Carlos Bonfil
Evocación de la
melancolía en vísperas del fin del mundo. El ruido y la furia mediáticos
en torno a desafortunadas declaraciones del director danés Lars von
Trier durante el pasado festival de Cannes tuvieron como efecto eclipsar
el valor y excelencia plástica de Melancolía, su cinta más
reciente. Es claro hoy que resulta improcedente juzgar una obra
artística a partir de los arrebatos verbales de su autor, sus
pretendidas simpatías reaccionarias o sus alardes de megalomanía,
derivados posiblemente más de un cálculo mercadotécnico que de una
convicción profunda. Lo que importa es el resultado en la pantalla. Y
una vez más, el trabajo del danés es, además de polémico, visualmente
portentoso.
En un díptico narrativo perfectamente equilibrado el director
opone el temperamento melancólico y sombrío de la joven recién casada,
al espíritu práctico y muy terrestre de su hermana Claire (Charlotte
Gainsbourg), quienes experimentan juntas una desazón espiritual ante la
inminencia del fin del mundo. Parte del universo interior de Justine ha
quedado de cualquier modo sepultado, por el colapso de su matrimonio y
por su propia convicción nihilista (
La Tierra es un lugar maligno, nadie la echará de menos). Una sensación de absoluta orfandad es también para ella una evidencia (
Estamos solos en el universo). Ante estas certidumbres desoladoras, dramas domésticos como una separación conyugal son asunto trivial, acaso mera confirmación de un firme escepticismo moral. Lars von Trier es un maestro en la exploración de los detalles mínimos de este sentimiento melancólico. Los escándalos mediáticos que pueda ocasionar el cineasta son apenas un pálido reflejo del auténtico poder perturbador de su obra artística.
Horarios y sedes: www.cinetecanacional.net y www.cinepolis.com/32forocineteca
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