Editorial Revista Siempre
Para algunos, Josefina Vázquez Mota ya fue sustituida como candidata de Acción Nacional a la Presidencia de la República. Para otros, la consigna es que crezca de aquí a la primera mitad de mayo para evitar su relevo.
Detrás de ambas versiones están las razones de Estado y la preocupación del presidente Felipe Calderón por su destino personal. Josefina provoca en Los Pinos una serie de sentimientos encontrados. Por un lado, es la candidata del PAN, pero no es, en sentido estricto, la candidata del Presidente. Por otro, tendría que ayudarla a ganar, pero tampoco le tiene confianza.
La gran interrogante es si a Felipe Calderón le interesa que gane Josefina, o si por verla tan débil y derrotada ha tomado la decisión de negociar la alternancia.
Los cambios más recientes en el equipo de campaña de Vázquez Mota no sólo evidencian una crisis imposible de ocultar sino que en la Presidencia de la República han tomado la decisión de abandonarla. ¿Con qué encuestas cuenta Calderón para saber que se trata de una derrota anunciada?
El nombramiento de Francisco Ramírez Acuña como embajador en España y el regreso del mismísimo dirigente nacional del PAN, Gustavo Madero, a su curul en el Senado indican que se abrió más la distancia entre Calderón y la candidata.
En toda sucesión presidencial entran en juego intereses de Estado. Washington debe haberle ya expresado a Calderón su preocupación por la fragilidad de Josefina y el ascenso de Andrés Manuel López Obrador en las encuestas. Hay razones geopolíticas y de estabilidad interna que hacen temer a Estados Unidos la llegada de un mesías a la Presidencia de México.
Desde esta perspectiva, en la que se entrelaza lo nacional con lo bilateral y la sobrevivencia de un presidente cuyo gobierno promete dejar una compleja herencia política, económica y judicial, se confirma el relevo oficial u oficioso de Josefina.
La Cámara de Diputados acaba de lanzar una señal en ese sentido al reprobar la cuenta pública de 2008 por graves irregularidades en el ejercicio del gasto. Subejercicios encubiertos, creación de fideicomisos para ocultar el dinero, manejo discrecional de los recursos, desviación de dinero público a campañas electorales, incumplimiento a estados y municipios, son sólo algunas muestras de la corrupción que imperó en este sexenio.
A esto, hay que agregar la herencia más oscura y pesada: el uso político, económico y financiero que Calderón y sus más cercanos colaboradores dieron a la guerra contra el crimen organizado. Por cierto, ése sería un buen tema para contestar los nuevos spots de Acción Nacional.
Calderón sabe que su gobierno bien podría ser llevado a juicio político y a un tribunal internacional. Hoy su instinto de sobrevivencia lo lleva a desfondar la campaña de Josefina y a voltear hacia una salida de emergencia.
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