Pedro Echeverría V.
1. El llamado "Grito" de Independencia que cada 15 de septiembre ha sido una gran fiesta popular en el Zócalo de la ciudad de México, se convirtió anoche en un gigantesco espectáculo de sonido y luces de colores, aunque vigilado por decenas de miles de soldados del ejército y policías de todos los niveles. Fue un festejo, pero también una parada militar. El presidente de la República, que tradicionalmente había sido la figura principal en la ceremonia, pasó a tercer plano. Desde las seis de la mañana del día 15 –según pude observar- nadie podía entrar al Zócalo sin pasar por uno de los cinco arcos detectores de seguridad colocados en cada una de las diez bocacalles que concurren a él. Además, desde esa hora, más de mil militares protegían un espacio de 40 metros a lo largo del Palacio Nacional.
2. El espacio del Zócalo, con cerca de 60 mil metros cuadrados (quizá sólo superado en extensión por la plaza Tiannamen de Pekín), durante todo el día 15 estuvo lleno de vallas metálicas que dificultaban la libre circulación. Me pareció más un vigilado campo de concentración que una plaza de la libertad que ese día festejaría su fiesta nacional. Allí mismo me enteré, que como en los viejos tiempos priístas, habría una gran fiesta de encorbatados y vestidos largos en los elegantes patios de Palacio, con tequila, whisky, vodka, viandas y mariachis para unos mil calderonistas invitados y aliados. Ante mi actitud "provocadora" de estar observando, mis fachas, sonriéndome y anotando, tuvo que intervenir un policía civil exigiéndome credencial de identificación. Así observé el Zócalo que ese día festejaba el 199 aniversario de la independencia.
3. No debe olvidarse que año tras año, durante más de un siglo, los distintos gobiernos mexicanos ha venido festejando cada 15 de septiembre el aniversario del inicio de la lucha por la soberanía e independencia del país respecto al imperio español. Once años después, en 1821, se firmó el acta de independencia y a partir de entonces el enclave colonial "Nueva España" desapareció y México se convirtió en un nuevo país en el contexto internacional. Sin embargo, a partir de entonces, mientras buscaba su proyecto de nación en medio de fuerzas conservadoras y liberales, tuvo que sufrir casi cinco décadas de guerras e invasiones por países como Inglaterra y Francia que buscaban someterlo. La realidad es que este aniversario se ha convertido en la fiesta tradicional, quizá la más importante la ciudad de México, Guanajuato y Jalisco.
4. ¿De qué independencia de México puede hablarse después de que en 1982 –por la profunda crisis económica provocada por el desplome de los precios del petróleo y la profundización del endeudamiento- los gobiernos López Portillo/De la Madrid se vieron obligados a firmar con el FMI y el gobierno yanqui la llamada "Carta de Intención" en la que estos últimos "harán revisiones requeridas para racionalizar el sistema de protección, incluyendo la estructura arancelaria, los incentivos a la exportación y el requisito del permiso previo para importar"? La realidad es que el "festejo del pueblo" nada tiene que ver con la independencia, más bien es una tradición popular en la que el pueblo, como si fuera un carnaval, se pinta la cara de tricolor, se pone máscaras, juega arrojándose, espuma, confeti, serpentina y come de la vendimia popular.
5. Los gobiernos del PRI (1929/2000) pudieron aprovechar muy bien estos festejos porque siempre se autoproclamaron herederos del nacionalismo y de la revolución mexicana de 1910/17. Pudieron usar –aunque muy demagógicamente- a los héroes y a los símbolos patrios. El PAN no puede porque se le hace nuda la mente y se le traba la lengua al pronunciar las palabras independencia y revolución, porque sus orígenes vienen de los emperadores Iturbide y Maximiliano, del clero antireforma, del porfiriato, de la democracia maderista y vasconceliana. Aunque los panistas traten de gritar "viva la independencia y la revolución" no les sale, se atragantan, porque si algo han combatido desde que el PAN nació hace exactamente 70 años, es a la revolución que destruyó parte del latifundismo e instituyó un fuerte poder del Estado.
6. La realidad es que tanto la independencia que en 1821 significó una transacción que dio el poder a sus enemigos (Imperio de Iturbide) y la revolución mexicana de 1910/17 (esencialmente burguesa que finalizó al asesinar a las corrientes populares de Zapata Villa y Flores Magón) han sido bien aprovechadas por el PRI que realmente ha sido su heredero. No fueron nunca acontecimientos que hayan favorecido al pueblo mexicano y por tanto no son valores que pertenezcan a los sectores de izquierda que reivindican a las corrientes populares líderes como Morelos. ¿Cómo entonces pensar que los gobiernos panista como de Fox y Calderón puedan festejar popularmente estos aniversarios si el PAN ha representado los valores e ideologías antagónicas? De todas maneras al pueblo de la ciudad de México lo que le interesa es festejar y olvidar.
7. Seguramente continuarán estas festividades por décadas en las que los citadinos se divierten como nunca con los artistas que en el Zócalo y en todos los barrios de la ciudad les presentan sus mejores actuaciones. Sin embargo el pueblo muy poco ha estado enterado del significado de la Independencia, mucho menos cuando sabe que durante todo el siglo XX y los que va del XXI la bota del imperio estadounidense no ha dejado de estar sobre nuestras cabezas y que los gobiernos siempre han inclinado la cerviz frente a ellos. ¿Puede acaso pensarse en que un pueblo que durante todo su historia ha vivido sojuzgado, miserable y derrotado, pueda pensar un rato en que es independiente y libre? Nada de eso: la independencia y la libertad todavía es una tarea pendiente tanto para México como para la mayoría de los pueblos de América.
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