Espino y Peña Nieto. Alianza.
Foto: Germán Canseco
Foto: Germán Canseco
MÉXICO,
D.F. (apro).- “¡Cómo vamos a apoyarlo si representa la garantía de
corrupción y represión!”, tronó Jorge Nordhausen ante Manuel Espino,
quien suprimió cualquier inconformidad ante la decisión ya consumada: El
movimiento Volver a Empezar (Vae), integrado por disidentes panistas,
se entregó al priista Enrique Peña Nieto.
Nordhausen, exsenador y excandidato a gobernador de Campeche –quien se enfrentó a Juan Camilo Mouriño y a Felipe Calderón–, calificó de incongruente apoyar a Peña Nieto, pero intentó que por lo menos Espino le permitiera hacerle una propuesta al priista: Eliminar de la lista de senador a Carlos Romero Deschamps, líder del sindicato petrolero, y al candidato a alcalde de Ciudad del Carmen, Enrique Iván González, llamado “Satanás”, inhabilitado para ocupar cargos públicos.
“¿Qué tiene de malo? Es una propuesta. Son un par de corruptos. Peña los palomeó y él los puede quitar. Sería una señal positiva para la ciudadanía”, argumentó Nordhausen, quien insistía en hacer ese planteamiento en una de las diez preguntas que se le formularían al priista.
–Yo estoy de acuerdo –lo respaldó Patricia Durán Reveles, también expanista.
Tampoco quiso Espino, quien había pactado con Peña Nieto que se le harían unas preguntas, pero se las envió previamente para que pudiera dar respuesta en la reunión que hoy sostuvo el movimiento Vae con el priista en el hotel Marriot, en Polanco.
“Le dieron las diez preguntas para el evento. Un títere va a leerlas y él las contestará”, reveló Nordhausen al reportero antes del inicio del encuentro con Peña Nieto.
Y así fue: Las nueve preguntas –no diez– las formularon miembros de Vae y las respuestas de Peñas Nieto, en realidad generalidades, fueron el anticipo del pacto que sellaron ambos personajes: Hacer campaña juntos para ganar la presidencia de la República.
Espino suprimió cualquier incomodidad a su “amigo” Peña Nieto, quien en una ocasión le confesó que no le gusta leer libros, y a cambio recibió no sólo los elogios del priista, sino hasta el pago del salón donde se celebró el pacto, poblado de priistas que asumieron todo el control.
Apenas ayer se cambió el lugar de la reunión: Estaba previsto celebrarla en el hotel Holliday Inn de Santa Cruz Atoyac, al sur de la ciudad, pero el equipo de Peña Nieto planteó cambiarla al hotel Marriot y que por los gastos no se preocuparan.
En ese salón –donde, el 2 de abril, Josefina Vázquez Mota, la candidata del Partido Acción Nacional (PAN), estuvo a punto de desmayarse–, Peña Nieto fue flanqueado por la derecha encarnada por Espino, pero también la izquierda “moderna”: perredistas conversos al priismo, como René Arce y Ramón Sosamontes, ayudante de Rosario Robles, asesora del señor candidato.
Mariana Moguel, hija de Rosario Robles, expresidenta del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y exjefa de Gobierno del Distrito Federal, es candidata priista a diputada local, cargo que ostenta Lía Limón, quien fue anunciada como participante al lado de Peña Nieto y que al final no llegó.
En el éxtasis del pacto con Peña Nieto, Espino volvió a referirse al apoyo priista en 2006, cuando él presidía el PAN, para vencer al enemigo común, que lo vuelve a ser ahora también: Andrés Manuel López Obrador.
Pero a diferencia de entonces, y luego de reñir con Felipe Calderón –quien lo echó del PAN–, Espino ofreció ahora trabajar para el priista:
“En el Comité Nacional decidimos ir por el voto útil. Fui a hablar con dirigentes nacionales del PRI, con legisladores, con gobernadores, con alcaldes y los priistas le dieron el voto a Felipe Calderón, hoy presidente de la República y, como hace seis años, a partir de hoy comenzaré a promover por México el voto útil para Enrique Peña Nieto.”
Peña Nieto, a su vez, fue elogioso con el expanista y, en sus intervenciones –incluidas las respuestas que le dio a las preguntas que él ya conocía previamente–, ofreció reiteradamente un gobierno con los puntos del manifiesto que ayer dio a conocer y que son obligaciones que impone la Constitución.
Aunque Espino ofreció su voto a Peña Nieto, oferta que también hizo Jeannette Moisés, su mano derecha, no se comprometieron los votos de Vae, que según ellos cuenta con una membresía de 941 mil ciudadanos “con nombre y apellidos”.
La adhesión de Espino a Peña Nieto se produjo en el III Asamblea Nacional de Líderes de Vae, donde se sometió a votación, primero, si daría su apoyo a un determinado candidato presidencial y, luego, a quién de los cuatro contendientes.
Al final, se sometió a votación: La candidata del PAN, en el que todavía militan varios de los integrantes del movimiento de Espino, sólo recibió 5 votos y Peña Nieto 39, por dos abstenciones.
Con su respaldo a Peña Nieto el grupo de Espino conmemoró su segundo aniversario y trascendió que, si se frustra el objetivo de éste de recuperar su militancia, entonces buscará construir un nuevo partido político.
Eso explica, interpretó un allegado a Espino, el pacto de éste con Peña Nieto a cambio de su voto y de los suyos: “A lo mejor no los necesitas, porque vas muy adelante, pero nosotros queremos ser parte de tu triunfo”.
Nordhausen, exsenador y excandidato a gobernador de Campeche –quien se enfrentó a Juan Camilo Mouriño y a Felipe Calderón–, calificó de incongruente apoyar a Peña Nieto, pero intentó que por lo menos Espino le permitiera hacerle una propuesta al priista: Eliminar de la lista de senador a Carlos Romero Deschamps, líder del sindicato petrolero, y al candidato a alcalde de Ciudad del Carmen, Enrique Iván González, llamado “Satanás”, inhabilitado para ocupar cargos públicos.
“¿Qué tiene de malo? Es una propuesta. Son un par de corruptos. Peña los palomeó y él los puede quitar. Sería una señal positiva para la ciudadanía”, argumentó Nordhausen, quien insistía en hacer ese planteamiento en una de las diez preguntas que se le formularían al priista.
–Yo estoy de acuerdo –lo respaldó Patricia Durán Reveles, también expanista.
Tampoco quiso Espino, quien había pactado con Peña Nieto que se le harían unas preguntas, pero se las envió previamente para que pudiera dar respuesta en la reunión que hoy sostuvo el movimiento Vae con el priista en el hotel Marriot, en Polanco.
“Le dieron las diez preguntas para el evento. Un títere va a leerlas y él las contestará”, reveló Nordhausen al reportero antes del inicio del encuentro con Peña Nieto.
Y así fue: Las nueve preguntas –no diez– las formularon miembros de Vae y las respuestas de Peñas Nieto, en realidad generalidades, fueron el anticipo del pacto que sellaron ambos personajes: Hacer campaña juntos para ganar la presidencia de la República.
Espino suprimió cualquier incomodidad a su “amigo” Peña Nieto, quien en una ocasión le confesó que no le gusta leer libros, y a cambio recibió no sólo los elogios del priista, sino hasta el pago del salón donde se celebró el pacto, poblado de priistas que asumieron todo el control.
Apenas ayer se cambió el lugar de la reunión: Estaba previsto celebrarla en el hotel Holliday Inn de Santa Cruz Atoyac, al sur de la ciudad, pero el equipo de Peña Nieto planteó cambiarla al hotel Marriot y que por los gastos no se preocuparan.
En ese salón –donde, el 2 de abril, Josefina Vázquez Mota, la candidata del Partido Acción Nacional (PAN), estuvo a punto de desmayarse–, Peña Nieto fue flanqueado por la derecha encarnada por Espino, pero también la izquierda “moderna”: perredistas conversos al priismo, como René Arce y Ramón Sosamontes, ayudante de Rosario Robles, asesora del señor candidato.
Mariana Moguel, hija de Rosario Robles, expresidenta del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y exjefa de Gobierno del Distrito Federal, es candidata priista a diputada local, cargo que ostenta Lía Limón, quien fue anunciada como participante al lado de Peña Nieto y que al final no llegó.
En el éxtasis del pacto con Peña Nieto, Espino volvió a referirse al apoyo priista en 2006, cuando él presidía el PAN, para vencer al enemigo común, que lo vuelve a ser ahora también: Andrés Manuel López Obrador.
Pero a diferencia de entonces, y luego de reñir con Felipe Calderón –quien lo echó del PAN–, Espino ofreció ahora trabajar para el priista:
“En el Comité Nacional decidimos ir por el voto útil. Fui a hablar con dirigentes nacionales del PRI, con legisladores, con gobernadores, con alcaldes y los priistas le dieron el voto a Felipe Calderón, hoy presidente de la República y, como hace seis años, a partir de hoy comenzaré a promover por México el voto útil para Enrique Peña Nieto.”
Peña Nieto, a su vez, fue elogioso con el expanista y, en sus intervenciones –incluidas las respuestas que le dio a las preguntas que él ya conocía previamente–, ofreció reiteradamente un gobierno con los puntos del manifiesto que ayer dio a conocer y que son obligaciones que impone la Constitución.
Aunque Espino ofreció su voto a Peña Nieto, oferta que también hizo Jeannette Moisés, su mano derecha, no se comprometieron los votos de Vae, que según ellos cuenta con una membresía de 941 mil ciudadanos “con nombre y apellidos”.
La adhesión de Espino a Peña Nieto se produjo en el III Asamblea Nacional de Líderes de Vae, donde se sometió a votación, primero, si daría su apoyo a un determinado candidato presidencial y, luego, a quién de los cuatro contendientes.
Al final, se sometió a votación: La candidata del PAN, en el que todavía militan varios de los integrantes del movimiento de Espino, sólo recibió 5 votos y Peña Nieto 39, por dos abstenciones.
Con su respaldo a Peña Nieto el grupo de Espino conmemoró su segundo aniversario y trascendió que, si se frustra el objetivo de éste de recuperar su militancia, entonces buscará construir un nuevo partido político.
Eso explica, interpretó un allegado a Espino, el pacto de éste con Peña Nieto a cambio de su voto y de los suyos: “A lo mejor no los necesitas, porque vas muy adelante, pero nosotros queremos ser parte de tu triunfo”.
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