Pedro Echeverría V.
¿Por qué cuando alguno de las bases, asumimos algún cargo importante en la estructura nos "echamos a perder"?
Samuel Scarpato
(amigo venezolano)
1. Las estructuras jerárquicas autoritarias en las sociedades precapitalistas y burguesas, divididas en clases sociales, obligan “hasta al más grande revolucionario” que acepta un cargo de gobierno, a someterse a las estructuras dominantes. La escuela del poder y el autoritarismo se inician en la familia donde los padres mandan y los hijos obedecen, sigue la escuela y la iglesia donde los profesores y los curas determinan; luego viene la fábrica, el gobierno, el sindicato, el partido, las mafias culturales, los títulos y el mejor informado. A “todo mundo” le encanta el poder, le gusta mandar, quisiera que todos se subordinen a él y que lo admiren. El poder económico y político es evidente, pero el poder ideológico, que puede ser más, se oculta tras la “inteligencia” y las palabras.
2. La organizaciones políticas, económicas, sindicales, profesionales, en el capitalismo tienen que obedecer las estructuras jurídicas y políticas que el sistema ha establecido; ningún dirigente puede escapar de ellas y, al contrario, deben fortalecerlas para continuar en el poder. Las estructuras económicas e ideológicas son el poder real. El sistema ha demostrado ser muy poderoso al tener capacidad para mediatizar y absorber a organizaciones y a dirigentes que en un tiempo fueron de izquierda; aunque no hay que olvidar que los organismos y dirigentes que han querido conservar principios ideológicos y políticos firmes han sido golpeados, marginados y sin crecimiento. Parecería que a mayor organización mayor dependencia a la estructura dominante.
3. Los que luchamos contra todo poder pareciera que queremos el poder para nosotros. En las sociedades divididas en clases –que son todas- tendremos siempre la razón al luchar por los intereses de las mayorías y al oponernos con todas nuestras fuerzas a la explotación de las minorías. En este campo no podemos tener duda de la injusticia y la opresión de la que es víctima la población; pero el problema surge cuando queremos construir un gobierno sustituto diferente y que al final resulta igual o parecido al que se supone hemos enterrado. Nada cambia al surgir un poder encubierto, “camuflado”, pero que siempre es poder de una minoría. ¿Cómo construir una sociedad igualitaria, justa, sin practicar la autogestión, el autogobierno, la descentralización y la horizontalidad?
4. El poder, -probado hasta la saciedad- corrompe y a más poder corrompe mucho más a quienes lo ejercen. Pero además los individuos no llegan al poder sin quererlo, sino que hacen méritos, se esfuerzan con su intelecto, sumisión o lamisconería para “merecerlo”. La realidad es que en todos lados hay poder pequeño o grande; pero lo importante es reírse o burlarse de él. Habría que descartar, en primer lugar, la idea de que tenemos la razón en nuestras opiniones o juicios entre nuestros hijos, alumnos, amigos o compañeros; tenemos una opinión, un razonamiento, una fundamentación que puede servir para plantear un programa (por ejemplo), pero nada más. Un conjunto de razones hacen sistema y poder. ¿Quién ha dejado de decir o pensar que no se merece el poder?
5. Me parece que los althusserianos hablaron en alguna ocasión del Marx joven y el Marx maduro o viejo descalificando (o casi) al joven Marx por ser aún hegeliano, idealista y humanista; apoyando en cambio al Marx que desde el Manifiesto Comunista del 1848 hace sistema, es decir, crea alumnos, seguidores, organización. Algunos, por el contrario han señalado que el Marx revolucionario es el que rompe sistemas de pensamiento (el de Hegel, Feuerbach), que cambia dialécticamente todo y no tiene límites y, por el contrario que el Marx viejo es el que va cerrando su pensamiento, el que hace escuela o sistema derrotando o sometiendo ideológicamente a sus adversarios. Esto me ha hecho pensar que los jóvenes son revolucionarios por naturaleza y los viejos no.
6. Personalmente, hasta mediados de los setenta, cuando me consideraba “marxista” creí tener siempre la razón; pero cuando los textos libertarios me hicieron pensar, comencé a comprender que el socialismo, como periodo de transición, hacia la desaparición del salariado y el Estado, jamás existió en Rusia, China, Yugoslavia o Cuba; incluso cuando llegué a la convicción que no habían existido revoluciones proletarias porque los partidos, en nombre de los obreros, habían asumido el poder; que muchas veces la “lucha por el socialismo” era sólo voluntariosa; y que ese mismo poder “socialista” era más o menos igual al de las dictaduras “democráticas” capitalistas, llegué a la conclusión de que hay que luchar contra todo poder socio estructural, no solo personal..
7. El problema es que la revolución socialista tiene que ser mundial o no lo es. Ya Marx, Lenin, Luxemburgo, Trotski, Stalin y otros han discutido suficiente sobre el problema. Me preguntan: ¿Por qué Fidel Castro, Chávez, Morales, Correa tienen que transigir incluso con el enemigo imperialista o capitalista? Sencillo: por la correlación de fuerzas internacional. ¿Por qué la ONU que se dice representa a la casi totalidad de los países del mundo sólo ha servido en su historia de más de 60 años a los intereses yanquis, de Israel y a las grandes potencias? ¿Por qué cuando una organización de izquierda es pequeña no transige y cuando logra fuerza negocia hasta con los enemigos? Sencillo: porque sigue predominando la estructura capitalista y sus intereses privados.
8. La realidad es que no es lo mismo estar luchando en las barricadas por la liberación, la independencia, la revolución social, que ser dirigente de una organización o de un gobierno establecido. Cada quien escoge su camino: perseguir los cargos políticos, sindicales o de gobierno que dan poder y atan al mismo tiempo, o estar libertariamente con las luchas sociales donde estas se manifiesten. Parece paradójico o contradictorio que mientras más grande o numerosa es una organización política, sindical, popular, más comprometida con el poder están sus dirigentes porque presenta un amplio abanico de intereses; por el contrario, en la medida en que es menor, puede se más homogénea y más radical. Por eso los anarquistas prefieren pequeños consejos, federaciones, coordinaciones.
9. Castro, Chávez, Morales, Correa, en otro tiempo Bolívar, San Martín, Juárez , son notables personajes que han sido reconocidos en la historia, además de otras cosas, por defender a sus países y al mundo de las agresiones e invasiones imperialistas. Han cometido errores, muchas pifias estableciendo relaciones con grandes inversionistas, con gobiernos como de México, de España, de Colombia, incluso algunas alianzas con EEUU, pero la idea central de defensa de la independencia y la soberanía de los pueblos los ha distinguido. ¿Qué podría decirse del otro 95 por ciento de gobiernos como los mexicanos, desde 1982 por lo menos, que se han arrastrado ante los gobiernos yanquis? La realidad es que no se debe justificar a ningún gobierno, pero sí explicar los hechos.
2. La organizaciones políticas, económicas, sindicales, profesionales, en el capitalismo tienen que obedecer las estructuras jurídicas y políticas que el sistema ha establecido; ningún dirigente puede escapar de ellas y, al contrario, deben fortalecerlas para continuar en el poder. Las estructuras económicas e ideológicas son el poder real. El sistema ha demostrado ser muy poderoso al tener capacidad para mediatizar y absorber a organizaciones y a dirigentes que en un tiempo fueron de izquierda; aunque no hay que olvidar que los organismos y dirigentes que han querido conservar principios ideológicos y políticos firmes han sido golpeados, marginados y sin crecimiento. Parecería que a mayor organización mayor dependencia a la estructura dominante.
3. Los que luchamos contra todo poder pareciera que queremos el poder para nosotros. En las sociedades divididas en clases –que son todas- tendremos siempre la razón al luchar por los intereses de las mayorías y al oponernos con todas nuestras fuerzas a la explotación de las minorías. En este campo no podemos tener duda de la injusticia y la opresión de la que es víctima la población; pero el problema surge cuando queremos construir un gobierno sustituto diferente y que al final resulta igual o parecido al que se supone hemos enterrado. Nada cambia al surgir un poder encubierto, “camuflado”, pero que siempre es poder de una minoría. ¿Cómo construir una sociedad igualitaria, justa, sin practicar la autogestión, el autogobierno, la descentralización y la horizontalidad?
4. El poder, -probado hasta la saciedad- corrompe y a más poder corrompe mucho más a quienes lo ejercen. Pero además los individuos no llegan al poder sin quererlo, sino que hacen méritos, se esfuerzan con su intelecto, sumisión o lamisconería para “merecerlo”. La realidad es que en todos lados hay poder pequeño o grande; pero lo importante es reírse o burlarse de él. Habría que descartar, en primer lugar, la idea de que tenemos la razón en nuestras opiniones o juicios entre nuestros hijos, alumnos, amigos o compañeros; tenemos una opinión, un razonamiento, una fundamentación que puede servir para plantear un programa (por ejemplo), pero nada más. Un conjunto de razones hacen sistema y poder. ¿Quién ha dejado de decir o pensar que no se merece el poder?
5. Me parece que los althusserianos hablaron en alguna ocasión del Marx joven y el Marx maduro o viejo descalificando (o casi) al joven Marx por ser aún hegeliano, idealista y humanista; apoyando en cambio al Marx que desde el Manifiesto Comunista del 1848 hace sistema, es decir, crea alumnos, seguidores, organización. Algunos, por el contrario han señalado que el Marx revolucionario es el que rompe sistemas de pensamiento (el de Hegel, Feuerbach), que cambia dialécticamente todo y no tiene límites y, por el contrario que el Marx viejo es el que va cerrando su pensamiento, el que hace escuela o sistema derrotando o sometiendo ideológicamente a sus adversarios. Esto me ha hecho pensar que los jóvenes son revolucionarios por naturaleza y los viejos no.
6. Personalmente, hasta mediados de los setenta, cuando me consideraba “marxista” creí tener siempre la razón; pero cuando los textos libertarios me hicieron pensar, comencé a comprender que el socialismo, como periodo de transición, hacia la desaparición del salariado y el Estado, jamás existió en Rusia, China, Yugoslavia o Cuba; incluso cuando llegué a la convicción que no habían existido revoluciones proletarias porque los partidos, en nombre de los obreros, habían asumido el poder; que muchas veces la “lucha por el socialismo” era sólo voluntariosa; y que ese mismo poder “socialista” era más o menos igual al de las dictaduras “democráticas” capitalistas, llegué a la conclusión de que hay que luchar contra todo poder socio estructural, no solo personal..
7. El problema es que la revolución socialista tiene que ser mundial o no lo es. Ya Marx, Lenin, Luxemburgo, Trotski, Stalin y otros han discutido suficiente sobre el problema. Me preguntan: ¿Por qué Fidel Castro, Chávez, Morales, Correa tienen que transigir incluso con el enemigo imperialista o capitalista? Sencillo: por la correlación de fuerzas internacional. ¿Por qué la ONU que se dice representa a la casi totalidad de los países del mundo sólo ha servido en su historia de más de 60 años a los intereses yanquis, de Israel y a las grandes potencias? ¿Por qué cuando una organización de izquierda es pequeña no transige y cuando logra fuerza negocia hasta con los enemigos? Sencillo: porque sigue predominando la estructura capitalista y sus intereses privados.
8. La realidad es que no es lo mismo estar luchando en las barricadas por la liberación, la independencia, la revolución social, que ser dirigente de una organización o de un gobierno establecido. Cada quien escoge su camino: perseguir los cargos políticos, sindicales o de gobierno que dan poder y atan al mismo tiempo, o estar libertariamente con las luchas sociales donde estas se manifiesten. Parece paradójico o contradictorio que mientras más grande o numerosa es una organización política, sindical, popular, más comprometida con el poder están sus dirigentes porque presenta un amplio abanico de intereses; por el contrario, en la medida en que es menor, puede se más homogénea y más radical. Por eso los anarquistas prefieren pequeños consejos, federaciones, coordinaciones.
9. Castro, Chávez, Morales, Correa, en otro tiempo Bolívar, San Martín, Juárez , son notables personajes que han sido reconocidos en la historia, además de otras cosas, por defender a sus países y al mundo de las agresiones e invasiones imperialistas. Han cometido errores, muchas pifias estableciendo relaciones con grandes inversionistas, con gobiernos como de México, de España, de Colombia, incluso algunas alianzas con EEUU, pero la idea central de defensa de la independencia y la soberanía de los pueblos los ha distinguido. ¿Qué podría decirse del otro 95 por ciento de gobiernos como los mexicanos, desde 1982 por lo menos, que se han arrastrado ante los gobiernos yanquis? La realidad es que no se debe justificar a ningún gobierno, pero sí explicar los hechos.
pedroe@cablered.net.mx
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