Samuel Schmidt
Siempre ha habido aquellos que se niegan a concederle su voto a los políticos por una variedad de razones: enojo, oposición política, hastío, rebeldía ideológica, falta de credibilidad de la política, flojera, o simplemente algo mejor que hacer el día de la elección, como ver el fútbol.
En la época de la masificación no hay ninguna razón para que esta no llegue al comportamiento electoral, aunque esto no suceda de la forma como esperan los políticos, ya que la sociedad ha decidido rehusarse a participar en los espacios que la política les ha asignado, y que se reducen básicamente a la ratificación simbólica de rumbos determinados en los espacios secretos que comparten los verdaderos factores de poder, aquellos que fijan las políticas, los que se benefician con las decisiones que toman en conciliábulos ocultos a la sociedad que votó, pero que se ponen a buen recaudo frente a las consecuencias negativas provocadas por sus decisiones. Y este tipo de manejo político es el que se le pide sancionar a la sociedad.
El rechazo al voto es un fenómeno mundial, la excepción son algunas democracias muy contadas y los regimenes totalitarios que obligan a sus ciudadanos a votar. Pero en aquellos lugares donde hay un resquicio de libertad, la gente se niega a entregarles su anuencia a los políticos. Si votar, aunque sea brevemente ejercen su derecho a disentir sin sufrir consecuencias represivas.
En México la abstención promedio es de 60%, en Estados Unidos alcanza al 80% en elecciones municipales, lo que de entrada nos dice que tan del pueblo es el gobierno que se dice del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Cuando la sociedad le niega la ratificación a la política, esta pasa a representarse a si misma contraponiéndose a los intereses de la sociedad y objetándole a ésta sus actitudes.Las élites políticas han usurpado a la sociedad, le han arrebatado la voluntad de dirigirse, le castigan los deseos de rebelión y aplastan la protesta frente a los abusos políticos.
Frente al autismo político la sociedad busca formas de resistencia descubriendo que le quedan pocos caminos si no quieren arriesgar la vida; uno de ellos es la negación del consenso a los políticos.La acción individual se ha ido convirtiendo en acción colectiva y cada vez son más los que se alejan de las urnas. Hoy en México las elecciones siempre las ganan los abstencionistas: si son tantos algo tendrán de razón.
La respuesta de los políticos a la abstención fue recordarle a la gente que su obligación era votar, que al incumplir cometían un delito o mostraban irresponsabilidad, ocultando sus verdaderas intenciones de preservarse en el poder, elevan un reclamo airado por la no ratificación en las urnas de lo que se convertiría en abusos sistemáticos de los políticos electos. No pasa día sin que leamos sobre escándalos, abusos de poder, tráfico de influencia, y sin que nuestro voto sea capaz de producir la menor corrección.
Los políticos han intentado llevar la cuestión del voto al terreno legal, a la reconvención moral, a la queja política, a la amenaza sobre el impacto del no voto para que ganen los otros, pero se niegan a confrontar el hecho que una de las causas primordiales de la abstención se basa en la perdida de confianza.
El IFE, esa mofa de consejo ciudadano que no encuentra el camino para ser respetado, y los políticos, finalmente han despertado y reaccionan con fuerza en contra de los llamados al voto en blanco, y por supuesto no lo pueden hacer de manera correcta, porque su lenguaje y entendimiento esta muy lejos de la sociedad con la que deben hablar.
Un panista, frustrado candidato presidencial dice que los promotores quieren “boicotear el sistema democrático del país que tiene en el sufragio su columna vertebral”. Sería bueno que él explique hasta donde él ha boicoteado a ese sistema al haber mantenido manejos dudosos como funcionario y legislador. Bastaría con mencionar su gestión como secretario de gobernación y la entrega de concesiones a una empresa televisora. Aquellos que no pueden predicar con el ejemplo harían bien en cerrar la boca.
Como ya dijo un pensador. La minoría se equivoca a veces, la mayoría siempre. No votando la sociedad se ha equivocado porque le ha dejado el terreno libre a los políticos, ahora se trata de corregir votando en blanco, aunque los mañosos de los partidos encontraran la manera de repartirse esos votos.
Llegamos al punto del enfrentamiento entre la sociedad y sus supuestos representantes y la sociedad tiene que plantearse los pasos a seguir después de guardarse el voto, debe expresar su voluntad de forma contundente.
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