumidor, aspecto que impacta decisivamente al tráfico de drogas.Obama dejo ver muy claro el nivel de sometimiento al que esta sujeto México.
Determinó que Calderón sea un canal de comunicación con América Latina, recurso demagógico muy osado, porque el bloque de centro-izquierda del subcontinente tiene muy poco de que hablar con Calderón, ese supuesto liderazgo simplemente no existe en el cono sur. Obama en cambio ya empezó a atacar al desquiciado de Hugo Chávez. Pero claro que cuando un político llega de rodillas no hay nada que lo haga levantarse.Bien visto para México no era prioritaria la reunión. En la práctica, fuera de la foto y del revuelo mediático en México no se ganaba ni ganó nada.
La presidencia se dio vuelo diciendo que los presidentes se cayeron bien, solamente que esto no es la casa de Big brother, lo importante sería si comparten visiones y agendas políticas y eso todavía no se ha filtrado.
Esta por verse cual será el tono de la primera reunión bi-nacional que conduzcan ambos gobiernos y la próxima reunión inter parlamentaria, especialmente ahora que los demócratas controlan ambas cámaras.Por lo pronto conviene que nadie cante sin guitarra.
Hicieron piruetas cuando anunciaron que Bill Richardson era mexicano, cayó antes de sentarse en la silla por tráfico de influencia, pero no quedaba claro si Richardson iría en contra de las prioridades comerciales de Obama o si tenía la fuerza de fijarlas en contra de los intereses dominantes en Estados Unidos.
Siguen aplaudiendo que Janet Napolitano es la secretaria de seguridad doméstica, y esta ya confirmó que seguirá la construcción del muro fronterizo, nos continua recetando las políticas anti-inmigrantes que apoyó como gobernadora de Arizona. ¿Será esa la razón por la que la nombró Obama?
Bien haría Calderón en tratar de fortalecer la cohesión interna en el país, poner a trabajar a su gabinete, establecer los programas y acciones para atajar a la crisis y que ésta no nos arrastre y luego que vaya erguido a tratar a un jefe de estado como iguales y no como fue hincado a agradecer que le haya regalado una audiencia de 35 minutos.
¡Así que gracias Obama!,
muchas gracias te da un presidente que no ha logrado rebasar su déficit de legitimidad y que busca que su falta de eficacia se compense con la ayuda de un presidente de otro país.
En México –y otras partes- brincaron de felicidad cuando se eligió a Obama. La barra establecida por Bush era tan baja que cualquiera se hubiera visto bien, pero el rompió la barrera del color que no es poco, pero lo que no acaban de entender es que gobernará para los intereses de su país y los intereses de los demás se subordinan a éstos.
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