Albazo presidencial
SARA LOVERA
MÉXICO, D.F., 15 de octubre (apro).- El 10 de mayo de 1986, el entonces presidente Miguel de la Madrid, con su "mano amiga", que poco antes había ofrecido a los obreros mexicanos, de un plumazo dejó sin empleo a 10 mil obreros de la Fundidora de Monterrey, medida que impactó la sobrevivencia de 50 mil personas en la Sultana del Norte. La madrugada del 9 de mayo, las puertas de la Maestranza en Monterrey fueron cerradas, de modo que no pudieran ingresar al nuevo turno los obreros. Se dieron contra la pared, no lo creían, eran militantes de la sección 67 del Sindicato Minero Metalúrgico, una de las más combativas. Aunque lo de la Maestranza fue un tremendo golpe a la inteligencia que todavía me hace temblar, no es comparable con lo del "sabadazo" del 10 de octubre, cuando sin ambages se usó la fuerza pública para cegar 95 años de historia laboral, la fuerza pública que es utilizada contra quienes se oponen a Felipe Calderón.
Bayonetas y violencia institucional para quienes levanten la cabeza. ¿Qué sigue? El impacto en Nuevo León fue tremendo. Un año después las liquidaciones se habían hecho agua. Un digno obrero se había convertido en el dueño de un depósito de cervezas, por ejemplo. Unas 50 mil personas habían perdido su medio de subsistencia. Nadie me lo contó, vi la desesperación dentro de las casas, documenté los suicidios y también el alcoholismo y la desgracia. ¿Qué no aprenderemos?
El golpe, el asalto, el albazo contra los trabajadores de la compañía de Luz y Fuerza del Centro –la que nacionalizó Adolfo López Mateos en 1963– ha cobrado en octubre de 2009 el último bastión del sindicalismo de la Revolución Mexicana. Nadie puede negar los vicios, las dificultades, los desniveles en productividad ¿Pero era sólo responsabilidad de los dueños de la materia de trabajo? O simplemente se trata de que tengamos en Los Pinos a un vengador al estilo de la Alemania fascista que persiguió su propia estirpe, su filosofía y su arte, su puntal en el mundo, el de la civilización. ¡Y, claro, faltaba más! Ahí estaban en la pantalla los testaferros, los televisos que el miércoles sesudamente se adhirieron al asalto en que se ordenó la extinción de la empresa, convalidando los hechos que nos devuelven imágenes de terror: los comandos de la Policía Federal que arrancó de sus lugares de trabajo a quién sabe cuántos trabajadores y trabajadoras. Y se habla de algunas acciones violentas.
Al fin había que castigar a los trabajadores de esta manera, enviándonos un mensaje perverso: El Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) –obreros y empleadas de todas clases– está en su último respiro. El SME que cometió el grave pecado de encabezar en 1913 la primera y única huelga general en México, cuyos líderes fueron apresados por Venustiano Carranza, esos de ayer y de hoy, a quienes se les formó un juicio de guerra y se les amenazó con fusilarlos.
Es, sin duda, el poder, la fuerza del Estado que no dialoga, porque en su infinita incapacidad no tiene más que un general sin uniforme en la casa presidencial. Un alfil parecido a Fouchè con el nombre de Genaro García Luna. Una base social: los medios de comunicación, donde concursan las periodistas como Denisse Marker, que explicó muy bien el miércoles anterior que la compañía de luz era inoperante y que costaba al erario público 30 mil millones de pesos. Y fue un asalto –igual que en Honduras– porque se hizo sin aviso, igualito que a Manuel Zelaya lo sacaron de su cama. Sabadazo, dice el editorial de un diario, "al mejor estilo del priismo". Se trata, en síntesis, de un presidente bajo sospecha que se declaró "presidente del empleo" y que dejará sin éste a 44 mil trabajadores, algo así como 220 mil personas sin sustento, en acciones bajo la sombra de un sábado por la noche, cuando la población descansa, en fin de semana, cuando no se puede instalar de inmediato el Congreso y donde había un acuerdo.
¿De verdad quiere ser presidenta de la República Beatriz Paredes, la flamante presidenta nacional del PRI? Una más en la cadena de complicidad, o Manlio Fabio Beltrones, el hombre tras el trono. La muerte anunciada del SME la encabezó Carlos Salinas de Gortari, quien una noche de discusión salarial les dijo que terminaría con ellos, allá por 1987, cuando el sindicato hizo una huelga calificada de administrativa y que no suspendió ni un segundo el fluido eléctrico. ¿Ahora temían la violencia tras arrebatarles la famosa toma de nota? El SME sin representación legal, alegarán en el proceso que sigue. Este fue un asunto preparado por el porro Javier Lozano Alarcón, a cargo de la Secretaría del Trabajo. No hay que olvidar su guerra contra los mineros, digo, los trabajadores golpeando su institucionalidad.
Esto es ya una provocación, un golpe de mano, calificaron los dirigentes del SME. ¿Qué sigue? ¿Quién? Y ¿en qué otro sindicato se cerrará la puerta? Los señores del poder son como el Zar de Rusia en 1905 o como Salinas de Gortari, ni ven ni oyen. Se les puede aparecer un espanto. El decreto que extingue a la compañía de Luz y Fuerza del Centro establece que todos los trabajadores serán liquidados de acuerdo con la ley. Dicen los funcionarios que podrán recontratarse con otra empresa, la Comisión Federal de Electricidad. Dicen que están seguras las pensiones de los jubilados, eso dicen, pero ¿quién les cree? Es apenas el comienzo de una gran desgracia a la que habría que oponer ciudadanía y participación. ¿Quién dice yo? saralovera@yahoo.com.mx
Bayonetas y violencia institucional para quienes levanten la cabeza. ¿Qué sigue? El impacto en Nuevo León fue tremendo. Un año después las liquidaciones se habían hecho agua. Un digno obrero se había convertido en el dueño de un depósito de cervezas, por ejemplo. Unas 50 mil personas habían perdido su medio de subsistencia. Nadie me lo contó, vi la desesperación dentro de las casas, documenté los suicidios y también el alcoholismo y la desgracia. ¿Qué no aprenderemos?
El golpe, el asalto, el albazo contra los trabajadores de la compañía de Luz y Fuerza del Centro –la que nacionalizó Adolfo López Mateos en 1963– ha cobrado en octubre de 2009 el último bastión del sindicalismo de la Revolución Mexicana. Nadie puede negar los vicios, las dificultades, los desniveles en productividad ¿Pero era sólo responsabilidad de los dueños de la materia de trabajo? O simplemente se trata de que tengamos en Los Pinos a un vengador al estilo de la Alemania fascista que persiguió su propia estirpe, su filosofía y su arte, su puntal en el mundo, el de la civilización. ¡Y, claro, faltaba más! Ahí estaban en la pantalla los testaferros, los televisos que el miércoles sesudamente se adhirieron al asalto en que se ordenó la extinción de la empresa, convalidando los hechos que nos devuelven imágenes de terror: los comandos de la Policía Federal que arrancó de sus lugares de trabajo a quién sabe cuántos trabajadores y trabajadoras. Y se habla de algunas acciones violentas.
Al fin había que castigar a los trabajadores de esta manera, enviándonos un mensaje perverso: El Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) –obreros y empleadas de todas clases– está en su último respiro. El SME que cometió el grave pecado de encabezar en 1913 la primera y única huelga general en México, cuyos líderes fueron apresados por Venustiano Carranza, esos de ayer y de hoy, a quienes se les formó un juicio de guerra y se les amenazó con fusilarlos.
Es, sin duda, el poder, la fuerza del Estado que no dialoga, porque en su infinita incapacidad no tiene más que un general sin uniforme en la casa presidencial. Un alfil parecido a Fouchè con el nombre de Genaro García Luna. Una base social: los medios de comunicación, donde concursan las periodistas como Denisse Marker, que explicó muy bien el miércoles anterior que la compañía de luz era inoperante y que costaba al erario público 30 mil millones de pesos. Y fue un asalto –igual que en Honduras– porque se hizo sin aviso, igualito que a Manuel Zelaya lo sacaron de su cama. Sabadazo, dice el editorial de un diario, "al mejor estilo del priismo". Se trata, en síntesis, de un presidente bajo sospecha que se declaró "presidente del empleo" y que dejará sin éste a 44 mil trabajadores, algo así como 220 mil personas sin sustento, en acciones bajo la sombra de un sábado por la noche, cuando la población descansa, en fin de semana, cuando no se puede instalar de inmediato el Congreso y donde había un acuerdo.
¿De verdad quiere ser presidenta de la República Beatriz Paredes, la flamante presidenta nacional del PRI? Una más en la cadena de complicidad, o Manlio Fabio Beltrones, el hombre tras el trono. La muerte anunciada del SME la encabezó Carlos Salinas de Gortari, quien una noche de discusión salarial les dijo que terminaría con ellos, allá por 1987, cuando el sindicato hizo una huelga calificada de administrativa y que no suspendió ni un segundo el fluido eléctrico. ¿Ahora temían la violencia tras arrebatarles la famosa toma de nota? El SME sin representación legal, alegarán en el proceso que sigue. Este fue un asunto preparado por el porro Javier Lozano Alarcón, a cargo de la Secretaría del Trabajo. No hay que olvidar su guerra contra los mineros, digo, los trabajadores golpeando su institucionalidad.
Esto es ya una provocación, un golpe de mano, calificaron los dirigentes del SME. ¿Qué sigue? ¿Quién? Y ¿en qué otro sindicato se cerrará la puerta? Los señores del poder son como el Zar de Rusia en 1905 o como Salinas de Gortari, ni ven ni oyen. Se les puede aparecer un espanto. El decreto que extingue a la compañía de Luz y Fuerza del Centro establece que todos los trabajadores serán liquidados de acuerdo con la ley. Dicen los funcionarios que podrán recontratarse con otra empresa, la Comisión Federal de Electricidad. Dicen que están seguras las pensiones de los jubilados, eso dicen, pero ¿quién les cree? Es apenas el comienzo de una gran desgracia a la que habría que oponer ciudadanía y participación. ¿Quién dice yo? saralovera@yahoo.com.mx
No hay comentarios.:
Publicar un comentario