Pedro Miguel
En
México hay inocentes encarcelados y muchos más delincuentes libres. De
entre los primeros destacan 14 que fueron detenidos durante la cacería
de ciudadanos emprendida en el centro de la ciudad por la policía
capitalina el 1º de diciembre luego de los enfrentamientos provocados
alrededor de San Lázaro. La cosecha de las fuerzas del orden fue de más
de un centenar de personas, de las cuales 27 fueron liberadas horas
después, 69 fueron consignadas y de éstas 56 fueron puestas en libertad
por la juez María del Carmen Patricia Mora Brito, la cual dejó en
prisión, en forma aleatoria, según los elementos disponibles, a otras
14. Para entonces ya estaba documentado que los efectivos policiales
del Distrito Federal habían recibido la orden de capturar a la mayor
cantidad de gente posible, sin importar que no hubieran tenido
participación en el vandalismo y los destrozos.
Algunos de los 14 aún presos habían acudido en actitud pacífica a
las movilizaciones de protesta por la consumación del proceso electoral
fraudulento de este año. Otros fueron a indagar por la situación de
amigos o compañeros que ya habían sido detenidos en forma no menos
arbitraria. En un par de casos, los ahora imputados se limitaban a
tomar fotos y video de los disturbios escenificados por la policía y
los provocadores. Uno más estaba en su sitio habitual de trabajo cuando
fue capturado. Ellos son Rita Emilia Nery Moctezuma, Enrique Rosales
Rojas, Jorge Dionisio Barrera Jiménez, Daniel García Vázquez, Stylianos
García Vackimes, Roberto Fabián Duarte Grcía, Carlo Miguel Ángel García
Rojas, Obed Palagot Echavarría, Alejandro Lugo Morán, Sandino Jaramillo
Rojas, César Llaguno Romero, Eduardo Daniel Columna Muñiz, Osvaldo
Rigel Barrueta Herrera y Bryan Reyes Rodríguez. Un quinceavo, el
periodista rumano Mircea Ioan Topoleanu, fue arrestado cuando tomaba
fotos del enfrentamiento. Los policías le robaron la cámara fotográfica
y luego fue entregado, en forma injustificada y arbitraria, al
Instituto Nacional de Migración.
Hasta
ahora Mancera no ha hecho ninguna de las tres cosas y, en el caso de
los encarcelados, ha preferido lavarse las manos y pasar la papa
caliente al Poder Judicial. Ya sea que obedezca a la pusilanimidad, a
una mentalidad autoritaria o a un afán de congraciarse con Enrique Peña
Nieto –el principal interesado en llevar a sus límites un escarmiento
contra el movimiento #YoSoy132 y contra las resistencias en general a
su presidencia comprada–, la actitud del jefe de gobierno es
insostenible. Mancera parece no darse cuenta que el mantener en la
cárcel a personas cuya inocencia está documentada resulta un agravio
para el electorado que lo puso en el cargo.
Muy pocas personas en esta ciudad capital desean el caos, la violencia y la impunidad. Por ello, el repudio al vandalismo perpetrado el 1º de diciembre ha sido casi unánime. Sin embargo, de allí a enviar a prisión a personas inocentes hay mucha distancia. La mayoría de los votantes capitalinos desea para su demarcación justicia efectiva, no justicia simulada; sometimiento de los agentes del orden a la legalidad, respeto a los derechos humanos y, sobre todo, atención y no criminalización para los jóvenes. Si la ciudadanía defeña hubiese querido una autoridad represiva, arbitraria y policial, de esas que fabrican culpables para lucirse ante la opinión pública, hoy la jefatura de gobierno no estaría en manos de Mancera, sino en las de Isabel Miranda de Wallace; y si hubiera querido seguir sufriendo las artes priístas de la provocación, le habría entregado el Ayuntamiento a Beatriz Paredes. O sea que, de inicio, el actual jefe de gobierno está faltando a su mandato.
En el ámbito federal Peña no le debe la Presidencia a la voluntad popular sino a Televisa y a las tarjetas Monex y Soriana. El DF es distinto: aquí la autoridad representa a los votantes y si el jefe de gobierno persiste en desconocer el sentido de su encargo la ciudadanía se lo va a demandar.
navegaciones.blogspot.com
Twitter: @Navegaciones
Muy pocas personas en esta ciudad capital desean el caos, la violencia y la impunidad. Por ello, el repudio al vandalismo perpetrado el 1º de diciembre ha sido casi unánime. Sin embargo, de allí a enviar a prisión a personas inocentes hay mucha distancia. La mayoría de los votantes capitalinos desea para su demarcación justicia efectiva, no justicia simulada; sometimiento de los agentes del orden a la legalidad, respeto a los derechos humanos y, sobre todo, atención y no criminalización para los jóvenes. Si la ciudadanía defeña hubiese querido una autoridad represiva, arbitraria y policial, de esas que fabrican culpables para lucirse ante la opinión pública, hoy la jefatura de gobierno no estaría en manos de Mancera, sino en las de Isabel Miranda de Wallace; y si hubiera querido seguir sufriendo las artes priístas de la provocación, le habría entregado el Ayuntamiento a Beatriz Paredes. O sea que, de inicio, el actual jefe de gobierno está faltando a su mandato.
En el ámbito federal Peña no le debe la Presidencia a la voluntad popular sino a Televisa y a las tarjetas Monex y Soriana. El DF es distinto: aquí la autoridad representa a los votantes y si el jefe de gobierno persiste en desconocer el sentido de su encargo la ciudadanía se lo va a demandar.
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