1/09/2011

Un oasis, los premios nacionales



Álvaro Cepeda Neri

En el contexto de las desgracias nacionales (incluyendo la violencia, que es la “guerra de todos contra todos”, de los narcotraficantes y sus matones, a muy duras penas detenidos en la raya de los baños de sangre con un saldo de más de 40 mil homicidios), es reconfortante enterarse que 10 mexicanos dedicados al trabajo intelectual y dos grupos recibieron el merecido Premio Nacional y una beca vitalicia. Los artesanos de San Andrés Larráinzar, Chiapas, y los de Baja California fueron distinguidos en artes y tradiciones populares, lo que le puso a esa ceremonia el acento en los mexicanos de las culturas indígenas, cuyos productos son cada vez menos apreciados y comprados por la invasión y falsificación de chucherías made in China y la fabricación en serie, de lo que nos llega de los mercados estadunidenses.

Los otros premiados individualmente fueron Soledad Loaeza, investigadora, ensayista y periodista quien, con Enrique Krauze, recibieron el premio clasificado en historia, ciencias sociales y filosofía (que, post mórtem hubiera sido entregado por los rendimientos del pensamiento filosófico al maestro Guillermo Héctor Rodríguez, al que ni la Universidad Nacional Autónoma de México, de la que fue alumno y profesor, lo recuerda por esos estúpidos olvidos de quienes, como él, desempeñaron su labor sin protagonismos); en lingüística y literatura lo recibieron Gonzalo Celorio, Maruxa Vilalta e Ignacio Solares; en bellas artes, Marta Palau y Luis López; en ciencias físico-matemáticas y ciencias naturales (éstas, obviamente de fundamento matemático), a Marcelo Lozada y Gerardo Gamba, y en tecnología, Sergio Revah.

Ha sido un oasis de paz en el océano de violencia ese momento de distinciones y merece difundirse más, pero las televisoras, las radios y demás medios de comunicación están más entretenidos en las desgracias nacionales, como el creciente desempleo y la inflación que hace que no alcance el dinero; y saber que hay más de 3 millones de niños que trabajan por menos de un salario; cientos de miles despedidos; enfermedades en todas partes por falta de una eficaz política sanitaria. Y así, aumenta el listado de males que azotan a los mexicanos y la amenaza de que ya viene de nuevo otra crisis económica, porque la locomotora estadunidense no avanza.

Empero, que en nuestro país, en un paréntesis del diario acontecer, esos mexicanos hayan recibido un reconocimiento a sus respectivas tareas es motivo para un comentario. Y éste es que de nada estamos tan necesitados como de saber que “no sólo de PAN (Partido Acción Nacional)” vive la nación y que tenemos campesinos, obreros, empleados y millones más que siguen dedicados a sus actividades, no obstante las noticias de sangre en la que mueren inocentes a manos de los delincuentes o por el fuego cruzado, e incluso la estupidez de policías que se van con la finta del bulto, como el homicidio del oftalmólogo de Colima o los 18 michoacanos asesinados por las bestias del narcotráfico. Esos premios nacionales nos devuelven alguna esperanza, aunque efímera ante las desgracias

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