protección de la vida, y de
ayuda a la mujer. Se comprobó que esta asociación –que es una organización de laicos que depende de la autoridad de la Iglesia católica– desvió esos dineros en beneficio personal de sus miembros, pues para comprobar sus gastos Provida entregó facturas apócrifas que emitieron empresas ficticias. Así concluyó una investigación que se inició en abril de 2005, cuando la Secretaría de la Función Pública determinó que funcionarios de la Administración del Patrimonio de la Beneficencia Pública (APBP), órgano desconcentrado de la Secretaría de Salud, no habían cumplido con su obligación de supervisar los gastos de Provida.
Según la SFP, en lugar de gastar los recursos que le fueron destinados, gracias en buena medida a las presiones del entonces diputado Luis Pazos, en los fines que justifican su existencia, el Comité Nacional Provida los dilapidó en la compra de plumas Cartier, tangas y ropa para caballero. Además de la multa que se les ha impuesto podría sugerirse un cambio de nombre. ¿Qué les parece: Comité Nacional Probuenavida? La denuncia de la corrupción de Provida se añade a los problemas recientes que ha tenido que enfrentar la Iglesia, provocados por los abusos cometidos por sacerdotes en contra de niños que estaban bajo su cuidado. Por esa razón resulta increíble que algunos obispos mexicanos hayan elegido estos momentos tan graves para la Iglesia católica en todo el mundo, para lanzarse contra disposiciones legales –el matrimonio entre personas del mismo sexo y el derecho de estas parejas a adoptar niños– que, según ellos, son un ataque directo a la familia y a la inocencia infantil. ¿Y no fue eso lo que hizo Marcial Maciel?
La metáfora de los sepulcros blanqueados a que hace referencia el título de este artículo fue la expresión que utilizó Jesús –según el Evangelio según san Mateo– para señalar a los fariseos, cuya apariencia suntuosa ocultaba podredumbre. Sepulcro blanqueado es sinónimo de corrupción y de hipocresía, y hoy parece perfectamente aplicable a autoridades católicas que solapan comportamientos ilícitos, como el desvío de recursos públicos, fraudes millonarios de algún connotado miembro del clero o, peor aún, la pederastia. Ahora que conocemos la historia de Marcial Maciel nada parece más hipócrita que el escándalo que hacen los obispos mexicanos, que bien conocían sus tropelías, para presentarse como defensores morales de la sociedad.
La erosión de la autoridad moral de la Iglesia católica ha sido una de las consecuencias más graves de los escándalos que ha provocado el conocimiento de las duplicidades y de los vicios de Maciel. De suerte que cuando cardenales y portavoces del Episcopado se lanzan contra la Suprema Corte de Justicia para descalificar sus decisiones, es inevitable preguntarle: ¿y tú con qué autoridad hablas, si uno de tus grandes santones fue un corruptor de menores, drogadicto, comerciante de favores celestiales y defraudador profesional?
Las vulgares y agresivas expresiones del cardenal Juan Sandoval Íñiguez contra los ministros, los homosexuales y el jefe de Gobierno de la capital también ponen en evidencia que los seminarios en los que se forman las sacerdotes no escapan a la catástrofe educativa del país. Contrariamente a lo que ocurría en el pasado, los sacerdotes mexicanos hoy no son hombres ilustrados ni doctos, sino que se comportan exactamente igual que el lamentable líder universitario que fue El Mosh, de triste memoria. Las declaraciones del cardenal revelan tanta imprudencia como falta de vocabulario e incapacidad de argumentación. Acusar a los ministros de la Corte de que fueron maiceados traiciona principios de la Iglesia y mandamientos como el de no levantarás falso testimonio
, y en tanto no pruebe con evidencia material firme su dicho, aquel de que Marcelo Ebrard pagó a los ministros para que votaran a favor de la constitucionalidad de los matrimonios entre personas del mismo sexo, su acusación sólo será una calumnia. Además, con el antecedente de Maciel y de la enconada defensa que hizo de él en el pasado, ¿quién le va a creer a Sandoval?
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