Peña Nieto y el sueño de la oligarquía: regresar a los tiempos del "carro completo"
La reacción de la calificadora de
inversiones Standard & Poor’s ante el repunte del candidato del
Movimiento Progresista, es la demostración más evidente de que mantiene
una libertad de acción que sus rivales no poseen. Según un reporte de la
firma trasnacional, si Andrés Manuel López Obrador “pasara de de la
tercera a la segunda posición y subiera de manera considerable en los
sondeos de opinión, podríamos esperar un incremento en la volatilidad en
el mercado”.
Se trata de una variante de la campaña “negra” desatada hace seis
años por los poderes fácticos y la cúpula empresarial contra López
Obrador, sólo que esta vez no tendrá el mismo efecto, porque ahora los
inversionistas saben que la continuación de las políticas
antidemocráticas en vigor desde hace tres décadas, es lo que agravaría
la actual situación del país y los problemas sociales se volverían
incontrolables. Esto lo sabe también el gobierno estadounidense, el cual
observa con preocupación el curso de la “guerra” de Felipe Calderón,
cuyas consecuencias tienen a México al borde de la ingobernabilidad. En
la presente coyuntura mundial, lo que menos desea la Casa Blanca es un
conflicto inmanejable al sur de su extensa frontera.
La reacción de la calificadora mencionada, una de las más importantes
del mundo, es resultado de su temor a perder los enormes beneficios que
le deja un gobierno que no tiene compromisos con su pueblo, que es
fácilmente manejable y se presta a todo tipo de operaciones, incluso
fraudulentas, como se puso en evidencia en años recientes, cuando salió a
la luz el modo de operar de Repsol y otras empresas españolas en
México. Según Standard & Poor’s, los inversionistas “parecen tener
confianza”, particularmente, en las políticas generales del principal
candidato, Enrique Peña Nieto, así como las de quien ocupa la segunda
posición, Josefina Vázquez Mota.
Queda claro a qué intereses serviría principalmente Peña Nieto, y por
qué el rechazo a López Obrador. Es preciso que la ciudadanía entienda
esta realidad para que no se deje llevar por la propaganda ni por las
apariencias, pues no habrá otra oportunidad para corregir el gravísimo
error que significaría avalar que la derecha siga en Los Pinos. Quieren
seguir teniendo a México como un botín todavía muy apetitoso, sobre todo
cuando en otras partes del mundo los pueblos han llegado ya al límite
de su aguante ante tantos abusos de las elites.
Se equivoca la calificadora en cuestión al querer asustar a los
inversionistas con un “fantasma” inexistente. El verdadero peligro, lo
saben perfectamente, está en la continuación de políticas públicas que
han llevado al país a la situación de extrema violencia que estamos
viviendo, misma que es la principal causante de la volatilidad de los
mercados en los pasados dos años, principalmente. Saben muy bien que
para que haya una estabilidad real, tanto de los mercados como de la
macroeconomía, se requieren condiciones que garanticen una paz social
duradera, única alternativa para erradicar la violencia y la
ingobernabilidad.
El sueño de la oligarquía, de regresar a los tiempos del “carro
completo”, podría volverse una terrible pesadilla para los mexicanos si
se hiciera realidad, como lo quiere nada menos que Vicente Fox, quien
preferiría un triunfo del PRI con el total control del Ejecutivo, el
Legislativo y el Judicial, que el de Josefina Vázquez Mota con apenas
una tercera parte de los votos. Lo que quisieran los oligarcas es que se
instaurara de una vez una dictadura, con Peña Nieto encabezando un
régimen de transición hacia tal régimen. Está más que claro que reniegan
de la democracia, que añoran los tiempos no del Porfiriato, sino de
cuando podían recurrir a un hombre providencial, Antonio López de Santa
Anna.
Lo tienen, pero quieren cuidar todavía las formas, por eso escogieron
a Peña Nieto, quien es joven, ambicioso y dispuesto a hacer lo que le
manden para desbrozarle el camino a Carlos Salinas de Gortari. Es falsa
la apreciación de Fox de que “la democracia mexicana está sólida y
firme”, tanto que no daría cabida a un nuevo régimen autoritario,
“aunque ganara el PRI”. La tan traída y llevada democracia mexicana es
una mera entelequia cada día más irrealizable, mientras siga la derecha
al frente de las instituciones. La culpa de la situación en que nos
encontramos la tiene el PAN, al haber fallado totalmente como agente
para hacer realidad una transición efectiva hacia un régimen más
democrático.
Le abrió la puerta al PRI para su regreso a Los Pinos, que podría ser
triunfal si acaso la ciudadanía le diera su voto de modo transparente.
Lograrlo sería un milagro, ya que la gente no se traga más el anzuelo de
la democratización del régimen, a sabiendas de que tanto panistas como
priístas (sus cúpulas), sólo quieren el poder para beneficiarse ellos
únicamente, no para que el país salga del hoyo en que lo metieron con su
voracidad. Tal sería el objetivo de aprobar las mal llamadas reformas
estructurales, la sentencia de muerte a la democracia participativa.
Guillermo Fabela - Opinión EMET
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