A la memoria de María Clara Manaut Estruch, mujer íntegra y comprometida.
El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro Robles, ofreció una cátedra sobre los métodos para enfrentar el deterioro nacional. Aquí me centro en tres intervenciones. Durante la semana previa se realizó en la entrañable Universidad de Guadalajara (UdeG) -donde empezó mi formación- el "II Encuentro Internacional de Rectores Universia". Los rectores de un millar de universidades de 34 países discutieron y tomaron acuerdos con el lema "Por un espacio iberoamericano del conocimiento socialmente responsable".
En su discurso de inauguración, José Narro manejó tres conceptos básicos. Con el primero, criticó el "tipo" de desarrollo "humano" por "insuficiente e injusto al tener como meta primordial la acumulación de bienes y de capital", lo que lo coloca "en el cajón de lo inservible". Luego propuso un nuevo paradigma que incluya "valores laicos esenciales, como la honestidad, la solidaridad, el conocimiento, la verdad, el trabajo, la justicia y el respeto pleno a los derechos de los demás", en el que se tomen en cuenta los intereses de toda la sociedad.
Después se apartó de quienes denuncian sin dar propuestas concretas y, en representación de la UNAM, se comprometió a "asumir un papel más activo en el planteamiento y ejecución de soluciones locales, nacionales y regionales". En el discurso de clausura, José Narro dio un ejemplo del activismo que propone. Habló del "sueño de construir en esta década nuestro Erasmus Iberoamericano", en referencia a un ambicioso y exitoso programa europeo para la formación de jóvenes en instituciones de todos los países de la Unión. El criterio que rige al Erasmus de la vieja Europa es poner la globalización al servicio de la excelencia en la educación. Es una inversión en recursos humanos pensando en el futuro.
Narro amplió sus ideas en una entrevista para El País (Pablo Ordaz, 31 de mayo del 2010). La academia latinoamericana -dijo- se está "dando cuenta de las enormes ventajas que puede tener compartir proyectos", lo cual se facilita tecnológicamente y se justifica porque las "dificultades económicas hacen cada vez más necesario compartir capacidades y recursos". Es, además, otra forma de incrementar las relaciones con el mundo.
Uno de los grandes lastres de la personalidad mexicana viene del nacionalismo defensivo y parroquial. Cuando perdimos la injusta guerra contra Estados Unidos en 1847, el país se refugió en sí mismo y dejó a los gobernantes el monopolio de la relación con el exterior; monopolio que ha ido perdiendo en las últimas décadas. Competir con los extranjeros está provocando que dejemos de culpar a otros por nuestros problemas y que nos liberemos del victimismo.
El rector de la UNAM no culpa a los centenares de miles de jóvenes que no regresan de sus estudios en el exterior o que buscan oportunidades fuera: "Algo estamos haciendo muy mal para no lograr retener a los jóvenes. Porque cuando alguien que se ha formado debidamente tiene que irse de su país para buscar mejor suerte quiere decir que no estamos generando otras cosas: calidad de vida, espacio de trabajo, posibilidades de desarrollo. El problema no es en sí la fuga, el problema es por qué se van, por qué tienen que salir".
Narro insiste una y otra vez en que todos los programas se inspiren en atender necesidades sociales sin rechazar en ningún momento los muchos aportes que puede hacer la iniciativa privada. Su planteamiento es realista porque le pone una década de plazo a la maduración del proyecto "Erasmus Iberoamericano". Reconforta escucharlo porque una de las tragedias de nuestros políticos es el cortoplacismo; sus ciclos casi siempre están marcados por la persecución del siguiente puesto.
Soy un capitalino satisfecho con el gobierno de Marcelo Ebrard. Sin embargo, estoy en profundo desacuerdo con la "Supervía Poniente". Contradice su vocación ambientalista y su compromiso social darle tanto énfasis a una autopista de cuota que, para solucionar en el corto plazo una mala planeación de Santa Fe, destrozará la Magdalena Contreras. Ha sido igualmente desafortunado el manejo taimado de la información; la tardan y entregan a cuentagotas como en los viejos tiempos. Inevitable pensar que tras la concesión está el deseo de allegarse la "buena voluntad" de los "desarrolladores" para la posible campaña en el 2010.
Así no, Marcelo. Al protestar por la Supervía, los vecinos conscientes confirman el mensaje principal del rector: es el momento de "asumir un papel más activo". Si además de la UNAM también lo hacen la UdeG, el Politécnico y otras instituciones de educación superior, habrá motivos para pensar que, después de todo, sí hay esperanza.
La Miscelánea
Por cierto, el rector José Narro debe lanzar una cruzada contra el burocratismo en la UNAM. La burocracia "kafkiana" es incompatible con la modernidad deseada.www.sergioaguayo.org
Sergio Aguayo Quezada saguayo@colmex.mx
Sergio Aguayo Quezada saguayo@colmex.mx
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