En un municipio donde los servicios son escasos, la impunidad encuentra lugar. Las familias de mujeres muertas en Chimalhuacán, estado de México, no reciben justicia. Las mujeres de la zona enfrentan el riesgo de ser atacadas en un clima alimentado por factores como la violencia intrafamiliar, la falta de alumbrado público o la existencia de predios irregulares. Algunas personas, como Doña Mere, se organizan y buscan sensibilizar sobre la gravedad del problema.
El 2 de enero de 2009, Reyna volvió de un viaje corto que hizo a Oaxaca. De regreso a su casa en Chimalhuacán, estado de México, se topó con patrullas y mucha gente que la esperaban. Su hermano fue quien le dio la noticia: Alicia, su hija, había muerto. La encontraron en su cuarto, con cuatro puñaladas en el vientre y signos de tortura. Al día siguiente, en algunos periódicos, afirmaban que era el primer feminicidio de ese año en el estado de México.
Datos del Observatorio Ciudadano de Feminicidios, revelan que en el estado de México se cometieron 556 asesinatos hacia mujeres entre 2007 y 2009. La entidad está entre los tres estados con mayor índice de asesinatos violentos cometidos hacia mujeres. Las cifras van en aumento, y según el Observatorio, muchas de esas muertes quedan impunes.
Tal es el caso de Reyna, quien actualmente vive con el miedo a ser agredida. Ha vuelto a casa, después de varios meses de acoso. En abril de 2009, Marina Zertuche -madre del novio de Alicia- fue declarada asesina de la chica. Una semana después, sin razón alguna, salió de prisión, junto a su chofer, a quien se acusa de ser cómplice. La hija mayor de Reyna también fue golpeada por Zertuche. "Viene esa señora y se pasea cerca de mi casa. Temo por mi vida", dice al tiempo que le tiemblan los labios.
Para María de la Luz Estrada, integrante del Observatorio Ciudadano de Feminicidios, lo que impera en estos casos es la impunidad de las autoridades, junto a la nula transparencia respecto al estatus de las investigaciones. "Monitoreamos periodísticamente los crímenes y les pedimos a las procuradurías el estatus legal de estas mujeres, pero siempre nos dicen que son casos aislados. Tenemos un dato: más del 40 por ciento de los asesinatos proviene de la violencia intrafamiliar. Si no tenemos la radiografía completa de estos casos, no podemos atacar el problema, por más que se implementen programas de apoyo a la mujer", asegura.
Tierra de nadie
Barrio Hojalateros es una colonia marginada, cerca de tiraderos de basura, con poco alumbrado y calles sin pavimentar. Se encuentra en Chimalhuacán y es el fiel reflejo de la pobreza que impera en este municipio del estado de México, considerado, además, por un estudio de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México como el tercer municipio donde más feminicidios se cometen.
El mismo lugar donde a Reyna le mataron a su hija de 15 años y nadie le da certeza de nada. Emerenciana López, vive a unas cuadras de Reyna. Desde hace más de 30 años, apoya a mujeres que viven con violencia. Ella misma la padeció al llegar a ese barrio, que antaño tenía por nombre Santa Elena. Conoce las calles y el modus vivendi de ese sitio, porque ella fue de los cuatro pobladores que fundaron la colonia.
Recibió a Reyna y la acompañó al Ministerio Público, donde le pedían 10 mil pesos por el cuerpo de Alicia. "Aquí es tierra de nadie. Yo misma he tenido que ir por los policías para que hagan su trabajo. He rastreado a los asesinos, hasta encontrarlos. No cobro ni un peso, lo hago porque quiero y porque no me gusta la injusticia", asegura doña Mere, como le dicen cariñosamente sus vecinos.
Pero no sólo es la pobreza de Chimalhuacán el motivo de estas muertes violentas. Habría que considerar que el estado de México, geopolíticamente, tiene distintas aristas. Por ejemplo: es la entidad donde llegan más personas de otros estados -incluso de otros países, sobre todo centroamericanos. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reporta a 5 millones 59 mil 89 personas que se trasladaron al estado de México, según el censo del 2000. Esto se explica por su cercanía con el Distrito Federal, donde muchos inmigrantes se asientan en la zona conurbada del valle de México para conseguir empleo.
De algunas de las mujeres asesinadas no sabe su procedencia, debido al tránsito de personas que salen y entran al estado de México. Otra cifra contabiliza a quienes aparecen asesinadas en la vía pública. Es el otro 40 por ciento de víctimas sin nombre, mismas que la Procuraduría General de Justicia del Estado de México considera simple y llanamente "asesinatos aislados".
Cómo se encuentra un cadáver, es el primer paso para una investigación", asegura María de la Luz Estrada. "Pero ni siquiera se consigna esto. En el cuerpo se manifiestan los últimos momentos de vida de una persona y eso nos da información. Es básico, pero las autoridades no lo dicen. Pasan años y nosotras -el Observatorio- no tenemos noción, no podemos acceder a los archivos porque, según ellos, entorpecemos el proceso. El problema es que pasa mucho tiempo y los casos se olvidan".
La fiscal en su laberinto
-Organizaciones civiles señalan al estado de México como la entidad donde se cometen más feminicidios en el país, ¿qué opinión le merece?- Se le inquiere a la fiscal, Adriana Cabrera, encargada de estos casos.
-No son ciertas estas cifras. No puede ser porque no todas las muertes de mujeres son feminicidios. Hay quienes mueren por asalto o por otras causas.
Sin embargo desconoce el caso de Reyna, a pesar de estar segura de que no hay ningún hecho impune. Niega que a Emerenciana López la evite, la ignore, desde hace meses. Reconoce el trabajo ético del Ministerio Público y tiene la certeza de que no hay impunidad, frente a estos casos, en el estado de México.
Su carrera como abogada se refleja al momento de hablar sobre las muertes de mujeres. "Son delitos culposos o gravosos, así está tipificado en las leyes de la entidad. No existe la palabra feminicidio, aunque no niego que lo haya", agrega Cabrera. Pero María de la Luz Estrada refiere que al principio el Observatorio del Feminicidio se entrampó en denominar a los asesinatos contra mujeres como feminicidios en todas sus variantes:
"Hay que tomar en cuenta que las condiciones de seguridad en el país son malas. Está el crimen organizado y el narcotráfico. A muchas mujeres las han asesinado, y las autoridades las relacionan con estos hechos, no como feminicidios. O cuando una mujer asesina a otra. Lo cierto es que, detrás de estos crímenes, hay saña o siempre un control sobre la mujer. Por eso, sin entramparnos, hablemos de asesinatos violentos contra mujeres, y hasta que la autoridad no demuestre cuál es el estatus legal, le llamaremos así y la justicia debe investigar".
Alicia tenía 15 años hasta el día de su muerte. Llevaba una relación estrecha con la madre de su novio, quien radica en Estados Unidos. Reyna dice que los chicos hablaban de matrimonio, pero que Alicia no quería casarse. Tiempo después, terminó con su novio y desde ahí, Marina Zertuche acosó a la chica, exigiendo dinero que su hijo le envío para la boda. Fue hasta ese 2 de enero cuando Alicia apareció muerta.
La fiscal no sabe del caso. No tiene noción del expediente. Le parece raro que Zertuche haya salido como si nada de prisión. Promete investigar, pero el caso es que Reyna teme por su seguridad y nada ha pasado hasta la fecha. En 2009, en Chimalhuacán, según el Observatorio, se registraron dos muertes, de enero a noviembre. Y otras 171 más en toda la entidad.
Ante el ostracismo de las autoridades, doña Mere mandó una carta a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), denunciando la negligencia que impera en su estado. "No voy a descasar", afirma tajante. "Culpo de todo esto al gobernador Enrique Peña Nieto", enfatiza, frente a una comitiva de mujeres que la siguen en los rondines que doña Mere hace. Asegura que la fiscal, Adriana Cabrera, no le responde más al teléfono o "me da largas". Junto a sus mujeres, víctimas de violencia, recorren las calles desiertas del barrio, seguida de hombres que alumbran las calles de ese páramo.
La historia sin fin
Las muertas del estado de México, son las muertas de un país donde la misoginia y el machismo persisten. Donde las autoridades crean cortinas de humo y las cifras, aunque duras, no se explican por sí solas. Por ello el Observatorio Ciudadano del Feminicidio se propone quitar los candados para tener acceso a los expedientes de todas las mujeres asesinadas. María de la Luz Estrada monitorea declaraciones de funcionarios públicos y registra periodísticamente los homicidios.
"No hay que ser permisivos con estas muertes, que la gente no se acostumbre a los asesinatos violentos de mujeres. Que las autoridades respondan con hechos, que investiguen y rindan cuentas. ¿Cuántas mujeres muertas quieren para que se ponga atención?", finaliza Estrada.
Después de una diálisis, de permanecer en su silla de ruedas, de vender plásticos y plantas para comer, doña Mere sigue al pie de cañón. "No sé hablar inglés y no tengo dinero, pero a señas y con dinero prestado me voy a Washington y allá les digo lo que está pasando en mi comunidad". Más tarde tendrá que ir a la Universidad de Chapingo, para hablar sobre su trabajo y la violencia que respira su barrio y sus mujeres.
En cambio Reyna, sólo quiere tranquilidad y justicia. No sabe qué más hacer. Vive a diario con sus recuerdos. Su casita, que se recorre en cinco pasos, tiene aún las pertenencias de Alicia guardadas en un ropero. "Mi niña no volverá, pero sí quiero la paz… y dormir tranquila".
[*Publicado en el número 167 del Suplemento Letra S del periódico La Jornada el jueves 3 de junio de 2010].
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