Utopía
Eduardo Ibarra Aguirre
Gigantescas son las expectativas generadas por Barack Hussein Obama en su país y en toda la aldea global. E inversamente proporcionales al paupérrimo apoyo ciudadano con que abandonó la Casa Blanca George Walker Bush y la estela de destrucción económica, social y espiritual que dejó tras de sí el más inepto de los 44 presidentes y, seguramente, uno de los más corruptos.
Eduardo Ibarra Aguirre
Gigantescas son las expectativas generadas por Barack Hussein Obama en su país y en toda la aldea global. E inversamente proporcionales al paupérrimo apoyo ciudadano con que abandonó la Casa Blanca George Walker Bush y la estela de destrucción económica, social y espiritual que dejó tras de sí el más inepto de los 44 presidentes y, seguramente, uno de los más corruptos.
Los dos millones de ciudadanos que atestiguaron lo que el lugar común llama un día histórico, no muestran ni remotamente el extraordinario renacimiento de la esperanza en una sociedad agobiada, y menos aún las apuestas y deseos de figuras que más que expresarlos, tienen la obligación institucional de bregar por conquistarlos.
Cuando uno se entera que el octavo secretario general de las Naciones Unidas, el coreano del sur Ban Ko-moon, espera con la gestión de Obama el nacimiento de una “nueva era de una sociedad fuerte y efectiva”, resulta entendible que los simples mortales no sólo tengan el derecho a soñar despiertos, sino que lo ejerzan.
Sin sueños guajiros, José Miguel Insulza Salinas aspira a que Barack Hussein ayude a lograr consensos en el retorno de Cuba a la Organización de Estados Americanos, expulsada por decisión de Estados Unidos, y el comienzo del diálogo con Bolivia y Venezuela.
Resulta mucho más complicado de entender cuando el premio Nobel de Literatura 1998, José de Sousa Saramago hace una singular lectura del discurso inaugural del primer presidente afroestadunidense de EUA e interpreta: lo que “en fondo Obama ha venido a decirnos es que es posible otro mundo”. Si entendemos bien, al veterano comunista portugués, el vigoroso movimiento social que, entre otras cosas, puso en aprietos los cónclaves de los gobernantes del primer mundo y de los brazos monetarios y bancarios del capitalismo salvaje, conducidos desde Washington, cuenta ahora con un aliado que despacha en la Oficina Oval. ¡Enhorabuena! Pero la luna de miel entre gobernante y gobernados, entre el nuevo conductor de imperio y la periferia subordinada y expoliada, apenas comienza.
Más cauto, Raúl Castro Ruz afirma: “Parece un buen hombre”. Y el comandante en jefe y hermano del presidente cubano dice que “es un hombre que se ve absolutamente sincero”, si nos atenemos a la versión de Cristina Fernández de Kirchner, la presidenta de Argentina que lo visitó el miércoles 21. Se comprende que 50 años y 10 presidentes de EUA después, los Castro opten por ser cautelosos, sobre todo cuando Hussein, el de padre keniano, se comprometió en la campaña electoral a liberar completamente las remesas y los viajes a la isla de los cubanos que viven en Estados Unidos.
El discurso de toma de posesión fue concebido para generar un fortísimo impacto en las opiniones públicas estadunidense y global, entre los aliados tradicionales y los adversarios internos, pero también en los externos. El ritual del juramento importó tan poco al establecimiento y estuvo tan mal hecho, que la ceremonia se repitió en la oficina presidencial.
Pero los dueños de la aldea global no se andan por las ramas de la retórica y las bolsas le dieron una amarga bienvenida con una jornada bursátil perdedora.
La naturaleza incluyente del mensaje del exsenador, lograda con un bello e impecable equilibrismo retórico, responde al formidable reto de sumar a todos los estadunidenses a lo que él llama abiertamente “recomenzar la tarea de reconstruir el país”.
Pero la belleza discursiva no omitió lo evidente, lo orgánico al sistema que ya encabeza: “Seguimos siendo la nación más poderosa de la Tierra”. Y más aún: “No nos disculparemos por nuestro estilo de vida, ni vacilaremos en su defensa”.
Obama asumió lo que para un fundamentalista como el tejano y su clan empresarial era imposible: “Porque el mundo ha cambiado y debemos cambiar con él”.
Acuse de recibo
“Expreso mi solidaridad a los comunicadores asediados, sé que de esta justicia que padecemos, no esperaremos eso: justicia. Y que en su momento el pueblo mexicano sabrá otorgarla. Nuestros reporteros, no están solos”, comenta el cirujano ortopedista Javier Andrade sobre Tope donde tope (21-I-09) que describe la persecución contra Ana Lilia Pérez Mendoza, Miguel Badillo Cruz y Jorge Meléndez Preciado... “En estas condiciones adversas, de ataques y represiones contra la libertad de expresión, me permito hacer mención a las autoridades (…) que se enteren debidamente de todos los delitos que se vienen arrastrando en toda una red de corrupción e impunidad en la Procuraduría General de la República, por las responsabilidades penales que recaen directamente contra el extinto Juan Camilo Mouriño Terrazo…”, agrega Norma Esperanza Falcón Ruiz… “Tú y yo pensamos casi siempre diametralmente opuesto, pero en este caso tienes mi total apoyo, ya que por muy diferentes que sean nuestras ideas, a nadie se le puede coartar su libertad de expresión y menos se le puede atacar o atentar contra su vida y menos por el simple hecho de informarnos y cumplir su trabajo (…)”, aclara el ingeniero Juan Carlos Chávez.
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