Carlos Bonfil
En el camino (On the road),
de Jack Kerouac, uno de los libros claves de la contracultura
estadunidense, publicado en 1957, no tuvo en su momento una versión
fílmica, aun cuando la idea era tan atractiva que el propio autor
imaginó la adaptación idónea con el joven Marlon Brando en el papel del
seductor encanallado Dean Moriarty, personaje en torno de quien
gravitan algunos intelectuales bohemios de la novela. Una de las
dificultades para adaptar la obra era su ritmo rápido y entrecortado,
tan sincopado como las improvisaciones de jazz que le servían de
inspiración inmediata. Otras road movies se desprendieron de ese primer impulso de revuelta existencial romántica, entre ellos la emblemática Busco mi destino (Easy rider, Dennis Hopper, 1969), pero la novela seminal siguió sin tener una existencia cinematográfica.
Walter
Salles y su guionista José Rivera eligen combinar aspectos de la novela
e informaciones biográficas sobre Kerouac y sus amigos, destacan
cuestiones como la pretendida bisexualidad de Dean Moriarty (Garrett
Hedlund), a las que el libro hace una alusión velada. Este personaje
magnético que fascina por igual a hombres y mujeres, pierde complejidad
y riqueza dramática en la cinta, apenas se le atribuye una curiosidad
literaria, y se vuelve en definitiva un icono glamoroso. Algo similar
sucede con el narrador Sal Paradise, alter ego del propio Kerouac (el británico Sam Riley, héroe pop en la cinta Control,
de Ian Curtis, sobre el grupo de rock Joy Division), aquí comparsa
pasivo y desvitalizado de Moriarty, el seductor nerviosamente festivo y
atormentado. El personaje de Carlo Marx (un Allen Ginsberg doliente y
frustrado), no guarda rastro de la voluntad transgresora que
caracterizaba al poeta y que los cineastas Robert Epstein y Jeffrey
Friedman capturan mejor en la cinta Aullido (Howl, 2010).
Filmada correctamente, con música de Gustavo Santaolalla y composiciones de Charlie Parker, y una cuidadosa recreación de las atmósferas de finales de los años 40, En el camino, de Walter Salles, trivializa en anécdotas incidentales, alucines de marihuana y benzedrina, sexo rápido y provocación adolescente, lo que es esencial en Kerouac, su espiritualidad contestataria y su vigor literario.
Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional (13 y 18 horas).
Filmada correctamente, con música de Gustavo Santaolalla y composiciones de Charlie Parker, y una cuidadosa recreación de las atmósferas de finales de los años 40, En el camino, de Walter Salles, trivializa en anécdotas incidentales, alucines de marihuana y benzedrina, sexo rápido y provocación adolescente, lo que es esencial en Kerouac, su espiritualidad contestataria y su vigor literario.
Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional (13 y 18 horas).
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