La Otra Ruta Migratoria
Viajó a España para pagar los estudios de sus hijos
Por: Nelson Rodríguez, corresponsal
Cimacnoticias | Chinandega, Nicaragua.-Convaleciente de una reciente operación de la matriz, la nicaragüense Teresa Rosales trabaja una doble jornada como migrante en España con la esperanza de regularizar su situación legal, y regresar en 2014 a su país para acudir a la graduación universitaria de uno de sus hijos.
Hace tres años Teresa partió de Chinandega, su ciudad natal al occidente de Nicaragua, para trabajar en España con dos objetivos en mente: costear los estudios universitarios de sus dos hijos, y ahorrar dinero para comprar una casa en su país.
De 43 años de edad, Rosales cuida a dos niñas de lunes a viernes y los fines de semana a una adulta mayor. Ingeniera forestal de profesión, durante 20 años trabajó en cooperativas de crédito con un salario de 5 mil córdobas al mes, unos 2 mil 550 pesos mexicanos, ingreso insuficiente para costear los estudios de sus hijos y sin posibilidad de ahorrar para tener una casa propia.
Teresa ahora gana 800 euros al mes en un trabajo y 300 en el otro (en total cerca de 18 mil 500 pesos mexicanos).
Se estima que en España viven unos 5 mil nicaragüenses de forma regular, y otra cifra similar de migrantes sin documentos de estancia legal.
Según una investigación del Servicio Jesuita de Migrantes, las nicaragüenses que migran a España son en su mayoría de la norteña ciudad de Somoto.
La Red Nicaragüense de la Sociedad Civil para las Migraciones reporta que España es uno de los cuatro principales destinos de las y los migrantes nicaragüenses. En primer lugar está Costa Rica, seguido de Estados Unidos, y en tercero los otros países de Centroamérica.
VIAJE ACCIDENTADO
En 2009 Teresa viajó de forma regular por vez primera a España en un vuelo Managua-San José-Madrid, para llevar a la hija adolescente de una amiga nicaragüense residente en el país europeo.
Sin embargo, Teresa fue detenida en el aeropuerto español de donde ambas fueron deportadas debido a que a la joven incumplía requisitos migratorios.
Rosales reintentó el viaje luego de seis meses de arduo trabajo en Nicaragua para comprar su boleto de avión. Esa vez tuvo que hacer varias escalas: primero a un país del Caribe, luego a Holanda, seguido de Portugal y finalmente cruzar a España.
En Nicaragua se quedaron sus hijos Javier, de 22 años, y Oscar, de 23. Javier estudia tercer año de Comunicación Social en una universidad privada, y Oscar dejó la secundaria desde que su madre emigró. El joven no retorna a las aulas por estar inmerso en el alcoholismo, cuenta Javier a Cimacnoticias.
El estudiante de Comunicación platica que su madre les habla por Skype (videollamada) una vez por semana, y que ha prometido hacer las gestiones necesarias para regresar a Nicaragua a inicios de 2014 y asistir a su graduación de la universidad.
Pero el viaje dependerá de que ella regularice su situación migratoria y –como buena noticia– sus empleadores la están ayudando.
Teresa no está muy bien de salud, toda vez que apenas hace cuatro meses fue operada de la matriz. Dejó de trabajar por unos meses y ahora tiene dos jornadas como cuidadora.
La mujer también tendrá que afrontar los malos servicios que brinda el consulado de su país en España. Y es que en septiembre pasado hubo quejas de numerosos nicaragüenses, como Flor de Liz Rosales, quien manifestó su inconformidad por los horarios y los días de atención.
Los horarios del consulado en Madrid son sólo de lunes a miércoles de 10 de la mañana a 1 de la tarde, lo que dificulta a las y los migrantes desprenderse de sus empleos para tramitar su estancia legal.
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