5/01/2012

Calderón, promotor de migraciones


Ana María Aragonés
De acuerdo con el centro de estudios Pew Hispanic Center los flujos migratorios se han reducido en forma importante desde 2006. Durante el quinquenio 2005-2010 emigraron un total de 1.4 millones de mexicanos a Estados Unidos, menos de la mitad de los 3 millones que lo hicieron entre 1995-2000. Señalan además que 6.1 millones de migrantes mexicanos residían en Estados Unidos en 2011, mostrando un descenso respecto a los casi 7 millones registrados en 2007. Las causas posibles son la crisis que vive Estados Unidos, que ha reducido los empleos en las industrias más receptoras de migrantes; las deportaciones, que en la administración de Barak Obama han alcanzado cifras mucho más altas que en las administraciones anteriores, y el declive de la tasa de natalidad.

Ante esta situación, ¿el gobierno mexicano ha tomado alguna medida para incorporar este conjunto laboral que ha dejado de migrar y en consecuencia de enviar remesas, aporte fundamental para la subsistencia de esas familias? ¿Ha pensado siquiera que con la disminución de los desplazamientos se incrementa la población económicamente activa para la cual es necesario generar más empleos, incorporarlos a los servicios de salud, a la educación, etcétera?

Si observamos los discursos de los diversos funcionarios, la realidad es que ninguno ha hecho la más mínima alusión a esta nueva situación. Por el contrario, no sólo los ignoran, sino que en cuanto se les presenta la ocasión siguen presumiendo la excelencia de la economía mexicana. No se cuestionan el hecho de que si millones de mexicanos dejaron el país, fue por sus precarias condiciones, consecuencia de un proyecto nacional neoliberal que no sólo ha expulsado a casi 10 por ciento de la población, sino que ha llevado al país a una subordinación casi total del país vecino.

Por ejemplo, México se ha convertido en el país número uno como importador de maíz en el mundo, de acuerdo con la Confederación Nacional de Productores Agrícolas de Maíz de México (CNPAMM) (La Jornada, 14/4). No sólo hemos perdido autosuficiencia alimentaria, sino que dependemos de Estados Unidos, el cual exportará a México 9.8 millones de toneladas y, para mayor ironía, ha incorporado en forma masiva campesinos mexicanos al sector agrícola, y gracias a ellos puede ser altamente competitivo, amén de los enormes subsidios que otorga al sector. Cuando México podría no sólo ser autosuficiente sino, como señala Elena Álvarez Buylla, tener excedentes si abandonara las políticas neoliberales que han llevado al abandono del campo.

Es interesante el Informe latinoamericano sobre pobreza y desigualdad 2011, que señala que persisten desigualdades extremas entre los municipios del país, no sólo en el ingreso de las familias, sino también en los indicadores básicos de educación y salud; lo que llama la atención, como señala el informe, pues son objeto de los principales programas de desarrollo social del país.

Por su parte, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) señala que la insuficiencia en el crecimiento del PIB en las tres últimas décadas, con 2.4 por ciento en promedio anual, ha dado lugar a que casi 38 millones de mexicanos en edad de trabajar estén en la informalidad, desempleados o viven en Estados Unidos (La Jornada, 24/4).

Lo grave es que Felipe Calderón sigue insistiendo en que el neoliberalismo es lo conducente, y que lo que se necesita para crecer es la apertura y la libertad de comercio. No le demos vuelta, la alternativa es la apertura, la competencia, el comercio, la libertad, la empresa, la propiedad, no son enunciados teóricos, sino resultados prácticos. Ante los empresarios de las Américas, destacó los logros de su gobierno en materia económica la estabilidad macroeconómica, la inflación que se encuentra en los niveles más bajos en la historia.

Sin embargo, no señala que México perdió seis puntos en competitividad al ubicarse en el puesto 66, por debajo de Chile (30), Puerto Rico (41), Panamá (53), Costa Rica (56), Brasil (58), Uruguay (64). Y que la pobreza se mantiene en niveles inaceptables para casi 45 millones personas, y que los empleos y los minisalarios son totalmente insuficientes para satisfacer las demandas de la población.

¿No deberían ser estos motivos suficientes para que el gobierno cambiase su política económica? Está claro que no lo ve así, y México seguirá en la misma trampa neoliberal con las consecuencias nefastas señaladas, pues el desarrollo del país no está en el horizonte de sus objetivos y, por supuesto, la migración volverá a su tendencia habitual en cuanto Estados Unidos supere su crisis.

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